Revista Nº34 "MEDIO AMBIENTE"

 

 

Resumen–En el marco de las políticas contra los efectos del cambio climático sobre la salud pública, las políticas de movilidad basadas en las cero emisiones de bióxido de carbono han centrado su interés en la implementación de ciclovías, el subsidio de motores para bicicletas y restricción de los automóviles. En ese sentido, el objetivo del presente trabajo ha sido establecer la confiabilidad y la validez de un instrumento que mide las percepciones de riesgo y utilidad, así como las intenciones de voto a favor de propuestas electorales y candidatos que apoyen la política de sustentabilidad urbana en materia d movilidad.  Se realizó un estudio no experimental, transversal y exploratorio con una selección muestral no probabilística de 250 residentes de la zona conurbada de la Ciudad de México. A partir de un modelo estructural X2 = 124,35 (22gl) p = 0,006; GFI = 0,990; CFI = 0,995; RMSEA = 0,009se encontró que los factores esgrimidos correlacionan positiva y significativamente, pero se recomienda extender el estudio al contraste del modelo en otros escenarios con elecciones locales y política de movilidad basadas en el uso de la bicicleta.

Palabras claves–Desarrollo local, sustentabilidad, cogobierno, modelo, Delphi

Abstract-In the framework of policies against the effects of climate change on public health, mobility policies based on zero carbon dioxide emissions have focused on the implementation of bicycle lanes, the bicycle motor subsidy and restriction of automobiles. In this sense, the objective of this paper has been to establish the reliability and validity of an instrument that measures the perceptions of risk and utility, as well as the intentions of voting in favor of electoral proposals and candidates that support the urban sustainability policy in Subject d mobility. A non-experimental, cross-sectional and exploratory study was carried out with a non-probabilistic sample selection of 250 residents of the metropolitan area of ​​Mexico City. From a structural model X2 = 124.35 (22gl) p = 0.006; GFI = 0.990; CFI = 0.995; RMSEA = 0.009 The factors cited were found to correlate positively and significantly, but it is recommended to extend the study to the contrast of the model in other scenarios with local elections and mobility policy based on the use of the bicycle.

Keywords-Local development, sustainability, co-government, model, Delphi


 

 

Modelo de percepción de riesgos-beneficios e intención de voto a favor de las ciclovías

Bertha Leticia Rivera-Varela, Gerardo Arturo Limón-Domínguez, Francisco Rubén Sandoval-Vázquez, Cruz García-Lirios

 

Introducción

El proyecto se inscribe en la disciplina de Trabajo Social, área de estudios documentales y de la complejidad, pero incluye conceptos provenientes de la psicología social, la sociología ambiental y la economía solidaria.

Es así como la percepción de riesgos-beneficios y las intenciones de voto son, desde la óptica de la psicología social, resulta de la interrelación entre grupos como es el caso de quienes están a favor de las políticas de movilidad de cero emisiones de bióxido de carbono a la atmósfera. Es decir, las decisiones de usar un transporte ecológico se deben al uso intensivo de una tecnología que hace posible las cero emisiones, pero sobre todo al significado de esas tecnologías.

De este modo, atribuciones positivas a la ciencia que produce las tecnologías de cero emisiones propicia n una tendencia a favor de las políticas de ciclovías, las estrategias de movilidad compartida o los subsidios en la instalación de motores para bicicletas, pero esa construcción social de las cero emisiones debe complementarse con el significado de la huella ambiental y atmosférica de los usuarios del transporte que emite el bióxido de carbono a la atmósfera.

Desde la aproximación sociológica ambiental, la construcción social de la naturaleza es distinta a la construcción social del equilibrio ecológico ya que, la primera supone un medio o instrumento de dominio de la humanidad, mientras que el segundo implica el cuidado del entorno para las futuras generaciones de humanos, descendientes de quienes hoy toman la decisión de reducir su emisión de bióxido de carbono y la huella atmosférica

No obstante, tanto la construcción social del medio ambiente como el significado en torno al uso de transporte de cero emisiones como es el caso de las ciclovías implican una lógica de costo beneficio sin la cual no podría explicarse el avance de la ciencia y de la humanidad que supone mayores y mejores opciones de protección y conservación del medio ambiente.

Se trata de una lógica económica ambiental de costo y beneficio que condicionan la viabilidad de las políticas ambientales, las estrategias de prevención y los programas de promoción del autocuidado mediante el uso intensivo de la bicicleta.

Pues bien, el enfoque del Trabajo Social retoma las contribuciones de las tres disciplinas y las integra en un modelo de intervención con la finalidad de articular las demandas civiles en las instituciones estatales y de traducir las políticas de gobierno en las organizaciones civiles encargadas de incentivar los subsidios y las condonaciones orientadas a la reducción de la huella atmosférica como es el caso del uso de las ciclovías.

