Revista Nº26 "TEORÍA POÍTICA E HISTORIA"
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Resumen:

El redescubrimiento por los cubanos de Gramsci y otros pensadores marxistas marca una nueva etapa en las Ciencias Sociales del país. La debacle del denominado Socialismo Histórico, trajo consigo una crisis de paradigmas impactando la teoría e ideología revolucionaria, por lo que recurrir al conocimiento e interpretación de la obra gramsciana se convierte en una necesidad insoslayable para aquellos que pretendan erigirse en constructores de una sociedad anticapitalista. La producción de este político e intelectual   está especialmente vinculada a la reflexión sobre el poder que, para él se asocia a la construcción de subjetividad. En la Cuba de estos días constituye una prioridad apropiarse de su legado y adecuarlo creativamente a la actualización del modelo económico y social socialista, aprobado en el VI Congreso del Partido.

Palabras claves: Poder, hegemonía, sociedad anticapitalista, construcción de subjetividad.

 

ABSTRACT

Cubans have rediscovered Gramsci’s and others marxists’ thoughts and this results in a new era in national social sciences. The fall of Historical Socialism implied a paradigm crisis which affected revolutionary theory and ideology. Those who want to build an anti-capitalist society need to know and understand Gramsci’s theory which is deeply related to the reflection of power, understanding it as a construction of subjectivity. Nowadays in Cuba it is a priority to appropriate Gramsci’s work and adjust it in order to refresh social and economic socialist model, approved in VI Party Congress.

Key words: power- hegemony – anticapitalist society – building of subjectivity.

 

 

Un acercamiento preliminar a la concepción gramsciana del poder desde Cuba.

Autores: Lic. Yaimara Cao García ycg@espnl.co.cu

Escuela Superior del Partido Ñico López, La Habana, Cuba.

                Lic. Eddy Mac Donald Torres torres@uci.cu

Universidad de las Ciencias Informáticas, La Habana, Cuba.

 

Introducción

La idea de traer a Antonio Gramsci al horizonte de reflexión sobre el poder, válido para la Cuba de hoy, consiste en primer lugar, a la nueva táctica utilizada por Estados Unidos en sus relaciones con el país; donde no se renuncia a la vuelta al pasado Capitalista. En segundo orden, porque aunque traducir a Gramsci ha sido una tarea signada por toda una historia, donde no siempre fue comprendido el espíritu de la letra o el código comunicacional de este intelectual orgánico, siguiendo su propio lenguaje, resulta imprescindible su noción de cómo ejercer la hegemonía desde la cultura. Y en tercer término como coincidentemente señalaran el premio de Ciencias Sociales Fernando Martínez Heredia y el político e intelectual revolucionario Armando Hart Dávalos, se trata del más grande de los continuadores de Lenin.

Siguiendo la lógica de Marx en su obra cumbre: El Capital, existe una distinción entre el método investigativo y el expositivo. Lo interesante de esta disquisición teórica en cuanto a la dialéctica, que la hace diferente de la de Hegel, reside en que es superior porque como él mismo planteara: “es su antítesis directa”[1]. Coincidiendo con Marx, para comprender con justeza la magnitud de un pensador hay que entender la dinámica de las circunstancias históricas en que le corresponde vivir, así podrán juzgarse los aportes más que sus limitaciones. En palabras del revolucionario italiano, es necesario descubrir la época y las exigencias que ella describe. Este trabajo pretende aproximarse a la obra de Gramsci, en especial a aquella vinculada con las relaciones de poder en la construcción del Socialismo, asunto este fundamental para una Cuba en pleno proceso de transformaciones.

Desarrollo:

Gramsci nació en Cerdeña, el 22 de enero de 1891, en el seno de una familia modesta. Su padre había sido funcionario público y acusado por malversación va a prisión. Era el cuarto de siete hijos. Siendo un infante se le cae de los brazos a una sirvienta, provocándole una deformación física que lo acompañará toda su vida, razón por la cual se interesó desde pequeño por el mundo de la lectura, -según cuenta Fernando Martínez Heredia- su hermano mayor le ayuda a conseguir empleo fijo hasta que a los 20 años se gana una beca y logra estudiar Letras al norte de Italia, en una zona muy rural. Para ese entonces se interesa en los estudios de los grandes idiomas. 

