Resumen
El
siguiente texto tiene como objetivo analizar y concluir si el fenómeno de la
personalización de la política, de la mano de la creciente influencia de los mass
media son o no, la principal causa de la crisis partidista que se presenta
en Colombia, partiendo de la base que no sólo es un problema colombiano, sino
latinoamericano y porqué no, mundial.
Abstract
The following paper
aims to analyze and, if possible, conclude if the phenomenon of personalization
of politics related to the increasing influence of the mass media, is the main
cause of political party crisis in Colombia, considering it is not just a
Colombian problem but a Latin American and a worldwide concern.
“De
la personalización y otros demonios: Una aproximación al impacto de la personalización
y el mass media en la crisis partidista en Colombia”
Por:
Alejandro Garzón López
Introducción
La personalización de la
política es un fenómeno muy arraigado en Colombia; pese a los intentos de
minar esta forma de hacer política –caudillista muchas veces–, materializados
en la reforma política, como proceso que busca de alguna manera modernizar el
estado y legitimar las instituciones políticas, las micro empresas
político-electorales no han escapado a este rasgo definitivo de la dinámica
democrática colombiana.
Este
fenómeno característico de la política colombiana se exacerba con la
importancia que asumen los mass media. Lo que contribuye a una
desideologización de la política y al fomento de una relación populista entre
líder y seguidor, en cuanto el aspecto programático aparece subyugado al
carisma del político lo que viene acompañado por fuertes clientelas, muy
necesarias para sostener el dominio de los líderes y la disposición patrimonial
que hacen estos de los recursos del Estado.
Asimismo,
la aparición de la figura de Álvaro Uribe ha exacerbado dicho fenómeno hasta el
punto de ahondar en una denominada “crisis de los partidos” en Colombia.
Es
por ello que resulta necesario analizar no sólo el fenómeno de la
personalización de la política colombiana, sino hacer un análisis profundo para
comprender el entramado político e institucional que ha causado la denominada
crisis de los partidos colombianos.
El
objetivo del presente trabajo es analizar el fenómeno de la personalización de
la política en Colombia, junto con el impacto del mass media en las
elecciones como causa principal de la crisis partidista que se vive en el país.
Planteo
de la cuestión
Los partidos surgen como medio principal para estructurar la
voluntad de amplios grupos humanos y darles significado, coherencia a sus
propuestas políticas e identidad. Pero a pesar de la importancia
revelada por la historia de los partidos y por su conexión directa con la
democracia, hoy en día, tanto la política como los partidos, son objeto de un
sentimiento de desconfianza y animadversión por parte de la ciudadanía.
Colombia,
como muchos países, ha sido participe de la importancia de los partidos
políticos a lo largo de su historia. Sin embargo, en los últimos años, los
cambios sociales, las reformas políticas, los altos índices de corrupción al
interior de los partidos, el deterioro y obsolescencia de los planteamientos
políticos - filosóficos de los partidos tradicionales, la pérdida de identidad
partidista, así como la aparición de figuras como el transfuguismo y el
incremento del clientelismo entre otras, ha causado un quiebre de la tradición
bipartidista y el incremento de los sentimientos anti partidistas.
Pero
si bien estos factores han sido importantes, el fortalecimiento y consolidación
del fenómeno de la personalización de la política y su desarrollo a través del
uso del mass media se ha convertido en un componente importante a
analizar en la política colombiana.
De esta manera
se nos plantean los siguientes interrogantes: ¿Es la
personalización de la política, de la mano del poder del mass media, el punto
de quiebre para propiciar el fin de los partidos políticos? o por el contrario,
¿son reflejo de que se está viviendo una etapa dialéctica de crisis,
transformación y replanteamiento de las formas de representación política? Y
por último, ¿Fueron las pasadas elecciones –legislativa y presidencial- la
“estocada final” a la existencia de los partidos políticos colombianos?
HIPÓTESIS: “La
personalización de la política, de la mano de la politización de los mass
media, es uno de los factores predominantes en la crisis partidista en
Colombia, sin embargo, no es por sí sólo un elemento de quiebre que justifique
la desaparición de los partidos. Serían la falta de una
transformación y replanteamiento de las formas de representación política, de
ideologías y mecanismos de control en los partidos, las verdaderas causas de la
crisis partidista en Colombia.”
MARCO
TEÓRICO:
El
marco general de las definiciones y aproximaciones sobre los partidos y
sistemas de partidos se abordará a partir de los trabajos de Sartori, Duverger
y Manuel Alcántara.
El
marco histórico de los partidos en Colombia se servirá de los trabajos de
Javier Mendoza, Elizabeth Ungar, Paoli Bolio y de Francisco Aceves,
complementado por noticias y editoriales de medios de comunicación como los
periódicos El Tiempo y El Espectador y la revista Semana.
La
personalización como fenómeno en la política se abordara con aportes de los
trabajos de Sartori y Dader
Los
trabajos y estudios de Ángel Rodríguez, Javier Cachés y Zovatto servirán para
darle un análisis a la personalización de la política en el ámbito de América
Latina, citando ejemplos en Venezuela, Perú y Argentina.
La
personalización en Colombia se abordará con los trabajos de Juan Carlos Gómez,
Julián López, Nadia Pérez, asimismo, se tendrán en cuenta las editoriales de la
Revista Semana.
La
profundización de la personalización a partir de la presidencia de Álvaro Uribe
será complementado por los aportes de Francisco Leal y extractos de noticias de
los medios de comunicación.
Para tratar la
relación entre los sistemas políticos y los sistemas mediáticos servirán los
trabajos de Hallin y Mancini y Pasquino.
Las reformas
políticas serán analizadas con ayuda de los trabajos de Cristina Vélez y Julián
López.