La gobernanza desarrollo humano, entendido como un proceso de cogobierno, cogestión y corresponsabilidad que considera a los recursos y a los servicios como comunes, es el objeto de estudio e investigación del presente trabajo.

La gobernanza del desarrollo humano supone un escenario de cogobierno de conflictos, libertades, oportunidades, capacidades y responsabilidades de gestión como de autogestión orientado hacia la conservación de espacios y especies (Carreón et al., 2016).

En el marco de los efectos del cambio climático sobre la salud pública ambiental, los gobiernos locales han implementado políticas y estrategias para reducir tales efectos, pero la gestión y la administración ha sido preponderantemente estatal, excluyendo a los ciudadanos o en el mejor de los casos confinándolos a participar en la evaluación del desempeño de instituciones o funcionarios, soslayando los derechos que garantizan y obligan a la sociedad civil a proponer y discutir con sus autoridades un futuro común (García, 2013).

En consecuencia, las propuestas de autogobierno, autogestión y autoadministración de los recursos naturales y los servicios públicos se han edificado contraponiéndose a las leyes, instituciones y decisiones estatales, aún y cuando los medios de comunicación han difundido a la corrupción política como el obstáculo para el desarrollo local sustentable (García, Carreón y Hernández, 2016a).

Por consiguiente, desde la academia es menester la integración del autogobierno con la rectoría del Estado en materia de cogobierno, cogestión y coadministración de los recursos naturales y los servicios públicos a fin de reducir el impacto del cambio climático en la salud pública ambiental (García et al., 2012).

Teoría del desarrollo local sustentable

Los marcos teóricos y conceptuales que explican la gobernanza del desarrollo humano son: 1) teoría de las espacialidades, 2) teoría de los habitus y 3) teoría de las capacidades.

La teoría de las espacialidades, para los fines del presente escrito, refieren a la explicación de la fetichización de espacios a los que se les atribuye un poder que los diferencia como es el caso de residir o aspirar residir en la ciudad con respecto a la periferia o al campo (Lefébvre, 1974).

Es así como una espacialidad supone una atribución desmedida de privilegios con respecto a procesos, cosas, objetos o personas. De esta manera, la fetichización de los espacios genera la exclusión de personas, aunque también se excluyen especies, espacios, cosas, procesos u objetos por el simple hecho de atribuirles un sitio fuera de una urbe (García, Carreón y Hernández, 2016b).

Sin embargo, la teoría de la espacialidad no advierte que tales atribuciones de poder a los espacios urbanos devienen de habitus tanto heredados como aprendidos. Este es así porque las disposiciones de quienes residen en urbes son transferidad des generación en generación y se moldean en la interrelación familiar, escolar o laboral (Bourdieu, 2002).

De esta manera, la exclusión a partir de la atribución de una superioridad a las urbes, sintetizada en las percepciones de la calidad de vida o la estética residencial, es una disposición negativa hacia todo aquello que no esté en la ciudad, pero también es una disposición que se aprende (García et al., 2013).

Al interactuar, los residentes de una urbe desarrollan habilidades y conocimientos en torno a lo que consideran servicios de seguridad y confort que los llevan a enaltecer su elección de residencia con respecto a quienes residen en espacios sin servicios que consideran esenciales como pavimentación, alcantarillado, drenaje o potabilización (García et al., 2014).

Ambos habitus, heredados y aprendidos explican la elección de un habitad, una estancia de residencia, así como una travesía hacia el confort y un retorno al lugar de primera residencia, pero no explican el aprovechamiento de oportunidades de compra o venta de casa residencia, ni el esparcimiento o entretenimiento que supone el turismo solidario o la búsqueda de empleo o estudios en las urbes (García et al., 2016).

La teoría de las capacidades advierte que los servicios públicos; salud, educación, empleo, vivienda o entretenimiento, aparentemente distintivos de una urbe con respecto a la periferia o el campo, son producto de las habilidades y los conocimientos que un residente desarrolla a partir de una lógica de escasez o abundancia (Sen, 2011).

La lógica de la escasez no sólo explica la ineficiencia e ineficacia dela rectoría del Estado, la ilegitimidad de sus políticas urbanas o la nula efectividad de sus estrategias sino, además advierte que, en un contexto de austeridad o contingencia, los residentes se organizan para hacer frente a la crisis de desabastecimiento, aunque animados por la idea de que conservarán los recursos naturales para sobrevivir a la ingobernabilidad creciente (García et al., 2017).

En contraste la lógica de la abundancia, aunque refiere a una serie de creencias acerca de que el entorno natural es abundante y de que los residentes deben optimizar tales recursos, plantea el desarrollo de habilidades y conocimientos necesarios para importar de otros lugares los recursos que se demandan (García, Valdés y Sandoval, 2016).

La lógica de la escasez supone una cooperación solidaria mientras que la lógica de la abundancia sugiere una competencia por los recursos del entorno inmediato y circunvecino (Hernández et al., 2014).