El siglo XX etapa en la que le correspondió vivir a Gramsci, está matizado por dos grandes oleadas revolucionarias: La Revolución Socialista de Octubre en 1917, acontecimiento que le tocó bien de cerca -permitiéndole un año más tarde escribir Una Revolución contra el Capital de Marx-, y La Revolución Cubana de 1959, este último acontecimiento no alcanza a verlo pues muere en la cárcel el 27 de abril del año 1937. Sin embargo, los avatares en que se vio envuelta su vida en la infancia marcaron la talla del político y pensador en que se convirtió el líder del Partido Comunista Italiano.

El contexto en que se desarrolla Gramsci, está descrito por la I Guerra Mundial, el período de posguerra, auge y crisis del movimiento obrero, Revolución de Octubre como se ha señalado anteriormente, la Internacional Comunista, la lucha de clases, así como el nacimiento y ascenso del fascismo.  

La obra más importante de Gramsci, será producida en las condiciones del más cruel confinamiento. Se dice que condenado a que no pensara le hicieron recorrer varias cárceles italianas, sin embargo nada pudo contener su producción intelectual que luego se conoció bajo el nombre de Cuadernos de la cárcel, un total de 29 cuadernos en más de 3 mil páginas. Son fundamentales el 1, el 4, el 10 y el 11. A Gramsci le entregaban un cuaderno, cuando lo terminaba se lo revisaban y de pasar la censura le entregaban otro para que continuara. Por tal motivo, tiene que usar un lenguaje cifrado en su escritura, utilizando términos que encubrieran el tratamiento de temas que pudieran provocar se le retirara el privilegio de escribir.

Los temas abordan desde la cultura de la dominación en el Capitalismo, pasando por las complejidades de las concepciones del mundo de las personas que se consideran cultos y simples, el mundo de los grandes idiomas, críticas a la educación superior en Italia hasta cuestiones de teología.

Se refiere a conceptos como clases subalternas, para señalar a individuos o pueblo, intelectual orgánico donde incluye al activista político, para hablar de la naturaleza y función del Partido retoma un clásico del pensamiento político, El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo. Cuando apunta a Marx y a Engels habla “del uno y del otro”, para hacerlo de Lenin dice “Ilici”, en tanto para hacer alusión a la filosofía marxista dice “filosofía de la praxis”. No obstante, lo que más ha llegado a nuestros días son sus conceptos de sociedad civil y hegemonía, incluso hay un libro escrito por el filósofo cubano Jorge Luis Acanda González con esa misma denominación. Lo interesante aquí estriba en comprender que en la concepción gramsciana de sociedad civil, se encuentran además los aparatos ideológicos del Estado, entiéndase publicaciones o la escuela. De modo que no contrapone la sociedad civil al Estado sino que las contradicciones se hallan al interior de ella misma.

La elaboración gramsciana del concepto hegemonía se encuentra ligado al de sociedad civil y constituye   una nueva visión del poder. De un lado capta un interés político-práctico que remite a los mecanismos de conformación y consolidación de la dominación y por otro la estrategia a seguir por la revolución para subvertirlos. La Europa de su tiempo le hace reflexionar entorno al uso de dispositivos complejos de movilización ideológica, el constituirse el fascismo como un movimiento de masas, la utilización del poder carismático, la estetización de la política, la implementación de políticas sociales, la crítica al parlamentarismo liberal por su incapacidad de representar a las masas y la irracionalidad del sistema Capitalista es lo que lleva al autor italiano a plantearse lo político como un asunto que se mueve en el campo de lo espiritual aún cuando refleja las condiciones económicas históricamente determinadas.

Refiriéndose al pensamiento de Benedetto Croce plantea que “debe ser apreciado como valor instrumental y así puede decirse que ha llamado enérgicamente la atención sobre el estudio de los hechos de cultura y de pensamiento como elementos de dominio político, sobre la función de los grandes intelectuales en la vida de los Estados, sobre el momento de la hegemonía y del consenso como forma necesaria del bloque histórico concreto”[2].

Uno de los aportes de Gramsci a la teoría del Estado y el poder es su caracterización de la dominación en el Capitalismo que no se restringe a lo económico, es en primera instancia cultural, pues se trata ante todo de un fenómeno subjetivo. Por tanto, poder en Gramsci se conecta con la producción de subjetividad o cultura. Gramsci posee una gran preocupación y es el hecho de que el fascismo en Italia está ascendiendo y ha llegado a convertirse en un fenómeno de grandes masas ¿Cómo ha  sucedido esto? Esa será una interrogante difícil de despejar.

