Revista Nº38 "INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES"

 

 

José Mujica: Estudio de la influencia de su discurso en la opinión pública durante su mandato (2010-2015)

Marina Rodríguez Riquero[1]

 

 

Resumen: Esta investigación presenta una reflexión sobre el innovador discurso político que José Mujica sostuvo durante su mandato presidencial en Uruguay, a la cabeza del Frente Amplio. Se pretende dilucidar hasta qué punto este discurso es un factor clave en su éxito de cara a la opinión pública y su posible vinculación con un populismo discursivo. Se realiza para ello un análisis del discurso y la imagen proyectada por el mismo que descansa sobre la construcción de un ethos muy particular, fuertemente influenciado por sus rasgos biográficos y su relato del pasado reciente. Es por ello que el alcance de la investigación comprende la propia biografía del exmandatario, las claves de su éxito en las elecciones y su desempeño en la presidencia. Los estudios sobre populismo discursivo aportan, por su parte, una óptica interesante al análisis del caso.

Abstract:  This research presents a reflection about the innovative political discourse of José Mujica, former leader of Frente Amplio, during his presidential term in Uruguay. The aim of this paper is to clarify to what extent said discourse is a key factor in his success towards the public opinion and its possible link to discursive populism. This is achieved by a deep discourse and image analysis, which rest on the construction of a very particular ethos, strongly influenced by his biographical features and his account of the recent past. That is why the scope of the research includes the biography of the ex-mandatory, the keys to his success in the elections and his performance in the presidency. The studies on discursive populism provide, on the other hand, an interesting perspective to the case analysis.


1.   INTRODUCCIÓN

 

“La política no es un pasatiempo, no es una profesión para vivir de ella, es una pasión con el sueño de intentar construir un futuro social mejor; a los que les gusta la plata, bien lejos de la política”

 

José Mujica Cordano

José Mujica Cordano o, como lo llaman algunos, el presidente más pobre del mundo es uno de los líderes de la izquierda latinoamericana mejor valorado de todos los tiempos. [2] Su discurso político ligado a la felicidad y su austero modelo de vida suscitan admiración a todos los niveles, pero quizás, en mayor medida en el plano internacional, donde el liderazgo de este exguerrillero que llegó a ser presidente de Uruguay es respetado tanto por alas de izquierda como de derecha.

Esta profundidad filosófica con la que cuenta su forma de hacer política, que parece traspasar las fronteras tradicionales de la ideología al apelar a conceptos como libertad o tiempo para vivir, es un tópico central en su discurso político. Y es que, aunque puede ser visto como un elemento transversal a las ideologías, se enmarca en una crítica a la misma esencia de la lógica capitalista, es decir, a la lógica productiva y de consumo que acapara el tiempo vital para producir riqueza en vez de permitir la autorrealización individual. Así, aunque el reto asumido por Mujica mediante la adaptación de este discurso a la democracia liberal uruguaya no fue fácil y le valió en alguna ocasión la etiqueta de populista, logró un resultado positivo durante su legislatura (2010-2015) de cara a la opinión pública nacional e internacional[3], construyendo un liderazgo fuerte y discutido en muy escasas ocasiones. Es por esto que considero importante realizar un análisis del mismo, pues son pocas las veces – y así lo demuestra la historia- que se ha dado en América Latina un liderazgo fuerte e indiscutido internacionalmente que juegue y gane respetando completamente las reglas y el espíritu democrático.

El presente trabajo pretende, por lo tanto, reflexionar sobre el liderazgo de José Mujica en base a su discurso político con el objetivo de entender los factores de este que suscitaron una alta popularidad de la opinión pública nacional durante su mandato. Nos centramos por lo tanto en el período comprendido entre 2010 y 2015, si bien es cierto que habremos de remitirnos a hechos de la historia reciente de Uruguay, así como a las experiencias vitales de José Mujica, pues son elementos fundamentales para entender su ideario político y la opinión de la ciudadanía con respecto a su legislatura.

Para ello, el análisis tiene en cuenta en primer lugar las ventajas comparativas que los factores de largo, medio y corto plazo que lo llevaron a ostentar el cargo presidencial le brindaron durante el resto de la legislatura.[4] Posteriormente, el alcance de la investigación comprende tanto  el desarrollo de la presidencia de Mujica y el análisis de las claves su discurso, como la posible vinculación con un populismo discursivo atenuado como factor explicativo.

Así pues, parece que las preguntas que debemos plantearnos para abordar la cuestión son fundamentalmente dos: ¿Hasta qué punto fue el discurso de José Mujica la pieza clave del éxito de su mandato? ¿Tiene este discurso tintes populistas?

 

 

2.   MARCO TEÓRICO

 

·         DISCURSO

El marco teórico en el que se desenvuelve nuestro análisis está conformado primeramente por la noción de ethos aportada por Aristóteles. Se trata de la imagen que el orador construye de sí mismo en su discurso, de manera que la categoría de ethos permite analizar la configuración de la identidad político-ideológica de un discurso político.[5] Así mismo el orador trasmite esta imagen en su discurso para lograr credibilidad y adhesión. Además del ethos, los autores reconocen la existencia de un ethos prediscursivo o ethos previo[6] que resulta particularmente importante en el terreno político, donde los posicionamientos ideológicos o ciertos rasgos biográficos del orador pueden anticipar y generar expectativas en los destinatarios del discurso. Por otra parte, el ethos ha de enmarcarse en una determinada escenografía, el dispositivo de habla que la propia escena instituye. La escenografía no es un simple decorado: es el marco del cual se deprende el ethos discursivo y la disposición específica que el discurso evoca. En ese sentido, el ethos se hace efectivo mediante un proceso de “incorporación”, es decir, el público se reconoce en él, constituyéndose así la comunidad representada por el discurso.

 

En el caso que nos atañe, los estudios previos realizados sobre el discurso de Pepe Mujica, entre los que destacamos el trabajo de Ana Soledad Montero “El joven militante y el viejo sabio. Relatos sobre el pasado reciente y ethos discursivo en Néstor Kirchner (Argentina, 2003-2007) y José Mujica (Uruguay, 2010-2015)”[7], afirman la existencia de un ethos sabio que da forma a toda la construcción discursiva de Mujica, enmarcado dentro de un género o escenografía memorial. Se trata, por lo tanto, de un discurso establecido desde la autoridad moral del anciano que es la voz de la experiencia y que lee el relato, desde una perspectiva de las memorias en un plano de experiencia personal y no desde una perspectiva retórico testimonial que busque una legitimación y opere en el espacio público. Este ethos se evidencia en la construcción que realiza del pasado cercano, caracterizado por la autocrítica y la lectura de sus recuerdos, elementos del discurso de Mujica que se analizarán posteriormente.

 

Uno de los ejes de este discurso, enmarcado en el relato del ethos sabio, es el concepto de Tiempo para la vida. Lo extraemos principalmente, del texto de Gerardo Albistur titulado “Tiempo para la vida. El concepto de libertad en José Mujica”[8]. Es importante pues sobre él tratan la mayoría de las intervenciones públicas más virales realizadas por el exmandatario. Se enmarca en la crítica a la lógica capitalista de maximizar la producción a costa del individuo, lo que implica su alienación y la inversión de su tiempo en generar riqueza en vez de en disfrutar de las relaciones humanas. Por lo tanto, se critica que el motor de la vida sea la producción en lugar de la autorrealización y consecución de las metas personales, que es lo que en última instancia daría felicidad a uno mismo. Está íntimamente relacionado con su austero estilo de vida -que no pobre-en el que invierte el tiempo justo. La abundancia de posesiones materiales implicaría una mayor inversión de este bien escaso que renuncia voluntariamente a hacer, por lo que esta elección personal, coherente con el argumentario político, se convierte en un hecho inusual en las democracias más florecientes.