Por tanto, la gobernanza del desarrollo humano, desde los enfoques revisados, refiere a percepciones de escasez o abundancia de recursos y su reflejo en la calidad de los servicios locales.

Estudios del desarrollo local sustentable

El trabajo se inscribe en el humanismo desarrollista (libertades, capacidades y responsabilidades), el constructivismo estructuralista (habitus, capitales y campos) y el urbanismo marxista (espacialidades). 

·        Libertades, capacidades y responsabilidades para la reapropiación de la ciudad (espacios y recursos hídricos).

·        Habitus, capitales y campos en los que se gestan los conflictos por la redistribución de los recursos y los espacios de la ciudad (acuíferos, redes y pipas).

·        Espacialidades para la gobernanza de los recursos locales de la ciudad (conciencia para la distribución equitativa del agua).

La proximidad de los conceptos a los estilos cotidianos, permitirá discutir la importancia del sistema político de gobernanza en referencia al sistema económico de ecociudad. En tal sentido, es menester abrir el debate en torno a la inclusión social a través del derecho a ciudad, principalmente a los recursos naturales y esencialmente a los recursos hídricos como elementos de desarrollo sustentable local (Brites, 2012).

La ciudad como un escenario de símbolos, significados y sentidos en torno a los cuales se representan las asimetrías entre las políticas públicas y los estilos de vida citadinos. La ciudad es un escenario de recursos que incrementan capacidades, pero también aumentan las responsabilidades (Cravino, 2012).

Los estudios relativos a los servicios inmobiliarios; espaciales y tecnológicos señalan que la dimensión de las casas habitación y la tecnología de sus instalaciones, al ser cada vez más reducidas las primeras y más automatizadas las segundas, facilitan la captación fluvial y el reciclaje, pero inhiben el almacenamiento y reutilización de agua. La capacidad de provisión parece incentivar la irresponsabilidad del derroche de agua (Cueva, 2012).

La interrelación entre recursos, servicios, escenarios, habilidades, conocimientos y responsabilidades que harían necesario un sistema de gobernanza suponen un equilibrio entre los factores mencionados este regulado por el Estado, supervisado por la ciudadanía y financiado por el mercado (Guillén, 2010).

Sin embargo, a partir de un marco político desarrollista en el que las libertades darán paso a las capacidades y éstas a las responsabilidades. Tal proceso parece inhibirse dada la escasez de los recursos naturales en las ciudades. Es decir, la disponibilidad de los recursos, al ser un hecho objetivo más que subjetivo, influye en los estilos de vida de los usuarios que habitan las ciudades. Tal fenómeno de escasez activa políticas públicas que buscan abastecer de recursos a un sector social en detrimento de otro (Gissi y Soto, 2010).

En respuesta a la exclusión o marginación de los servicios públicos, la población segregada construye habitus intuito, adopta estilos de vida desde los cuales se confrontarán simbólica y activamente con las autoridades. Las protestas, cierres, mítines, manifestaciones, marchas confrontaciones físicas o verbales son el resultado de la escasez de recursos, las políticas públicas y los estilos de vida o habitus de la ciudadanía (Iglesias, 2010).

Los estudios en torno a los estilos de vida en las urbes en materia de desabasto, ahorro y reutilización de agua muestran que una disponibilidad inferior a los 50 litros diarios por persona incrementa la austeridad, pero aumenta las confrontaciones con las autoridades locales; secuestros de pipas, cierres de avenidas, boicots a redes y tomas clandestinas. La ciudadanía segregada de los espacios hídricos y los servicios públicos, desarrollan habilidades y estrategias para evidenciar la situación en la que se encuentran, manifestar su indignación y apropiarse de espacios (Loyola y Rivas, 2010).

En el marco de los conflictos hídricos entre autoridades y usuarios, los estilos de vida ciudadanos en una situación de escasez son una consecuencia de las políticas públicas. La ciudad es un campo de interrelación entre capitales y habitos socialmente constituidos. De este modo, los capitales económicos y políticos están confrontados con los capitales naturales y ciudadanos. Es decir, el mercado y el Estado requieren de acuíferos que abastezcan la industria y los servicios privados como públicos de la ciudad, empero la disponibilidad de agua, a través de la recarga de acuíferos, es cada vez menor a los estándares internacionales o los registros históricos nacionales. Tal escenario explica la emergencia de habitus o estilos de vida en los sectores vulnerables, marginados o excluidos (Malmod, 20011).

Sin embargo, los estilos de vida son coyunturales, emergentes e inherentes a un grupo o agente social. Es decir, ante una situación de escasez y desabasto, la austeridad subyace y de igual modo, desaparecería en una situación de sustentabilidad hídrica en la que la recarga de los acuíferos garantizaría el desarrollo humano y local de las demarcaciones de una ciudad. Tal planteamiento, es insuficiente si se requiere entender el proceso histórico que llevó a las ciudades a concentrar los recursos, servicios, estilos de vida y capacidades (Molini y Salgado, 2010).

