Revista Nº18 " SOCIOLOGIA POLITICA"
Documento sin título

 

 

RESUMEN: Este artículo trata sobre el impacto que tienen las TIC en la esfera política al introducir nuevas formas de comportamiento político colectivo e incentivar nuevos modelos de organización, impulsando así el activismo online y offline de la ciudadanía. Se cuestiona un nuevo cambio de paradigma en el terreno del poder y se abre una incógnita sobre nuevos modelos de organización política. El comportamiento político, entendido como todo aquel movimiento politizado que tiene la intención de influir en la vida pública y generar debate social, se está aprovechando de las sinergias que ofrece el uso intensivo de las TIC y está originando un brote esperanzador en una ciudadanía cada vez más desencantada con la clase política. Las características en que se organiza una red aplicada a una nueva forma de entender la política, puede ser el origen de  una nueva forma de organización social más democrática y horizontal.

PALABRAS  CLAVE: TIC, Comportamiento político, Redes Sociales, Ciberespacio, Poder, Movimientos Sociales, Medios de Comunicación.

 

ABSTRACT: This article is about the impact TIC have on politics by introducing new political collective behavior and stimulating new organization models. In this way online and offline citizen’s activity are encouraged. The irruption of TIC forces a new paradigm and opens new questions about models of political organization.  Political behavior has been always seen as politicized movement that aims to influence on public life and now is profiting from synergy that results of the intensive usage of TIC generating as well a hopeful feeling within a disappointed citizenship. The features that assumed a net which is applied to a new way to understand politics can give birth to a new social organization more democratic and horizontal.

 

 KEY WORDS: TIC, political behavior, social nets, cyberspace, power, social movements, media communication

 

TIC & COMPORTAMIENTO POLÍTICO: LA VISIBILIDAD DEL PODER DISTRIBUIDO

 

José Gutiérrez Salinas
jgutis@uoc.edu

Licenciado en sociología (Universidad Autónoma de Barcelona). Máster en Sociedad de la Información y Conocimiento (Universitat Oberta de Catalunya)

 

 

LA POLITICA EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

 

 

"...Ocurrió cuando nadie lo esperaba. En un mundo presa de la crisis económica, el cinismo político, la vaciedad cultural y la desesperanza, simplemente ocurrió. Conectadas a través de las redes sociales de Internet, las personas empezaron a agruparse en esos espacios de autonomía y, desde la seguridad del ciberespacio, pasaron a ocupar las calles y a elaborar proyectos ligados a sus verdaderas preocupaciones, por encima de las ideologías y de los intereses dominantes, reclamando su derecho a hacer historia. En todos los casos ignoraron a los partidos políticos, desconfiaron de los medios de comunicación, no reconocieron ningún liderazgo y rechazaron toda organización formal, debatiendo colectivamente y tomando sus decisiones en asambleas locales y a través de Internet. Desde Túnez e Islandia hasta la revolución egipcia y el movimiento Ocupar Wall Street, pasando por los indignados en España..."

"Redes de Indignación y Esperanza"

(Castells, 2012)

 

 

