Revista Nº36 "TEORÍA POLÍTICA E HISTORIA"

 

Resumen

El presente artículo trata de establecer un nuevo tipo de surgimiento de democracia frente al de democracia representativa, como mecanismos vigentes normalmente usados por las democracias de América Latina, este es la democracia directa.

Hoy más que nunca es necesarios conocer los fundamentos para su nacimiento, su establecimiento y los mecanismos de democracia directa. Así también la necesidad ciudadana para formar parte de las decisiones de la cosa pública y la obligación de las instituciones de rendir cuentas de sus actos, como el último de los logros democráticos.

A esta nueva democracia directa hay que entenderla, más bien complementaria a un todo de lo que debe entenderse por democracia, busca una mayor participación del ciudadano en la configuración de las políticas públicas, la resolución de problemas de interés general y la obligación de las autoridades e instituciones públicas de hacer conocer su gestión.

Su uso como un instrumento no solo ciudadano sino también de quienes ejercen el poder, como una manera de legitimar sus actos.

 

 

Abstract

This article seeks to establish a new type of emergence of democracy versus the of representative democracy, as existing mechanisms normally used by the democracies of Latin America, this is direct democracy.

Today more than ever it is necessary to know the basics for its birth, its establishment and the mechanisms of direct democracy. Well as the citizen need to form part of the decisions of public life and the obligation of institutions accountable for their actions, as the last of the democratic advances.

This new direct democracy should understand it, but rather complementary to a whole of what democracy should be understood, seeks greater citizen participation in public policy settings, the resolution of problems of general interest and the obligation of the authorities and public institutions to meet their management.

Its use as an instrument not only citizens but also of those who wield the power, as a way of legitimizing their acts

 

LA DEMOCRACIA DIRECTA:

Por: JORGE CLEMENTE VELASCO HARO[1]

Como todos sabemos históricamente para poder alcanzar, casi siempre de manera gradual cambios normativos en lo social, cultural y sobre este tema principalmente en los ordenamientos constitucionales que regulan el Estado como tal, la sociedad ha necesitado generar luchas o exigencias sociales por el reconocimiento y reivindicaciones de sus derechos. Teniendo como punto de partida esta realidad histórica es necesario entender que la democracia ha sido el medio por el cual las luchas sociales han podido gradualmente alcanzar sus objetivos para el cambio social.

Por esta afirmación debemos considerar a las luchas sociales como formas de participación política, una opción y complemento a las establecidas por el régimen democrático, es decir, deben ser entendidas como participación democrática desarrollada desde los individuos, como opción a las formas institucionales de participación que se desprende frecuentemente de la democracia representativa por la cual se procura formar parte del cambio y desarrollo social. Son justamente estas formas de lucha social y participación con el fin de intervenir en las decisiones de interés público el inicio de las formas modernas de la democracia directa.

Pero es necesario alejar la concepción individualista “en la que se considera la sociedad como una sociedad homogénea en la que todos los ciudadanos son libres y gozan de iguales derechos y obligaciones, desconociendo así las denominadas sociedades particulares reconocidas e identificas históricamente” (Rousseau, 2002).

La concepción de la sociedad actual es una concepción heterogénea, que nace por la conformación de los diversos grupos sociales que por sus orígenes, convicciones, intereses, objetivos e ideales aportan en esta nueva concepción de construcción del Estado, por lo que la democracia en la sociedad concebida como pluralista debe desarrollarse no desde la concepción del individuo como parte de la sociedad, sino como parte de un grupo social determinado.

Hay concepciones extremistas de democracia directa  como una democracia sin representantes es decir un gobernarse así mismo, esta forma de participación democrática generada desde la concepción monista de sociedad, en la que los diversos grupos sociales excluidas históricamente, vulnerados en sus derechos debido a la deficiente representación gubernamental exigen una mayor perfectibilidad en los sistemas democráticos, con una mayor representatividad y participación en las acciones del gobierno público.

La democracia directa debe ser concebida como parte de la democracia, por el cual es posible que los diferentes grupos sociales formen parte del desarrollo de procesos y de espacios propicios para la toma de decisiones y representatividad. Dando a la democracia representativa su legitimidad y reconocimiento al designar, nombrar o elegir autoridades públicas que dirijan a la sociedad en su nombre y permitan su participación activa en la cosa pública.

El uso de la democracia directa no es contradictorio a la democracia representativa sino complementaria a un todo llamado democracia que permite una mayor y mejor participación ciudadana.

La democracia se considera como el “fruto de una constante tensión entre el poder político-representativo, que se identifica con el Estado, y el poder social-directo que se identifica con el ejercicio de las libertades en función de la permanente alteridad y oposición” (Ferrajoli, 2005 p.947).

Por lo expuesto la democracia directa y la democracia representativa se constituyen en componentes necesarios con miras a la perfectibilidad de una democracia que permita responder a los requerimientos de la sociedad en constante cambio.

