Revista de Ciencia Pol�tica
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Revista Nº14 " INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES X "

 

Resumen

El siguiente texto tiene como objetivo analizar y concluir si el fenómeno de la personalización de la política, de la mano de la creciente influencia de los mass media son o no, la principal causa de la crisis partidista que se presenta en Colombia, partiendo de la base que no sólo es un problema colombiano, sino latinoamericano y porqué no, mundial.

Abstract

The following paper aims to analyze and, if possible, conclude if the phenomenon of personalization of politics related to the increasing influence of the mass media, is the main cause of political party crisis in Colombia, considering it is not just a Colombian problem but a Latin American and a worldwide concern.

 

“De la personalización y otros demonios: Una aproximación al impacto de la personalización y el mass media en la crisis partidista en Colombia”

 

Por: Alejandro Garzón López*

 

Introducción

 

La personalización de la política es un fenómeno muy arraigado en Colombia; pese a los intentos de minar esta forma de hacer política –caudillista muchas veces–, materializados en la reforma política, como proceso que busca de alguna manera modernizar el estado y legitimar las instituciones políticas, las micro empresas político-electorales no han escapado a este rasgo definitivo de la dinámica democrática colombiana.

 

Este fenómeno característico de la política colombiana se exacerba con la importancia que asumen los mass media. Lo que contribuye a una desideologización de la política y al fomento de una relación populista entre líder y seguidor, en cuanto el aspecto programático aparece subyugado al carisma del político lo que viene acompañado por fuertes clientelas, muy necesarias para sostener el dominio de los líderes y la disposición patrimonial que hacen estos de los recursos del Estado.

Asimismo, la aparición de la figura de Álvaro Uribe ha exacerbado dicho fenómeno hasta el punto de ahondar en una denominada “crisis de los partidos” en Colombia.

Es por ello que resulta necesario analizar no sólo el fenómeno de la personalización de la política colombiana, sino hacer un análisis profundo para comprender el entramado político e institucional que ha causado la denominada crisis de los partidos colombianos.

El objetivo del presente trabajo es analizar el fenómeno de la personalización de la política en Colombia, junto con el impacto del mass media en las elecciones como causa principal de la crisis partidista que se vive en el país.

 

Planteo de la cuestión

Los partidos surgen como medio principal para estructurar la voluntad de amplios grupos humanos y darles significado, coherencia a sus propuestas políticas e identidad. Pero a pesar de la importancia revelada por la historia de los partidos y por su conexión directa con la democracia, hoy en día, tanto la política como los partidos, son objeto de un sentimiento de desconfianza y animadversión por parte de la ciudadanía.

 

Colombia, como muchos países, ha sido participe de la importancia de los partidos políticos a lo largo de su historia. Sin embargo, en los últimos años, los cambios sociales, las reformas políticas, los altos índices de corrupción al interior de los partidos, el deterioro y obsolescencia de los planteamientos políticos - filosóficos de los partidos tradicionales, la pérdida de identidad partidista, así como la aparición de figuras como el transfuguismo y el incremento del clientelismo entre otras, ha causado un quiebre de la tradición bipartidista y el incremento de los sentimientos anti partidistas.

Pero si bien estos factores han sido importantes, el fortalecimiento y consolidación del fenómeno de la personalización de la política y su desarrollo a través del uso del mass media se ha convertido en un componente importante a analizar en la política colombiana.

 

De esta manera se nos plantean los siguientes interrogantes: ¿Es la personalización de la política, de la mano del poder del mass media, el punto de quiebre para propiciar el fin de los partidos políticos? o por el contrario, ¿son reflejo de que se está viviendo una etapa dialéctica de crisis, transformación y replanteamiento de las formas de representación política? Y por último, ¿Fueron las pasadas elecciones –legislativa y presidencial- la “estocada final” a la existencia de los partidos políticos colombianos?

 

HIPÓTESIS:La personalización de la política, de la mano de la politización de los mass media, es uno de los factores predominantes en la crisis partidista en Colombia, sin embargo, no es por sí sólo un elemento de quiebre que justifique la desaparición de los partidos. Serían la falta de una transformación y replanteamiento de las formas de representación política, de ideologías y mecanismos de control en los partidos, las verdaderas causas de la crisis partidista en Colombia.”

 

MARCO TEÓRICO:

 

El marco general de las definiciones y aproximaciones sobre los partidos y sistemas de partidos se abordará a partir de los trabajos de Sartori, Duverger y Manuel Alcántara.

El marco histórico de los partidos en Colombia se servirá de los trabajos de Javier Mendoza, Elizabeth Ungar, Paoli Bolio y de Francisco Aceves, complementado por noticias y editoriales de medios de comunicación como los periódicos El Tiempo y El Espectador y la revista Semana.

La personalización como fenómeno en la política se abordara con aportes de los trabajos de Sartori y Dader

Los trabajos y estudios de Ángel Rodríguez, Javier Cachés y Zovatto servirán para darle un análisis a la personalización de la política en el ámbito de América Latina, citando ejemplos en Venezuela, Perú y Argentina.

La personalización en Colombia se abordará con los trabajos de Juan Carlos Gómez, Julián López, Nadia Pérez, asimismo, se tendrán en cuenta las editoriales de la Revista Semana.

La profundización de la personalización a partir de la presidencia de Álvaro Uribe será complementado por los aportes de Francisco Leal y extractos de noticias de los medios de comunicación.

Para tratar la relación entre los sistemas políticos y los sistemas mediáticos servirán los trabajos de Hallin y Mancini y Pasquino.

 

Las reformas políticas serán analizadas con ayuda de los trabajos de Cristina Vélez y Julián López.

 

En contraposición a la personalización de la política se analizaran los problemas más relevantes de los partidos políticos en Colombia teniendo en cuenta los artículos de la Revista Semana, así como las diferentes revistas sobre ciencia política de la Universidad de los Andes y Javeriana.