En
contraposición a la personalización de la política se analizaran los problemas
más relevantes de los partidos políticos en Colombia teniendo en cuenta los
artículos de la Revista Semana, así como las diferentes revistas sobre ciencia
política de la Universidad de los Andes y Javeriana.
Partidos
y Sistemas de partidos
Tras
un extenso juicio histórico sobre los partidos políticos, que contiene diversos
procesos y definiciones jurídicas y políticas sobre el término, Sartori
sentencia: “cuando la palabra “parte” se convierte en “partido”, disponemos de
un término que está sometido a dos atracciones semánticas opuestas; por una
parte, la derivación de partire, dividir, y por la otra, la asociación
con participar y, en consecuencia compartir”.(Sartori, 1980: P.19) Esta
afirmación de Sartori refleja la doble significación de la palabra partido.
Sobre la definición de lo que es un partido político, Sartori sostiene
concisamente que "un partido es cualquier grupo político identificado con
una etiqueta oficial que presenta a las elecciones, y puede sacar en elecciones
(libres o no), candidatos a cargos públicos" (Ibídem. P. 91).
Los
partidos pasan por diferentes etapas en su formación; en un principio comenzaron
asociándose con temas religiosos y con grupos excluyentes, formados por las
élites, hasta llegar a la etapa en la que el desarrollo de éstos se liga al de
la democracia. Los partidos aparecen como la consecuencia no buscada de la
masificación de las sociedades y la expansión territorial de los estados, cuyas
dinámicas van a dar lugar a un nuevo fenómeno: el de la representación política
(Malamud, 2003).
Es
así como los partidos se consolidan, como dice Duverger, cuando más ven crecer
sus funciones y su independencia las asambleas políticas, más sienten sus
miembros la necesidad de agruparse por afinidades, a fin de actuar de acuerdo;
cuanto más se extiende y se multiplica el derecho al voto, más necesario se
hace organizar a los electores a través de comités capaces de dar a conocer sus
candidatos y de canalizar sufragios en su dirección (Duverger, 1951: P.15 y
16). Así los partidos surgen como medio principal
para estructurar la voluntad de amplios grupos humanos y darles significado,
coherencia a sus propuestas políticas e identidad.
La importancia de los partidos políticos en las democracias
actuales, es indiscutible, más aún, ninguna democracia occidental u occidentalizada—
es concebible sin ellos; No hay casi país independiente que pueda exhibir un
sistema político carente de partidos, a no ser por dos casos particulares: un
puñado de sociedades tradicionales de estructura familiar patrimonial como las
que pueblan el Golfo Pérsico, y las dictaduras militares que son, sin embargo,
fenómenos siempre temporarios (Ware 1996).
Pero así como el mundo y las sociedades evolucionan, lo mismo
deben hacer los partidos; a medida que las sociedades se hacen más complejas,
surgen pluralidad de intereses y condiciones sociales, por lo que los partidos
deben buscar adaptarse a estos cambios en aras de asimilarlos y acondicionarse
a los mismos, continuando así con la “simbiosis” creada por la interacción de
todos los elementos de un sistema político democrático.
En este sentido, vale la pena resaltar las diferencias entre partidos
y sistema de partidos, pues los partidos no actúan solos en un medio aislado,
sino que están en interacción permanente con otros partidos del sistema, es
decir, que un partido político, carece de monopolio alguno de representación o
función, exceptuando el caso de los sistemas de partido único. Por ende, el
sistema de partidos es el resultado de las relaciones que los partidos
mantienen entre sí, con el resto del sistema y con la sociedad en general.
Las propiedades de un sistema de partidos se desarrollan
históricamente, y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Algunas de las más
relevantes son la volatilidad que es el cambio agregado de votos entre
elecciones, —la polarización – distancia ideológica entre los partidos, por
ejemplo en términos de izquierda/derecha, —el número efectivo de partidos de
acuerdo a sus bancas parlamentarias y no a sus votos, — la desproporcionalidad
electoral –diferencia entre número de votos y número de bancas— y la cantidad
de dimensiones temáticas –que define la estructura de clivaje del sistema (Lane
& Ersson 1994).
Partidos Políticos en Latinoamérica
Como en la mayoría de
las democracias, donde los partidos como el sistema de partidos, se constituyen
de suma importancia para enriquecer el juego democrático, las democracias en América
Latina no son ajenas a la importancia de este elemento de representación
política.
Los primeros partidos
surgieron a partir de la época de la independencia en los siglos XIX y XX y
consistieron principalmente en facciones oligarcas conformadas por grupos de
personas con ciertos recursos e influencia en la sociedad. Eran más importantes
y tenían más influencia en el devenir de la sociedad y el gobierno, los grandes
caudillos, terratenientes, las fuerzas armadas y la Iglesia. Es decir, los partidos
políticos, en tanto organizaciones sociales permanentes y democráticas, no
existieron o fueron muy débiles.
Los partidos se
desarrollaron en una primera etapa al margen de la ley, como agrupamientos
políticos más o menos naturales para desarrollar una democracia representativa
(Paoli 1998; 246). Cuando las primeras agrupaciones políticas comenzaron a
tener cierta fuerza y se comenzaron a catalogar como partidos, se enmarcaron en
primera instancia dentro de un eje liberal/conservador.
Así, el panorama
político en la mayoría de los países latinoamericanos durante gran parte de los
siglos XIX y XX estuvo caracterizado por el bipartidismo, al menos hasta
aproximadamente los años 80’s, lo anterior, producto de la influencia del
sistema norteamericano, pues es el sistema estadounidense, el primer sistema de
partidos que surge en la escena política de occidente y puede decirse asimismo,
que es el sistema bipartidista por antonomasia.