 

Un segundo elemento clave en el discurso es el concepto de libertad, que es empleado junto con el de tiempo para la vida como forma de elegir las propias metas. Este concepto de libertad nos lleva a revisar las lecciones de la ciencia política clásica sobre la libertad liberal y la republicana, partiendo de la distinción de Isaiah Berlin entre la libertad negativa y libertad positiva.[9] La negativa, es la libertad típicamente liberal, consistente en la eliminación de obstáculos para poder disfrutar de un libre desarrollo individualmente concebido y en el sentido discursivo de Mujica, disfrutar del tiempo vital que a uno le resta.[10] La libertad es, por lo tanto, una cuestión prepolítica, de manera que lo que se reclama a la política es su función instrumental para garantizarla. Por otro lado, la libertad positiva tiene que ver con la autorrealización, es la capacidad de un individuo de ser dueño de su voluntad y de controlar sus propias acciones frente a un poder arbitrario.[11] En esta concepción más típicamente republicana la creación de una comunidad autónoma es la condición necesaria para la existencia de libertad, y esa comunidad garantiza la libertad mediante el concepto de virtud. Esto implica que los individuos dejan de lado sus intereses particulares para buscar un bien común, que no es una agregación de los intereses particulares, sino que es el bien del conjunto. Estas nociones de filosofía política clásica son importantes pues tienen una influencia en el discurso de Mujica, ya que sustentan parte del peso de su ideario político, que va desde el anarquismo de su juventud hacia un socialismo cada vez más moderado, y son la base de tres de las políticas públicas mejor valoradas de su mandato: despenalización del aborto, legalización del matrimonio homosexual y legalización de la marihuana; así como de su dirección política del Estado.

 

·         POPULISMO

En segundo lugar, nuestro marco teórico se conforma también dentro de los estudios sobre populismo, entendidos como una tendencia que se define a grandes rasgos por tomar decisiones orientadas a satisfacer las necesidades básicas del pueblo[12]. Encontrar una definición de este concepto es complicado pues como dice Laclau, “un rasgo característico persistente en la literatura sobre populismo es la reticencia –o dificultad– para dar un significado preciso al concepto”.[13] Esto se debe a que el populismo ha tenido muchas vertientes, tal y como argumenta Germani[14], pues aunque su origen se dio paralelamente y con distintas matizaciones en la Rusia y Estados Unidos de finales del siglo XIX - sobre la base de una sociedad agraria que exigía mayor participación en la democracia-, América Latina ha hecho por su lado buen uso de esta tendencia, dándole un matiz propio primeramente desde 1920 a 1960, posteriormente en lo que se conoce como neopopulismo y finalmente en un populismo de izquierda ya en el siglo XXI. Es por ello que encontramos muy útil la compilación de las dimensiones del populismo en América Latina que realiza el profesor Santiago Leiras en su obra titulada “¿Qué es esa cosa llamada populismo?” Estas son fundamentales para aproximarnos al concepto.[15] Son las siguientes:

 

1)   Una forma de movilización política que supone la manipulación de las masas por parte de liderazgos carismáticos y demagógicos.

2)   Movimientos sociales multiclasistas con algún liderazgo de la clase media o alta y con base popular obrera o campesina.

3)   Una fase histórica del desarrollo dependiente de la región o una etapa de transición a la modernidad.

4)   Políticas estatales redistributivas, nacionalistas e incluyentes desde el punto de vista societal. Además, estas políticas se contrastan con las que benefician al capital extranjero y reprimen las demandas populares.

5)   Partido político con liderazgo de las clases media o alta, con base fuerte popular, retórica nacionalista, presencia de líder carismático y sin definición ideológica precisa.

6)   Discurso político que divide a la sociedad en dos o más campos antagónicos como el pueblo contra la oligarquía.

7)   Intentos de las naciones latinoamericanas de controlar procesos de modernización determinados desde el exterior haciendo que el Estado tome lugar central desde la defensa de la identidad nacional a través del desarrollo económico.

De estas siete dimensiones que puede abarcar el populismo, la que más nos interesa es la sexta, referida al discurso político. No obstante, sería un error pasar por alto las restantes. Hay que tener en cuenta, además, la advertencia del profesor Leiras, en cuanto al hecho de que hay que diferenciar entre populismo como régimen, como movimiento social y político y como estrategia electoral, aunque el discurso en estas tres modalidades sea altamente compartido.

Por otra parte, la cuestión populista debe ser analizada dentro del contexto del nuevo giro a la izquierda que a partir de la entrada de siglo han experimentado los distintos países latinoamericanos. Se trata de la tercera ola populista, que supera al populismo nacional de los años 40 y al neopopulismo resucitado tras las dictaduras de los 80 en la región. Es aquí donde encuadramos el gobierno de Mujica, coetáneo a Hugo Chávez, Dilma Roussef, Cristina Fernández, Evo Morales, Rafael Correa y Fernando Lugo, entre otros. Todos estos gobiernos han sido calificados como populistas, si bien es cierto que, atendiendo a la distinción del profesor Leiras mencionada anteriormente – populismo como régimen, como movimiento social o político o como estrategia electoral – podemos ver que algunos de estos países, como el caso de Uruguay, han conseguido una predominancia institucionalista tras la ruptura en la transición de la dictadura a la democracia, por lo que encontramos pocos elementos populistas en el régimen en sí mismo. A modo ilustrativo, un ejemplo del caso contrario lo encontramos en Venezuela, donde después de 1998 el régimen se va constituyendo progresivamente en un populismo autoritario, pues las “conquistas” del régimen oficialista se encuentran destinadas a consolidar una red clientelar donde el ciudadano beneficiario no recibe ningún tipo de concienciación sobre la obligación que contrae con el Estado.[16]

 

Como avanzábamos, aunque no encontremos evidencias fuertemente populistas en el régimen político uruguayo[17], no quiere decir que el gobierno mantenga un discurso alejado del mismo, pues como hemos mencionado, existen diferentes unidades de análisis a la hora de estudiar esta cuestión. Algunas claves a la hora de dilucidar un posible populismo discursivo las encontramos en el trabajo de Charaudeau[18]. En él se encuentran cinco elementos clave en este tipo de discursos, que favorecen la manipulación de las masas a los que van destinados. Estos son:

                           

1)   Crisis y victimización de las clases populares que se manifiestan como insatisfechas. El populista intenta explotar este resentimiento mediante cuestiones como la situación económica de los trabajadores y la decadencia moral de la nación por la pérdida de las referencias identitarias.

2)   La causa del mal y los culpables han de ser vagas de manera que parezca que trabajan a escondidas o entre las sombras, sugiriendo la existencia de complots. Es por ello que el discurso populista debe hacer creer que todo sería sencillo si no fuera por el sistema o por personas o grupos que aparecen como adversarios, a modo de enemigos interiores, o por enemigos exteriores que suelen representarse como entidades abstractas que amenazan la estabilidad del país. De esta manera polariza la sociedad y la divide.

3)   Se exaltan valores pues se propone un proyecto de ideal social. Los valores más comunes se encuentran en la historia y las tradiciones y pretenden recuperar la identidad perdida por la crisis social y el mal mencionados anteriormente. Para recuperar esta identidad se hace uso de conceptos como soberanía popular, que supone una liberación del yugo impuesto, al conceder la capacidad de decisión a las bases populares.

4)   Hombre o mujer providencial que se presenta como carismático y diferente a todos sus predecesores. Debe mostrar energía, fuerza de convicción y sinceridad. Suele hablar como representante del pueblo, o utilizar un ethos de autenticidad (sin nada que esconder) o de potencia (nada puede oponerse a su voluntad). Sin embargo, debe demostrar que su voluntad está al servicio de un interés general. Para romper con el mal mencionado, se rompe con las prácticas políticas del pasado y son vistos como portadores de un mensaje, una visión profética o mesiánica.

 

A modo de cierre del marco teórico es importante tener en cuenta, por último, un apunte de Laclau sobre la forma de abordar los estudios sobre populismo. Se debe mantener la óptica “distanciada” respecto a los regímenes en estudio, pues el populismo siempre ha sido considerado peligroso (y patológico) por el stablishment y por sus intelectuales orgánicos, para comprenderlo es necesario estudiarlo como un fenómeno político cuya lógica debe ser abordada con objetividad por los científicos sociales.[19]

 

 

3.   ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La dinámica democrática uruguaya que permitió a Mujica alcanzar la presidencia hunde sus raíces en un pasado reciente fuertemente marcado por la dictadura y los movimientos de resistencia a ella. El punto de partida de nuestra revisión histórica es, por lo tanto, la década de 1960, momento en el que se funda el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) a partir de varias corrientes de izquierda que iban desde el socialismo hasta el anarquismo.