 

Partidos y Sistemas de partidos

Tras un extenso juicio histórico sobre los partidos políticos, que contiene diversos procesos y definiciones jurídicas y políticas sobre el término, Sartori sentencia: “cuando la palabra “parte” se convierte en “partido”, disponemos de un término que está sometido a dos atracciones semánticas opuestas; por una parte, la derivación de partire, dividir, y por la otra, la asociación con participar y, en consecuencia compartir”.(Sartori, 1980: P.19) Esta afirmación de Sartori refleja la doble significación de la palabra partido. Sobre la definición de lo que es un partido político, Sartori sostiene concisamente que "un partido es cualquier grupo político identificado con una etiqueta oficial que presenta a las elecciones, y puede sacar en elecciones (libres o no), candidatos a cargos públicos" (Ibídem. P. 91).

 

Los partidos pasan por diferentes etapas en su formación; en un principio comenzaron asociándose con temas religiosos y con grupos excluyentes, formados por las élites, hasta llegar a la etapa en la que el desarrollo de éstos se liga al de la democracia. Los partidos aparecen como la consecuencia no buscada de la masificación de las sociedades y la expansión territorial de los estados, cuyas dinámicas van a dar lugar a un nuevo fenómeno: el de la representación política (Malamud, 2003).

Es así como los partidos se consolidan, como dice Duverger, cuando más ven crecer sus funciones y su independencia las asambleas políticas, más sienten sus miembros la necesidad de agruparse por afinidades, a fin de actuar de acuerdo; cuanto más se extiende y se multiplica el derecho al voto, más necesario se hace organizar a los electores a través de comités capaces de dar a conocer sus candidatos y de canalizar sufragios en su dirección (Duverger, 1951: P.15 y 16). Así los partidos surgen como medio principal para estructurar la voluntad de amplios grupos humanos y darles significado, coherencia a sus propuestas políticas e identidad.

 

La importancia de los partidos políticos en las democracias actuales, es indiscutible, más aún, ninguna democracia occidental u occidentalizada— es concebible sin ellos; No hay casi país independiente que pueda exhibir un sistema político carente de partidos, a no ser por dos casos particulares: un puñado de sociedades tradicionales de estructura familiar patrimonial como las que pueblan el Golfo Pérsico, y las dictaduras militares que son, sin embargo, fenómenos siempre temporarios (Ware 1996).

 

Pero así como el mundo y las sociedades evolucionan, lo mismo deben hacer los partidos; a medida que las sociedades se hacen más complejas, surgen pluralidad de intereses y condiciones sociales, por lo que los partidos deben buscar adaptarse a estos cambios en aras de asimilarlos y acondicionarse a los mismos, continuando así con la “simbiosis” creada por la interacción de todos los elementos de un sistema político democrático.

 

En este sentido, vale la pena resaltar las diferencias entre partidos y sistema de partidos, pues los partidos no actúan solos en un medio aislado, sino que están en interacción permanente con otros partidos del sistema, es decir, que un partido político, carece de monopolio alguno de representación o función, exceptuando el caso de los sistemas de partido único. Por ende, el sistema de partidos es el resultado de las relaciones que los partidos mantienen entre sí, con el resto del sistema y con la sociedad en general.

 

Las propiedades de un sistema de partidos se desarrollan históricamente, y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Algunas de las más relevantes son la volatilidad que es el cambio agregado de votos entre elecciones, —la polarización – distancia ideológica entre los partidos, por ejemplo en términos de izquierda/derecha, —el número efectivo de partidos de acuerdo a sus bancas parlamentarias y no a sus votos, — la desproporcionalidad electoral –diferencia entre número de votos y número de bancas— y la cantidad de dimensiones temáticas –que define la estructura de clivaje del sistema (Lane & Ersson 1994).

 

 

Partidos Políticos en Latinoamérica

 

Como en la mayoría de las democracias, donde los partidos como el sistema de partidos, se constituyen de suma importancia para enriquecer el juego democrático, las democracias en América Latina no son ajenas a la importancia de este elemento de representación política.

 

Los primeros partidos surgieron a partir de la época de la independencia en los siglos XIX y XX y consistieron principalmente en facciones oligarcas conformadas por grupos de personas con ciertos recursos e influencia en la sociedad. Eran más importantes y tenían más influencia en el devenir de la sociedad y el gobierno, los grandes caudillos, terratenientes, las fuerzas armadas y la Iglesia. Es decir, los partidos políticos, en tanto organizaciones sociales permanentes y democráticas, no existieron o fueron muy débiles.

 

Los partidos se desarrollaron en una primera etapa al margen de la ley, como agrupamientos políticos más o menos naturales para desarrollar una democracia representativa (Paoli 1998; 246). Cuando las primeras agrupaciones políticas comenzaron a tener cierta fuerza y se comenzaron a catalogar como partidos, se enmarcaron en primera instancia dentro de un eje liberal/conservador.

 

Así, el panorama político en la mayoría de los países latinoamericanos durante gran parte de los siglos XIX y XX estuvo caracterizado por el bipartidismo, al menos hasta aproximadamente los años 80’s, lo anterior, producto de la influencia del sistema norteamericano, pues es el sistema estadounidense, el primer sistema de partidos que surge en la escena política de occidente y puede decirse asimismo, que es el sistema bipartidista por antonomasia.

 

Pero a partir de la década de los 80´s, este panorama comenzó a cambiar y a girar su rumbo en la mayoría de países hacia un multipartidismo. Entre las principales causas de este nuevo rumbo, se destacan: la transición hacia la democracia de gran parte de países latinoamericanos, en especial en el Cono Sur, una pérdida del enfoque ideológico de los partidos tradicionales así como la aparición de un esfuerzo por superar o limitar estas fuerzas tradicionales, dando origen a nuevos partidos que organizan a la clase media y consiguen el apoyo de amplios sectores campesinos y obreros (Paoli, 1998; P.248). A partir de este quiebre con las fuerzas tradicionales, el surgimiento de movimientos y partidos en torno a un líder o caudillo se hizo mucho más común y fácil.