Para Néstor Kohan, el economista argentino, en su escrito Gramsci y Marx: hegemonía y poder en la teoría marxista planteaba acerca de las aristas en que el político italiano, de algún modo enriquece a Marx: “Él vio la dimensión del consenso, la necesidad del diálogo, el desafío de la gobernabilidad y la importancia del Parlamento. Ese fue su gran aporte, no gracias a su marxismo sino a pesar de él”[3].

Según criterios de otros autores lo que hace a Gramsci paradigmático es la manera en que se combinan indisolublemente el filósofo y el político. Dando crédito a lo anterior, al decir del profesor Jorge Luis Acanda González en un texto breve: La contemporaneidad de Antonio Gramsci, es un descubrimiento cómo  piensa su teoría en tanto líder político, y en el contexto concreto de su actividad política.

Así se puede encontrar en el análisis que hace Alberto Nogueras Fernández en su artículo: La teoría del Estado y del poder en Antonio Gramsci: claves para descifrar la dicotomía dominación-liberación, una interpretación descosificada de la realidad sobre la que teoriza el líder italiano, cuando asevera: “Lo que Gramsci retoma es el valor de los hechos culturales como conformadores del hombre en la creación de su propia historia”[4].

Asimismo, aludiendo al realismo que debe inspirar la política hablaba del pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Sin duda, fiel reflejo de sus preocupaciones   como sujeto al que le tocó vivir el ascenso del fascismo como ya se ha mencionado. Por eso desarrolla la teoría del Estado y la revolución de acuerdo a las nuevas exigencias. En el político revolucionario se pueden encontrar desarrollos acerca de la idea de la democracia progresista base para el Socialismo que se da hoy, al interior de las democracias constitucionales, a través de reformas estructurales profundas. 

De acuerdo al profesor Carlos Nelson Coutinho existe en Gramsci una preocupación acerca de la política y el poder desde la ejecución práctica de esta y que es clasificada por este en dos categorías, la primera de ellas la presenta como ´´pequeña política´´, es decir, la praxis a corto plazo y enfocada en las cuestiones administrativas y donde las corrientes políticas se alternan entre los de centro izquierda y centro derecha. De otro lado se encuentra lo que ha denominado como ´´Gran Política´´, a la que le atribuye un papel diferente, totalmente opuesto a la anterior definición al plantear que los practicantes de esta forma de hacer política buscan cambios profundos, estructurales con la participación protagónica de las masas. Para la realidad de hoy es un tema prioritario la ejecución de la política en esta última dimensión, máxime cuando con los cambios producidos en la estructura socioclasista en Cuba pudieran influenciar hacia la regresión socioeconómica de antaño.

 

Cabría entonces exponer sintéticamente lo que podría entenderse por poder. Para el sociólogo alemán, Max Weber, poder guarda relación con autoridad, pero esa autoridad puede ser ganada a fuerza del ejemplo personal y por tanto a través de la persuasión o a través de la violencia que es igual a coerción. Aquí entonces se presenta poder como capacidad de hacer alguna cosa y como sinónimo de persuasión. Para otros autores como Jorge Luis Acanda poder está asociado con la capacidad que tienen unos grupos sociales de estructurar a otros. Esta última idea está muy anclada a la reflexión gramsciana de poder donde la clase dirigente ejerce su hegemonía sobre las clases subalternas; como refieren D. Grissoni y R. Magiori en Leer a Gramsci: “(…) no con la mera intensión de preservar, defender y consolidar sus intereses económico-políticos, sino también para elaborar una acción educativa de conformidad del conjunto del cuerpo social, de manera que los objetivos e intereses de la clase dominante aparezcan como datos y valores universales”.[5]

Tanto para Marx, Gramsci o Foucault las relaciones de poder tienen un carácter fundante, pues la sociedad se construye desde determinadas relaciones de poder. Estas pueden ser entendidas como la capacidad que tiene un grupo social de producirse  a sí mismo, por tanto de no ser producido por otro y de hacer que sus intereses sean vistos como el interés general[6]. Podría afirmarse que se está siempre ante una relación de poder frente al otro u otra, desde los macropoderes hasta los micropoderes que se ejercen en la vida cotidiana, donde se crea sentido común.

