Revista Nº18 " INSTITUCIONES Y PROCESOS GUBERNAMENTALES"
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Resumen

En el presente trabajo se describirá el escenario destituyente durante la presidencia de Fernando De la Rúa, como así también la gran incapacidad hubo de su parte por evitar el desenlace desesperante para todo el pueblo argentino en los dramáticos hechos de 2001.

 

 

Abstract

This work describes the singular scenario within the ex – president, Fernando De la Rúa, resigned the presidency. In spite of the hostile context, the ex – president was also unable to avoid the distressing end for all argentine people in 2001.

 

                            

“De la ilusión a la desinstitucionalización Gobierno de Fernando de la Rúa 1999-2001”

Por: Carlota Anoni[1]

 

“Seré el médico, seré el maestro, seré el que dé trabajo a cada argentino”.

(Fernando de la Rúa, campaña presidencial)                                                                    

Introducción

     La importancia del presente trabajo radica en el debate sobre la crisis institucional que sufrió nuestro país en aquel aciago 2001, que traería consecuencias nefastas en materia económica, social y política.

El estudio sobre el gobierno del ex presidente Fernando De la Rúa, es fundamental para comprender los cambios políticos que sufriría el país, como así también los problemas de autoridad y liderazgo que pueden existir en el régimen presidencialista en la Republica Argentina.

 

El presente trabajo pretende analizar el gobierno de Fernando De la Rúa (10 de diciembre 1999 - 20 de diciembre 2001), sus capacidades de liderazgo o falta de las mismas. Analizar la situación del país durante su gestión y sus implicancias en la crisis económica, social y política del 2001. Así también dará cuenta de la fragmentación partidaria, para luego concluir si esto tuvo o no ingerencia en los acontecimientos de “la crisis de diciembre del 2001”.

Si bien la Alianza, desde el punto de vista institucional obtuvo una importante victoria en las elecciones presidenciales, esto no se dio de igual caso en las legislativas de 1999. La oposición, el Partido Justicialista, ganó en las principales provincias y municipios. De está manera se estaba ante un gobierno dividido o semidividido – definición sartoriana-, con un Poder Ejecutivo encabezado por un líder político que si bien tenia una larga trayectoria en la militancia de la Unión Cívica Radical y experiencia ejecutiva, la misma no tuvo su consagración como un auténtico líder partidario.

Uno de los principales objetivos del gobierno de De La Rúa era la formación y la consolidación de coaliciones partidarias, tal es el caso del propio partido (Alianza) y la incorporación de Domingo Cavallo como Ministro de Economía (lo había sido durante el gobierno de Menem), pero dichas iniciativas muchas de las veces se encontraron con obstáculos e impedimentos.  En algunos casos se podría establecer que se dio por la falta de criterio del Ejecutivo y su “incapacidad o capacidad” para tomar medidas poco afortunadas, que derivó en la renuncia de miembros del mismo gobierno, como fue el caso del Vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez.

Por otro lado, se podría plantear que la oposición nunca tuvo intentos reales por llevar a cabo un gobierno de coalición y se preocupo por mantenerse en ese sector de la discordia. Esto también es una muestra de la falta de iniciativa política del entonces mandatario para lograr un real gobierno de coalición.

Planteado lo anterior, junto con las malas medidas tomadas en torno a lo económico, su imagen política deteriorada y la creciente debilidad institucional hicieron que el estallido social, económico y político del país a fines del 2001 se hiciera inevitable.

¿La crisis institucional del 2001 podría haberse evitado si las alianzas partidarias se hubieran respetado como reglas de juego a seguir? Esta pregunta temática nos derivaría a la siguiente hipótesis de trabajo:

“Junto con la coyuntura social económica y política de la Argentina durante los últimos años de la década de los 90 y los primeros años del nuevo milenio, se podría establecer que la falta de liderazgo del presidente Fernando De la Rúa, y su incapacidad tanto para liderar su propio partido como consolidar su alianza de gobierno, para así lograr apoyo político que conduzca a una administración eficaz, fue fundamental para el desenlace de la crisis institucional, económica, social y política del 2001”

 

Para trazar el contexto histórico que precedió al gobierno de Fernando De la Rúa, utilizaremos un trabajo de Pablo Gerchunoff y Juan Carlos Torre. Esta publicación nos permitirá tener una visión sobre las medidas económicas y políticas adoptadas durante la década menemista.