 

Partidos políticos en Colombia

En Colombia, como la mayoría de los países latinoamericanos, el sistema bipartidista domino gran parte del panorama político del país durante décadas. Así pues, a pesar de lo manifestado por el Libertador Bolívar en su lecho de muerte: que si su muerte contribuía a que cesaran los partidos y se consolidara la unión, él descendería tranquilo al sepulcro, el nacimiento de los partidos políticos en Colombia tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIX. Al principio se formaron en torno a las ideas federalistas y centralistas para dar un nuevo orden a la Nueva Granada[1] y posteriormente se vería el surgimiento de partidos políticos constituidos como organizaciones nacionales estructuradas en torno a definidos ideales políticos.

Los partidos que dominarían el escenario político colombiano serian el conservador y el liberal y durante cerca de 150 años serán los actores principales del sistema político colombiano; el partido Liberal se funda con el artículo que el 16 de Julio de 1848 publicó José Ezequiel Rojas, y como ejes centrales de su programa se destacan: la abolición de la pena de muerte, libertad absoluta de imprenta, de palabra y enseñanza y la separación entre Iglesia y Estado, entre otros; el partido Conservador surge en 1849, cuando José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez publican su programa, que consistía en reconocer y sostener la moral del cristianismo, defiende los valores y los principios de las oligarquías (Hernández 2001).

Desde su nacimiento y durante más de un siglo de historia partidista, la intolerancia inter partidista y las guerras civiles - a veces cruentas como la Guerra de los 1000 días[2]- desempeñaron un papel determinante en la generación de identidades por parte de la sociedad hacia los partidos políticos. Es así como la política colombiana giro en torno a los enfrentamientos y las alternancias en el poder de éstos dos partidos.

 

Frente Nacional

Después de la llamada época de Violencia (1946-1958) y la cuasi-dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, se impulsó la transición a un gobierno civil por medio de una serie de pactos aprobados en un plebiscito, en los cuales los líderes de los partidos Conservador y Liberal se comprometieron a gobernar al país de manera conjunta y exclusiva, a éste periodo de poder compartido se le denomino, Frente Nacional.

Este periodo, desde 1958 hasta 1974, marcaría el devenir político del país y de los partidos tradicionales. Durante estos años se consolidó un bipartidismo perfecto, y aunque se logró reducir la violencia partidista y sentar las bases para el desarrollo económico, se cerraron los espacios institucionales a movimientos distintos a los partidos tradicionales y la solidez organizativa de los partidos, así como su legitimidad se vieron sumamente deterioradas, como resultado de la eliminación de la competencia inter partidista (Ungar y Arévalo, 2003). Esto último se vio claramente evidenciado con las elecciones de 1970 donde una tercera fuerza, la ANAPO[3] participo para la presidencia, obteniendo gran apoyo del electorado, sin embargo Misael Pastrana del partido Conservador sería quien ganaría dichas elecciones, generando revueltas por un supuesto fraude electoral, lo que precipito el fin del Frente Nacional[4].

Lo anterior confirma que la historia partidista en Colombia ha sido caracterizada por la hegemonía del bipartidismo, sin embargo, en los últimos años, los cambios sociales, las reformas políticas, los altos índices de corrupción al interior de los partidos, el deterioro y obsolescencia de los planteamientos políticos - filosóficos de los partidos tradicionales (Mendoza 2004), la pérdida de identidad partidista, así como la aparición de figuras como el transfuguismo y el incremento del clientelismo entre otras, ha causado un quiebre de la tradición bipartidista y el incremento de los sentimientos anti partidista. Pero es la personalización de la política el punto de quiebre para entender la “crisis” de los partidos en Colombia.

 

Personalización de la política, un problema latinoamericano

Hume, en el Tratado sobre la naturaleza humana, dice: “el resorte que mueve a algunos hombres a ocuparse de los asuntos públicos es la vanidad” (Gómez, Pacheco, Turbay y Matiz, 2006:55). Dader, de igual forma da abundantes ejemplos de la personalización en la política: “desde la antigüedad, la comunicación política establecida por los gobernantes busco siempre el culto a la imagen personal, mediante estatuas, uso del retrato del líder, acuñación de monedas, etc.”(Dader, 1990: 351). También Max Weber (1981) afirma que “el carisma resulta de vital importancia en la consecución y legitimación del poder en determinados regímenes políticos”. Lo anterior, confirma que la personalización si bien no es nueva en el ámbito político, si se ha visto intensificada en gran magnitud en las recientes décadas, tanto a nivel regional como mundial, llegando a catalogarse como una nueva forma de hacer política, en detrimento, puede decirse, de la importancia de los partidos políticos.

Lo anterior confirma que a pesar de la importancia revelada por la historia de los partidos y su conexión directa con la democracia, hoy en día, tanto la política como los partidos, son objeto de un sentimiento de desconfianza y animadversión por parte de la ciudadanía. Si bien este es un fenómeno que afecta por igual a gran parte del mundo, es en América Latina, donde se puede evidenciar mayor intensidad.

A su vez, la Región Andina es la que evidencia las características más sustanciales para comprender y darle forma a lo que se ha denominado la “crisis de los partidos.” En este sentido, es prudente resaltar que dentro de todo el conglomerado de causas de esta crisis, dos elementos son destacables, pues éstos han tomado mayor preponderancia en los últimos años en la mayoría de países de la región y se han convertido en figuras claves para entender por qué se ha ahondado en la denominada crisis, estos elementos son: la personalización de la política y la influencia del mass media.