Este constante cambio ha permitido institucionalizar varios mecanismos democráticos de participación ciudadana formal que se encuentran clasificados en la democracia directa ordenada, pero hay otras formas de participación que no se encuentra institucionalizada que se enmarcan en la democracia contenciosa. Los mecanismos de democracia directa institucionalizados principalmente son la iniciativa legislativa, la consulta popular, la revocatoria del mandato y la rendición de cuentas, esta última no la han implementado en   varios países de América Latina.

La democracia directa se la puede definir como un instrumento político institucionalizado con dos propósitos: 1) Garantiza a la sociedad su intervención directa en la administración del Estado; y, 2) Permite controlar y regular la política pública generada desde sus autoridades.

En resumen, podemos decir que la democracia directa es un mecanismo institucional que busca generar políticas de consenso.

Problemática de los Mecanismos de Democracia Directa en América Latina:

Es a partir de la década de los setentas que se generan en América Latina que la sociedad organizada empieza a ver más allá de la democracia representativa como principal forma de participación ciudadana en la política, en la cual, dentro de un proceso electoral se eligen a través del voto a quienes los van a representar y son quienes generen la política pública, la legislan y fiscalizan. Es en esta década que diferentes actores socio-políticos comienzan a impugnar a la democracia representativa argumentando que esta limita su accionar político únicamente a los procesos electorales, frente a esto, por la presión ejercida, varios países de la región incluyen en su legislación constitucional varios mecanismos de democracia directa con la intención de que el ciudadano no limite su accionar político a la delegación a través del voto del ejercicio, de la función pública, sino que vaya más allá, con la capacidad de incidir permanente en la cosa pública.

Pero a pesar de que casi todos los países de América Latina reconocen diferentes mecanismos de democracia directa constitucionalmente, la demanda ciudadana de sus uso tiene variabilidad, en unos países su uso tiene mayor frecuencia que en otros, esto se debe sin menor a duda del origen de donde nace la iniciativa para el  uso de estos mecanismos, la iniciativa puede surgir desde los gobernantes como también desde los gobernados.

Generalmente cuando los mecanismos de democracia directa son usados por los gobernantes se debe a la existencia de crisis sociopolítica al interior de los Estado. Por lo que estos mecanismos en manos de los gobernantes pueden debilitar las democracias de América Latina ya que acentúa el verticalismo gubernamental y la delegación.

Por lo expuesto el interés del presente artículo se centrará en fundamentar el nivel de recurrencia de los mecanismos de democracia directa cuando nace desde los gobernados y su marco teórico que permite un correcto uso de estas herramientas en manos de los ciudadanos.

En este marco teórico se puede establecer tres variables que guardan relación directa con la forma de cómo están diseñados los mecanismos de democracia directa respecto a los espacios de toma de decisiones institucionales y cuál es la apertura hacia los gobernados para que estos últimos tomen o no esta iniciativa

1) El diseño institucional para el uso de los mecanismos de democracia directa:

Es importante establecer que la construcción institucional debería estar diseñada para agilizar y facilitar los procesos en los que los actores en su rol ciudadano o como organización política social han llegado a pactos y alianzas colectivas para satisfacer sus demandas. Es decir, el diseño institucional debe tener un mínimo efecto de la estructura formal en la que están encuadradas las restricciones institucionales, con sus respectivas peculiaridades que la ciudadanía o las organizaciones político- sociales deben salvar cuando requieren el uso de los mecanismos de democracia directa.

Para decirlo de otra manera que tan accesible es la institución en términos de costo beneficio, para los actores políticos y que incentivos determinan la toma de la decisión de los gobernados de recurrir o no a sus instancias. Lo que repercuta en que tan funcionales o no se comportan las instituciones cuando la ciudadanía demanda su uso.

Es importante configurar instituciones políticas para la democracia directa, que permitan la interacción entre los ciudadanos y el sistema político, pero muchas veces en América Latina los diseños institucionales de los países que la conforman paradójicamente no encuentran la correspondencia con la necesidad real de orientación del comportamiento individual hacia propósitos colectivos que realmente permitan consolidar las demandas sociales y el interés general.

En estos casos se “hace evidente el interés político de las instituciones en ejecutar y perpetuar el principio neo institucionalista según el cual, las instituciones como estructuras buscan siempre mantenerse a lo largo del tiempo, para ello se plantean un objetivo primordial que consiste en fortalecer el perfil de los valores que moldean el comportamiento ciudadano, con el único fin de que recíprocamente, ese comportamiento ciudadano les permita perpetuarse como institución (Peters, 2003)

2) La cultura política para el uso de los mecanismos de democracia directa:

La cultura política está directamente relacionada con el conjunto de valores específicos y el conocimiento que tiene la ciudadanía respecto a la cosa pública dentro de cada país, lo que influirá como un factor explicativo del uso de los mecanismos de democracia directa.

