Revista Nº17 " INTEGRACION Y RELACIONES INTERNACIONALES"
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Resumen

En la política argentina a partir de 1989 hay dos protagonistas principales que lideraron al país desde el mismo partido, pero con dos estilos completamente contrapuestos. Ambos asumieron poder en contextos globales muy distintos: El primero- Carlos Saúl Menem- en el ámbito de gran aceptación del modelo neo-liberal luego de la peor crisis hiperinflacionaria de la República Argentina en 1989. Y el segundo- Néstor Carlos Kirchner- en el contexto de un colapso económico, político y social argentino en la primera década del SXXI, dentro del ascenso al poder de una nueva ola de líderes latinoamericanos fuertemente opuestos al neo-liberalismo económico. El artículo tratará de demostrar las diferencias de estos dos líderes en materia de política exterior.

 

Abstract

Two principal political men have ruled Argentina since 1989. Both of them belonged to the same political party but were quite opposite in their styles of government. Both of them governed in such different global contexts: The first one, Carlos Saúl Menem, did it when neo-liberal political and economic model was the mainstream after one of the worst hyperinflation crisis in Argentina in 1989.   The second president, Néstor Carlos Kirchner, ruled his term when economic, political and social collapse occurred in the first decade of XXIst century. This new period found a new wave of Latin American leaders who were strongly against economic neo liberalism. This article will try to prove the different foreign policies both leaders developed.

 

La ausencia de realismo en la política argentina:

Hay un cambio entre los gobiernos de Menem (1989- 1995, 1995- 1999) y Néstor Kirchner (2003- 2007)?

                        Por Guro Nystad*

 


1. Introducción
En la política argentina desde 1989 hay dos protagonistas principales que lideraron el país desde el mismo partido, pero con dos estilos completamente contrapuestos. Ambos asumieron poder en contextos globales muy distintos: El primero- Carlos Saúl Menem- en el ámbito de gran aceptación del modelo neo-liberal luego de la peor crisis hiperinflacionaria de la República Argentina en 1989. Y el segundo- Néstor Carlos Kirchner- en el contexto de un colapso económico, político y social argentino casi sin precedente y el ascenso al poder de una nueva ola de líderes latinoamericanos fuertemente opuestos al neo-liberalismo económico.  

El nuevo escenario mundial multilateral caracterizado por los EE.UU tratando de consolidar su posición unilateral, con los países asiáticos entrando cada vez más en America Latina, se cambió la estratégica en la política exterior argentina. Vimos un cambio de “relaciones carnales” con los Estados Unidos a un acercamiento y creciente mercado con los vecinos latinoamericanos. Kirchner representó una perspectiva más izquierdista y pro- derechos humanos. 

Tomando en cuenta que el presidente Kirchner llegó al poder con solamente 22 % del voto popular, fue necesario ampliar su base de poder electoral para consolidar su presidencia. Temas de importancia

nacional y una fuerte retórica en contra el gobierno de la década anterior (Menem), tomaron precedencia sobre asuntos internacionales. Algunos críticos mencionan una “falta de política exterior” del gobierno Kirchnerista, mientras otros opinan que el gobierno fue incapaz de decidir que estrategia seguir, y como consecuencia terminó con una política heterogénea. 

Este trabajo tiene como objetivo analizar como los cambios nacionalmente y internacionalmente contribuyeron a reformar la política exterior comparando los gobiernos de Menem (1989- 1999), con el de Néstor Kirchner (2003- 2007). 

Según Morgenthau es necesario definir los intereses en la política exterior en términos de poder, y dar un interés secundario a consideraciones de ideología y moral, es así que se obtenga “realismo político”(Morgenthau). En un escenario donde Argentina está perdiendo cada vez más poder relativamente es interesante preguntarse si ¿Ha cambiado la dinámica de poder entre estos gobiernos? ¿Reflejan las acciones del período presidencial de Kirchner un entendimiento poca realista de poder e influencia actual comparado con el realismo periférico Menemista? 

En este trabajo buscamos entender como los dos presidentes percibieron su fortaleza y si así se puede explicar por qué Menem siguió una política quizás (más) realista y pragmática en relaciones internacionales (Realismo periférico), mientras el Kirchnerismo tiene una base teorética menos definida. Se argumentará que Néstor Kirchner tuvo un estilo diplomático exagerado, tomando en cuenta la reducción en el poder relativo de Argentina desde la segunda guerra mundial (Creus 2008:1). 