 

Tal y como lo señala Perelli: la búsqueda de hombres providenciales y de liderazgos fuertes basados en características personales del dirigente es una de las respuestas a las nuevas formas de hacer política (Perelli, 1995:185). En efecto, es la personalización de la política, una figura que se ha manifestado con mucha fuerza en casi todos los países de América Latina. Especialmente cuando en la arena política se da el triunfo de nuevos actores como por ejemplo: Hugo Chávez Frías en Venezuela, Fujimori y el propio Toledo en el Perú, Lula en Brasil, incluso los esposos Kirchner en Argentina y por último Álvaro Uribe en Colombia, y sumado a este fenómeno, como una consecuencia inevitable de la creciente mediatización observada en el desarrollo de las contiendas electorales, la mercadotecnia política, específicamente el uso de la publicidad política televisiva, ha terminado por imponerse como el instrumento fundamental al que se ajustan las estrategias de campaña de los partidos políticos en los países democráticos (Aceves, 2009).

 

Es así como comienzan a surgir en Latinoamérica dos fenómenos que atañen a la personalización de la política: Primero, el surgimiento en la arena política de personajes que no tienen ninguna vinculación partidista y que aún así logran hacerse con el poder; los denominados outsiders. El impacto de éstos en la nueva política y/o juego democrático ha coincidido con una situación de crisis económica, de crisis de gobernabilidad y de cuestionamiento de las élites políticas y donde el avance de la llamada anti política como nueva política o modalidad coincide con una suerte de “fatiga cívica” del propio sistema (Rivas, 2002: P.8). Ejemplos claros de esto son Fujimori en Perú, quien logró la presidencia en 1990, siendo un completo desconocido en el ámbito político. Segundo, la formación de partidos en torno a un líder o caudillo, bien sea formado por éste mismo o por sus partidarios, ejemplos de esto, son Hugo Chávez en Venezuela, quien ganó la presidencia en 1999 con el partido de izquierda fundado por él mismo, Movimiento Quinta República (Ibídem P.3) y Álvaro Uribe en Colombia, quien propició la creación del Partido de la U[5] en 2005, conformado por los partidarios del ex-presidente.

 

Si bien la personalización de la política y la denominada “crisis de los partidos” ha azotado a la gran mayoría de los países latinoamericanos, es en Colombia, donde abundan evidencias que indican que el grado de fragmentación y personalismo del sistema de partidos es uno de los más altos del mundo (Ungar y Arévalo 2003:53).

 

Personalización de la política en Colombia

Reformas

Para analizar el fenómeno de la personalización de la política en Colombia, primero es necesario, resaltar los cambios evidenciados en el sistema político, que han favorecido o intentado reducir el impacto de factores como la personalización. En este sentido, es importante destacar primero, los cambios introducidos durante los años ochenta y particularmente en la Constitución Política de 1991, con la que se logró una apertura importante del sistema político y la aparición de nuevas fuerzas políticas[6]. De igual forma, el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) presentó una nueva propuesta de reforma política, esta vez complementada con un cambio en las reglas electorales que buscaba desincentivar el personalismo político y premiar la agrupación partidaria, pero esta iniciativa naufragó en dos ocasiones (Foro interamericano sobre partidos políticos , 2009).

La reforma de 2003[7] introdujo cambios sustanciales en el sistema electoral para enfrentar básicamente la fragmentación y la personalización de la política en Colombia, entre los cuales, cabe destacar: la adopción de las listas únicas para las elecciones legislativas, la prohibición de la doble afiliación partidista (doble militancia) y la posibilidad de que cada partido político optara por el voto preferente[8], sobre este punto hubo cierta polémica pues se argumentó que éste iba en contra del espíritu de la reforma, que buscaba combatir el personalismo político, sin embargo sus defensores argumentaron que fomentaba el fortalecimiento de la organización interna de los partidos políticos al abocarlos hacia procesos de selección de candidatos y confección de listas de manera ordenada (Pérez, 2009).

 

Asimismo, el Congreso expidió la Ley 974 del 22 de Julio de 2005, “por medio de la cual se reglamenta la actuación en bancadas de los miembros de las corporaciones públicas y se adecua el Reglamento del Congreso al Régimen de Bancadas” (Hernández, 2001). De acuerdo con la ley, los miembros del Congreso de la República, asambleas departamentales, concejos municipales, juntas administradoras locales elegidos por un mismo partido, constituyen una bancada en la respectiva corporación. En otras palabras, los miembros electos de dichos partidos deberán actuar en grupo (bancada) en aras de fortalecer la cohesión partidista.

 

Por último, la reforma política de 2009, introdujo importantes cambios entre los que se destacan: se le impondrán multas al partido que tenga en sus filas miembros comprometidos con la guerrilla, paramilitarismo y narcotráfico; la doble militancia ya no es causal de pérdida de investidura; todas las votaciones (sobre leyes y demás) deben quedar obligatoriamente registradas y publicadas; es decir que los candidatos deben dar la cara a sus electores por sus decisiones en el Congreso y por último, obliga a los partidos a tener una cuota mínima de mujeres en sus listas de candidatos (Vélez, 2009).

 

Si bien se pueden destacar cambios importantes generados por estas reformas en materia de organización y mejoramiento del sistema electoral y cierta cohesión de los partidos, el fenómeno de la personalización se vi reforzado más que limitado, pues figuras como la del voto preferente y el no castigo de la doble militancia incentivó, primero, a un incremento del personalismo al interior de los partidos, pues ahora buscan resaltar más las cualidades de algunos candidatos, y segundo, a un incremento del poder y apoyo en torno a la figura del presidente Álvaro Uribe (Pérez, 2009; P.6); ficha clave para entender el grado de personalización en Colombia.

 

Impacto del “fenómeno” Uribe

Para comprender el impacto de la personalización en el escenario político colombiano hay que entrever primero, que todo el panorama político que se desprende del personalismo, al menos en los últimos años, en Colombia, tiene su origen principalmente en la aparición de la figura de Álvaro Uribe Vélez. El ex presidente de Colombia, en 2002 ganó la presidencia presentándose con el movimiento Primero Colombia y no bajo el aval de algún partido[9], (por más que después muchos se le adhirieran) se ha convertido en el principal ejemplo del personalismo político en Colombia y ha influenciado en gran medida a la prolongación personalista en la política colombiana.