La ciudad como un escenario simbólico en el que se materializan las relaciones de producción. La ciudad concentró las relaciones económicas asimétricas entre las clases dueñas de los medios de producción y la fuerza laboral. En este sentido, la ciudad es un escenario de producción industrial más que de servicios ya que las relaciones asimétricas entre burguesía y proletariado prevalecen sobre otras relaciones asimétricas. Por ello, la conciencia del espacio es menester ya no para apropiarse de la fábrica, sino de la ciudad que la alberga. El derecho a la ciudad sería la extensión del derecho a una relación de producción simétrica (Nozica, 2011).

Si la fuerza laboral sólo se apropia de los medios de producción, los espacios serían únicamente un accesorio de la lucha de clases más que un elemento constitutivo de las diferencias entre dichas clases (Nacif, Martinet y Espinosa, 2011).

La redistribución de los recursos y su impacto en el desarrollo humano, local y sustentable se explica desde las diferencias existentes entre individuos (sexo, edad, habilidades, educación, localidad) determinan las libertades que los individuos requieren para desarrollarse sostenidamente. En este sentido, las capacidades son conocimientos y experiencias derivadas de la interrelación entre las características individuales, los recursos y los espacios. A medida que los recursos escasean, las capacidades se ven diezmadas y los espacios son escenarios de conflictos ya que el Estado limita las libertades para garantizar una distribución proporcional de los recursos (Pallares, 2012).

En el caso del agua, las capacidades juegan un papel fundamental ya que el uso cotidiano del agua implica el desarrollo de estilos de vida o habitus que pueden ayudar a contrarrestar la situación de escasez y desabasto. En tal sentido, la explicación de las discrepancias entre las políticas locales de abastecimiento de agua y las acciones de autogestión, cierre de avenidas, intervención de redes, secuestro de pipas y boicots al sistema son el resultado de transformaciones de los recursos y espacios a los que un sector de la ciudadanía no tiene acceso (Oorostegui y Matos, 2009).

Si las capacidades y los habitus son indicadores de los conflictos entre las expectativas de la ciudadanía y las decisiones públicas, entonces es fundamental la reapropiación de los espacios para el debate sobre el derecho a la ciudad, sus recursos y sistemas de abastecimiento como de distribución hídrica (Pérez, 2010).

En tal sentido, la categoría de poder para explicar las diferencias entre las relaciones de producción simbólica y material. La ciudad se erige como un símbolo de poder que homogeniza las relaciones de producción porque las condiciones materiales para la misma ya están pre-establecidas espacialmente. Es decir, las relaciones espaciales, son relaciones de poder, pero no relaciones comunicativas o discursivas, sino materiales, aunque su fetichización las hace parecer como objetos tangibles, pero sólo a nivel discursivo, tales relaciones podrían transmutarse (Paniagua, 2012).

El fetichismo del espacio como mercancía desvirtúa el principio según el cual las condiciones materiales de existencia determinan la superestructura ideológica. Esto es así ya que el enaltecimiento de los objetos es inherente al valor de su uso. El espacio, real o simbólico tendría un valor de uso, pero no de cambio, aunque lo interesante de su fetichización está en que indica el grado de alineación a las relaciones de producción capitalistas sobre cualquier otro tipo de relaciones en la que los espacios no fuesen transformados en mercancías (Santamaría, 2012).

En cierto modo, las capacidades y los habitus serían precedentes a la alineación y estarían indicadas por su grado de representación fetichista del espacio. Si las capacidades y los habitus son habilidades circunscritas a los recursos y espacios, entonces la alineación sería el resultado de la escasez de recursos y la distribución asimétrica de los mismos. La escasez de agua fetichizada en desabasto supondría la emergencia de habilidades de ahorro o habitus de dosificación, pero tal proceso inhibiría la representación del conflicto y cambio social. es decir, la escasez, desabasto, confrontación o boicot indican un seudo-conflicto ya que es resuelto por abastecimiento de pipas, la distribución de garrafones, la provisión regular de agua o el otorgamiento de vales para la compra de agua. Las contradicciones existentes entre las políticas públicas y los estilos de vida, derivadas de la demanda del mercado farmacéutico, refresquero o cervecero, son reducidas a relaciones de distribución más que de producción o apropiación de espacios (Verissimo, 2012). 

La fetichización del espacio impide observar las diferencias entre las relaciones sociales y la estratificación de las mismas a partir de mecanismos de segregación espacial y económica. Por ello es menester considerar como un complemento socio-histórico a las categorías de habitus y capacidades las cuales son a-históricas por considerarlas emergentes o subyacentes a la ausencia de libertades o la generación de conflictos abstractos entre la estructura (políticas públicas) y la agencia (Urquieta y Campillo, 2012).