Pero a partir de la
década de los 80´s, este panorama comenzó a cambiar y a girar su rumbo en la
mayoría de países hacia un multipartidismo. Entre las principales causas de
este nuevo rumbo, se destacan: la transición hacia la democracia de gran parte
de países latinoamericanos, en especial en el Cono Sur, una pérdida del enfoque
ideológico de los partidos tradicionales así como la aparición de un esfuerzo
por superar o limitar estas fuerzas tradicionales, dando origen a nuevos
partidos que organizan a la clase media y consiguen el apoyo de amplios
sectores campesinos y obreros (Paoli, 1998; P.248). A partir de este quiebre
con las fuerzas tradicionales, el surgimiento de movimientos y partidos en
torno a un líder o caudillo se hizo mucho más común y fácil.
Partidos
políticos en Colombia
En
Colombia, como la mayoría de los países latinoamericanos, el sistema
bipartidista domino gran parte del panorama político del país durante décadas.
Así pues, a pesar de lo manifestado por el Libertador Bolívar en su lecho de
muerte: que si su muerte contribuía a que cesaran los partidos y se consolidara
la unión, él descendería tranquilo al sepulcro, el nacimiento de los partidos
políticos en Colombia tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIX. Al
principio se formaron en torno a las ideas federalistas y centralistas para dar
un nuevo orden a la Nueva Granada
y posteriormente se vería el surgimiento de partidos políticos constituidos
como organizaciones nacionales estructuradas en torno a definidos ideales
políticos.
Los
partidos que dominarían el escenario político colombiano serian el conservador
y el liberal y durante cerca de 150 años serán los actores principales del
sistema político colombiano; el partido Liberal se funda con el artículo que el
16 de Julio de 1848 publicó José Ezequiel Rojas, y como ejes centrales de su
programa se destacan: la abolición de la pena de muerte, libertad absoluta de
imprenta, de palabra y enseñanza y la separación entre Iglesia y Estado, entre
otros; el partido Conservador surge en 1849, cuando José Eusebio Caro y Mariano
Ospina Rodríguez publican su programa, que consistía en reconocer y sostener la
moral del cristianismo, defiende los valores y los principios de las
oligarquías (Hernández 2001).
Desde
su nacimiento y durante más de un siglo de historia partidista, la intolerancia
inter partidista y las guerras civiles - a veces cruentas como la Guerra de los
1000 días-
desempeñaron un papel determinante en la generación de identidades por parte de
la sociedad hacia los partidos políticos. Es así como la política colombiana
giro en torno a los enfrentamientos y las alternancias en el poder de éstos
dos partidos.
Frente
Nacional
Después
de la llamada época de Violencia (1946-1958) y la cuasi-dictadura de Gustavo
Rojas Pinilla, se impulsó la transición a un gobierno civil por medio de una
serie de pactos aprobados en un plebiscito, en los cuales los líderes de los
partidos Conservador y Liberal se comprometieron a gobernar al país de manera
conjunta y exclusiva, a éste periodo de poder compartido se le denomino, Frente
Nacional.
Este
periodo, desde 1958 hasta 1974, marcaría el devenir político del país y de los
partidos tradicionales. Durante estos años se consolidó un bipartidismo
perfecto, y aunque se logró reducir la violencia partidista y sentar las bases
para el desarrollo económico, se cerraron los espacios institucionales a
movimientos distintos a los partidos tradicionales y la solidez organizativa de
los partidos, así como su legitimidad se vieron sumamente deterioradas, como
resultado de la eliminación de la competencia inter partidista (Ungar y
Arévalo, 2003). Esto último se vio claramente evidenciado con las elecciones de
1970 donde una tercera fuerza, la ANAPO
participo para la presidencia, obteniendo gran apoyo del electorado, sin
embargo Misael Pastrana del partido Conservador sería quien ganaría dichas
elecciones, generando revueltas por un supuesto fraude electoral, lo que
precipito el fin del Frente Nacional.
Lo
anterior confirma que la historia partidista en Colombia ha sido caracterizada
por la hegemonía del bipartidismo, sin embargo, en los últimos años, los
cambios sociales, las reformas políticas, los altos índices de corrupción al
interior de los partidos, el deterioro y obsolescencia de los planteamientos
políticos - filosóficos de los partidos tradicionales (Mendoza 2004), la pérdida
de identidad partidista, así como la aparición de figuras como el transfuguismo
y el incremento del clientelismo entre otras, ha causado un quiebre de la
tradición bipartidista y el incremento de los sentimientos anti partidista. Pero
es la personalización de la política el punto de quiebre para entender la
“crisis” de los partidos en Colombia.
Personalización
de la política, un problema latinoamericano
Hume,
en el Tratado sobre la naturaleza humana, dice: “el resorte que mueve a
algunos hombres a ocuparse de los asuntos públicos es la vanidad” (Gómez,
Pacheco, Turbay y Matiz, 2006:55). Dader, de igual forma da abundantes ejemplos
de la personalización en la política: “desde la antigüedad, la comunicación
política establecida por los gobernantes busco siempre el culto a la imagen
personal, mediante estatuas, uso del retrato del líder, acuñación de monedas,
etc.”(Dader, 1990: 351). También Max Weber (1981) afirma que “el carisma
resulta de vital importancia en la consecución y legitimación del poder en
determinados regímenes políticos”. Lo anterior, confirma que la
personalización si bien no es nueva en el ámbito político, si se ha visto
intensificada en gran magnitud en las recientes décadas, tanto a nivel regional
como mundial, llegando a catalogarse como una nueva forma de hacer política, en
detrimento, puede decirse, de la importancia de los partidos políticos.