 

Primero, su irrupción en el panorama político se vio justificada por que los partidos políticos en general han defraudado y, sobre todo los que han tenido funciones de gobierno, la confianza que en ellos depositaron los electores en múltiples ocasiones.[10] Esto implicó el comienzo, o al menos fortalecimiento de una nueva cultura política en la que la población se orienta a depositar su confianza a partir de la evaluación de la calidad de los atributos personales exhibidos por el candidato que mejor los seduce y no por su pertenencia o seguimiento de una ideología de partido. Segundo, la aparición del Partido de la U en 2005, reflejo también, el retorno de la tendencia a formar partidos en torno a un líder o caudillo e incentivó a miembros de diferentes partidos colombianos, principalmente Liberal y Conservador a desertar y unirse al nuevo “partido”, evidenciando, que la nueva cultura política se orienta más hacia el realce de una persona o líder, más que a las ideologías de un partido.

 

El discurso utilizado por Uribe para ganar las elecciones presidenciales en 2002[11] se centró principalmente en el programa de Seguridad Democrática, enfocado a recuperar la presencia del Estado en todo el país y dar duros golpes militares a las guerrillas y paramilitares, principalmente a las FARC[12] y las AUC[13]. Asimismo, impulso un discurso anti partido que buscaba combatir la “corrupción y la politiquería” (Pérez, 2009). En este sentido, se desligó de algunas propuestas fracasadas de los gobiernos anteriores; uno Conservador (Andrés Pastrana) y uno Liberal (Ernesto Samper), ambos gobiernos tildados de nefastos, en su incapacidad para hacer frente a los mayores problemas de Colombia, el conflicto armado y el narcotráfico.

 

Así, ante la inmensa popularidad de Uribe[14] y los resultados que arrojó su gobierno, la gran mayoría de los partidos políticos en especial el Liberal y el Conservador, entre otros pequeños como Cambio Radical, se adhirieron al entonces presidente, haciendo caso omiso de las ideologías profesadas por los respectivos partidos que a veces iban en contra de algunas propuestas de Uribe, dándole preeminencia a la oportunidad de “acoger” algo de la popularidad del presidente para seguir figurando con importancia en la arena política colombiana.

 

Esto refleja el fortalecimiento de una nueva cultura política, donde se observa que el fiel apoyo a los actores tradicionales de hacer política (principalmente los partidos políticos) tiende a ser sustituido por el apoyo a nuevas fórmulas de corte neo populista y anti político, cuyo discurso se caracteriza por un fuerte contenido emotivo y mesiánico por un lado, así como también por una posición netamente de crítica y cuestionamiento de la institucionalidad tradicional (Rivas, 2002: 9).

 

Partido de la U y las elecciones 2006

 

El fenómeno de la personalización en Colombia, así como el ahondamiento de la denominada crisis de los partidos en el país, se vio cristalizado con la conformación de un nuevo partido, el Partido Social de Unidad Nacional en 2005. El surgimiento de este partido significó un cambio rotundo en el panorama político colombiano, por varias razones: Primero, representó una ruptura del bipartidismo tradicional, que desde hace décadas venia repartiéndose el poder tanto ejecutivo como legislativo en el país, pues a pesar del desmonte del Frente Nacional, estos partidos siguieron figurando como los hegemónicos en el escenario político del país, y si bien Uribe era un disidente del partido Liberal, el hecho de no presentarse a las elecciones como candidato de este partido, significó que por primera vez en la historia de Colombia se elegía un presidente que no pertenecía a ninguno de los dos partidos tradicionales.

 

Segundo, la conformación del “Partido de la U” se originó como una consecuencia directa de la gran popularidad en torno a la figura del entonces presidente y el grueso de sus miembros lo consiguió con un amplio número de disidentes de varios partidos, tanto tradicionales como nuevos; De hecho, el cuatrienio 2002 2006 fue el que mayor renuncias de senadores y representantes sufrió por el reacomodamiento de las fuerzas uribistas. El 67% de los senadores y el 40% de representantes cambiaron de partido en este periodo (Ibídem, P.6). Esto no hace otra cosa sino confirmar que los partidos tradicionales y nuevos en Colombia, no han logrado fortalecer ni sus planteamientos e ideologías, ni su cohesión y disciplina de partido.

 

Tercero, varios partidos vieron en la figura de Uribe, la oportunidad de hacerse con la mayoría en el Congreso, mediante la manifestación de su apoyo al partido de la U y a Uribe mismo, como fue el caso del Partido Conservador, quien obtuvo la mayoría del Congreso, superado sólo por el partido de la U, en las primeras elecciones tras la elección de Uribe, en 2006. Esto ha permitido al partido Conservador “fortalecerse”. El caso del Partido Liberal es parecido, sin embargo, en un principio no apoyo abiertamente a Uribe, por lo que fue duramente castigado en las elecciones legislativas 2006 y regionales de 2007. Sólo entonces decidió alienarse con las propuestas uribistas y así tratar de recuperar el liderazgo regional y legislativo que otrora tenia.

 

Por último, en 2005, a raíz del apoyo de la gran mayoría de partidos y de los militantes del partido de la U, también se impulsó la reforma constitucional con la que se pretendía reformar el tema de la reelección inmediata en Colombia, consiguiendo así, que Uribe saliera reelecto en las elecciones de 2006, aún sin el aval de ningún partido,[15] reafirmando así la pérdida de hegemonía de los partidos tradicionales en Colombia.

 

Entonces, se puede decir que las elecciones de 2006, tanto legislativas como presidenciales, se pueden considerar como el momento culmen de la consolidación de uribismo en Colombia y de su influencia en la configuración del sistema de partidos colombiano, en la medida en que los partidos políticos formados para enfrentar la reforma política cerraron filas en torno a la figura del presidente candidato, pese a que éste prescindía de cualquier etiqueta partidista para acudir a las elecciones. Los partidos que contaban con el apoyo y reconocimiento de Uribe tuvieron la probabilidad más alta de ganar (Rodríguez Raga y Botero, 2006).