El grado de cultura política guarda estrecha relación con la formación política, no solo del ciudadano como tal sino también de las organizaciones político-sociales, estas últimas como motivadoras para el uso de los mecanismos de democracia directa.

La cultura política es esencial para la participación ciudadana porque permite establecer la orientación y forma que la ciudadanía asume respecto al sistema político. “Es posible discernir el tipo de posición política asumida por la ciudadanía, a partir de la confluencia y continuidad de un conjunto de diversas orientaciones de tipo afectivo, cognitivo y evaluativo respecto del sistema político y administrativo así como desde el propio rol del sujeto político en tanto miembro de ese sistema político (Almond y Verba, 2001).

3) El capital social para el uso de democracia directa:

Es necesario conceptuar el capital social como “las redes sociales y normas de reciprocidad y confianza que surgen de ellas. Las redes las redes y relaciones son valores que inciden sobre la productividad individual y colectiva, la diferencia entre el capital físico o humano y el social radica especialmente en que éste último resalta los beneficios de una sociedad unida con redes y relaciones recíprocas (Putman,1993).

El capital social influye en el modo en cómo se actúa en determinadas situaciones, especialmente en crisis.

El capital social consiste en el impulso históricamente almacenado por una sociedad a partir de la acción organizada de sus miembros, individual y colectivamente, sobre la base de determinadas normas sociales de cooperación, la interiorización de varios valores y la existencia de un tejido social, permitiendo tal capital social una mayor eficacia en la consecución del bienestar social.

El capital social es determinante, puesto que se encuentra formado por las redes, las normas y la confianza que permiten a sus participantes actuar juntos más efectivamente para alcanzar objetivos compartidos; lo que nos hace poder decir que, a mayor capital social en la ciudadanía, mayor posibilidad de contemplar mecanismos de democracia directa a través del cual es posible alcanzar objetivos comunes.

 

CONCLUCIONES

Es indiscutible que para el uso de los mecanismos de democracia directa es necesario contar con una normativa efectiva y oportuna que garantice la integridad de la participación ciudadana. De lo dicho es importante establecer que el diseño institucional es en este momento, la principal variable para el uso de estos mecanismos, frente a la cultura política y al capital social.

Los mecanismos de democracia directa han sido generalmente utilizados mayoritariamente por los gobernados como una institución formal que contribuye a contrarrestar la conflictividad político-social. Para el caso de los sujetos sociales, en cambio su importancia tendría que ver en cuan viable o inviable en términos de beneficio puede resultarles emprender una iniciativa de democracia directa y más aún cuando nuestras ciudadanías tienen en muchos casos muy poca conciencia frente a sus obligaciones y deberes para desempeñar su rol como sujetos políticos (dentro de las agrupaciones político-sociales).

En resumen, podemos decir que el diseño institucional es el que tiene mayor peso a para la iniciativa de mecanismos de democracia directa cuando se trata de recurrencia ciudadana como variabilidad de un país frente a otro en América Latina. Con un menor peso tenemos el grado de cultura política ciudadana, la misma que si se encuentra disminuida difícilmente podrá consolidar aspiraciones, propósitos y planes asociativos que le permitan alcanzar metas colectivas relacionadas con el mismo capital social.

 

Bibliografia:

Almond, Gabriel y Verba, Sidney. (2001). “La cultura cívica” en: Diez textos básicos de Ciencia Política. Barcelona: Ariel.

 

Barczak, Monica. (2001). Representation by Consultation? The Rise of Direct Democracy in Latin America. En: http://www.jstor.org/stable/pdfplus/3177143.pdf?acceptTC=true.

 

Durston, John. (2000). ¿Qué es el capital social comunitario? CEPAL.

Ferrajoli, Luigi. (2005). Derecho y Razón. Madrid: Trotta.

 

Grijalba, Agustin. (1998). Elecciones y representación Política. Ecuador: Corporación Editora Nacional, Universidad Andina Simón Bolivar

Klesner, Joseph. (2007). Social capital and political participation in Latin America: evidence from Argentina, Chile, Mexico, and Peru. Latin American research review,

Lissidini, Alicia. (2011). Democracia directa en Latinoamérica: Entre la delegación y la participación. 1a ed. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO.

 

Peters, Guy. (2003). El nuevo institucionalismo. Teoría institucional en Ciencia Política. Barcelona: Editorial Gedisa.

 

Putnam, Robert. (1993). "The Prosperous Community: Social Capital and Public Life", The American Prospect, nº 13.

Rousseau, Jean Jacques. (2002). Origen de la desigualdad entre los hombres. Río Piedras: Editorial EDIL, INC. 112

 

Somuano, María Fernanda & Reinaldo Ortega. (2009). Capital social y participación política electoral y no en México (versión preliminar). III Congreso Latinoamericano de Opinión Pública. Querétaro.

 



[1] Universidad de Guayaquil, Licenciado en Ciencias Jurídicas