Su origen se gesta durante la década anterior cuando comienza a fallar el Modelo por Sustitución de Importaciones y Uruguay entra en una espiral inflacionaria. Las clases obreras, que habían crecido con este modelo se aferran a los logros conseguidos y comienzan a organizarse. Tal es el caso de los trabajadores de la caña de azúcar del norte, elemento fundamental para entender el origen del MLN-T. En sus reivindicaciones exigían tierras para trabajar y por ello organizaron cuatro marchas hacia Montevideo en las que recibieron la solidaridad del resto de la clase obrera y partidos de izquierda. Estos últimos decidieron brindar su apoyo y coordinar sus fuerzas de manera organizada, en una época en la que se comenzaban a organizar paralelamente bandas fascistas que atacaban violentamente a la militancia de la izquierda. Se formó así el Coordinador, que aglutinaba a las personas que colaboraban solidariamente con el movimiento cañero. Los militantes del Coordinador cumplieron un proceso de discusión política de varios meses, donde se analizó la situación de la izquierda, los acontecimientos de la revolución argelina, la revolución cubana y los procesos de lucha política latinoamericana, así como la situación de la izquierda uruguaya. Finalmente se plantearon dos cursos de acción: La creación de un partido político con su aparato armado o llevar a cabo un planteo estratégico defensivo con la estructuración de una organización político-militar. Fue esta última tesis la que se llevó a cabo. Así mismo fue el marxismo heterodoxo el marco teórico que acabó imponiéndose, conformándose desde el inicio como un movimiento socialista que construiría su base teórica según las necesidades de la revolución.

Sus objetivos políticos consistían en una acumulación de fuerzas del campo popular, pues no se creía que una sola fuerza política fuera capaz de resolver los problemas de un país. Se organizó así como un grupo guerrillero sin vinculación inicial con ningún partido político, aunque lo cierto es que nunca actuaron en confrontaciones bélicas al estilo de la guerrilla, que es una forma de acción militar. El MLN-T tan solo realizaba operaciones de pertrechamiento y de propaganda armada.

En el año 1964, un joven José Mujica se integra en las filas del movimiento, desencantado con la política. Su interés por la misma se había dado de la mano de lecturas anarquistas, militando posteriormente junto a Enrique Erro -abanderado de la defensa de los trabajadores- en el Partido Nacional desde 1956 hasta 1962 y llegando a ser Secretario de Juventudes. El Partido Nacional es uno de los partidos tradicionales de Uruguay, de ideología amplia que abarca desde el centro derecha a la derecha política. Es por eso que debido a evidentes divergencias ideológicas y tensiones generadas entre los compromisos asumidos con los trabajadores y la relación del gobierno de ese momento con Estados Unidos, tanto Erro como Mujica decidieron abandonar el partido y formar conjuntamente la Unión Popular junto al Partido Socialista de Uruguay. Tras perder las elecciones con este partido Mujica se sale del escenario político democrático.

En los años posteriores, ya en la década de 1970 la lucha armada adquiere una mayor relevancia, así como aumentan las represalias policiales. Fue en este periodo cuando el MLN-T llevó a cabo algunas de sus acciones más conocidas, como el secuestro y posterior asesinato en agosto de 1970 del funcionario estadounidense Dan Mitrione, que se hallaba en Uruguay para asesorar e instruir a la policía y fuerzas armadas en el uso de la tortura.

Por otra parte, surge la necesidad de un trabajo político cada vez mayor, lo que da origen al Movimiento de Independientes 26 de Marzo, cofundador del Frente Amplio. Se presentaron a las elecciones por primera vez en el año 1971, obteniendo el tercer puesto en cuanto a votos, con un 18,6% y saliendo triunfante el Partido Colorado con el 40,3%. Juan María Bordaberry asumió el cargo en 1972 y encomendó la misión de reprimir la guerrilla a las Fuerzas Armadas, lo que produjo una sucesión de eventos sangrientos por ambos bandos. Por aquel entonces, Mujica ya era uno de los dirigentes principales del movimiento y había entrado y fugado de la cárcel en varias ocasiones.[20] A partir de ahí la represión fue en aumento hasta la derrota y desarticulación militar del MLN-T. Probablemente una de las consecuencias más dramáticas de esto fue que se asentó finalmente el terreno para que tuviera lugar el Golpe de Estado del 27 de junio de 1973, pues la desarticulación del MLN-T era una condición necesaria para el mismo por dejar desprovista de apoyo militar a la fuerza del movimiento obrero. Así, la dictadura avanzó sin obstáculos, según un diseño estratégico que consistía en eliminar el MLN-T en primer lugar, para luego caer sobre un movimiento popular carente de respaldo armado, representado por la izquierda política y los sindicatos.  

La dictadura civico-militar usó a los dirigentes tupamaros Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof, José Mujica, Adolfo Wasem, Julio Marenales, Henry Engler, Jorge Manera y Jorge Zabalza como rehenes hasta el año 1985, bajo la amenaza de ejecutarlos si el MLN-T realizaba alguna acción. Los dirigentes tupamaros fueron recluidos en condiciones infrahumanas de continua tortura y en casi total incomunicación. Mujica pasó casi quince años de su vida en prisión, contando las diversas condenas.

En el año 1985 con el retorno de la democracia, los dirigentes históricos del MLN-T y todos los presos políticos salieron de la cárcel gracias a la Ley de Amnistía aprobada en el Parlamento por presión popular. El MLN-T en su conjunto realizó una serie de convenciones para discutir la pertinencia de la organización en la nueva democracia. La mayoría de los militantes habían sufrido desde la dictadura – algunos durante su periodo en la cárcel- un proceso de aprendizaje sobre las garantías de la poliarquía[21], este era el caso de Raul Sendic, que proponía no reorganizar el movimiento y optar directamente por las opciones partidarias. Sin embargo, durante las convenciones se decidió por mayoría la reorganización, aunque dentro del marco de la legalidad. Simultáneamente, se solicitó el ingreso en la coalición Frente Amplio, consolidándose su entrada en el año 1989. Para maximizar su desempeño electoral y luchar contra el “reformismo” dentro de la izquierda, a comienzos de 1989, crearon el Movimiento de Participación Popular (MPP). Poco a poco comprendieron que si querían ampliar su electorado también ellos debían moderar su discurso.

En los años venideros las dinámicas del MLN-T se dieron según la fuerza temporal que tuvieran sus tres corrientes, los frentegrandistas – que abogaban por una estrategia de construcción de alianzas amplias incluso desbordando sus bases sociales tradicionales- los proletarios – que buscaban una estrategia de componente insurreccional- y los que se encontraban entre ellos, un amplio grupo de dirigentes y militantes entre los que se encontraba José Mujica.

En 1991 el Frente amplio aprobó una flexibilización de la política de alianzas, como parte de su estrategia para construir una mayoría nacional en torno a la candidatura de Tabaré Vazquez. Esto suponía un mayor pragmatismo y viraje al centro de su programa de reformas. La mayoría del MPP, donde se encuadraba el MLN-T, se posicionó por ello en contra de esta iniciativa pues lo que querían era precisamente combatir el retroceso ideológico en la izquierda. En este aspecto, José Mujica fue uno de los dirigentes que se mostró a favor de las coaliciones, aunque como él mismo decía “siempre que el objetivo fuera resolver los problemas de la gente”[22].

Finalmente se logró aprobar esta macrocoalición en la que la fórmula presidencial fue Tabaré Vázquez (Partido Socialista) - Rodolfo Nin Nova. En el año 1993 se adoptó la decisión de que los integrantes del MLN-T pudieran unirse a las listas electorales porque se pensaba que los malos resultados del MPP en las anteriores elecciones se debían a la ausencia de tupamaros en las listas. Sin embargo, los resultados en 1994 demostraron que esta hipótesis era errónea. Fue a partir de 1995 que todo empezó a cambiar, cuando el MLN-T reorientó profundamente su estrategia política. El socialismo real se estaba derrumbando y en Uruguay el movimiento popular se había debilitado de una manera irreparable. Dadas estas condiciones, el MLN-T comenzaró a cooperar eficientemente con la estrategia electoral del resto de la izquierda gracias a los dirigentes históricos Fernández Huidobro y José Mujica, lo que logró finalmente la victoria del Frente Amplio en octubre de 2004. Así, en este año con la victoria de Tabaré Vázquez, entra también Mujica como el primer exguerrillero tupamaro en la cámara de los diputados.