Por otro lado esta investigación se servirá de trabajos como el de Santiago Leiras, cuya publicación nos dará una aproximación a la coyuntura institucional durante el gobierno de Fernando De la Rúa. Dichas publicaciones serán profundizadas a partir de diarios y revistas de la época.

Contexto Histórico

Fernando De la Rúa asumió como presidente de la República Argentina el 10 de diciembre de 1999, así se rompería con una década ininterrumpida de gobierno justicialista.

Durante los 10 años de gobierno menemista, las reformas del Estado y las reformas económicas neoliberales (flexibilización laboral, liberalización económica, privatizaciones y convertibilidad) llevadas a cabo para hacer frente al gran fantasma de la hiperinflación y la inestabilidad política y económica fueron aceptadas por gran parte de los actores, tanto económicos como políticos, instalándose así como reglas de juego a seguir. Las grandes reformas del Estado, bajo la emergencia económica y la convertibilidad, la reestructuración jurídica a través de la reforma de la Constitución de 1994, y el liderazgo neodecisionista, terminaron por establecer una nueva matriz ideológica que impactó tanto en la sociedad como en la dirigencia política.

Sin embargo luego de esa década, se comenzó a vivir el agotamiento del modelo neoliberal. Las consecuencias de la reforma del Estado, y también las reformas económicas se estaban empezando a sentir; por un lado el aumento del desempleo, el surgimiento de los “nuevos pobres”, la desindustrialización nacional, el aumento de la deuda externa y el aumento sostenido de la recesión (sobretodo a partir de 1998). De la mano de la crisis económica en el ámbito político se darían a conocer cada vez más los graves casos de corrupción, como el caso IBM - Banco Nación, la venta ilegal de armas, el atentado de la A.M.I.A, sucesos  que impactaron fuertemente en la opinión pública y que hicieron aumentar el descontento popular.

Por otro lado, el clima político había entrado en una etapa de gran tensión institucional, fruto del enfrentamiento entre el presidente Carlos Menem, y el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde, quién en ese momento ya se encontraba del lado de la oposición, dado que existía un fuerte rechazo a la posibilidad de una re-reelección del actual presidente argentino.

Con respecto a la disposición de las cámaras legislativas, en sus respectivas elecciones de 1997, el oficialismo perdió la mayoría en ambas cámaras y logró la victoria el incipiente partido y  principal partido opositor al justicialismo, la coalición “Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación”[2]. “Dicha fórmula se presento como una innovadora alternativa partidaria que aseguraba poder producir los cambios necesarios para combatir los déficits del funcionamiento institucional de la democracia e introducir las correcciones indispensables al modelo económico imperante” (Kerz/Leiras : 2004).De esta manera parecía que se cerraba una época marcada por un tinte fuertemente unipersonalista.

¿Se abre un nuevo camino?

En el mes de noviembre de 1998 las internas abiertas del ya mencionado principal partido opositor al justicialismo, consagraron como candidato presidencial a Fernando De la Rúa, derrotando con el 66% de los sufragios a Graciela Fernández Meijide, precandidata por el Frepaso, quien  luego sería la candidata a encabezar la gobernación de la provincia de Buenos Aires. La fórmula presidencial ganadora estaba compuesta por Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez.

En medio del clima pre-electoral, la fórmula de la “Alianza” dio a conocer la “Carta a los argentinos”. Dicha publicación fue presentada como una especie de plataforma programática de la coalición, la cuál planteaba volver a consolidar los valores democráticos y republicanos basándose en la transparencia política y en el combate a la corrupción. La educación, el trabajo, y la inclusión social formaban parte de su eje central.