Lo
anterior confirma que a pesar de la importancia revelada por la historia de los
partidos y su conexión directa con la democracia, hoy en día, tanto la política
como los partidos, son objeto de un sentimiento de desconfianza y animadversión
por parte de la ciudadanía. Si bien este es un fenómeno que afecta por igual a
gran parte del mundo, es en América Latina, donde se puede evidenciar mayor
intensidad.
A su vez, la Región
Andina es la que evidencia las características más sustanciales para comprender
y darle forma a lo que se ha denominado la “crisis de los partidos.” En este
sentido, es prudente resaltar que dentro de todo el conglomerado de causas de
esta crisis, dos elementos son destacables, pues éstos han tomado mayor
preponderancia en los últimos años en la mayoría de países de la región y se
han convertido en figuras claves para entender por qué se ha ahondado en la
denominada crisis, estos elementos son: la personalización de la política y la
influencia del mass media.
Tal y como lo señala
Perelli: la búsqueda de hombres providenciales y de liderazgos fuertes basados
en características personales del dirigente es una de las respuestas a las
nuevas formas de hacer política (Perelli, 1995:185). En efecto, es la
personalización de la política, una figura que se ha manifestado con mucha
fuerza en casi todos los países de América Latina. Especialmente cuando en la
arena política se da el triunfo de nuevos actores como por ejemplo: Hugo Chávez
Frías en Venezuela, Fujimori y el propio Toledo en el Perú, Lula en Brasil,
incluso los esposos Kirchner en Argentina y por último Álvaro Uribe en
Colombia, y sumado a este fenómeno, como una consecuencia inevitable de la
creciente mediatización observada en el desarrollo de las contiendas
electorales, la mercadotecnia política, específicamente el uso de la publicidad
política televisiva, ha terminado por imponerse como el instrumento fundamental
al que se ajustan las estrategias de campaña de los partidos políticos en los
países democráticos (Aceves, 2009).
Es así como comienzan a
surgir en Latinoamérica dos fenómenos que atañen a la personalización de la
política: Primero, el surgimiento en la arena política de personajes que no
tienen ninguna vinculación partidista y que aún así logran hacerse con el
poder; los denominados outsiders. El impacto de éstos en la nueva
política y/o juego democrático ha coincidido con una situación de crisis
económica, de crisis de gobernabilidad y de cuestionamiento de las élites
políticas y donde el avance de la llamada anti política como nueva política o
modalidad coincide con una suerte de “fatiga cívica” del propio sistema (Rivas,
2002: P.8). Ejemplos claros de esto son Fujimori en Perú, quien logró la
presidencia en 1990, siendo un completo desconocido en el ámbito político.
Segundo, la formación de partidos en torno a un líder o caudillo, bien sea
formado por éste mismo o por sus partidarios, ejemplos de esto, son Hugo Chávez
en Venezuela, quien ganó la presidencia en 1999 con el partido de izquierda
fundado por él mismo, Movimiento Quinta República (Ibídem P.3) y Álvaro Uribe
en Colombia, quien propició la creación del Partido de la U en
2005, conformado por los partidarios del ex-presidente.
Si
bien la personalización de la política y la denominada “crisis de los partidos”
ha azotado a la gran mayoría de los países latinoamericanos, es en Colombia,
donde abundan evidencias que indican que el grado de fragmentación y
personalismo del sistema de partidos es uno de los más altos del mundo (Ungar
y Arévalo 2003:53).
Personalización
de la política en Colombia
Reformas
Para
analizar el fenómeno de la personalización de la política en Colombia, primero
es necesario, resaltar los cambios evidenciados en el sistema político, que han
favorecido o intentado reducir el impacto de factores como la personalización.
En este sentido, es importante destacar primero, los
cambios introducidos durante los años ochenta y particularmente en la
Constitución Política de 1991, con la que se logró una apertura importante del
sistema político y la aparición de nuevas fuerzas políticas.
De igual forma, el gobierno de Andrés Pastrana
(1998-2002) presentó una nueva propuesta de reforma política, esta vez
complementada con un cambio en las reglas electorales que buscaba desincentivar
el personalismo político y premiar la agrupación partidaria, pero esta
iniciativa naufragó en dos ocasiones (Foro interamericano sobre partidos
políticos, 2009).
La reforma de 2003 introdujo
cambios sustanciales en el sistema electoral para enfrentar básicamente la
fragmentación y la personalización de la política en Colombia, entre los
cuales, cabe destacar: la adopción de las listas únicas para las elecciones legislativas,
la prohibición de la doble afiliación partidista (doble militancia) y la
posibilidad de que cada partido político optara por el voto preferente, sobre
este punto hubo cierta polémica pues se argumentó que éste iba en contra del
espíritu de la reforma, que buscaba combatir el personalismo político, sin
embargo sus defensores argumentaron que fomentaba el fortalecimiento de la
organización interna de los partidos políticos al abocarlos hacia procesos de
selección de candidatos y confección de listas de manera ordenada (Pérez, 2009).
Asimismo, el Congreso
expidió la Ley 974 del 22 de Julio de 2005, “por medio de la cual se reglamenta
la actuación en bancadas de los miembros de las corporaciones públicas y se
adecua el Reglamento del Congreso al Régimen de Bancadas” (Hernández, 2001). De
acuerdo con la ley, los miembros del Congreso de la República, asambleas
departamentales, concejos municipales, juntas administradoras locales elegidos
por un mismo partido, constituyen una bancada en la respectiva corporación. En
otras palabras, los miembros electos de dichos partidos deberán actuar en grupo
(bancada) en aras de fortalecer la cohesión partidista.
Por último, la reforma
política de 2009, introdujo importantes cambios entre los que se destacan: se
le impondrán multas al partido que tenga en sus filas miembros comprometidos
con la guerrilla, paramilitarismo y narcotráfico; la doble militancia ya no es
causal de pérdida de investidura; todas las votaciones (sobre leyes y demás)
deben quedar obligatoriamente registradas y publicadas; es decir que los
candidatos deben dar la cara a sus electores por sus decisiones en el Congreso
y por último, obliga a los partidos a tener una cuota mínima de mujeres en sus
listas de candidatos (Vélez, 2009).