El gobierno de Tabaré Vázquez fue el primer gobierno de izquierdas de la nueva democracia y forma parte del giro regional de la nueva izquierda. Este gobierno llega con un ambicioso programa de políticas sociales y le sirve a Mujica de trampolín político desde su posición de Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. Algunas de las medidas sociales más exitosas del gobierno de Tabaré fueron el plan PANES – un plan de urgencia que pretendía mitigar las consecuencias de la crisis de 2002 de una forma sectorial-, la reforma tributaria con fiscalidad progresiva y el Fondo Nacional de Salud (FONASA) y el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), cuyos propósitos eran asegurar la cobertura universal, la plena accesibilidad y la sustentabilidad de los servicios sanitarios.

En la recta final del periodo presidencial de Vázquez la situación social y económica podía ser calificada de positiva en Uruguay: la economía, estimulada por el consumo de demanda interna, la inversión pública y la inversión privada como por el sector exterior, había crecido una media del 6% anual y en 2010 se esperaba alcanzar la tasa del 8,5%; la inflación se encontraba estabilizada en torno al 7%, el techo fijado por el Gobierno; se había logrado disminuir el déficit fiscal total e incluso había superávit primario; en cuanto a la deuda pública, se había reducido con respecto al PIB.[23]

No obstante, a la finalización del mandato en 2008, Tabaré Vázquez se encontraba políticamente debilitado. En noviembre y diciembre recibió dos golpes muy duros, que no vinieron de la oposición sino de sus propios aliados políticos. El primero de ellos se dio en el parlamento, donde el Frente Amplio aprobó la Ley de Salud Sexual y Reproductiva. Tabaré se había comprometido públicamente antes ostentar el cargo a no llevar a cabo la despenalización del aborto, por lo que, cumpliendo con su palabra, vetó los artículos donde se regulaba. Esto incrementó la tensión entre el presidente y la mayoría de la bancada frenteamplista, lo que derivó en la renuncia de Vázquez al Partido Socialista (PS). El segundo golpe al liderazgo presidencial tuvo lugar en el Congreso del FA, cuando la mayoría de los presentes, en lugar de



 

apoyar la candidatura oficialista a la presidencia del FA (Danilo Astori), optaron por designar a José Mujica.[24]

 

4.   ÉXITO EN LAS PRESIDENCIALES

 

El éxito de Mujica en las presidenciales viene explicado en gran medida por factores de largo, medio, y corto plazo, que le proporcionan al inicio de la presidencia una posición ventajosa de cara a la ciudadanía.

Entre los primeros encontramos la dinámica del sistema de partidos. Tras el crecimiento del Frente Amplio en 1999, podemos considerar la transición de un bipartidismo tradicional a un multipartidismo bipolar. La consecuencia de esto es un realineamiento de los partidos políticos, que, debido a la matriz neoliberal de esta década, deja un nicho electoral abierto para un partido capaz de defender el Estado como promotor del desarrollo. Este nicho es ocupado por el Frente Amplio, que consigue, por lo tanto, una fuerte base electoral que se va consolidando hasta llegar a 2010.

Entre los factores de mediano plazo tenemos la gestión de Tabaré Vázquez en el gobierno anterior, así como su lugar en la opinión pública. Este gobierno se destaca por un gran crecimiento económico, la aprobación de gran parte de su agenda de políticas al igual que por una alta aprobación en términos comparativos con gobiernos anteriores.[25] De la misma manera, otros líderes del FA como Mujica y Astori, detentaban ya por esta época importantes niveles de popularidad en la opinión pública debido a su gestión ministerial. Durante los sondeos previos a las elecciones de 2009, se descubrió una fuerte correlación entre la aprobación de la gestión presidencial y la intención de voto a este candidato, por lo que este factor fue determinante para su éxito electoral.

Finalmente, las variables de corto plazo se corresponden con las características de la oferta electoral y el desempeño de los candidatos en la campaña.[26] Para abordar esto, hay que empezar teniendo en cuenta que Mujica era un exguerrillero tupamaro y esto pudo haberle costado no ostentar un cargo político nunca. Sin embargo, la transición democrática del MLN-T, y el papel decisivo jugado por él para llevarlo a cabo tuvieron un resultado favorable. Influyen en esto, además, las características reconciliatorias de su discurso y su buena gestión como ministro de ganadería en el periodo de Tabaré Vázquez. No obstante, este no era solo el único factor de riesgo en su candidatura, existía también el temor de que, aunque Mujica ostentaba para la fecha de las elecciones altas cotas de popularidad, no fuera capaz de captar votantes del centro del espectro ideológico. Es por eso que el candidato oficialista fue Astori, pues este primero era conocido por ser más centrista. Sin embargo, venció Mujica en las primarias debido a que, al no existir el voto obligatorio en Uruguay, los votantes de este tipo de elecciones (que requieren implicación política) suelen ser los más radicales ideológicamente hablando.[27] A esto hay que unir su alta popularidad que era una ventaja comparativa a la hora de enfrentarse a cualquier otro candidato, y especialmente a Lacalle posteriormente en el balotaje, pues este no contaba con muchas fortalezas electorales en el momento.

A modo ilustrativo se presenta en la siguiente tabla como el saldo de Mujica en la opinión pública justo antes de su mandato es positivo incluso teniendo en cuenta posiciones ideológicas de derecha, en comparación con el de su rival político Daniel Lacalle. Es por ello que podemos decir que Mujica partió de un punto de partida altamente favorable al inicio de su mandato de cara a la ciudadanía, factor que ha de ser tenido en cuenta en las conclusiones que obtengamos de nuestro análisis.

 

Candidato

Izquierda

  Centro

Derecha

Total

Mujica

 87

     25

   -40

  21

Lacalle

-80

    -22

    56

 -14

 

Tabla 1[28]Saldos de popularidad de candidatos según segmentos de autoidentificación ideológica (en %, octubre de 2009)

 

5.   PRESIDENCIA DE MUJICA

 

El gobierno de José Mujica se inaugura el 1 de marzo de 2010, momento en el cual se convierte en el primer exguerrillero de Sudamérica en ostentar el cargo presidencial – poco después llegará Dilma Roussef- y en el segundo presidente de izquierda de la nueva etapa democrática de la República Oriental del Uruguay.

La administración Mujica continuó gran parte de los proyectos iniciados por Tabaré Vázquez, si bien algunos fueron ligeramente modificados. Al exitoso Plan de Atención Nacional a la Emergencia Social (PANES), que había sido el proyecto más ambicioso de la administración anterior, le tomó el relevo el Plan de Integración Socio-Habitacional Juntos. Mujica consiguió involucrar a la empresa privada en el y de paso decidió destinar al mismo el 87% de su salario presidencial, lo que en suma total fueron 400.000 dólares en los cinco años de mandato.[29]

Las líneas económicas proyectadas por Vázquez, que habían conseguido un efectivo florecimiento económico, fueron tomadas de referencia por la nueva administración, que prolongó ese legado positivo hasta cierto punto porque las nuevas líneas de la economía global, las deficiencias del MERCOSUR y el enfriamiento de la actividad de sus socios principales -Argentina y Brasil- jugaron una mala pasada a la economía uruguaya, que vio desaparecer su superávit.

Sin embargo, las tres medidas más polémicas aprobadas por esta administración se corresponden con la concesión de derechos de carácter progresista en el ámbito de la libertad individual. Una de ellas fue la despenalización del aborto, que había sido uno de los puntos débiles de la administración anterior. El 17 de octubre de 2012 se aprobó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que recogía el derecho de la mujer mayor de edad a decidir, razonadamente pero sin tener que cumplir ningún supuesto en concreto, la interrupción voluntaria de su embarazo por profesionales del Sistema Nacional Integrado de Salud dentro de las 12 primeras semanas de gestación; fuera de ese plazo, el aborto podría practicarse en los casos de violación (hasta las 14 semanas), grave riesgo para la salud de la mujer y malformaciones del feto incompatibles con la vida extrauterina.[30] Fue el segundo país de América Latina, después de Cuba, en permitir el aborto con una ley de plazos.