 

Medios de comunicación y política en Colombia

Mass media y personalización

 

La gran influencia que tienen y han tenido los medios de comunicación en temas de política no es nuevo y muchos autores han identificado que el fortalecimiento de la personalización de la política va de la mano del uso de los mass media. En efecto, como lo confirma Dader: “esa híper­personalización, que choca y que repele a los principios teóricos atribuidos a la actuación política deliberante y participativa, está favorecida sobre todo por las características intrínsecas de los medios audiovisuales de comunicación” (Dader, 1990:352).

 

Puede decirse que hoy en día, los medios de comunicación han logrado transformar lo que otrora podía ser un debate de ideas (entre los partidos y/o candidatos) en un ”show” que explota los sentidos, dándole más relevancia a los eventos polémicos o llamativos que tengan los candidatos que a sus ideas y programas.

 

El impacto del mass media también se ve reflejado en la gran importancia que en las contiendas electorales están teniendo los asesores de imagen y expertos en publicidad, encargados de resaltar las cualidades físicas, carismáticas e intelectuales de los candidatos más que el programa que persiguen o la ideología del partido al que pertenecen. El electorado busca ahora conocer a los candidatos individualmente, el voto se fundamenta en la confianza hacia la persona y no por la pertenencia al partido (Cachés, 2009). De tal forma el o los candidatos en campaña preelectoral se preocupan más por el perfil “simpático” que representan frente a la teleaudiencia, que por transmitir un mensaje político que es lo que se supone que el espectador-ciudadano espera de ellos para decidir su voto (Rodríguez Kauth, 2005: 182). En esta línea se desarrollaron campañas en Brasil, Costa Rica, Nicaragua, México, Perú y Colombia (Zovatto, 2007).

 

Los políticos deben adecuarse a los dictámenes de los mass media o perecerán en el intento por lograr sus objetivos. Es por ello que los políticos no solamente deben entretener al público, sino también a la prensa amarilla, que puede poner al descubierto cuestiones de su vida privada, en especial lo que se refiere a desavenencias matrimoniales, amoríos, orientación sexual “desviada” etc. En definitiva, terminan siendo cómplices o víctimas del chisme. Todo ello ha hecho que el elector deje de ser cautivo de los comités o centros de reunión partidaria y reciba así la información a través de la prensa, lo cual lo pone en contacto con discursos que no son los que tradicionalmente lo han atravesado y, de tal modo, se produzca el efecto de la volatilidad del votante. Ahora accede a más información, lo cual no quiere decir que sea mejor, pero al menos ya no está prisionero de un solo texto (Rodríguez, 2005: 181).

 

El hecho de que cada vez más se incrementan las regulaciones en materia de tiempos y espacios publicitarios en los diferentes medios de comunicación para los candidatos y partidos, así como el constante uso de los mismos en la mayoría de las campañas alrededor de todo el mundo[16], refleja la creciente importancia que tiene el mass media sobre la política.

 

No obstante, en general las legislaciones sobre el tema en América Latina apelan a la voluntad de los actores y no establecen las medidas correctivas que desalienten o castiguen la falta de observancia de la normatividad establecida, es decir, son legislaciones insuficientes, limitadas, “sin dientes”, cuyos preceptos quedan a nivel de “llamadas a misa” (Aceves, 2009:46). Es por esto que la constante manipulación de medios, así como la aparición de la denominada “propaganda negra” se han convertido en elementos difíciles de controlar por parte de las autoridades correspondientes en los países latinoamericanos.

 

En este sentido, la preeminencia del candidato sobre el partido, el uso progresivo de la televisión y la descalificación del opositor por encima de las ideas en el marco de “campañas negativas” (Aceves, 2009:38) y la gran importancia de las encuestas, se han convertido en elementos no sólo “nuevos” sino a su vez, decisorios para lograr una campaña exitosa, y asimismo han sido claves para ocasionar y/o acrecentar la crisis de los partidos.

 

En definitiva, los medios han influido a tal punto que escritores como Sartori introducen términos como “video política” o el “video poder” y apunta que: se está dando preeminencia a un “homo ocular”; una persona cuya principal relación con el mundo es a través de lenguajes visuales, por lo cual el homo con virtudes letradas, formada a través del libro y la prensa escrita es un personaje en vías de desaparición (Sartori, 1997), y en este sentido aquel candidato que posea un cierto carisma y facilidad para manejar los medios, podrá obtener mejores resultados, independientemente del partido al que pertenezca.

 

Elecciones 2010: el triunfo de la personalización

Para entender el impacto de los medios es importante tener en cuenta que si bien en todo el mundo éstos han transformado la manera de hacer y percibir la actividad política, en Colombia su influencia adquiere características particulares porque con frecuencia, dada la violencia generalizada en el país, ante la imposibilidad de acceder directamente al electorado, el mass media se convierte en el único medio para que los candidatos y los partidos den a conocer sus propuestas. Así pues, influyen en la medida que la función de selección de candidatos, que en alguna época descanso en los directorios partidistas, hoy está mediada por el clima de opinión que crean los mismos medios a través de encuestas y sondeos, de la exposición especifica de ciertos temas y candidatos y, sobre todo, de la imagen que construyen y reflejan tanto del personaje político como de las agrupaciones partidistas (Ungar y Arévalo, 2003).

 

Todo lo anterior sirve como base para una ampliación y fortalecimiento de la personalización, que se vio significativamente evidenciada en las elecciones parlamentarias del pasado 14 de Marzo de 2010. De esta elección se pueden destacar varios puntos que lo reafirman: en primer lugar, el uribismo fue reelegido como la fuerza mayoritaria del Congreso con 27 curules del partido de la U, así como con el triunfo de partidos afines a la ideología uribista como el Conservador y el PIN[17] con 24 y 9 curules respectivamente[18].