Si bien se pueden
destacar cambios importantes generados por estas reformas en materia de
organización y mejoramiento del sistema electoral y cierta cohesión de los
partidos, el fenómeno de la personalización se vi reforzado más que limitado,
pues figuras como la del voto preferente y el no castigo de la doble militancia
incentivó, primero, a un incremento del personalismo al interior de los
partidos, pues ahora buscan resaltar más las cualidades de algunos candidatos,
y segundo, a un incremento del poder y apoyo en torno a la figura del
presidente Álvaro Uribe (Pérez, 2009; P.6); ficha clave para entender el grado
de personalización en Colombia.
Impacto
del “fenómeno” Uribe
Para comprender el
impacto de la personalización en el escenario político colombiano hay que
entrever primero, que todo el panorama político que se desprende del
personalismo, al menos en los últimos años, en Colombia, tiene su origen
principalmente en la aparición de la figura de Álvaro Uribe Vélez. El ex
presidente de Colombia, en 2002 ganó la presidencia presentándose con el
movimiento Primero Colombia y no bajo el aval de algún partido, (por
más que después muchos se le adhirieran) se ha convertido en el principal
ejemplo del personalismo político en Colombia y ha influenciado en gran medida
a la prolongación personalista en la política colombiana.
Primero, su irrupción
en el panorama político se vio justificada por que
los partidos políticos en general han defraudado y, sobre todo los que han
tenido funciones de gobierno, la confianza que en ellos depositaron los
electores en múltiples ocasiones. Esto implicó el comienzo, o al
menos fortalecimiento de una nueva cultura política en la que la población se
orienta a depositar su confianza a partir de la evaluación de la calidad de los
atributos personales exhibidos por el candidato que mejor los seduce y no por
su pertenencia o seguimiento de una ideología de partido. Segundo, la aparición
del Partido de la U en 2005, reflejo también, el retorno de la tendencia a
formar partidos en torno a un líder o caudillo e incentivó a miembros de
diferentes partidos colombianos, principalmente Liberal y Conservador a
desertar y unirse al nuevo “partido”, evidenciando, que la nueva cultura
política se orienta más hacia el realce de una persona o líder, más que a las
ideologías de un partido.
El
discurso utilizado por Uribe para ganar las elecciones presidenciales en 2002
se centró principalmente en el programa de Seguridad Democrática, enfocado a
recuperar la presencia del Estado en todo el país y dar duros golpes militares
a las guerrillas y paramilitares, principalmente a las FARC
y las AUC. Asimismo, impulso un discurso
anti partido que buscaba combatir la “corrupción y la politiquería” (Pérez,
2009). En este sentido, se desligó de algunas propuestas fracasadas de los
gobiernos anteriores; uno Conservador (Andrés Pastrana) y uno Liberal (Ernesto
Samper), ambos gobiernos tildados de nefastos, en su incapacidad para hacer
frente a los mayores problemas de Colombia, el conflicto armado y el narcotráfico.
Así, ante
la inmensa popularidad de Uribe y los resultados que arrojó su
gobierno, la gran mayoría de los partidos políticos en especial el Liberal y el
Conservador, entre otros pequeños como Cambio Radical, se adhirieron al
entonces presidente, haciendo caso omiso de las ideologías profesadas por los
respectivos partidos que a veces iban en contra de algunas propuestas de Uribe,
dándole preeminencia a la oportunidad de “acoger” algo de la popularidad del
presidente para seguir figurando con importancia en la arena política
colombiana.
Esto
refleja el fortalecimiento de una nueva cultura
política, donde se observa que el fiel apoyo a los actores tradicionales de
hacer política (principalmente los partidos políticos) tiende a ser sustituido
por el apoyo a nuevas fórmulas de corte neo populista y anti político, cuyo
discurso se caracteriza por un fuerte contenido emotivo y mesiánico por un
lado, así como también por una posición netamente de crítica y cuestionamiento
de la institucionalidad tradicional (Rivas, 2002: 9).
Partido
de la U y las elecciones 2006
El
fenómeno de la personalización en Colombia, así como el ahondamiento de la
denominada crisis de los partidos en el país, se vio cristalizado con la
conformación de un nuevo partido, el Partido Social de Unidad Nacional en 2005.
El surgimiento de este partido significó un cambio rotundo en el panorama
político colombiano, por varias razones: Primero, representó una ruptura del
bipartidismo tradicional, que desde hace décadas venia repartiéndose el poder
tanto ejecutivo como legislativo en el país, pues a pesar del desmonte del
Frente Nacional, estos partidos siguieron figurando como los hegemónicos en el
escenario político del país, y si bien Uribe era un disidente del partido
Liberal, el hecho de no presentarse a las elecciones como candidato de este
partido, significó que por primera vez en la historia de Colombia se elegía un
presidente que no pertenecía a ninguno de los dos partidos tradicionales.
Segundo, la
conformación del “Partido de la U” se originó como una consecuencia directa de
la gran popularidad en torno a la figura del entonces presidente y el grueso de
sus miembros lo consiguió con un amplio número de disidentes de varios partidos,
tanto tradicionales como nuevos; De hecho, el cuatrienio
2002‐
2006 fue el que mayor renuncias de senadores y representantes sufrió por el
reacomodamiento de las fuerzas uribistas. El 67% de los senadores y el 40% de
representantes cambiaron de partido en este periodo
(Ibídem, P.6). Esto no hace otra cosa sino confirmar que los partidos
tradicionales y nuevos en Colombia, no han logrado fortalecer ni sus
planteamientos e ideologías, ni su cohesión y disciplina de partido.