La segunda de ellas fue la implantación de un marco legal para despenalizar la producción y comercialización de la marihuana bajo control del Estado, que fue una sorpresa tanto para el legislativo como para la sociedad uruguaya, pues no se contemplaba en el programa electoral. Esta medida se enmarcaba en un proyecto integral sobre seguridad ciudadana que buscaba reducir la violencia del crimen organizado vinculado al tráfico de drogas. Se creaba por ello una red farmacéutica estatal para la comercialización de cannabis sujeta a tributación fiscal, con controles de calidad y venta prohibida a menores, así como un registro nacional de consumidores. Asimismo, se autorizaban el autocultivo y los clubes de consumidores, aunque con limitaciones.[31]

La tercera medida de carácter progresista de la administración Mujica en el terreno social fue la reforma del Código Civil para legalizar el matrimonio igualitario. El texto final permitía también la adopción de niños y niñas. La ley se promulgó el 3 de mayo de 2013, convirtiéndose Uruguay el segundo país de América Latina y el tercero de todo el continente, en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Al finalizar la etapa presidencial de Mujica, los uruguayos reconocían los logros del Frente Amplio en las reducciones de la pobreza y el desempleo - habían caído respectivamente al 11% y al 6%-, que además estaba mejor distribuida gracias a los programas sociales y al sistema progresivo de tributación directa. Sin embargo, hubo autocrítica por parte de Mujica y coincidencia general de la población uruguaya en que el mandato no había obtenido resultados visibles en la seguridad ciudadana y en el desarrollo de infraestructuras de transportes. Tampoco en la mejora del sistema educativo, que había sido una de sus prioridades en la campaña presidencial. Este siguió presentando una pobre eficacia, caracterizada por el elevado índice de abandono escolar.

Al margen de los logros y derrotas políticas, el desempeño en la presidencia de José Mujica está caracterizado por una constante aparición en los medios de comunicación y en la prensa internacional, debido a discursos tan célebres como los que llevó a cabo en una de las cumbres de la UNASUR, en Rio+20 e incluso ante la mismísima Asamblea General de la ONU. Esta fama internacional propició un atisbo de notoriedad por parte de Uruguay en el panorama global, lo cual tuvo una repercusión económica en la llegada de inversión extranjera. Uruguay tenia en su carta de presentación una estabilidad democrática, dada a conocer por su carismático presidente, a la vez que una relativa estabilidad económica, por lo que se convertía en un país apto en el que invertir. Además, la administración Mujica siempre se mostró favorable a esta llegada de capital extranjero, pues pretendía estimular en todo lo posible el crecimiento económico para poder implementar posteriormente los planes sociales previstos.

A modo de conclusión de su mandato, cabe señalar que los niveles de simpatía durante su presidencia siempre fueron mayores que los de la evaluación de su gestión. Esto nos da a entender, sirviendo a modo de fundamentación de nuestro análisis, que efectivamente hay otros elementos tales como el discurso político y la imagen proyectada, que tienen una influencia directa en la opinión pública.

 

Gráfico 1[32]Relación simpatía-satisfacción con la gestión de Mujica en relación a los datos de la consultora Cifra

 

6.   ANÁLISIS DEL DISCURSO

El discurso sostenido por Mujica tanto durante el gobierno de Tabaré, en el cual adquirió por primera vez notoriedad en la escena pública, como durante su mandato cuenta con un componente biográfico muy marcado, que es indisoluble de la imagen o ethos que proyecta. Su pasado como guerrillero tupamaro, la lucha por la democracia y las torturas sufridas a manos de la dictadura cívico militar son tres elementos angulares de su biografía que conforman un ethos prediscursivo - la imagen que proyecta el orador antes de realizar su discurso – muy particular en el expresidente. Es por ello necesario dedicar en primer lugar, unas líneas al análisis de este concepto en nuestro caso concreto pues se trata del punto de partida de una construcción discursiva realmente novedosa en la escena política.

La imagen prediscursiva del expresidente está caracterizada por una trayectoria política que, si bien es cierto que parte de una base radical, al haber sido guerrillero y dirigente tupamaro, se va moderando con el paso de los años. Los largos periodos de prisión y las torturas recibidas dotan a Mujica de una experiencia vital de lucha y resistencia contra el régimen, que es reconocida por toda la sociedad uruguaya, por lo que se convierte así en la cara más visible de la coherencia política y la honestidad, en un ámbito en el que tradicionalmente estos dos términos escasean. Esto se apoya en el hecho de cómo a la llegada de la democracia se muestra partidario de participar en la misma, asumiendo las riendas de la transición del MLN-T de movimiento armado a partido político, entendiendo que la lucha social debe hacerse desde el prisma del diálogo. Lo hace sin dejar de lado las reivindicaciones sociales que llevaba defendiendo años atrás, trasladándolas ahora a debate público. Además, esta imagen de coherencia se ve reforzada por el hecho de que, desde su salida de la cárcel hasta la actualidad lleva a cabo un austero estilo de vida, de acuerdo con su pensamiento político y los elementos de su discurso, como veremos en los siguientes párrafos. Podemos decir, por lo tanto, del ethos prediscursivo de Mujica que lejos de generar expectativas de cambios drásticos al estilo de la revolución, genera expectativas de continuación del proceso democrático vigente y sobre todo del proyecto social iniciado por Tabaré Vázquez, si bien es cierto que apuntaba a profundizarlo.

Abordando ahora los elementos claves del discurso, cabe decir que todo él se enmarca dentro del ethos sabio expuesto anteriormente, es decir, dentro de una proyección de autoridad moral que el anciano ostenta debido a su experiencia. La imagen que proyecta este ethos tiene una pieza fundamental que es lo que conocemos como pasado reciente, es decir, la historia reciente de Uruguay, en la que tiene gran incidencia la trayectoria tupamara de Mujica. Él presenta una narrativa integral, sistemática y homogénea de la misma, contrariamente a lo esperado por su trayectoria político-partidaria, lo que hace que muestre una cara pluralista y republicana.[33] De modo que, aunque no se trata de manera directa el tema en la producción discursiva, sí que podemos observar en diferentes declaraciones que el expresidente uruguayo ha elaborado una suerte de “relato” sobre el pasado cercano, que ha pasado a formar parte de su propio ethos discursivo.[34]

Las características de este relato son, en primer lugar, la necesidad de aceptar y aprender a vivir con el pasado para mirar al futuro; en segundo lugar, se prescinde de una lectura demonizante del pasado para construir la propia identidad, dejando claro así que los enemigos se encuentran en el presente (en los contextos económicos, las desigualdades sociales, la violencia, la destrucción del planeta…); en tercer lugar, Mujica asume la pertenencia a la generación política de los militantes y guerrilleros en los años 60 y 70 pero se posiciona de manera distante a ella, sin idealizarla, de acuerdo con el ethos sabio que habla con perspectiva, desde la posición distante que da la experiencia. Establece que esta generación estaba ligada al voluntarismo, compromiso y la vocación democrática, cuestiones que, como hemos visto, evidencia la historia con la integración del MLN-T en el Frente Amplio; finalmente, el último rasgo característico del relato construido por Mujica sobre el pasado cercano consiste en la impregnación de la autocrítica que realiza sobre él. Una autocrítica que se da en el plano estratégico pero también en el ideológico, expresando reiteradamente desde una visión pragmática y desencantada las dificultades de la izquierda para llevar adelante cambios profundos.[35]

Encontramos en esta construcción del pasado reciente el primer factor de la escalada en la opinión pública de Mujica, pues su posición neutral en el mismo, su tono conciliador a pesar de haber vivido las peores consecuencias de la dictadura y su predisposición a perdonar y criticar a la vez sus propios errores le dotan de una humanidad y humildad nunca vista en el escenario político, a la vez que aseguraban en su momento una estabilidad en cuanto a su dirección política del país – alejando ajustes de cuentas- y permitía pensar en un proyecto de Uruguay para todos a largo plazo.