 

En estas elecciones , se evidenció en la medida en que la mayoría de los electores participantes, generalmente optó por apoyar los proyectos ligados al poder del Estado y en ello tiene mucho que ver el “lavado cerebral” que realizan los medios de comunicación pertenecientes casi en su totalidad a grandes monopolios y multinacionales, los cuales terminan convenciendo a las grandes mayorías que los “buenos” son los ligados al uribismo y los “malos” es todo lo que tenga que ver con la oposición política al régimen (López, 2010). Prueba de lo anterior se demuestra con la “campaña sucia” emprendida contra los candidatos al Senado y la Cámara de Representantes que se oponían los lineamientos de Uribe y el Partido de la U, así como contra el entonces candidato a la presidencia Antanas Mockus, quien fue víctima de una fuerte campaña negativa que exaltaba sus diferencias con Uribe, lo que contribuyó a la derrota de este candidato en la contienda electoral. Asimismo, el triunfo de Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales de 2010 reafirmó la supremacía de la “doctrina Uribe” y ahondo, se puede decir, en la pérdida de poder de los partidos, pues si bien fue un triunfo para el partido de la U, es claro que la gran mayoría de los electores, voto por Santos sólo por ver en él una “continuación” de Uribe.

 

Otra evidencia que dejan las elecciones es que en la mayoría de pautas publicitarias realzaban las características del candidato y no las del partido. Esto también se ve soportado en que en la mayoría de las entrevistas y foros en los que participaban los candidatos, éstos hacían más uso de resaltar sus propios atributos que por resaltar las cualidades o la ideología del partido.

 

Otro punto que llama la atención en las elecciones es que los partidos políticos parecen convertirse en reclutadores que buscan unir más personalidades a sus filas, sin importar que en el pasado hubieran estado, incluso, en contra de sus intereses, ejemplo de esto, el adherimiento de candidatos ex miembros de partidos de oposición o de diferente ideología - como el caso de Juan Lozano, quien era fiel partidario de la ideología impuesta por el líder liberal Luis Carlos Galán y se unió al partido de la U - y la postulación como candidatos de diversas personalidades de la televisión y la farándula colombiana, como Aura Cristina Geithner y Gregorio Pernía, entre otros.

 

Por último, se podría inferir que el éxito del nuevo Partido Verde, se debe en gran parte, no a su ideología, sino a que se fundamenta en el liderazgo de figuras emblemáticas como Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón, lo que incrementaría el impacto de la personalización sobre la política colombiana.

 

Todo lo anterior no hace sino confirmar que efectivamente la personalización de la mano del impacto del Mass Media se ha consolidado como un factor importante a tener en cuenta al analizar la política colombiana y claramente ha influido en incrementar la denominada crisis de los partidos en el país. Pero ahora bien, realmente ¿son todos estos fenómenos, la sentencia final de que los partidos van a desaparecer? y ¿Fueron las pasadas elecciones –legislativa y presidencial- la “estocada final” a la existencia de los partidos políticos colombianos?

 

La respuesta es no. A pesar que la personalización es un problema que afecta claramente a los partidos políticos tanto en América Latina como en Colombia y que es un problema que en las últimas elecciones se vio plenamente identificado, no es por sí sólo un elemento de quiebre que justifique la desaparición de los partidos. Son, la falta de una transformación y replanteamiento de las formas de representación política, de ideologías y mecanismos de control en los partidos, las verdaderas causas de la crisis partidista en Colombia.

 

Asimismo, pensar una democracia sin partidos no es posible, si bien la legitimidad de éstos se ha perdido durante los últimos años, los partidos siguen siendo fichas fundamentales en el juego democrático y van a sobrevivir a la personalización, que si bien representa un gran problema, no es sino uno menor al lado de otros más graves como lo son: la falta o debilidad ideológica, la falta de disciplina de partido, la falta de cohesión del mismo, la polémica generada en torno a éstos por motivo de temas relacionados con narcotráfico, paramilitares y guerrillas y finalmente la falta de fuertes cimientos sobre los cuales se constituyen principalmente, los nuevos partidos.

 

Conclusiones

Primero, el incremento de figuras como los outsiders, de la mano de los demás elementos que propician el aumento de la personalización, así como del uso del mass media en la arena política, si bien no van en contradicción directa con la democracia, si pueden perjudicar a los partidos políticos. Pero estos elementos no son la causa directa de la denominada crisis partidista, sino más bien una consecuencia. Por lo tanto, si bien la personalización y el efecto mass media, golpean a los partidos, las causas de sus crisis deben buscarse en otros factores más endógenos como la pérdida de legitimidad de las ideologías, la disciplina partidista y la corrupción entre otros.

 

Segundo, el uso del mass media en la política, es una práctica que va de acuerdo a los preceptos de democracia, donde la libre información debe ser clave, y asimismo cumple con la obligación de dar a conocer y hacer acercar más a los candidatos y electores. Se debe reconocer que la estrategia de administrar la visibilidad como vía más exitosa de hacer política en el fondo es tan vieja como la humanidad misma. Sólo los instrumentos para el logro del objetivo han cambiado. Asimismo, el hecho que los candidatos realcen más sus cualidades que las del partido se ve explicada por Maquiavelo, quien plantea el tema de forma clara: el príncipe (gobernante) debe proyectar un elemento de seducción, es decir, demostrar una imagen utilitarista frente a los ciudadanos (Bourdieu, 1997: 7). De igual forma, los mass media facilitan el actuar político, permitiendo al candidato darse a conocer hasta en los lugares más remotos. En definitiva, el gran poder de los medios en materia política se da por una demanda de información por parte del electorado. Es importante destacar también, que en las últimas elecciones (especialmente para 2010), los partidos tradicionales incrementaron el uso de pautas publicitarias que “rescataran” la ideología del partido y lo que significaba ser liberal o conservador (Gómez, Pacheco, Turbay y Matiz, 2006: 61).