Los sistemas de gobernanza de los recursos naturales, principalmente los hídricos a los estilos de vida de los usuarios en referencia a las políticas públicas de oferta de agua y abastecimiento irregular. En tal sentido, la reconceptualización de los sistemas de gobernanza local permitirá una mayor equidad entre los sectores a través de un marco jurídico normativo de derecho a la ciudad en lo general, los recursos naturales y servicios públicos en lo local y el confort del agua en lo particular (Vieira, 2012). 

No obstante, la urgencia de un sistema político más justo en torno a la ciudadanía de las urbes, los proyectos de ecociudad son multidimensionales y en dicha diversidad estriba su complejidad (García et al., 2017).

El concepto ecocidad es multidimensional. Ha sido entendido como un sistema económico, político y social para reducir la huella ecológica de las generaciones antecedentes en referencia a las capacidades de las generaciones precedentes, un espacio delimitado a un millón de habitantes, cuyas actividades son la agricultura y la industria en función de la disponibilidad hídrica, aunque escenario de conflictos, el reciclaje se plantea como su principal instrumento de desarrollo (García et al., 2013).

El concepto de ecociudad está relacionado con otros de índole socio-histórica. Aunados a las categorías de libertades, capacidades, responsabilidades, habitus, capitales, campos y espacialidades, los conceptos de gobernanza, segregación, sustentabilidad, centralidad, inclusión, periferia y plusvalía permitirán conceptualizar la problemática de escasez, mercadocracia y desabasto en la demarcación de estudio (García et al., 2014).

Si se consideran los conceptos esgrimidos, un sistema de gobernanza orientado a la ecociudad es opuesto a la segregación vía la relocalización de sectores sociales a partir de la naturalización de su exclusión, pero está más próximo al desarrollo local ya que el termino sustentabilidad incorpora al sistema de gobierno como rector de los recursos y servicios de la ecociudad. Antes bien, un sistema de gobernanza se gesta en localidades pequeñas tales como el barrio o la periferia hasta extenderse al centro de la ciudad. Es así como los indicadores de ecociudad serían aquellos relacionados con la sustentabilidad e inclusión. En este sentido, los estudios en torno a los proyectos de sustentabilidad y ecociudad parecen demostrar la viabilidad de los términos a partir de indicadores heterogéneos (García et al., 2016).

Los estudios latinoamericanos en torno a la escasez, la mercadocracia y las políticas públicas de los recursos hídricos en las ciudades han utilizado diversos instrumentos para medir los indicadores de sustentabilidad hídrica local. El manejo de los recursos hídricos; la apropiación étnica del espacio urbano; la densidad poblacional como factor de sustentabilidad residencial; la identidad nacional como argumento de diseño de las edificaciones; el reordenamiento a partir de la inclusión y exclusión espacial, las políticas de turismo bi-oceánico periurbano; la percepción de riesgo periurbano; la segregación de las plazas públicas y la representación de la ciudad según estratos sociales son ejemplos de la relevancia empírica de estudiar la escasez, mercadocracia y políticas públicas en torno a los recursos hídricos de la Ciudad de México (García et al., 2014).  

Los estudios empíricos respecto a la sustentabilidad y ecociudad han incorporado la dimensión simbólica y representacional de quienes consumen los recursos y por tanto evalúan los servicios públicos. De este modo, los estudios se han enfocado en el impacto de las políticas públicas sobre los estilos de vida de los pueblos originarios, comunidades, barrios y localidades periurbanas en referencia a la centralidad y el ordenamiento territorial. En tal proceso, los estudios cualitativos han sustituido a la cuantificación de los espacios, los instrumentos tales como planos, registros y mapas han sido sustituidos por entrevistas a profundidad. La indagación de las relaciones espaciales y los recursos naturales ahora han incorporado las representaciones de los servicios públicos como elemento fundamental del sistema de gobernanza a través del establecimiento de tarifas por los servicios urbanos (Carreón et al., 2016).   

Las relaciones de apropiación, transformación y distribución de recursos y espacios en su proceso de desarrollo, incentivaron la diferenciación de las clases sociales. A medida que las diferencias se exacerbaron, la segregación de los espacios resguardó las diferencias apropiativas y transformativas al mismo tiempo que enalteció las diferencias distributivas de los recursos, principalmente los hídricos. Tal proceso confrontó a las políticas públicas frente a los estilos de vida privilegiando las demandas del mercado (Hernández, et al., 2014).

En torno a la situación de escasez y desabasto generada por las políticas públicas que se ajustaron a las demandas del mercado, los sectores marginados, excluidos y vulnerables desarrollaron habilidades, conocimientos y estrategias de apropiación de espacios (acuíferos, instalaciones, redes) para abastecerse y confrontar a las autoridades por la regularización del servicio. En este marco, la transformación de los recursos hídricos fue delegada al gobierno federal y el cobro del servicio al gobierno local (García et al., 2012).