Esta lectura neutral del pasado le permite construir a Mujica un discurso basado en la amplitud, que es otro de los factores que afectan positivamente a la opinión pública. Mujica reconoce tomar apuntes del Partido Colorado y Blanco de manera simultánea, a la vez que sostiene un fuerte arraigo anarco-socialista, lo que genera toda una nueva óptica de pensamiento que desdibuja en algunos casos los límites de la fuerza a la que representa. Esto se ve claramente en uno de los temas recurrentes que aborda en su producción discursiva como es la noción de libertad. Para él, según el discurso pronunciado en ocasión del aniversario del nacimiento de José Artigas en 2010, las tres cosas más valiosas en la sociedad son: “primero y por lejos, la libertad; después, casi a la vez, la paz, que finalmente precisa para ser sustentable en el tiempo, desarrollo con equidad.” Se trata de un discurso aplicable a cualquier punto del espectro político y más aún si analizamos su concepto de libertad, que bebe tanto de fuentes republicanas como liberales, pues si bien es cierto que las políticas públicas implementadas durante su mandato como son la legalización del matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y la legalización del consumo de cannabis concuerdan con nociones de libertad negativa, es decir, la libertad típicamente liberal - son simplemente el reconocimiento de derechos que permiten la libertad de acción - también hay un componente fuertemente republicano en aplicación a la sociedad y la nación. Lo podemos ver en su búsqueda del consenso basada en la igualdad, la defensa de mecanismos de democracia participativa o su defensa de Uruguay como nación independiente y libre arraigada a una identidad sudamericana. Todo esto lleva a una libertad en sentido republicano porque generan una ciudadanía que se gobierna así misma, entendiendo la libertad como autogobierno. Se da así, un doble manejo de este concepto que acaba trascendiendo las reglas básicas de la identificación ideológica, lo que lo acerca a una ciudadanía diversa y plural.  

Este factor se potencia más aún cuando lo acompaña otra noción muy desarrollada por su producción discursiva, consistente en la necesidad de tiempo para vivir. Aunque ideológicamente esta idea se separa de posturas que se encuentran a la derecha del espectro ideológico al tratarse de una profunda crítica al sistema capitalista, el trasfondo humano que dibuja Mujica en ella es común a todos los individuos. Defiende el derecho al libre desarrollo de las personas y al disfrute de su tiempo, lo cual no excluye necesariamente la dedicación de un tiempo determinado y limitado a tareas productivas. Sin embargo, lo que sí excluye, es la función de estas como motor y lógica inherente a la vida humana, tal y como pasa hoy en día en las sociedades capitalistas avanzadas. Además, incluye aquí reivindicaciones medioambientales, defendiendo un modo de producción y de vida sostenible para el planeta.

Vemos como adopta una óptica novedosa en la que, aun conservando la utopía socialista de fondo, admite que los cambios no pueden ser radicales y que, por lo tanto, se ha de partir de una economía de mercado, un giro al centro muy favorable electoralmente. Se trata entonces de un intento de llegar al socialismo democrático de manera progresiva y sin confrontación. Encontramos en esto también un elemento de practicidad, favorable a la opinión pública, pues asumir los condicionantes de la realidad da credibilidad y viabilidad a sus propuestas.

 

Además, apoya este discurso con su ejemplo personal, su estilo de vida austero, que si bien tenía relación en su presidencia con la voluntad de vivir como la mayoría de los uruguayos[36] - según sus ideales republicanos-, sin los lujos que corresponderían a un mandatario, se convierten antes y pasada su etapa presidencial en la materialización de su discurso teórico. Argumenta que vivir con demasiadas cosas materiales implica invertir tiempo en procurarlas y cuidar de ellas, tiempo que él decide voluntariamente invertir en sí mismo y en los que lo rodean.[37] Se trata entonces de una construcción discursiva que apela al aspecto humano, despertando las inquietudes personales de cada uno que se han visto frustradas por un sistema que, aunque oprime de manera diferenciada, acaba oprimiendo a todos por su lógica interna. Se da así también otro factor discursivo que afecta positivamente a la opinión pública que es la personalización y emotividad del discurso, en la que el expresidente adopta una posición cercana al receptor por la profundidad del objeto del discurso y por el hecho de que lo experimenta en sí mismo.

 

Llegados a este punto podemos desprender de todos estos elementos discursivos que Mujica logra transmitir de manera eficiente mediante su discurso un proyecto de país, en el que se dan objetivos y estrategias para lograrlos, haciendo énfasis en brindar bienestar a los ciudadanos y sobre todo a los sectores más desfavorecidos mediante una dinamización del mercado interno y una apuesta por la agroexportación.[38] Se trata de un proyecto que ya venía iniciado por el gobierno anterior del Frente Amplio, pero que Mujica con sus particularidades discursivas construye mediante el relato del mundo en que vivimos y el lugar que el hombre debe ocupar en él, como ya se ha visto. Este es otro factor a tener en cuenta en el objeto de nuestro análisis, así como la orientación al receptor que tiene toda esta construcción, en la que vemos que la preocupación fundamental es el bienestar del ciudadano. Se apoya además para esto en su concepción de la política como una obligación fruto de la responsabilidad sentida hacia la gente más que en una opción personal. Sin duda una concepción novedosa en los tiempos que vivimos.

 

Todo el discurso se impregna, en cuanto a características lingüísticas, de una claridad que permite efectivamente que llegue y cale en mayores capas sociales. El uso de términos coloquiales y populares y la producción de mensajes concisos y directos son además adecuados para que los medios de comunicación los trasmitan a la opinión pública sin una gran distorsión. Todo esto hace que la producción discursiva de Mujica sea comprensible y por lo tanto, eficaz, cosa que la opinión pública agradece, ya que la situación opuesta ha sido uno de los temas frecuentemente criticados por la ciudadanía. Por otra parte, esta claridad en Mujica viene acompañada normalmente de trasparencia a la hora de expresar sus pensamientos, sin tener en cuenta el rédito político. Esto lo diferencia también del político tradicional, que trata de causar una impresión positiva en el electorado y por ello ejerce un control particular sobre sus formas de dirigirse a la opinión pública. Este aspecto de Mujica puede ser positivo en la valoración del elector en cuento la sinceridad que trasmite, que lo presentaría en última instancia como alguien en quien se puede depositar confianza.

 

Así mismo, no debemos pasar por alto la repercusión de su discurso en la escala internacional. Como se ha visto anteriormente, Mujica acaparaba portadas por los discursos realizados en intervenciones ante múltiples organizaciones internacionales, poniendo a Uruguay en una escena global que nunca había visto. Esta popularidad adquirida en los foros internacionales – el mismo Bush dijo conocer su historia tupamara en una visita presidencial mientras Mujica era Ministro de Ganadería en la administración Vázquez- que en muchos casos se traduce en una aprobación y admiración de su figura, ha de tener alguna influencia en como los propios uruguayos veían a su entonces presidente, a modo de feedback. Así mismo, la estimulación de la inversión internacional que su notoriedad publica generó contribuyó positivamente a la economía, factor por el cual podría haber aumentado la simpatía con respecto a él, en mayor o en menor medida.

 

Así, concluimos de todos estos factores que Mujica se distancia de la imagen tradicional del político y de las formas que estos tienen de hacer política. Se consolida en cierta medida como un transgresor del juego político tradicional que logra reunir bajo su discurso a una ciudadanía en cierta medida alienada. Lo logra, como hemos visto, mediante una larga batería de recursos discursivos que son apoyados por características de su propia biografía y por la puesta en práctica de su propio discurso en lo que respecta a al ámbito de la vida personal. Sin embargo, nos preguntamos si parte de este éxito comunicativo que desemboca en una visión favorable por parte de la ciudadanía no se debe también al uso puntual de herramientas populistas en el plano discursivo.