El 24 de octubre de 1999 se realizaron las elecciones presidenciales, en las cuáles resultó ganadora la fórmula de la “Alianza” con el 48,5% de los votos contra el 38,1% del Partido Justicialista, con el binomio Eduardo Duhalde – Ramón Ortega. Aunque la “Alianza” se consagró ganadora en las elecciones presidenciales, perdió en tres de las cuatro principales provincias, como fue el caso de Buenos Aires, Córdoba y  Santa Fe. Por otro lado, en el ámbito legislativo el oficialismo contaba con mayoría en la cámara baja, pero con un margen estrecho con respecto a la  primera minoría, el Partido Justicialista. El Senado no cambió  su composición y el cuadro a nivel provincial era francamente desfavorable para la coalición: controlaba sólo seis gobernaciones: Entre Ríos y Mendoza (hasta entonces en manos del PJ), Catamarca, Chaco, Río Negro y Chubut y la ciudad de Buenos Aires. Frente a este nuevo escenario la “Alianza” tendría que lidiar con una fuerza de oposición potente a pesar de la derrota, capaz de frenar o al menos condicionar fuertemente políticas de reforma que requirieran aprobación parlamentaria.  El nuevo gobierno estaba frente a un gobierno dividido.

A pesar de las dificultades de negociación que se le presentaba a este nuevo gobierno en el ámbito legislativo, el debutante gobierno de la Alianza contaba con la esperanza depositada de gran parte de los argentinos de cambiar y dejar atrás al escenario anterior, marcado por la corrupción, enriquecimiento ilícito, desempleo, pobreza, deficiencia educativa, descrédito hacia la política neoliberal, etc.

La debilidad institucional y partidaria

En el ámbito gubernativo, la composición del gabinete ministerial reflejó la pluralidad de origen de la coalición electoral y  que expresarían las tensiones tanto partidarias como de la coalición gubernamental. El Frepaso, estará representado por Graciela Fernández Meijide y Alberto Flamarique en los ministerios de Acción Social y Trabajo. La Unión Cívica Radical a su vez, representada por Federico Storani, Ricardo Gil Lavedra, Ricardo López Murphy en los ministerios del Interior, Justicia y Defensa respectivamente; por otra parte Rodolfo Terragno nombrado Jefe de Gabinete de Ministros, y Jose Luis Machinea como Ministro de Economía, que si bien era representante de la UCR, representaba a al conjunto de la Alianza electoral. Por último encontramos a Alberto Rodríguez Giavarini, Héctor Lombardo y Fernando de Santibáñez, como Ministros de Relaciones Exteriores, Salud y la dirección de la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE).

La relación de De la Rúa con los partidos de la coalición fue desde un principio conflictiva. Una de las causas es que la Alianza no avanzó en el fortalecimiento institucional, sino que se reducía a sus cinco miembros fundadores. La Alianza, luego de ser una solución electoral, se transformó en un problema de gobernabilidad. Era la primera vez en la historia argentina que un presidente llegaba al poder a través de una coalición.

La disputa de mandos se daba dentro del mismo partido de coalición por un lado se encontraba el sector representado por De La Rúa, seguidor de Balbín y representante de la visión más conservadora, y por el otro lado se encontraba Alfonsín, ambos tenían visiones diferentes, sobre todo en cuestiones económicas. De la Rúa, a fin de ganar autonomía, se alejaba cada vez más del sector liderado por Alfonsín, llegando a un peligroso aislamiento. Siguiendo las diferencias entre ambos líderes, podemos aclarar que quién era el presidente del Comité Nacional del Radicalismo durante el gobierno de De la Rúa era Raúl Alfonsín, por lo tanto podemos determinar que el Jefe del Estado no era a la vez el líder partidario. Esto traería conflictos intestinales dentro del mismo partido que repercutirían en el futuro del país.

Uno de los hechos fundamentales que marcaron el camino del gobierno de la Alianza fue  la denuncia de las coimas en el Senado seguido de la renuncia del Vicepresidente de la Nación.