Sin embargo, el uso que en la actualidad se le está dando a los medios de comunicación, han ocasionado que se imponga la imagen de un candidato por encima de la del partido y asimismo ocasiona que ya no se pretenda persuadir a los votantes por medio de la razón, con argumentos, sino que por el contrario, se hace lo posible por manipularlos a través de los sentimientos. Esto se ve reflejado en el uso de la figura de Uribe o de sus políticas más conocidas (Seguridad Democrática) en la mayoría de spots publicitarios del partido de la U (Gómez, Pacheco, Turbay y Matiz, 2006: 62), e incluso en algunos spots de otros partidos, si bien no directamente, haciendo alusión a estas o a él (caso de la vallas del partido conservador para la presidencia de Andrés Felipe Arias). Asimismo se debe profundizar sobre las reglamentaciones acerca del acceso a los medios de comunicación por parte de los partidos, para que las normas sean cumplidas y se castiguen prácticas como la denominada “propaganda negra”.

 

Por último, si bien el incremento y fortalecimiento de la personalización, evidenciado en las elecciones de 2010 y en otras tantas, en Colombia se manifiesta como un factor importante que influye notablemente en la deslegitimación de los partidos políticos, no es por sí sólo un elemento de quiebre que justifique la desaparición de los partidos. Por esto, más que verlo como una justificación para la eliminación de los partidos, se debe ver como una advertencia a los partidos, para que fortalezcan sus ideologías y su estructura interna.

 

También se debe resaltar que los nuevos movimientos sociales (estudiantiles, indígenas, feministas, homosexuales, ecologistas), han mostrado las insuficiencias de los partidos políticos y la necesidad que ellos experimentan para transformarse y vincularse más adecuadamente con las nuevas sociedades (Paoli, 1998:247), por lo tanto, los partidos deben acoger las necesidades de estos grupos también y de esta forma acoplarse más a las exigencias de la población.

 

En definitiva, la existencia de la personalización debería utilizarse como un elemento que no dañe a los partidos, sino como un factor que en cierta medida ayude a su mejoramiento, pero para lograr esto, es necesario que partidos como el de la U, fortalezcan su ideología y lineamientos no más en función de la figura de Uribe sino en principios propios, en otras palabras que pueda lograr consolidar su existencia no por Uribe, sino por tener una ideología propia y definida. Asimismo es necesario que los partidos como el Liberal y Conservador y demás partidos redefinan las propias, no en función de líderes, sino utilizándolos como un medio para lograrlo. Estará por verse si partidos como el de la U, pueden sobrevivir cuando la figura de Uribe ya no sea la principal y si partidos como el Verde logran consolidar su ideología, más allá de las figuras de Mockus y asociados.

 

Es por esto que es necesario que se dé una transformación y replanteamiento de las formas de representación política, de ideologías y mecanismos de control[19] en los partidos, así como una mejor utilización del mass media no sólo para resaltar a un candidato sino al partido en sí. Todo esto enfocado a que los partidos se renueven y puedan continuar siendo el medio de representación por excelencia y más completo de una democracia, como la colombiana.

*Universidad Externado de Colombia. Carrera de Gobierno y Relaciones Internacionales.

 

Bibliografía

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[1] Nombre con el que se conocía a la República de Colombia durante el período colonial y después de su independencia.

[2] (1899-1902)Guerra más conocida entre los partidos liberales y conservadores, que dejo como saldo un país dividido y miles de muertos

[3] Alianza Nacional Popular, partido formado por Gustavo Rojas Pinilla en 1961 y desapareció en 1998.

[4] Esto evidencia las grandes dificultades que tenían los terceros partidos para participar en la arena política colombiana.

[5] A pesar que este partido está inscrito como el Partido Social de Unidad Nacional, también puede aducirse como muchos politólogos y críticos alegan que el partido de la U hace referencia a la “U” de Uribe.

[6] La Constitución de 1991, propició una reforma política ambiciosa para modernizar el sistema electoral, abrir el sistema de partidos a terceras fuerzas y promover la participación de los ciudadanos en política, mediante la introducción de diversos mecanismos de democracia directa.

[7] Acto Legislativo 01 De 2003. Congreso de la República. Por el cual se adopta una Reforma Política Constitucional y se dictan otras disposiciones. Artículo 263.

[8] Esta figura electoral consiste en la posibilidad que tiene el partido de permitir que el elector realice su voto en las elecciones legislativas por un candidato específico de su lista de candidatos y no sólo por el partido en sí.

[9] La candidatura de Uribe en 2002 ha generado debate, en cuanto a catalogarlo o no como un outsider, ya que si bien se presentó como un candidato sin partido (Primero Colombia fue un Movimiento representativo de ciudadanos), su anterior militancia en el partido Liberal durante su función como Gobernador del Departamento de Antioquia, no permite que lo cataloguen enteramente como un outsider.

[10] En cualquier parte del mundo se observan traiciones o, como prefiere llamárselas, desviaciones, entre el discurso de lo dicho y lo hecho por parte de los partidos.

[11] Uribe ganó esas elecciones en primera vuelta, siendo la primera vez, desde la nueva Constitución Política de 1991.

[12] Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

[13] Autodefensas Unidas de Colombia.

[14] La popularidad de Uribe alcanzaba casi el 80%, un porcentaje histórico para presidentes colombianos.

[15] A pesar de la conformación del partido de la U, Uribe decide lanzarse en 2006 por el Movimiento Primero Colombia.

[16] Lo que Aceves denomina una “americanización” de la política mundial. Consistente en aumentar el marketing político así como la personalización.

[17] Partido de Integración Nacional

[18] Datos tomados de http://www.portafolio.com.co/economia/pais/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-7415715.html

[19] En cuanto a lo que se refiere a la disciplina de partidos, la corrupción al interior, así como la utilización de listas para el Congreso o Asamblea.