 

Retomando entonces los puntos aportados por Charaudeau sobre el carácter populista en los discursos y analizándolos uno por uno, podemos observar que en cuanto al manejo del concepto de crisis y la victimización de la sociedad, nos encontramos con que la sociedad uruguaya es relativamente estable. No se encuentra una fuerte insatisfacción o descontento con el transcurso político o económico, quizás porque debido a su alta institucionalización de la democracia no hay ventanas de oportunidad política para ello. Mujica con su llegada al gobierno, si bien es cierto que en su producción discursiva apela comúnmente al pueblo y las condiciones de la clase trabajadora, no propicia esa exaltación de las masas ni promueve una insatisfacción social que pueda usar a su favor, parece ir más por el lado de la concienciación social. No rechaza tampoco los avances conseguidos por los gobiernos anteriores, siguiendo en última instancia, parte del programa político de su predecesor Tabaré Vázquez. Al mismo tiempo, aunque es común en sus discursos hacer referencia a la decadencia moral y a la pérdida de civismo, no es para realizar una reconstrucción identitaria de la nación, sino más bien para recuperar una identidad humana a nivel global. Este elemento es interesante por el hecho de que daría una nueva óptica o visión de los discursos populistas.

 

La causa del mal o culpables de los problemas que acechan a la sociedad, sí tienen un nombre en el discurso de Mujica, como hemos explorado anteriormente, la economía capitalista con su lógica productiva es la que está ahogando a los hombres y mujeres poco a poco. Sin embargo, reconoce también que los grandes avances de la humanidad se han dado gracias a ella, por lo que se da una demonización en sentido estricto. Igualmente, no utiliza este elemento de su discurso para instar a las masas a un cambio drástico del sistema económico del país, de hecho, no pretende cambiarlo a corto plazo, simplemente lo introduce en sus discursos para generar conciencia sobre el lugar que cree que debe ocupar el ser humano. Es por eso que no podemos decir que utilice este elemento de manera populista, pues tampoco logra una polarización de la sociedad, ya que como vimos en la parte previa del análisis, su discurso se caracteriza por tratar de abarcar el máximo de ella.

 

En lo referente a la exaltación de valores, Mujica cuenta con un proyecto de país que funda en un ideal social. Esto implica la primacía de una serie de valores que como hemos visto en el análisis previo se enmarcan dentro de la humanidad, la solidaridad y la libertad. Sin embargo, en los discursos populistas los valores exaltados radican en la historia del país y sus tradiciones pues el fin es recuperar la identidad nacional. A veces, como en el caso de Chávez en una identidad regional, una comunidad sudamericana. Mujica, si bien es cierto que su proyecto político parte de la pertenencia de Uruguay como una nación de Sudamérica, no pone tanto el foco de mira de su discurso en esto como en un aspecto más profundo y transversal: el ser humano.

 

En lo relativo a la figura del hombre providencial o líder mesiánico, Mujica cumple con algunas de las características, si bien el régimen democrático uruguayo pone frenos a estas caracterizaciones. Mujica muestra la fuerza de convicción y sinceridad del populista mediante un carisma adquirido por su imagen de oposición a lo que conocemos como político. Su estilo de vida, su indumentaria e incluso su forma de hablar transgreden toda estética política tradicional. Parece suponer una ruptura con los políticos anteriores, no obstante, tan solo en la estética, pues a nivel práctico su gobierno no presenta sobresaltos, elementos típicamente populistas o cambios drásticos de dirección con respecto a periodos anteriores. Además, podríamos decir que discursivamente adopta la posición de representante del pueblo, tal y como dijo en un discurso improvisado tras ganar las primarias[39], un elemento que caracteriza también a los liderazgos populistas. Otro indicador de populismo se da en la vaguedad ideológica, elemento asumido por Mujica quien, como hemos ido viendo a lo largo del análisis, toma apuntes de ideologías muy diferentes teniendo un desempeño en la presidencia que se aleja en ocasiones de lo que cabría esperar de su discurso.

 

Por último, es relevante prestar atención a su comunicación con la ciudadanía mediante los medios de comunicación. Frecuentaba el género de las entrevistas, de radio principalmente, así como discursos retransmitidos o entrevistas a medios extranjeros. La comunicación mediante estos medios propicia los rasgos mencionados anteriormente como la espontaneidad, la claridad o la trasparencia, que lo invisten de un aire de autenticidad que no hace más que reforzar su imagen carismática. Sin embargo, no podemos decir que los usara al estilo típicamente populista a modo de comunicación directa entre líder y pueblo con notables intenciones de manipulación de la información. Este sería el caso de Hugo Chávez que informaba, aprobaba decretos o sustituía ministros en sus programas televisivos, creando incluso un bloque oficialista de medios de comunicación. El régimen democrático uruguayo es una frontera a la hora de llevar a cabo estas acciones.

 

A modo de conclusión de esta última parte se ha de decir que encontramos en Mujica un personaje político realmente controvertido en cuanto a la cuestión del populismo. Su gobierno es coetáneo al de otros conocidos populistas y dado que todos forman parte del giro a la izquierda, hay algunas características compartidas entre ellos. Así, Mujica presenta algunos rasgos típicamente populistas, mientras que carece de otros igualmente fundamentales. No podemos, por lo tanto, obviar la cuestión populista en nuestro estudio sobre la influencia de la construcción discursiva de Mujica, si bien es cierto que no tiene por qué conformar uno de los factores fundamentales de su popularidad, tal y como hemos visto.

 

 

 

 

7.   CONCLUSIÓN

Al inicio del presente trabajo nos preguntábamos hasta qué punto era el discurso de Mujica una pieza clave en su popularidad y cuáles eran los factores del mismo que la causaban. Sin duda la popularidad del exmandatario es prácticamente un hecho sin precedentes en las democracias modernas, pues como se ha visto, no depende tanto de la valoración de su gestión como de otros recursos tales como las herramientas discursivas y pre discursivas que utilizaba, que iban conformando un ethos muy determinado.

Su imagen pre discursiva es el punto de partida de la construcción del discurso y tiene una gran influencia en la ciudadanía pues lo dota de características que lo diferencian de cualquier otro político, debido a sus rasgos biográficos fuertemente marcados por su condición de exguerrillero tupamaro reinsertado en la democracia y su fuerte compromiso con la misma demostrado por su papel en la transición. Se constituye como una imagen de coherencia alejada de sus posiciones radicales de juventud lo que lo acerca a una sociedad plural.

Todo esto se ve reflejado en el discurso, que se construye en forma de un ethos sabio, primer factor clave de su popularidad, que además sirve de matriz para el resto de elementos discursivos. Su ethos sabio, proyectado en la figura del anciano afable y experimentado contiene un mensaje reconciliador y autocrítico en lo relativo al pasado reciente, que adopta una posición neutral e integradora de toda la ciudadanía. Es este mensaje el que hace de la conformación de su ethos el factor clave para entender su popularidad. Dentro de esta imagen debemos además añadir la influencia de multitud de elementos discursivos.

Estos elementos son, en primer lugar, la ya mencionada amplitud del discurso, que lo dota de un carácter integrador mediante el uso de una temática de carácter humanista, trasversal a las ideologías (libertad, tiempo para vivir). Es por ello que, en segundo lugar, Mujica presenta un proyecto de país, que revaloriza lo humano pero que, aunque bebe de fuentes utópicas, no pierde su pragmatismo al contar con una economía de mercado como punto de partida. Estos dos elementos son otros dos importantes factores favorables a la opinión pública. En tercer lugar, influye significativamente la orientación al receptor que impregna todo el discurso, donde Mujica se centra en el papel del ciudadano. Influencia potenciada por una personalización y emotividad del discurso que crea un vínculo directo con el mismo. En cuarto lugar, toda la producción discursiva se impregna de una claridad lingüística y una transparencia que no podemos pasar por alto como positivas.

Por otra parte, hay que tener en cuenta la influencia que la valoración de este discurso a nivel internacional supone para la población nacional, pues las altas cotas de aprobación del exprimer mandatario en la escena global tienen un feedback importante dentro de Uruguay, también por las repercusiones económicas positivas que esto entraña.