Tercero,
varios partidos vieron en la figura de Uribe, la oportunidad de hacerse con la
mayoría en el Congreso, mediante la manifestación de su apoyo al partido de la
U y a Uribe mismo, como fue el caso del Partido Conservador, quien obtuvo la
mayoría del Congreso, superado sólo por el partido de la U, en las primeras
elecciones tras la elección de Uribe, en 2006. Esto ha permitido al partido
Conservador “fortalecerse”. El caso del Partido Liberal es parecido, sin
embargo, en un principio no apoyo abiertamente a Uribe, por lo que fue
duramente castigado en las elecciones legislativas 2006 y regionales de 2007.
Sólo entonces decidió alienarse con las propuestas uribistas y así tratar de
recuperar el liderazgo regional y legislativo que otrora tenia.
Por
último, en 2005, a raíz del apoyo de la gran mayoría de partidos y de los
militantes del partido de la U, también se impulsó la reforma constitucional
con la que se pretendía reformar el tema de la reelección inmediata en
Colombia, consiguiendo así, que Uribe saliera reelecto en las elecciones de
2006, aún sin el aval de ningún partido, reafirmando así la pérdida de
hegemonía de los partidos tradicionales en Colombia.
Entonces, se puede
decir que las elecciones de 2006, tanto legislativas como presidenciales, se
pueden considerar como el momento culmen de la consolidación de uribismo en Colombia
y de su influencia en la configuración del sistema de partidos colombiano, en
la medida en que los partidos políticos formados para enfrentar la reforma
política cerraron filas en torno a la figura del presidente candidato, pese a
que éste prescindía de cualquier etiqueta partidista para acudir a las
elecciones. Los partidos que contaban con el apoyo y reconocimiento de Uribe
tuvieron la probabilidad más alta de ganar (Rodríguez Raga y Botero, 2006).
Medios
de comunicación y política en Colombia
Mass
media y personalización
La gran
influencia que tienen y han tenido los medios de comunicación en temas de
política no es nuevo y muchos autores han identificado que el fortalecimiento
de la personalización de la política va de la mano del uso de los mass media. En
efecto, como lo confirma Dader: “esa híperpersonalización, que choca y que
repele a los principios teóricos atribuidos a la actuación política deliberante
y participativa, está favorecida sobre todo por las características intrínsecas
de los medios audiovisuales de comunicación” (Dader, 1990:352).
Puede
decirse que hoy en día, los medios de comunicación han logrado transformar lo
que otrora podía ser un debate de ideas (entre los partidos y/o candidatos) en
un ”show” que explota los sentidos, dándole más relevancia a los eventos
polémicos o llamativos que tengan los candidatos que a sus ideas y programas.
El
impacto del mass media también se ve reflejado en la gran importancia que en
las contiendas electorales están teniendo los asesores de imagen y expertos en
publicidad, encargados de resaltar las cualidades físicas, carismáticas e
intelectuales de los candidatos más que el programa que persiguen o la
ideología del partido al que pertenecen. El
electorado busca ahora conocer a los candidatos individualmente, el voto se
fundamenta en la confianza hacia la persona y no por la pertenencia al partido
(Cachés, 2009). De tal forma el o los candidatos en
campaña preelectoral se preocupan más por el perfil “simpático” que representan
frente a la teleaudiencia, que por transmitir un mensaje político que es lo que
se supone que el espectador-ciudadano espera de ellos para decidir su voto
(Rodríguez Kauth, 2005: 182). En esta línea se desarrollaron campañas
en Brasil, Costa Rica, Nicaragua, México, Perú y Colombia (Zovatto, 2007).
Los
políticos deben adecuarse a los dictámenes de los mass media o perecerán
en el intento por lograr sus objetivos. Es por ello que los políticos no
solamente deben entretener al público, sino también a la prensa amarilla, que
puede poner al descubierto cuestiones de su vida privada, en especial lo que se
refiere a desavenencias matrimoniales, amoríos, orientación sexual “desviada”
etc. En definitiva, terminan siendo cómplices o víctimas del chisme. Todo ello
ha hecho que el elector deje de ser cautivo de los comités o centros de reunión
partidaria y reciba así la información a través de la prensa, lo cual lo pone
en contacto con discursos que no son los que tradicionalmente lo han atravesado
y, de tal modo, se produzca el efecto de la volatilidad del votante. Ahora
accede a más información, lo cual no quiere decir que sea mejor, pero al menos
ya no está prisionero de un solo texto (Rodríguez, 2005: 181).
El hecho
de que cada vez más se incrementan las regulaciones en materia de tiempos y
espacios publicitarios en los diferentes medios de comunicación para los
candidatos y partidos, así como el constante uso de los mismos en la mayoría de
las campañas alrededor de todo el mundo, refleja la creciente importancia
que tiene el mass media sobre la política.
No
obstante, en general las legislaciones sobre el
tema en América Latina apelan a la voluntad de los actores y no establecen las
medidas correctivas que desalienten o castiguen la falta de observancia de la
normatividad establecida, es decir, son legislaciones insuficientes, limitadas,
“sin dientes”, cuyos preceptos quedan a nivel de “llamadas a misa” (Aceves,
2009:46). Es por esto que la constante manipulación de medios, así como la
aparición de la denominada “propaganda negra” se han convertido en elementos
difíciles de controlar por parte de las autoridades correspondientes en los
países latinoamericanos.
En este sentido, la
preeminencia del candidato sobre el partido, el uso progresivo de la televisión
y la descalificación del opositor por encima de las ideas en el marco de
“campañas negativas” (Aceves, 2009:38) y la gran importancia de las encuestas,
se han convertido en elementos no sólo “nuevos” sino a su vez, decisorios para
lograr una campaña exitosa, y asimismo han sido claves para ocasionar y/o
acrecentar la crisis de los partidos.