En este sentido, el desabasto de agua y el incremento de las tarifas orientaron los conflictos hídricos hacia la condonación de deudas, la implementación de medidores, la reparación de fugas visibles, el resguardo de instalaciones, el control de las manifestaciones y los acuerdos entre autoridades delegacionales con representantes de los usuarios. En contraste, las concesiones de los acuíferos, la tecnología de reciclaje y captación fluvial, la inversión en infraestructura, la detección de fugas imperceptibles, la contaminación y sobrexplotación de los acuíferos, las culturas del agua y la desregulación inmobiliaria fueron soslayadas como problemáticas que impiden la sustentabilidad de la ciudad (García et al., 2014).

En el marco de los proyectos de ecociudad y la evaluación de sus sistemas de gobernanza, principalmente políticas públicos en torno a los recursos naturales, esencialmente los hídricos, el Índice de Desarrollo Humano pretende observar, medir y comparar las libertades, capacidades y responsabilidades, pero en el mejor de los casos sólo registra la cantidad de bienes públicos que evidenciarían la sustentabilidad local. Por ello se requiere de un índice que describa la sustentabilidad con énfasis en los recursos hídricos en referencia a su disponibilidad, extracción, distribución, consumo, reutilización, reciclaje y tarifa como elementos constitutivos de un sistema de gobernanza local (García et al., 2016).

Un modelo es una representación de las trayectorias de relaciones entre los factores esgrimidos en el estado del arte.

La gobernanza del desarrollo humano, indicado por los campos de capacidad de libertades, espacios de capacidad de oportunidades, campos de fetichización de capacidades y espacios de capacidad de responsabilidad supone la construcción de un sistema de cogobierno, cogestión y coadministración.

Los campos de capacidad de libertad sugieren que, en el desarrollo local sustentable, los gobiernos promueven y garantizan los derechos económicos, políticos, sociales, laborales o sexuales en función de las habilidades y conocimientos de sus gobernados. En tal sentido, la relación entre gobernantes y gobernados se establece en campos de poder en los que ambos actores se influyen mutuamente.

Por consiguiente, los espacios de capacidad de generación de oportunidades se gestan en la medida en que entre los actores políticos y sociales dirimen sus asimetrías a partir del establecimiento de una agenda pública en la que los temas a gestionar y administrar son compartidos.

Empero, los campos de fetichización de capacidades advierten que si bien, las libertades y las oportunidades son más difundidos y protegidos en las urbes, ello no explica las diferencias entre la centralidad y la periferia o la semiperifería. En consecuencia, se gesta un apego hacia los recursos y los servicios urbanos.

Los espacios de capacidades de responsabilidad son resultado del cogobierno. Es decir, la conciliación de intereses entre las partes en conflicto. Por tanto, indican la cogestión y la coadministración al ser la corresponsabilidad un síntoma de gobernanza.

La relación entre comportamiento proambiental e intención de voto a favor de propuestas sustentables ha sido abordada desde el apego al lugar y la calidad de vida, indicada por satisfacción ambiental. En este sentido, quienes tienen un mayor apego al lugar no sólo llevan a cabo comportamientos proambientales de baja intensidad como la separación de residuos sino, además se implican en organizaciones civiles que inciden en políticas de conservación de plazas públicas (Ramkinsson y Mavondo, 2017).

Lincold, Lindsay y Tara (2017) compararon a grupos de surfistas con no surfistas y encontraron diferencias significativas con respecto a un bajo esfuerzo (separación de residuos) como un alto esfuerzo (activismo) en torno a la conservación, concluyeron que los grupos recreativos son más proclives a la conservación ambiental, alcanzando altos niveles de satisfacción con la experiencia surfista.

Los grupos recreacionistas y conservacionistas que apoyaron a candidatos promoviendo el voto, incidieron sobre las intenciones de los electores locales.

En la medida en que la imagen del candidato es cercana a grupos recreacionistas y conservacionistas las intenciones de voto a favor de sus propuestas se incrementan (Warner y Banwart, 2017).

La imagen de candidatos que determina la preferencias e intenciones electorales estriba en a) promesas de conservación de espacios recreativos y turísticos; b) apoyo moral a movimientos recreacionistas y conservacionistas; c) gestión de espacios para la recreación y el esparcimiento; d) experiencia en administración de zonas protegidas.

Al ser la imagen del candidato el predictor de la intención de voto, las expectativas de consenso en torno a su desempeño y los beneficios esperados de tal desempeño suponen predictores de la intención de voto y el comportamiento proambiental.

Pérez et al., (2017) establecieron una relación directa entre la intención de voto con respecto a los beneficios esperados y las expectativas de consenso en torno a la imagen de candidatos como responsables y líderes ambientales en las redes sociales. La incidencia de los beneficios esperados sobre la intención de voto, supone el uso de la bicicleta como predicción de la intención de voto. Es decir, el uso de la bicicleta al estar vinculada a una recreación determina el apoyo a candidatos con experiencia en gestión y administración de espacios y sistemas de transporte sustentable o de cero emisiones, así como de políticos con una imagen de usuarios de ciclovías.