Gramsci se refiere al sentido común que describe como conciencia cotidiana, es decir, la filosofía de los no filósofos, como un instrumento de dominación de clase, de ahí su planteamiento: “Un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente ya antes de conquistar el poder gubernativo; luego, cuando ejerce el poder y aunque lo tenga firmemente en las manos, se hace dominante pero tiene que seguir siendo también dirigente. (...) debe haber una actividad hegemónica incluso antes de llegar al poder, no se tiene que contar sólo con la fuerza material que da el poder para ejercer una dirección eficaz”[7].

A propósito de la cita anterior, se deduce para la época actual, que el poder popular debe ejercerse aún cuando no se está en el gobierno, debe presionarse en función de las reivindicaciones como clase explotada, no obstante cuando se conquiste el poder político, aquel que permite acceder a la toma de decisiones, entonces tiene que ser este un ejercicio democrático, participativo, con los obreros, campesinos y otros grupos sociales como actores protagónicos de la sociedad y como sempiternos portadores de iniciativas públicas.

Por otro lado en palabras de Gramsci: “toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas”[8], lo que indica una profunda preocupación sobre el papel del arte, la educación y los intelectuales en la configuración de un imaginario social y de construcciones ideopolíticas previas a un estado de cosas que favorezcan un estallido popular con la finalidad de subvertir el orden imperante. Ese principio de acuerdo a Gramsci es condición sine qua non. 

Lo que debe  existir en la nueva sociedad son relaciones de dirección, concepto este que rebasa en su más amplio sentido, la noción de un poder lejos del autoritarismo y legitimado por la fuerza  moral. En tal sentido pudiera servir de referente teórico este concepto para ampliar el de poder popular como poder del pueblo, mandante de la nación.

En una de sus connotadas obras, Los cuadernos de la cárcel,  Gramsci de acuerdo al profesor Carlos Cruz de la Universidad de Buenos Aires, se ocupa entre otras cuestiones, de desarrollar sus conceptos acerca de lo que entendía por hegemonía y bloque hegemónico[9].

En medio de sus reflexiones en torno del ejercicio del poder en el modo de producción capitalista, señala que la supremacía de un grupo social no puede sustentarse sólo en el dominio de los aparatos represivos del Estado; sino que también es necesaria la dirección intelectual y moral de la sociedad, o sea: la hegemonía cultural que esa dirigencia logra ejercer sobre las clases subordinadas a través del control de los medios de comunicación, del sistema educativo y de la prédica de las organizaciones religiosas. A estos efectos, el sector social dominante promueve la formación de intelectuales orgánicos y se sirve de los mismos para imponer su concepción del mundo e incidir sobre el modo de pensar de los dominados a los efectos de que estos vivan su sometimiento y la supremacía de aquellos como algo natural. Todo ello, según el filósofo, conduce a conformar un bloque hegemónico que amalgama a todas las clases sociales en torno de un proyecto de la burguesía, hasta que, en medio de una lucha de posiciones e iniciativas políticas transformadoras, se arriba a un período de crisis en el cual aquellos sectores dominantes ya no logran resolver los problemas colectivos y mantener su concepción del mundo, para dar paso entonces a que las clases subalternas puedan crear su propio bloque hegemónico.

Coincidiendo con Oscar Ariel Cabezas, Gramsci fue sin duda un militante ejemplar del Partido Comunista Italiano, sin embargo, la singularidad de su teoría de la hegemonía está ligada a lo que podríamos llamar un “afuera crítico” a la estructura ideológica de control de los partidos comunistas.[10]  Este interesante término que maneja Cabezas se refiere a la independencia de la forma de pensar y actuar de hombres como Gramsci a lo que se imponía desde los centros de poder de la izquierda mundial, una de las características indispensables para materializar un sueño como el de la justicia para todos.

 

Conclusiones:

Las ideas de Gramsci son amplios caminos que, en términos de Jean Paul Sartre –al mantenerse muchas de las situaciones estructurales que componían el fondo del mundo en que vivió–, nos sirven a la luz de estos tiempos para entender, entre otros aspectos; la incidencia del poder económico concentrado sobre los medios de comunicación masiva y la educación, simultáneamente en que permite confirmar, una vez más, el esfuerzo de los intelectuales orgánicos del gran capital para brindar una visión sesgada del mundo en su empeño por construir subjetividades acríticas y dóciles.