En definitiva,
los medios han influido a tal punto que escritores como Sartori introducen
términos como “video política” o el “video poder” y apunta que: se está
dando preeminencia a un “homo ocular”; una persona cuya principal relación con
el mundo es a través de lenguajes visuales, por lo cual el homo con virtudes
letradas, formada a través del libro y la prensa escrita es un personaje en
vías de desaparición (Sartori, 1997), y en este sentido aquel candidato que
posea un cierto carisma y facilidad para manejar los medios, podrá obtener
mejores resultados, independientemente del partido al que pertenezca.
Elecciones
2010: el triunfo de la personalización
Para entender el
impacto de los medios es importante tener en cuenta que si bien en todo el
mundo éstos han transformado la manera de hacer y percibir la actividad
política, en Colombia su influencia adquiere características particulares
porque con frecuencia, dada la violencia generalizada en el país, ante la
imposibilidad de acceder directamente al electorado, el mass media se convierte
en el único medio para que los candidatos y los partidos den a conocer sus
propuestas. Así pues, influyen en la medida que la función de selección de
candidatos, que en alguna época descanso en los directorios partidistas, hoy
está mediada por el clima de opinión que crean los mismos medios a través de
encuestas y sondeos, de la exposición especifica de ciertos temas y candidatos
y, sobre todo, de la imagen que construyen y reflejan tanto del personaje
político como de las agrupaciones partidistas (Ungar y Arévalo, 2003).
Todo lo
anterior sirve como base para una ampliación y fortalecimiento de la
personalización, que se vio significativamente evidenciada en las elecciones
parlamentarias del pasado 14 de Marzo de 2010. De esta elección se pueden
destacar varios puntos que lo reafirman: en primer lugar, el
uribismo fue reelegido como la fuerza mayoritaria del Congreso con 27 curules
del partido de la U, así como con el triunfo de partidos afines a la ideología
uribista como el Conservador y el PIN
con 24 y 9 curules respectivamente.
En estas
elecciones , se evidenció en la medida en que la
mayoría de los electores participantes, generalmente optó por apoyar los
proyectos ligados al poder del Estado y en ello
tiene mucho que ver el “lavado cerebral” que realizan los medios de
comunicación pertenecientes casi en su totalidad a grandes monopolios y
multinacionales, los cuales terminan convenciendo a las
grandes mayorías que los “buenos” son los ligados al uribismo y los “malos” es
todo lo que tenga que ver con la oposición política al régimen (López, 2010). Prueba
de lo anterior se demuestra con la “campaña sucia” emprendida contra los
candidatos al Senado y la Cámara de Representantes que se oponían los
lineamientos de Uribe y el Partido de la U, así como contra el entonces
candidato a la presidencia Antanas Mockus, quien fue víctima de una fuerte
campaña negativa que exaltaba sus diferencias con Uribe, lo que contribuyó a la
derrota de este candidato en la contienda electoral. Asimismo, el triunfo de
Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales de 2010 reafirmó la
supremacía de la “doctrina Uribe” y ahondo, se puede decir, en la pérdida de
poder de los partidos, pues si bien fue un triunfo para el partido de la U, es
claro que la gran mayoría de los electores, voto por Santos sólo por ver en él
una “continuación” de Uribe.
Otra evidencia que
dejan las elecciones es que en la mayoría de pautas publicitarias realzaban las
características del candidato y no las del partido. Esto también se ve
soportado en que en la mayoría de las entrevistas y foros en los que
participaban los candidatos, éstos hacían más uso de resaltar sus propios
atributos que por resaltar las cualidades o la ideología del partido.
Otro punto que llama la
atención en las elecciones es que los partidos políticos parecen convertirse en
reclutadores que buscan unir más personalidades a sus filas, sin importar que
en el pasado hubieran estado, incluso, en contra de sus intereses, ejemplo de
esto, el adherimiento de candidatos ex miembros de partidos de oposición o de
diferente ideología - como el caso de Juan Lozano, quien era fiel partidario de
la ideología impuesta por el líder liberal Luis Carlos Galán y se unió al
partido de la U - y la postulación como candidatos de diversas personalidades
de la televisión y la farándula colombiana, como Aura Cristina Geithner y
Gregorio Pernía, entre otros.
Por último, se podría
inferir que el éxito del nuevo Partido Verde, se debe en gran parte, no a su
ideología, sino a que se fundamenta en el liderazgo de figuras emblemáticas
como Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón, lo que
incrementaría el impacto de la personalización sobre la política colombiana.
Todo lo anterior no
hace sino confirmar que efectivamente la personalización de la mano del impacto
del Mass Media se ha consolidado como un factor importante a tener en
cuenta al analizar la política colombiana y claramente ha influido en
incrementar la denominada crisis de los partidos en el país. Pero ahora bien,
realmente ¿son todos estos fenómenos, la sentencia final de que los partidos
van a desaparecer? y ¿Fueron las pasadas elecciones –legislativa y
presidencial- la “estocada final” a la existencia de los partidos políticos
colombianos?
La respuesta es no. A
pesar que la personalización es un problema que afecta claramente a los
partidos políticos tanto en América Latina como en Colombia y que es un
problema que en las últimas elecciones se vio plenamente identificado, no es
por sí sólo un elemento de quiebre que justifique la desaparición de los
partidos. Son, la falta de
una transformación y replanteamiento de las formas de representación política,
de ideologías y mecanismos de control en los partidos, las verdaderas causas de
la crisis partidista en Colombia.