Formulación: ¿Cuáles son las diferencias entre las expectativas de una muestra de electores de un municipio sin y con ciclo-pista en comparación a las observaciones de una localidad en relación con la imagen de candidatos e intención de voto en los comicios presidenciales que se celebrarán en 2018?

Hipótesis nula: Los electores que residen en el municipio sin y con ciclo-pista tienen una imagen positiva de los candidatos y su intención de voto será a favor de quienes incluyan propuestas movilidad de cero emisiones, evidenciando que la teoría explica el fenómeno en el contexto de estudio.

Hipótesis alterna: Las expectativas en torno a las elecciones presidenciales que se celebrará en 2018 y la instalación de ciclo-vías no incidirán en las muestras de electores al mantenerse una imagen e intención de voto desfavorable a cualquier candidato, aún y cuando alguno incluya propuestas de movilidad de cero emisiones.

Método

Se realizó un estudio documental con una selección intencional de fuentes indexadas a repositorios nacionales, asumiendo que su periodo de publicación ubica a la fuente informativa en un grupo selecto para discutir las relaciones entre las variables indicativas del objeto de investigación: un modelo para el estudio del desarrollo local sustentable. Se advierten los límites y los alcances de la búsqueda, selección, procesamiento y modelamiento de la información, sugiriendo un proceder más sofisticado y extensivo.

Se estableció un modelo de complejidad, llevando a cabo una investigación documental que considera la literatura publicada de 1974 a 2017, así como la inclusión de los conceptos “espacialidad”, “habitus” y “capacidad”. La información seleccionada fue procesada a partir de la técnica Delphi, la cual consiste en la selección, síntesis e integración de los datos consultados.

Se realizó un estudio no experimental, exploratorio y transversal. Se llevó a cabo una selección no probabilística de 250 residentes de dos municipios del Estado de México, 125 de un municipio con cliclopista y 125 residentes de otro municipio sin ciclovía. Se consideró el tiempo de residencia, la credencial de elector y el voto en anteriores comicios. El 70% de los entrevistados son hombres y el restante 30% mujeres; el 52% tiene menos de 18 años, el 33% tiene entre 19 y 29 años, el restante 15 tienes entre 30 y 65 años. El 40% sólo terminó la primaría, el 24% completó la secundaría, el 19% concluyó el bachillerato y el restante 17% culminó una carrera universitaria. El 62% ingresó menos de 3500 pesos al mes, el 28% ingresó entre 3500 y 7000 pesos al mes y el restante 10% ingresó más de 7000 pesos al mes. El 80% no tiene una bicicleta y el restante 20% cuenta con una bicicleta, pero sólo el 5% la utiliza para transportarse.

Se utilizó la Escala de Percepción de Riesgos y Beneficios de Carreón (2016) la cual mide la imagen de los políticos en torno a propuestas de movilidad sustentable o cero emisiones, centrada en la utilidad de la ciclovía o ciclopistas, aparcamientos y seguridad vial. Incluye 21 reactivos con seis opciones de respuesta que van desde 0 = nada probable, 1 = muy poco probable, 2 = poco probable, 3 = ni improbable ni probable, 4 = poco improbable, 5 = muy poco improbable.

Se utilizó la escala de intención de voto de Carreón (2016), la cual incluye 28 ítems relativos al 1) la gestión de la movilidad sustentable o cero emisiones y 2) la administración de la seguridad en el transporte.  Incluye seis opciones de respuesta que van desde 0 = nada probable, 1 = muy poco probable, 2 = poco probable, 3 = ni probable ni improbable, 4) poco improbable, 5 = muy poco improbable.

Se encuestó a los residentes en su domicilio, considerando la proximidad con la ciclopista o ciclovía, así como algún otro sistema de transporte y movilidad, garantizando por escrito la confidencialidad de sus datos y el anonimato de sus respuestas, así como la advertencia de que los resultados del estudio no afectarían su calidad de vida en cuanto al transporte, la movilidad y la seguridad. La información se procesó en SPSS versión 17,0 y AMOS versión 4,0

Se realizaron estimaciones de confiabilidad con el parámetro alfa de Cronbach a fin de establecer la consistencia interna de los instrumentos. Se calculó la validez con un análisis factorial exploratorio de ejes principales con rotación promax para reducir los datos y establecer factores. Se llevaron a cabo correlaciones entre los factores socioeconómicos y de las escalas de expectativas e intenciones. Se estimaron regresiones múltiples para observar las relaciones de dependencia entre los factores y se calculó un análisis de varianza para establecer diferencias entre los grupos.

Resultados

La Tabla 1 muestra las propiedades psicométricas del instrumento que mide las percepciones de riesgo y beneficios, así como las intenciones de voto a favor de las políticas de movilidad de cero emisiones, centradas en la instalación de las ciclovías.