El 29 de octubre del 2000, el sindicalista Hugo Moyano denunció que el entonces Ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, había sobornado a los senadores del PJ para conseguir el acompañamiento de la reforma laboral impulsada por la Alianza. Dicha reforma fue aprobada el 12 de abril, y el 25 de junio el periodista Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación afirmó que habían existido “favores personales” a los senadores peronistas para que dicha ley fuese aprobada. Dos semanas después el senador Antonio Cafiero presentó ante el cuerpo una cuestión de privilegio, solicitando que se investigara la cuestión. Por su parte el Presidente De La Rúa días después de la denuncia del periodista, ratificó su confianza hacia los senadores y funcionarios. El 15 de agosto Morales Solá volvió a insistir con la información, ampliándola y planteando que fueron varios los miembros que estuvieron al tanto del soborno. A partir de entonces, la denuncia derivó en acuses mutuos entre distintos ministros y funcionarios componiendo un teléfono descompuesto. El Juez Liporaci fue el encargado de recibir los testimonios de los senadores, y afirmar que había indicios claros de la existencia de esos sobornos en la cámara alta. Días después y luego de denuncias de amenazas, el Juez se alejó de la causa alegando problemas de salud.

Luego de todos estos sucesos y la investigación de varios funcionarios, el 6 de octubre del 2000, a menos de diez meses de gobierno, el Vicepresidente electo Carlos “Chacho” Álvarez renunció a su cargo, y al terminar su discurso declaró “Me da mucha vergüenza que un chico de dieciséis o diecisiete años sienta que la política es igual a delito” dejando entrever su postura y rechazo a las acusaciones de sobornos de funcionarios públicos. El último intento que tuvo antes de retirarse fue el alejamiento de Alberto Flamarique del gobierno.

Álvarez exigía el esclarecimiento de la causa, mientras que De La Rúa, lo relegaba al ámbito judicial, quitándola importancia. Éste hecho ponía en evidencia la debilidad de la alianza electoral y la crisis institucional que se avecinaba.

 

 

Un nuevo obstáculo: la economía

 

El gobierno de De la Rúa, a raíz de la recesión del año 1999, dispuso de una muy escasa libertad de maniobra para corregir e intervenir sobre el rumbo económico. Las últimas medidas del gobierno menemista complicaron la situación: aumentó el endeudamiento y el gasto público (con un déficit de 10.000 millones para el año 2000), asumió compromisos a largo plazo con empresas, gobernadores y sindicatos, y aprobó la “ley de responsabilidad fiscal”, que estableció un compromiso para reducir progresivamente el déficit

 Las medidas neoliberales adoptadas durante la década anterior, dejaron secuelas difícil de sortear, por un lado el mantenimiento de la convertibilidad y el crecimiento de la deuda externa hicieron que Argentina sea considerado un país vulnerable al sector externo y a las crisis internacionales, como lo fueron la crisis del Tequila en 1994/95, la crisis rusa y brasileña de 1998/99.

El aumento del riesgo país obligaba a refinanciar la deuda a intereses más altos: en el año 2000 los intereses de la deuda alcanzaban un 15%, mientras que en los primeros años de la década de los 90 no superaban el 5%. Esto impulsó que los acreedores y organismos internacionales de crédito presionaran al gobierno de la Alianza para que se continúe con la política de ajuste neoliberal y se mantenga la paridad con la moneda estadounidense. Las consignas del Fondo Monetario Internacional (FMI) para negociar con el gobierno de De la Rúa fueron: flexibilidad laboral, equilibrio fiscal (tanto para la Nación como para las provincias), apertura de la economía y saneamiento de las cuentas públicas.

A los pocos días de su ascenso al cargo de Presidente, el Congreso Nacional aprobó el presupuesto del año 2000 con un recorte de 1.400 millones de dólares y convirtió en ley el denominado “impuestazo”, extendiendo el IVA y aumentando las contribuciones de ganancias y bienes personales.