La política no escapa al gran impacto que está causando las TIC en la esfera social, económica y cultural de cada sociedad. Si bien se está llegando a replantear algo tan importante como el sistema educativo, cambiando dinámicas en el mercado laboral y reconfigurando una nueva manera de consumir la cultura, sería ingenuo pensar que la política permanecería impermeable ante el efecto de las nuevas tecnologías. En todas las esferas mencionadas, el gran cambio que se está produciendo no es tanto de contenido como de forma, es decir, podemos aprender la misma fórmula matemática tanto en un aula física como en un aula virtual, no obstante, estaremos de acuerdo en que hay una gran diferencia entre asistir a una clase en un espacio-tiempo determinado que hacerlo a través de Internet. Todos conocemos los tipos de comportamiento político que se han producido tradicionalmente: multitudes de personas han mostrado su desacuerdo o apoyo ante una determinada causa mediante manifestaciones, millones de votantes han participado en unas elecciones, asistencia masiva a mítines, uso de la desobediencia civil o  indignación generalizada ante una política aprobada mediante un decreto ley por el partido político que ostentaba el poder. Estas formas tradicionales de comportamiento político adquieren mucha más relevancia desde la incorporación de las TIC en nuestra vida cotidiana. Antes, una conversación sobre la adecuación de dos candidatos a presidir la gobernabilidad de un país se quedaba en la barra de un bar o en el banco de una plaza, hoy puede ser Trending Topic en Twitter en cuestión de horas. Una simple persona con un Smartphone puede colgar en Youtube y difundir cargas policiales que los grandes medios de comunicación con intereses partidistas se hubieran encargado de silenciar al día siguiente de producirse. Observamos como en varías redes sociales se discute y se analiza cada día las diferentes noticias que nos va dejando la actualidad y como una noticia impactante o una injusticia social se difunde mediante la red con una repercusión inimaginable años atrás, ya que lo hace a tiempo real y a escala planetaria. La intención de este artículo consiste en analizar y dotar de un marco teórico adecuado a todas estas transformaciones que se están produciendo con el uso intensivo de las TIC de la  ciudadanía en el terreno político.

 

 

CIBERPOLÍTICA

 

A parte de proporcionar infraestructura y uso administrativo, la red sirve como modelo organizativo en el que fijarse para construir una nueva forma de hacer y entender la política. A través de flujos de información distribuidos por la red, los ciudadanos se están dando cuenta que los problemas concretos que afectan a su localidad son exactamente los mismos que afectan a otras personas que viven a miles de kilómetros. Estas problemáticas comunes se discuten y se analizan en el ciberespacio mientras paralelamente se va creando un tejido internacional de miles de personas dispuestas a colaborar entre ellas. Lo cierto que esta producción, difusión y continuo debate del conocimiento generado se produce gracias a lo que Pierre Lévy (citado por Sampredro y Haro, 2011) ha llamado inteligencia colectiva. Se empiezan a intuir nuevas formas de organización política similares a cómo están interconectados los nodos en una red, incorporando así una estructura descentralizada, adaptable, flexible y horizontal (Castells, 2006). Cualquier ciudadano que actúe de la misma forma en que lo hace un nodo, puede ser emisor y receptor de información al mismo tiempo, sin tener que pasar por un nodo central. Por este motivo las redes son tan difíciles de atacar porque aunque algunos nodos queden deshabilitados eso no afecta al flujo de datos que se mueve a través de la red. De esta manera, el poder y la distribución de la información se democratiza y se descentraliza. Esta coordinación descentralizada se aleja totalmente de un modelo vertical y rígido, al no tener un centro de referencia puesto que todos los nodos representan ‘ese’ centro, se garantiza un proceso de democracia directa con la particularidad de que en caso de que algún nodo sea destruido carezca de importancia, pues la información va a seguir circulando mediante flujos constantes. Estas mismas características también las podemos encontrar en la ética hacker (Himanen, 2006), donde a la producción de una  libre información se le presupone un alto grado de cooperación y una coordinación descentralizada debido a su posicionamiento ideológico que consiste en garantizar el acceso libre a la información a todas las personas que quieran acceder a la misma y defender la necesidad de dejar el código fuente de los programas abierto. No obstante, este tipo de organización está limitado a la propia conectividad, es decir, la gente que no esté conectada a Internet no tendrá acceso a este intercambio de información por  lo que la brecha digital limita este tipo participación online. Tampoco el hecho de estar conectado garantiza la participación política y activismo ciudadano tal como sugiere Castells (2006), pues tener las herramientas no hace necesariamente despertar la inquietud política ni el interés social para que la participación ciudadana aumente. Leyendo comentarios en la edición digital de los diarios de personas que probablemente tengan portátiles, ordenadores de mesa, Ipad’s, Tablets, Smartphones y todo tipo de nanotecnología, se puede observar que reproducen por sistema el titular y el discurso de los medios de comunicación hegemónicos, sin antes contrastar la información o investigar qué intereses económicos hay detrás del medio de comunicación que ha difundido la noticia, desaprovechando así un recurso que antes no tenían y que ahora está  disponible en la red[1]. Por lo tanto,  no se puede asegurar que mediante estas redes horizontales de comunicación las personas que antes habían sido actores pasivos y meros espectadores de lo que ocurre en la escena social ahora se conviertan en enérgicos activistas (Sampredro y Haro, 2011). Se aprecian ciertas diferencias en los tipos de movimientos y comportamientos políticos online, mientras que  las cibermultitudes ‘nacen’ en la Red pero tienen incidencia física en los lugares públicos, para las multitudes virtuales (Sampedro, 2011) su campo de acción es tan sólo la red. Es decir, el primer término tendría un espacio de acción tanto online como offline mientras que el segundo tan sólo lo tendría online. Sin embargo, esta clasificación necesita de matices. El movimiento 15M o el PAH, han materializado propuestas forjadas en la red en lugares físicos con resultados muy notorios, quizás el más representativo consista en paralizar los desahucios y ser capaces de remover conciencias gracias a organizarse a través de la red -paso previo- antes de sus actuaciones de desobediencia civil y de justicia social. Las ciberacciones que realiza el grupo Anonymous tienen una incidencia física a pesar de que se realiza a través de la red, puede dejar inoperativa una web institucional, con los problemas que supone no poder acceder a una base de datos oficial y estatal. Sin embargo, hay un tipo de pseudomovimiento que intenta realizar reivindicaciones y luchas de justicia social a través de un simple ‘click’ (Rivero, 2012). No negaremos que también pueden tener impacto real pero el activismo y la movilización ciudadana  al que se referían los autores citados anteriormente no se construye a través de un simple movimiento de ratón, por muy romántica que sea la  idea de que así se esté cambiando el mundo, sino que necesita de un análisis más elaborado y un tiempo de maduración para que resulte consistente y se convierta en una dinámica social. Si bien es cierto que la web Change.org[2] ha pasado de 1 millón a 20 millones de usuarios en dos años, no quiere decir que estos 20 millones de personas estén movilizadas, activas o pertenezcan a nuevos movimientos sociales. 