En la interpretación de la obra del pensador y político italiano el filósofo cubano Jorge Luis Acanda, clarifica el concepto de intelectual orgánico para Gramsci y cómo este se inserta en las realidades de hoy: “…No hay cabida para contraposiciones entre políticos e intelectuales entre ejecutantes y pensadores.”[11] De ahí que para el comunista europeo, el partido es el gran intelectual colectivo, definición demostrativa de su genuina concepción de este órgano político no sólo como centro de la dictadura del proletariado sino como centro rector de transformación cultural de la sociedad, lectura que sin margen a dudas debe premiar los esfuerzos futuros y las proyecciones del Partido Comunista de Cuba en medio de las necesarias transformaciones socioeconómicas que se viven en la nación.       

Constituye por tanto un deber ineludible tanto para la academia como para los políticos cubanos ocuparse de estas realidades desde la más profunda y sincera reflexión, teniendo presente a la sociedad en su totalidad y en sus partes, ejercicio ecuménico insoslayable para alcanzar las metas y aspiraciones basadas en un ejercicio del poder legítimo, aceptado y enriquecido, especialmente cuando han cambiado para siempre las condiciones que dieron origen a la Revolución Social encabezada por los fundadores del proyecto-nación iniciado en 1959. Volver a Gramsci, es no sólo un asunto de estudiosos, sino de todos los que apoyen un sistema más democrático, plural e inclusivo.      

Bibliografía:

Acanda, Jorge Luis. Material audiovisual. Mesa de último jueves de la revista cubana Temas. 2012.

Gramsci, Antonio (1984a). Cuadernos de la cárcel. Edición crítica a cargo de Valentino Gerratana, Tomo 4. México: Ediciones Era.

Gramsci, Antonio (1984b). Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión.

Gramsci, Antonio (1987). La alternativa pedagógica. México: Fontamara.

Gramsci, Antonio (1988). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión.

Gramsci, Antonio (1998). Escritos Políticos. México: Siglo XXI Editores.

Gramsci, Antonio (2004). Antología. Edición a cargo de Manuel Sacristán. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

 Marx, Carlos.  El Capital, Prólogos, Tomo I, Editorial Siglo XXI.

http://dx.doi.org/10.5209/rev_NOMA.2011.v 29.n1.26799 > [Consulta: 25 de mayo de  2015]  

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-238854-2014-01-31.html > [Consulta: 11 de septiembre de  2015]  

http://eldesconcierto.cl/en-su-natalicio-antonio-gramsci-la-voluntad-de-pensar/> [Consulta: 11 de septiembre de  2015]  

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158754 > [Consulta: 11 de septiembre de  2015]  



[1]              Marx, Carlos.  El Capital, Prólogos, Tomo I, Editorial Siglo XXI, Pág. 11. Siglo XXI Editores

[2]              Gramsci, Antonio. Cuadernos de la cárcel. Tomo 4, Edición crítica del instituto Gramsci, Pág. 116.

[3]              [3]Kohan, Néstor. Gramsci y Marx: hegemonía y poder en la teoría marxista. Universidad de Buenos Aires, Pág. 1.

 

[4]          Nogueras Fernández, Alberto. La teoría del Estado y del poder en Antonio Gramsci: claves para descifrar la dicotomía dominación-liberación.  Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas [En línea] < http://dx.doi.org/10.5209/rev_NOMA.2011.v 29.n1.26799 > [Consulta: 25 de mayo de  2015]  

[5]           Ibidem  Pág. 7.

[6]              Acanda, Jorge Luis. Material audiovisual. Mesa de último jueves de la revista cubana Temas. 2012.

[7]              Gramsci, A. Antología. Ed. Siglo XXI.México. 1977. Pág. 486.

[8]                            Ibídem  Pág 16

[9]              Artículo publicado en el diario Página 12 de Argentina, el 31 de Enero de 2014 a propósito de celebrarse el 123 aniversario del natalicio de Antonio Gramsci. 

[10]          En su natalicio: Antonio Gramsci, la voluntad de pensar,  artículo publicado en el sitio web El desconcierto de Chile el 22 de Enero de 2014.

[11]          Acanda, Jorge Luis. La contemporaneidad de Antonio Gramsci, La Habana,1991, Págs. 22 y 23.