Una de las metas más apresuradas que debía lograr el gobierno de De la Rúa era conformar un cogobierno con el PJ para así hacer frente a la crisis y poder llevar a cabo las medidas de ajustes exigidas por los organismos internacionales y hacer retroceder a la crisis deficitaria. Su idea era la conformación de un gobierno de “Unidad Nacional” que a la vez contemple la participación del PJ en el gabinete y la entronización de Domingo Cavallo como la figura descollante del Gobierno. Pero los  mandatarios de la oposición sólo estarían interesados en comprometerse a ser una oposición constructiva, ya que apoyaban la incorporación de Cavallo al gobierno de la Alianza. De esta manera el 19 de marzo del 2001 renunció tras un breve paso por el Ministerio de Economía, Ricardo López Murphy, quién había sustituido a José Luis Machinea en medio de las protestas sociales generadas por los anuncios acerca de los recortes en diferentes áreas de la administración pública. Al día siguiente, asumió Domingo Cavallo en dicho ministerio, y el 29 de marzo el Congreso aprobó una ley que otorgó poderes especiales al Ministro de Economía.

Según Leiras, De la Rúa depositó sus esperanzas en Cavallo, quien con la propuesta de establecer una nueva convertibilidad, con base en una paridad entre el peso y una canasta de monedas, que incluya el euro y el real, y de una nueva ley de competitividad, delineó un nuevo plan económico con el objeto de controlar la evasión de capitales, reducir el gasto del Estado, y aumentar los ingresos y reducir la necesidad de refinanciación de la deuda externa. “Cavallo propuso una reforma fiscal que contemplaba alzas arancelarias sobre las importaciones de bienes de consumo que no fueran procedentes de los países del Mercosur… Todo ello, con la voluntad de hacer frente al mismo tiempo, a los compromisos financieros más urgentes, las amortizaciones de deuda de a corto y mediano plazo por valor de U$ 4.500 millones de dólares para fin de año y de U$ 17.000 millones para el año 2001…”. [3] El nuevo plan económico se basaba en una fuerte reducción del gasto público. Con la aprobación de la Ley de Déficit Cero[4], se recortó el 13 % de los salarios, jubilaciones y pensiones de más de 500 pesos.

Pese a los intentos de éxito con el cuál se intentaban desarrollar las medidas económicas, la precariedad del contexto institucional en el cual se desarrollaron condujeron a la inviabilidad de las mismas.

Las medidas económicas adoptadas por el gobierno de De la Rúa y sus diferentes ministros de economía, llevaron en un breve tiempo,  a la renuncia de casi la mitad del gabinete presidencial, empezando con la renuncia de Graciela Fernández Meijide y José Luis Machinea, seguido de la renuncia del Vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez. La alianza electoral y partidaria comenzaba a disgregarse. La imagen del Frepaso como partido de gobierno y responsable del diseño de políticas públicas parecía orientarse también en este sentido. Habían quedado atrás el slogan “del buen gobierno” y la lucha contra la corrupción que arrastrara al vicepresidente al aislamiento (Novaro 2002). La nueva cara del partido en el gabinete sería la de Juan Pablo Cafiero, entonces al frente del Ministerio de Desarrollo Social, detrás de cuya figura el Frepaso aspiraba a convertirse en “la nueva autoridad social”, para completar la “autoridad económica” que representaba la figura de Cavallo en el gobierno.

 

Las legislativas: un nuevo revés para el Gobierno

 

El 14 de octubre del 2001 se celebraron las elecciones legislativas, y la “estrella” de dicho encuentro electoral fue el “voto bronca”, el número de abstenciones se incrementó del 18.4% al 26.3 %, para representarlo en cantidad de habitantes sería una cifra de casi 2.500.000 de ciudadanos que no acudieron a votar. Los votos anulados y en blanco sumaron el 22 % del total, casi 4.000.000 de personas, cuatro veces más que en las elecciones anteriores. Sobre un padrón electoral de 25 millones de personas votaron solamente el 74 %. La experiencia de ayer estuvo trabajada por una rara mezcla de bronca, impotencia e hipocresía, porque no se habría votado así si hubiera habido una inmensa mayoría dispuesta verdaderamente a poner patas arriba el país”, así se veía reflejado en la edición del diario La Nación el día siguiente.