 

Uno de los grandes éxitos del uso intensivo de las TIC para las nuevos movimientos sociales y el comportamiento político online es que, poco a poco y debido al mayor número de personas conectadas a estas dinámicas de transferencias de flujos de información, han conseguido generar temas de debate decidiendo qué tema es importante y qué tema no lo es o qué noticia ha pasado desapercibida por los grandes medios de comunicación tradicionales recuperándola para la agenda publica[3]  a través de las redes sociales. Aquí radica el excesivo interés de los grandes partidos políticos por controlar los medios de comunicación. Por lo tanto, se puede afirmar que las TIC están ayudando a desarrollar mecanismos de contrapoder antes inexistentes, minoritarios o silenciados mediante cualquier tipo de represión[4]. A la vez, se está produciendo un cambio en las relaciones de poder  relacionado con la pérdida de control en todas las esferas, entre las que se encuentra la mediática, por parte de los Estados Nación. Grupos considerados como marginales encuentran en las ciudades globales (Sassen, 2007) un marco cívico y político en el que poder conectarse a otras redes globales para circular información. Si bien las TIC tiene un peso incuestionable, no hay que olvidar el continuo deterioro de la política institucional y partidos políticos  oficiales están sufriendo, produciéndose así un proceso acelerado de deslegitimación. Miles de actores locales se articulan globalmente para intentar crear una nueva esfera pública que tenga un poder real frente al poder institucional, que cada vez tiene que prestar más atención a las demandas que se articulan a través de la red al comprobar cómo su mensaje unidireccional ya no es suficiente para contentar a una población cada vez más crítica. Las redes auto-generadas se convierten en un modelo a seguir o en un referente político para la creación de una sociedad más democrática y horizontal a nivel global (Jeffrey, 2004). Es curioso como Alberto Garzón Espinosa, actual diputado de Izquierda Unida para Málaga, era y es miembro de  ATTAC [5], antes de llegar a entrar en la política ‘oficial’, evidenciando así  la influencia real y no sólo simbólica que adquiere este tipo de movimientos transformadores en la sociedad actual.  ¿Se hubiera sentado a declarar en la Audiencia Nacional Rodrigo Rato por el caso Bankia sin la presión de las redes sociales y la iniciativa ciudadana #15MpaRato?