Tabla 1. Descriptivos del instrumento

Código

Ítem

M

DE

A

F1

F2

F3

 

Subescala de percepción de riesgos

 

 

0,771

 

 

 

PR1

Expondré mi integridad al usar las ciclovías

3,23

1,01

0,712

 

 

0,394

PR2

Seré asaltado en el trayecto de la ciclopistas

3,40

1,27

0,703

 

 

0,357

PR3

Expondré mi prestigio al usar las ciclovías

3,45

1,20

0,724

 

 

0,325

PR4

Seré insultado al transitar por las ciclopistas

3,36

1,01

0,731

 

 

0,394

 

Subescala de percepción de beneficios

 

 

0,765

 

 

 

PB1

Tendré más condición física al usar las ciclovías

3,92

1,03

0,704

 

0,325

 

PB2

Ahorraré tiempo al transitar por las ciclopistas

3,03

1,28

0,716

 

0,334

 

PB3

Mejoraré mi actitud al usar la bicicleta

3,83

1,46

0,705

 

0,394

 

PB4

Conseguiré el reconocimiento social al usar las ciclovías

3,02

1,03

0,726

 

0,384

 

 

Subescala de intención de voto

 

 

0,778

 

 

 

IV1

Apoyaría a un candidato que promete construir ciclovías

3,01

1,04

0,736

0,346

 

 

IV2

Votaría por un candidato que se desplaza en bicicleta

3,54

1,02

0,762

0,348

 

 

IV3

Promovería a un candidato que regala bicicletas

3,27

1,04

0,751

0,374

 

 

IV4

Preferiría un candidato ciclista

3,92

1,01

0,738

0,382

 

 

Método de extracción: ejes principales, rotación promax. Adecuación y esfericidad X2 = 324,34 (12gl) p = 0,000; KMO 0,678M = Media, DE = Desviación Estándar, A = Alfa de Crombach quitando el valor del ítem. F1 = Percepción de riesgos (28% de la varianza total explicada y alfa de 0,771), F2 = Percepción de Beneficios (18% de la varianza total explicada y alfa de 0,765), F3 = Intención de voto (14% de la varianza total explicada y alfa de 0,778). Todos los ítems se responden con cinco opciones de respuesta que van desde 0 = nada probable, 1 = muy poco probable, 2 = poco probable, 3 = moderadamente probable, 4 = muy probable y 5 = bastante probable.


Una vez establecidos los factores, se procedió a su contraste en un modelo correlacional y reflejante. La Figura 1 muestra que el factor de riesgos está más asociado a la intención de voto que la percepción de beneficios (0,546), aunque ésta también tiene una relación positiva y significativa (0,523).


Figura 1. Modelo estructural reflejante


Los parámetros de ajuste X2 = 124,35 (22gl) p = 0,006; GFI = 0,990; CFI = 0,995; RMSEA = 0,009sugieren la aceptación de la hipótesis nula la cual advierte la explicación teórica del fenómeno observado.

Discusión

El aporte del presente trabajo al estado del conocimiento estriba en el establecimiento de un modelo para el estudio de las políticas de cero emisiones respecto a la implementación de ciclovías y su orientación hacia la gobernanza del desarrollo humano, pero el tipo de selección de la muestra, la búsqueda en repositorios nacionales y la técnica de análisis limitan el modelo, por lo cual se requiere una selección informativa en repositorios internacionales con una técnica de análisis más sofisticada como la minería de datos.

Sin embargo, el tipo de estudio exploratorio, el tipo de selección muestral intencional y el tipo de análisis factorial de ejes principales con rotación promax limitan los resultados al contexto y a la muestra de estudio. Es menester llevar a cabo una extensión del estudio para el contraste del modelo y su ajuste a los datos empíricos observados en el contexto de la investigación. Se trata de una selección probabilística con un análisis de componentes principales con rotación variamax. Tal estrategia permitiría la inclusión de marcos teóricos, conceptuales y empíricos relativos al desarrollo local sustentable como la movilización social, la acción colectiva, las esferas civiles y las redes ciudadanas en conflicto y concertación con sus autoridades.  

Conclusión

El objetivo del presente trabajo ha sido establecer la confiabilidad y la validez de un instrumento que mide la percepción e intención de voto a favor de las políticas y candidatos que apoyen as estrategias de movilidad de cero emisiones con base en la implementación de las ciclovías. Los resultados muestran que los riesgos esperados tienen una mayor correlación con la intención de voto, pero no muy diferente a la incidencia de la percepción de beneficios.

Es decir, en el contexto de estudio, parece evidenciarse una peculiaridad no observada en otros escenarios como es el caso de la ambivalencia, la cual supone que el electorado está dividido en un grupo que apoya las estrategias de reducción de cero emisiones, pero coexiste con otro grupo que parece inconformarse con la proliferación de ciclistas y el abandono de la movilidad tradicional.

Agradecimientos

El proyecto fue financiado por la Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación tecnológica, IN305516.

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