Las elecciones fueron ganadas por el peronismo, quedaba así ambas cámaras bajo su dominio, y el nuevo Presidente del Senado sería el peronista Ramón Puerta. De modo que lo que pudo interpretarse fue un fracaso muy importante para la Alianza.

En los días que siguieron a las elecciones la incertidumbre acerca del futuro de la Alianza ya se había instalado en varias figuras de las fuerzas que la componían y en el gobierno mismo. De acuerdo a lo que en el trabajo se definió como coalición de gobierno, el Frepaso materializó la ruptura de la Alianza a sólo una semana de las elecciones: primero, con la renuncia de Juan Pablo Cafiero al Ministerio de Desarrollo Social (La Nación, 21/10/2001), última figura del Frepaso en integrar el gabinete de De la Rúa, y finalmente, con la ruptura del bloque oficialista que integraban junto con la UCR el día 30 de octubre, la cual a su vez provocaría una fragmentación del propio bloque del Frepaso en dos (La Nación,01/11/2001).

Una vez pasadas las elecciones se dio finalmente la ruptura de la Alianza, ya muy debilitada. El presidente quedó rodeado únicamente por un entorno íntimo del cual el propio Cavallo había pasado a formar parte. Los fallidos intentos por estructurar una nueva coalición de gobierno, las críticas de quienes habrían de asumir tras ser tibiamente legitimados en octubre, el rechazo de los gobernadores a negociar y el fortalecimiento del justicialismo en el Congreso, todo en una clima de fuerte tensión social, terminaron forzando al presidente a presentar se renuncia el 20 de diciembre.

 

Crisis económica

 

Una vez pasadas las elecciones legislativas y en un intento de recomponer el gobierno – intento casi imposible-  , los medidores económicos eran peor día a día. Por un lado el déficit fiscal era imposible de controlar, ya que la recesión hacía imposible que el gobierno pudiese recaudar. El riesgo país superaba los 4 mil puntos y la deuda externa aumentó hasta llegar a los 144.453 millones de dólares, parte de la cuál el Estado se hacía cargo de una parte muy importante.  A todo esto se le sumaba que cada día aumentaba la fuga de capital. Por otra parte los diarios anunciaban que cada día había dos mil nuevos pobres, la canasta familiar aumentaba cada vez más y los sueldos mínimos no alcanzaban para llegar a fin de mes. Dicha situación culminó en diciembre del 2001 cuando el Ministro de Economía Domingo F. Cavallo anunció “el corralito”. En conferencia de prensa el 1º de diciembre del 2001 el Ministro anunciaba las nuevas medidas a adoptar. “El corralito” constaba de:

1.                No se podían retirar más de 250 pesos o dólares en efectivo por semana, de las cuentas bancarias. La restricción sería levantada en 90 días.

2.                 Las extracciones se realizarán en pesos o en dólares y los bancos no podrán cobrar comisión.

3.                 No habrá restricción a los movimientos de fondos entre            cuentas bancarias.

4.                 Se prohíben las transferencias al exterior.

 

En plena corrida bancaria, los beneficiarios de las medidas adoptadas de acuerdo en plan a seguir del “corralito”, resultaron obviamente los bancos  y los grandes inversores de la Bolsa, ya que al no poder utilizar el dinero en efectivo, el manejo con bonos se hizo imprescindible, y estos subieron su valor gracias a la mayor demanda. En este contexto el FMI declaró que ya no concedería a la Argentina un préstamo de mil millones de dólares aproximadamente ya previsto  para diciembre. Se argumentaba que el país no cumplió con las medidas impuestas.  Ante esta situación Cavallo viajó a Washington para poder destrabar la situación y para poder conseguir ese préstamo. Dicho viaje no tuvo éxito. La economía estaba a punto de colapsar.

 

“¡Que se vayan todos!”

 

El jueves 13 de diciembre del 2001 comenzaron los saqueos en la ciudad de Rosario. Esos acontecimientos serían la el comienzo de una historia que culminaría con la renuncia del Presidente de la Nación Fernando De la Rúa al grito de “que se vayan todos”.