 Las redes sociales permiten una mayor visibilidad y un acceso más igualitario y democrático a los grupos no mayoritarios. La identidad es también un factor externo al individuo, grupo o institución, que necesita un reconocimiento externo para reafirmar su propia identidad. Lo mismo ocurre con el poder. La cada vez más unánime aceptación de la importancia e influencia de  las redes sociales en los medios oficiales (tv, radio..) es un hecho que se traduce en la concesión de espacios dedicados a las redes dentro de sus mismos programas (al estilo 'veamos lo que dicen en Twitter') y haciendo un análisis de lo que sucede en lo virtual para contrastar, reafirmar o dar veracidad de lo que ocurre a pie de calle. Con estas acciones le están otorgando legitimidad informativa a las redes sociales, las cuales al principio desprestigiaban, infantilizaban o ninguneaban.

 Las  TIC habilitan un nuevo formato más abierto, mayoritario y que escapa al control del poder gubernamental, escalando un problema local instantáneamente al ámbito global que nos proporciona la red. La actual crisis en la que está sumergido el planeta puede ser el caldo de cultivo para que, gracias al uso intensivo de las TIC, pueda producirse un cambio real en las estructuras y modelos organizativos de poder.  La estructura en red puede potenciar la voz de los ciudadanos, la interactividad puede fomentar la participación para dar un nuevo sentido al comportamiento político, el anonimato desde un espacio virtual y fuera del control institucional puede generar más participación, la proliferación de ideas, alternativas y acciones pueden reactivar a la ciudadanía y convertirla en un importante agente de cambio social. Estas características y este cambio, tanto cualitativo como cuantitativo, sí que está generando nuevas formas de comportamiento político ya que en estas características es donde radica su potencialidad. No obstante, estas tecnologías son meras herramientas que por sus características nos facilitan un ‘medio para’, no una finalidad en sí mismas. Las limitaciones de las TIC vendrán dadas por los usos que las personas hagan de las mismas. Desde un punto de vista operativo,  una votación masiva digital es totalmente factible, no hay ningún impedimento tecnológico, se dispone de infraestructura técnica y de una velocidad en el ancho de banda para llevar a cabo esta acción, sin embargo bien es cierto de que no toda la población con derecho a voto tiene acceso a este recurso o, si lo tiene, prefiera ir físicamente al colegio electoral a votar porque tenga más confianza para realizar esta acción en persona que online[6].

 

 

HACIA UNA NUEVA DEMOCRACIA

 

Es lógico suponer que si las grandes empresas multinacionales aprovechan las posibilidades de operar en tiempo real y a escala planetaria mediante transacciones comerciales y financieras, los movimientos sociales también vayan a aprovechar las sinergias que ofrecen las TIC al ser utilizadas para compartir información o para elaborar estrategias. Las redes sociales han generado un nuevo tipo de comportamiento político sin una afiliación normalizada donde su rasgo distintivo reside en la organización, coordinación y actuación a través de una red descentralizada, horizontal y flexible. Esta horizontalidad es la que otorga un grado más democrático al uso intensivo de las TIC en el ámbito político. Más allá de su dimensión tecnológica, la red traslada a la esfera política un modelo cultural y una nueva filosófica basada en la comunidad, a la vez que los lugares físicos se complementan y se interconectan con los flujos de información disponibles en la red. Si bien es cierto que la red pone a nuestro alcance toda la información con un simple click de ratón, también nos exige una iniciativa y un interés por nuestra parte ya que tener la herramienta a nuestra disposición no nos hace más activos a nivel político. Por lo tanto, no es que las nuevas generaciones estén más comprometidas o sean más sensibles a causas sociales por el hecho de utilizar la red, más bien las personas con estas inquietudes sociales usan la red, conscientes de que es la mejor manera de manifestar o difundir sus quejas, alternativas o demandas.