Asimismo, pensar una
democracia sin partidos no es posible, si bien la legitimidad de éstos se ha
perdido durante los últimos años, los partidos siguen siendo fichas fundamentales
en el juego democrático y van a sobrevivir a la personalización, que si bien
representa un gran problema, no es sino uno menor al lado de otros más graves
como lo son: la falta o debilidad ideológica, la falta de disciplina de
partido, la falta de cohesión del mismo, la polémica generada en torno a éstos
por motivo de temas relacionados con narcotráfico, paramilitares y guerrillas y
finalmente la falta de fuertes cimientos sobre los cuales se constituyen
principalmente, los nuevos partidos.
Conclusiones
Primero, el incremento
de figuras como los outsiders, de la mano de los demás elementos que
propician el aumento de la personalización, así como del uso del mass media en
la arena política, si bien no van en contradicción directa con la democracia,
si pueden perjudicar a los partidos políticos. Pero estos elementos no son la
causa directa de la denominada crisis partidista, sino más bien una
consecuencia. Por lo tanto, si bien la personalización y el efecto mass media,
golpean a los partidos, las causas de sus crisis deben buscarse en otros
factores más endógenos como la pérdida de legitimidad de las ideologías, la
disciplina partidista y la corrupción entre otros.
Segundo, el uso del
mass media en la política, es una práctica que va de acuerdo a los preceptos de
democracia, donde la libre información debe ser clave, y asimismo cumple con la
obligación de dar a conocer y hacer acercar más a los candidatos y electores.
Se debe reconocer que la estrategia de administrar la visibilidad como vía más exitosa
de hacer política en el fondo es tan vieja como la humanidad misma. Sólo los
instrumentos para el logro del objetivo han cambiado. Asimismo, el hecho que
los candidatos realcen más sus cualidades que las del partido se ve explicada
por Maquiavelo, quien plantea el tema de forma clara: el príncipe
(gobernante) debe proyectar un elemento de seducción, es decir, demostrar una
imagen utilitarista frente a los ciudadanos (Bourdieu, 1997: 7). De igual
forma, los mass media facilitan el actuar político, permitiendo al candidato
darse a conocer hasta en los lugares más remotos. En definitiva, el gran poder
de los medios en materia política se da por una demanda de información por
parte del electorado. Es importante destacar también, que en las últimas elecciones
(especialmente para 2010), los partidos tradicionales incrementaron el uso de
pautas publicitarias que “rescataran” la ideología del partido y lo que
significaba ser liberal o conservador (Gómez,
Pacheco, Turbay y Matiz, 2006: 61).
Sin embargo, el uso que
en la actualidad se le está dando a los medios de comunicación, han ocasionado
que se imponga la imagen de un candidato por encima de la del partido y
asimismo ocasiona que ya no se pretenda persuadir a los votantes por medio de
la razón, con argumentos, sino que por el contrario, se hace lo posible por
manipularlos a través de los sentimientos. Esto se ve reflejado en el uso de la
figura de Uribe o de sus políticas más conocidas (Seguridad Democrática) en la
mayoría de spots publicitarios del partido de la U (Gómez,
Pacheco, Turbay y Matiz, 2006: 62), e incluso en
algunos spots de otros partidos, si bien no directamente, haciendo alusión a
estas o a él (caso de la vallas del partido conservador para la presidencia de
Andrés Felipe Arias). Asimismo se debe profundizar sobre las reglamentaciones
acerca del acceso a los medios de comunicación por parte de los partidos, para
que las normas sean cumplidas y se castiguen prácticas como la denominada
“propaganda negra”.
Por último, si bien el
incremento y fortalecimiento de la personalización, evidenciado en las
elecciones de 2010 y en otras tantas, en Colombia se manifiesta como un factor
importante que influye notablemente en la deslegitimación de los partidos
políticos, no es por sí sólo un elemento de quiebre que justifique la
desaparición de los partidos. Por esto, más que verlo como una justificación
para la eliminación de los partidos, se debe ver como una advertencia a los
partidos, para que fortalezcan sus ideologías y su estructura interna.
También se debe
resaltar que los nuevos movimientos sociales (estudiantiles, indígenas,
feministas, homosexuales, ecologistas), han mostrado las insuficiencias de los
partidos políticos y la necesidad que ellos experimentan para transformarse y
vincularse más adecuadamente con las nuevas sociedades (Paoli, 1998:247), por
lo tanto, los partidos deben acoger las necesidades de estos grupos también y
de esta forma acoplarse más a las exigencias de la población.
En definitiva, la
existencia de la personalización debería utilizarse como un elemento que no
dañe a los partidos, sino como un factor que en cierta medida ayude a su
mejoramiento, pero para lograr esto, es necesario que partidos como el de la
U, fortalezcan su ideología y lineamientos no más en función de la figura de
Uribe sino en principios propios, en otras palabras que pueda lograr consolidar
su existencia no por Uribe, sino por tener una ideología propia y definida.
Asimismo es necesario que los partidos como el Liberal y Conservador y demás
partidos redefinan las propias, no en función de líderes, sino utilizándolos
como un medio para lograrlo. Estará por verse si partidos como el de la U,
pueden sobrevivir cuando la figura de Uribe ya no sea la principal y si
partidos como el Verde logran consolidar su ideología, más allá de las figuras
de Mockus y asociados.
Es por esto que es
necesario que se dé una transformación y replanteamiento de las formas de
representación política, de ideologías y mecanismos de control en
los partidos, así como una mejor utilización del mass media no sólo para
resaltar a un candidato sino al partido en sí. Todo esto enfocado a que los
partidos se renueven y puedan continuar siendo el medio de representación por
excelencia y más completo de una democracia, como la colombiana.
Universidad
Externado de Colombia. Carrera de Gobierno y Relaciones Internacionales.
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