Ante la extrema situación económica (alentada por “el corralito”) y la tensa situación social, estallo en Argentina una nueva ola de saqueos que iba a rememorar los últimos días del gobierno de R. Alfonsín.

Ese mismo día, el 13 de diciembre, la CGT llamó a una huelga general contra las restricciones bancarias. En varias ciudades del país (Mendoza, Córdoba, el Conurbano Bonaerense) hubo asaltos a supermercados protagonizado por gente que pedía comida.  Frente a estos hechos el Presidente De la Rúa exigía a sus Ministros que se controlara la situación. “El gabinete nacional analizó esta mañana "con preocupación" los intentos de saqueos a supermercados registrados en distintos puntos del país, aunque minimizó esos episodios, al considerar que no se trata de "un estado de alteración generalizado" que se pueda extender al resto del territorio nacional sino de incidentes "acotados".el presidente Fernando de la Rúa le pidió a los ministros del Interior, Ramón Mestre, y Desarrollo Social, Daniel Sartor, que "activen las medidas de prevención" para frenar este tipo de situaciones, así como evitar también la utilización de "mecanismos de represión". (Diario La Nación 18/12/2001).

Frente a estos hechos las declaraciones de culpas se dirigían de un lado a otro culpándose entre los diferentes partidos y hacia dentro de los partidos. Algunos políticos, como es el caso de Duhalde y De la Sota, declaraban que se estaba viviendo en una anarquía total.

El martes 18 de diciembre continuaron los asaltos a los supermercados en varios puntos del país. Al día siguiente centenares de personas se lanzaron al saqueos de tiendas y supermercados, en medio de enfrentamientos se produjeron cuatro muertes. Frente a esta situación De la Rúa consultó con los altos mandos del Ejército y decretó el estado de sitio en las primeras horas de la noche, extendiéndolo durante un mes. Esa misma noche, es decir el día 19 de diciembre, el Presidente difundió en cadena nacional de radio y televisión un discurso grabado por él mismo a la tarde; dicho discurso fue lo que colmó la gravedad y la paciencia de los ciudadanos. En el discurso se apelaba a un esfuerzo que se requería por parte de la ciudadanía y a una participación del justicialismo para lograr un gobierno de unidad nacional. Este fue el último discurso de De la Rúa.

A la noche de ese 19 de diciembre se llenó la Plaza de Mayo, con cacerola en manos y  al grito de “¡que se vayan todos!”, llegaron personas desde diferentes puntos de la Capital y desde el Conurbano. Pero ese pedido “¡que se vayan todos!”, no tenía un destinatario en particular, la gente cansada de falsas promesas, emitían ese mensaje para toda la clases política que incluía a De la Rúa, Menem, Cavallo hasta a la Corte Suprema de Justicia, los gremialistas, entre otros.

 Pasada las nueve de la noche se conoció la renuncia del Ministro de Economía, Cavallo. A la una menos diez de la madrugada la policía comenzó a disparar balas de goma y gases lacrimógenos en la Plaza de Mayo, frente a esto los reclamantes se descontrolaron. Al mediodía del día siguiente los manifestantes continuaron con sus reclamos, la fuerza de seguridad intentó dispersarlos con camiones hidrantes y con la policía montada. La situación se tornó cada vez más violenta y culminó en una batalla entre la policía y los manifestantes, de por medio, represión, piedrazos, etc. Pasadas las tres de la tarde, la represión fue brutal. En los alrededores de la Plaza hubo siete muertos y más de cien heridos. A las 18:47 de la tarde del 20 de diciembre de 2001 el Presidente Fernando De la Rúa, presentó su renuncia.