 

A pesar de la dificultad de controlar la información que se mueve a través de la red, habrá que ver qué nuevos mecanismos de control[7] implementan los gobiernos para vigilar[8] a la ciudadanía y qué tipo de alianzas establecen entre las grandes industrias tecnológicas como Apple, Twitter, Microsoft, Google o Facebook. Aún así, la ciudadanía ha tomado conciencia del poder de movilización y repercusión que están consiguiendo a través del activismo gestionado a través de las TIC. Casos paradigmáticos como La Primavera Árabe vaticinan una nueva era revolucionaria y un cambio de valores que puede desembocar y está desembocando en una pérdida constante de legitimidad de los partidos políticos tradicionales y en un traspaso de poderes hacia otros organismos y formaciones políticas mucho más horizontales y democráticas. La interacción de procesos y movimientos en todo el mundo están cambiando el concepto de democracia y de comportamiento político a unos niveles que  pueden desembocar en una desobediencia civil sin precedentes históricos si no se produce un cambio sustancial en las instituciones políticas.

 

Bibliografía

 

Aguilar, S. Movimientos sociales y cambio social: ¿Una lógica o varias lógicas de acción colectiva? Revista Internacional de Sociología.  2001. nº 30 , 29-62.

Castells, M. (Ed.) La Sociedad Red: Una visión global: 415-439. Alianza Editorial, Madrid. 2006

Castells, M. “Communication, Power and Counter-power in Network Society”, a: International Journal of Communication, 1 (2007), pp. 238-266.

 

Castells, M.  Redes de Indignación y Esperanza. Alianza Editorial, Madrid. 2012

 

Haro, C.; Sampedro, V. F. "Activismo político en Red:del Movimiento por la Vivienda Digna al 15M", a: Revista Teknokultura, (2011) 8, 2, pp. 167-185.

 

Himanen, P. "La ética hacker como cultura de la era de la información", en: Castells, M. (2006). La sociedad Red: una visión global. Alianza Editorial, Madrid, pp. 505-518.

 

Juris, J. S. "Movimiento sociales en red: movimientos globales por una justicia global", en: Castells, M. (2006). La sociedad Red: una visión global. Alianza Editorial, Madrid, pp. 415.439.

 

Rivero, P. El portal web ACTUABLE y el (no) movimiento social de los ‘clickeros’” [en línea] En Rebelion [consulta: 19 de diciembre 2012]. Disponible en

< http://www.rebelion.org/noticia.php?id=149625 >

 

Sassen, S. Una Sociología De La Globalización. Katz Editores Spain, 2007

 



[1] No me refiero a la flagrante falta de ética periodística del diario La Razón sino al reiterado sesgo ideológico del grupo PRISA a la otra de tratar las noticias relacionadas con la gestión de ciertos Gobiernos.

[3] Felip Puig, conseller d'Interior de la Generalitat de Catalunya hasta finales de diciembre 2012, ha tenido verdaderos quebraderos de cabeza para intentar justificar las cargas policías que sin las pruebas empíricas que han proporcionado las TIC no hubieran tenido eco en las noticias de los medios de comunicación hegemónicos.

[4]  Difícil tarea en la actualidad pues el anonimato de la red y la el movimiento de la información a través de nodos hace que los datos que circulan en la red sean prácticamente incontrolables por parte de cualquier Estado que quiera hacerlo.

[5] Movimiento Internacional para el Control Democrático de los Mercados Financieros

[6] A título personal, me resulta curioso ver como cada vez más los partidos políticos empiezan a utilizar las redes sociales para difundir sus mensajes electorales pero sin embargo no animan encarecidamente a los ciudadanos para que utilicen el voto electrónico en lugar del tradicional con las ventajas de tiempo y dinero que supondría votar por internet aparte de desarrollar una nueva cultura política.

[7]  Desde junio del 2012 la resistencia pacífica se la considera un delito es España según la Reforma Penal del Partido Popular.

[8]  En Beijing (China) el gobierno obliga a los usuarios de internet a registrar sus nombres verdaderos.