Así mismo, a la hora de hacer contra balance de los factores de su popularidad, hemos de tener en cuenta que Mujica partió de un punto muy favorable al inicio de su mandato, debido principalmente a los factores de medio y corto plazo como son la buena gestión de Tabaré Vázquez, de su mismo partido, y la baja competitividad del resto de políticos, principalmente de la oposición. Mujica recogió el testigo de una buena gestión, siendo el depositario de alguna forma de la confianza que los uruguayos tenían en Vázquez, en un panorama en el que él era ya el candidato mejor valorado.

Nos planteábamos también si esta popularidad podía tener alguna relación con el uso de elementos populistas en el discurso. Como ya avisamos, Uruguay presenta una alta institucionalización de la democracia por lo que no se da un populismo como régimen, aunque sí en pequeña medida como recurso discursivo. En el análisis realizado encontramos que el discurso de Mujica presenta algunos rasgos que podemos identificar como populistas, principalmente en lo que se refiere a su propia imagen de líder transgresor y carismático, sentado por encima de las ideologías e identificado con el pueblo.

Sin embargo, en cuanto al contenido del discurso en sí, hemos de rechazar las tesis populistas, pues Mujica no lo utiliza como forma de exaltar a las clases populares mediante su victimización o la búsqueda de culpables. Su discurso, como hemos visto, es ciertamente moderado e integrador, por lo que se aleja del intento de polarización de la sociedad, característico de los populismos. Es por todo esto que la influencia del uso de herramientas populistas en el discurso no puede ser considerada como un factor decisivo a la hora de entender la popularidad del expresidente.

A pesar de esto no debemos olvidar que Mujica forma parte del giro a la izquierda, caracterizado por una fuerte presencia de gobiernos populistas, por lo que no es descabellado encontrarnos con frecuencia el nombre del exmandatario uruguayo asociado a este tipo de recursos políticos. Este sigue siendo un tema controvertido para los autores, que no logran llegar a un consenso. Quizás estas líneas aporten un poco de luz al estudio de la cuestión.

Como apunte final, es reseñable el cuestionamiento que, desde hace unos años, ha sufrido José Mujica por parte de la opinión pública por la denuncia de casos de corrupción durante su gobierno en los que estaba implicado Raúl Sendic – el hijo del histórico fundador del MLN-T. Esto le valió un menoscabo de su popularidad a nivel nacional, mientras que a nivel internacional han sido sus declaraciones sobre la crisis humanitaria en Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro lo que más controversia ha generado. Sea como fuere, es indudable la huella que Mujica ha dejado en la política, pues introdujo cuestiones en la agenda que nunca habían tenido voz en la política nacional e internacional, dando un toque de atención a un sistema cada vez más insostenible para el planeta. Su legado comprende además una contribución a la comunicación política que ha dado y dará mucho que estudiar a los científicos sociales.

 

 

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[1] Universidad Carlos III de Madrid (España)

[2]Notal de la autora: Según la Asociación de Comunicación Política en su encuesta realizada en enero de 2015, Mujica ocuparía el cuarto lugar dentro de los dirigentes mejor valorados de todo el mundo. Únicamente precedido por Rafael Correa dentro de Latinoamérica. Disponible en: https://actualidad.rt.com/actualidad/165907-correa-morales-mujica-presidentes-populares

[3] Vairo, D., & Rodríguez, J. (2011). Las claves del éxito de Mujica en las presidenciales Uruguayas de 2009. Revista Debates, 5(2), 97-116. Obtenido de LINK

 

[4] Ibid., pp 97-98

[5] Aristóteles (2005). El arte de la retórica. Buenos Aires: Eudeba

[6] Amossy, R (2010). La présentation de soi. Ethos et identité verbale. Paris: PUF.

[7] Montero, A. S. (julio de 2015). El joven militante y el viejo sabio. Relatos sobre el pasado reciente y el ethos discursivo de Néstor Kirchner (Argentina 2003-2007) y José Mujica (Uruguay 2010-2015). Revista Uruguaya de Ciencia Política, 24(2). Obtenido de http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-499X2015000200007

 

[8] Albistur, G. (febrero de 2018). Tiempo para la vida. El concepto de libertad en José Mujica. Izquierdas(38), 23-38.

 

[9] Berlin, I. (2012). Sobre la libertad. Madrid: Alianza editorial.

[10] Albistur, G. Op cit. p.30.

[11] Skinner, Q. (2010). Hobbes y la libertad republicana. Buenos Aires: Prometeo.

 

[12] Cuñarro Conde, E., & Cuñarro Conde, L. Op. Cit. p.48

[13] Laclau, E. (2007). La razón populista. México, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.p.15

[14]  Véase Germani, I. (1973). Populismo y contradicciones de clase en Latinoamérica. México:Serie Popular Era. P.25: “El autoritarismo, el nacionalismo y alguna que otra forma del socialismo, del colectivismo o del capitalismo de Estado: es decir, movimientos que, de diversas maneras han combinado contenidos ideológicos opuestos. Autoritarismo de izquierdas, socialismo de derechas y un montón de fórmulas híbridas y hasta paradójicas, desde el punto de vista de la dicotomía (o continuidad) ‘derecha-izquierda”.

[15] Leiras, S. C. (2015). ¿Qué es esa cosa llamada populismo? Anales de la academia nacional de ciencias morales y políticas, XLII(2). Pp 15-16

[16] Cuñarro Conde, E., & Cuñarro Conde, L. Op. Cit. p.53

[17] Ulloa, C. (2017). El populismo en escena ¿Por qué emerge en unos

países y en otros no? 1a. Quito: FLACSO-Ecuador. P. 3.

[18] Charaudeau, P. (2009) Reflexiones para el análisis del discurso populista. Discurso & Sociedad, 3(2), 253-279.

[19] Ibid., p. 57

[20] Nota de la autora: La operación “El Abuso”, en la que Mujica logró fugarse junto a otros 110 presos de la prisión Punta Carretas (Uruguay) aparece en la Guia Guiness de Records Mundiales como la fuga del siglo.

[21] Arrarás, A. (1998). Armed Struggle, Political Learning, and Participation in Democracy: The Case of the Tupamaros (Uruguay)Princeton University, PhD. Dissertation.

[22] Garcé, A. (2006). Donde hubo fuego. El proceso de adaptación del MLN-Tupamaros a la legalidad y a la competencia electoral (1985-2004), Montevideo: Fin de Siglo. P.125

[23] Zárate, R. O. (21 de noviembre de 2016). Barcelona Centre for International Affairs. Obtenido de CIDOB: https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/america_del_sur/uruguay/tabare_vazquez_rosas#5

[24] Garcé, A. (2010). URUGUAY 2009: DE TABARÉ VÁZQUEZ A JOSÉ MUJICA. Revista de ciencia política (Santiago), 30(2), 499-535. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-090X2010000200017

[25] Vairo, D., & Rodríguez, J. Op Cit. pp.94

[26] Ibid., p.97

[27] Buquet, D.; Piñeiro, R. (2010). De las internas a las municipales: los impactos de las reglas electorales en Uruguay. In: BUQUET, Daniel; JOHNSON, Niki (eds.). Del cambio a la continuidad: Ciclo Electoral 2009-2010 en Uruguay. Montevideo: Ed. Fin de Siglo. P.59.

[28] Vairo, D., & Rodríguez, J. Op Cit. p.107

[29] Zárate, R. O. (25 de noviembre de 2016). Barcelona Centre for International Affairs. Obtenido de CIDOB: https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/america_del_sur/uruguay/jose_mujica_cordano

[30] IDEM

[31] IDEM

[32] Elaboración propia en base a datos de la consultora privada Cifra (última actualización en diciembre de 2018). Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República de Uruguay. Recuperados de: http://cienciassociales.edu.uy/bancosdedatos/evaluacion-de-gestion/

[33] Garcé, A. Op cit. P. 515

[34] Montero, A. S. Op cit. P. 130.

[35] Ibid. P. 133

[36] Albistur, G. Op cit. p 8.

[37] Ibid. P.9

[38] Barceló, J. (2006). Discurso vivido: Apuntes sobre la comunicación política de José Mujica. Dixit, (1), 4-9. P.8

[39] “Sé lo que represento dentro del Frente Amplio y dentro esta sociedad que construyó arquetipos. Hay un negro en Estados Unidos, un indio en Bolivia y sin odio lo digo, que el país sepa que represento a los que vienen bien de abajo”.