Conclusiones

Al haber analizado el gobierno de la Alianza, se podría plantear que  si bien el PJ no practicó una oposición desleal a De la Rúa, e incluso colaboró en la aprobación de algunas de las leyes de emergencia requeridas por él en sus últimos meses, cuando los legisladores del radicalismo y del Frepaso se negaron a seguir haciéndolo, es también cierto que sectores importantes del peronismo, en particular en la provincia de Buenos Aires, alentaron o al menos no impidieron la ola de saqueos y protestas que dio el golpe definitivo al gobierno aliancista. Por otro lado De la Rúa careció de interlocutores en la oposición con los que fuera viable debatir un acuerdo global sobre el modo de encarar la crisis económica y garantizar la gobernabilidad (algo que, es justo decir, tampoco estuvo en sus planes hasta que fue demasiado tarde). Esa ausencia se relaciona con la aguda fragmentación interna, resultado a su vez de la distribución federal del poder institucional y partidario en su seno, y del congelamiento de la sucesión del liderazgo nacional que resultó de la derrota electoral de Duhalde en 1999: Menem seguía siendo el presidente del partido, pero sin capacidad para encabezar ya un consenso amplio en la fuerza, en parte porque Duhalde retuvo un control férreo sobre el peronismo bonaerense (donde logró imponer a su sucesor en la gobernación en 1999), en parte por la presencia de figuras regionales con bases propias y aspiraciones de suceder a ambos caciques nacionales, y en parte también por los disensos que en su seno generaba la crisis de la convertibilidad. Este cuadro de fragmentación se magnificó, y volcó en una disputa aún más aguda por el poder, apenas contenida por el marco institucional, tras la caída de De la Rúa.

Por otro lado las decisiones tomadas por el Presidente De la Rúa, en particular en materia económica - recorte de sueldos, nombrar a Cavallo en la cartera de economía – hizo que la existente distancia entre La Alianza y el Frepaso aumentara. Los dirigentes del Frepaso hicieron saber su rechazo a estas medidas y exigían poner en marcha un programa social que llegue a los sectores sociales más castigados, pero por sobre todo exigían la renuncia de Cavallo, cuestión que el Presidente no quiso aceptar.

Consideraciones finales

Si bien mi hipótesis cuestionaba si los partidos políticos en ese contexto, hubieran respetado las reglas de juego se pudiese haber evitado la crisis institucional de diciembre del 2001; podría decir que el desenlace fue una conjunción de hechos, situaciones y medidas, y que por más que los actores hayan actuado en forma leal al gobierno de La Alianza, la crisis económica y el estallido social no tardaría en llegar. Ya que las consecuencias de las medidas neoliberales tomadas en los 90 iban a tener repercusiones. Lo que si me atrevería a decir, es que lo que era posible era lograr un acuerdo con la oposición y lograr una buena comunicación con su partido y mostrarse como líder de tal; pero el estilo de la  personalidad de De la Rúa que determinó y marcó el camino de su gobierno, son cuestiones que no se hubieran podido cambiar.

Bibliografía

 

Libros y artículos académicos

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Documentos

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·         “Renunció el Presidente De la Rúa”, La Nación 20 de diciembre de 2001. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/360814-renuncio-el-presidente-de-la-rua

·         “Revés judicial para De la Rúa en la causa por las coimas en el Senado”, La Nación 03 de febrero de 2009. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1096129-reves-judicial-para-de-la-rua-en-la-causa-por-las-coimas-en-el-senado

·         “Rige el estado de sitio después de los saqueos; renunció Cavallo”, Clarín 20 de diciembre de 2001. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=360753

 

 

 

 

 

 

 



[1] Carrera de Ciencia Política. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires.

[2] En 1997 la Unión Cívica Radical y el FREPASO (integrado por los partidos Frente Grande, los socialistas Popular y Democrático agrupados en la Unidad Socialista, el Demócrata Cristiano y PAIS), conformaron la Alianza por el Trabajo la Justicia y la Educación, que fue más conocida como La Alianza. Para conducir la agrupación los partidos se estableció un grupo de cinco personas: Graciela Fernández Meijide, Carlos "Chacho" Álvarez, Rodolfo Terragno, Fernando de la Rúa, y Raúl Alfonsín.

[3] Leiras, Santiago C: “De Carlos Menem a Néstor Kirchner: cambios y continuidades en la democracia Argentina”.

[4] Ley 25.453