¿Puede ser que la retórica y las acciones de los Kirchner fueron demasiado nacionalistas y proteccionistas para  contrastarse con el neoliberalismo y que el resultado ha sido un empeoramiento en las relaciones internacionales y una Argentina más aislada del mundo?

Hipótesis
“La falta de realismo en la percepción de los poderes relativos de negociación argentina habría tenido como consecuencia una disminución de su poder real de negociación y también un descenso en sus interacciones de beneficio mutuo con sus principales aliados comerciales en el mundo”.  

2. Política exterior bajo Menem 
“Qué habría pasado si el vicepresidente de la Nación hubiese afirmado por ejemplo en 1984 que lo que conviene a la Argentina es una política de alineamiento automático, como dijo el Dr. Duhalde en 1990? Obviamente se habría incendiado el país, el Congreso habría exigido su renuncia, la izquierda y la derecha habrían organizado actos de desagravio a nuestros próceres, etc. No sólo no sucedió esto, sino que, además, son pocos los que recuerdan las afirmaciones de Duhalde” (Caputo 1992: 353).

Este experimento mental nos dice que hubo circunstancias especiales que hicieron posible para Menem implementar los cambios drásticos en la política exterior argentina. Su “alineamiento automático” con los EE.UU era visto como una estrategia realista para estados débiles de la perifería, como Argentina, con ambiciones de reinserción como un país del primer mundo. Carlos Escudé- el ex-asesor al ministerio de asuntos exteriores, fue el cerebro detrás de esta doctrina, que llevó a la implementación de una estrategia costo-beneficio alejado de peronismo clásico. Para entender esta política exterior, una buena comprensión del contexto doméstico y internacional es esencial. 

2.1 El contexto mundial y nacional
externamente el Consenso de Washington fue una gran influencia en los intentos de gobiernos latinoamericanos de minimizar los estados tradicionales de bienestar y la introduccón de reformas económicas incluyendo privatizaciones, apertura generalizada de sus economías a inversión extranjero, libres flujos de capital internacional y desregulación de sus mercados laborales.

En el contexto internacional de la caída del muro de Berlin, el abandono de socialismo como un sistema económica creible, y un mundo buscando una salida de crisis global, el Consenso de Washington fue establecido. Fue un consenso y una promoción de la “cultura de la estabilidad”, resultando en numerosas reformas económicas, y una apertura de la economía a la inversión extranjera.

En cuanto a política doméstica argentina, la elección de Carlos Saúl Menem el 15 de mayo 1989 fue principalmente el resultado del fracaso del gobierno de la UCR de reducir la intensidad de la espiral hiperinflacionaria, y su estrategia de introducir medidas ortodoxas económicas. Estaban sufriendo una combinación letal de altas tasas de interés, disminución de la inversión, recesión y devaluación de la moneda local hacía la divisa norteamericana, combinado con una deuda externa creciente, al final llevando a cabo una crisis grave de confianza, externalmente y internamente (Acuña ?: 81). De esta crisis nacional inflacionaria surgió la necesidad de un líder fuerte para gobernar el país. Menem obtuvo un amplio espacio de maniobra en un ámbito caótico de crisis económico, lo que le permitió- bajo este estado de emergencia- dejar el modelo económico anterior basado en sustitución de importaciones por un modelo, en fuerte contrapuesto, de raíz y carácter neo-liberal. 


2.2 El “realismo periférico” como fundamento teórico
La estrategia de “realismo periférico” fue subrayado por Carlos Escudé- ex-asesor en política exterior en el gobierno de Menem, en sus obras académicas de 1989 en adelante. Escudé intentó construir una teoría que podría guiar los países dependientes, vulnerables, y pobres de la perifería en la formulación de sus estrategias de política exterior, en un contexto en cual estos países fueron considerados de poca importancia a los intereses vitales de las naciones de mayor peso en el mundo. Los principios básicos del  “realismo periférico” delineado por el autor fueron que un país como  Argentina “debe eliminar sus confrontaciones políticas con las grandes potencias, reduciendo el ámbito de sus confrontaciones externas a aquellos asuntos materiales vinculados en forma directa a su bienestar y su base de poder”. Además menciona que la política exterior debe ser elegido basado en un cálculo de costos y beneficios materiales, también tomando en cuenta el riesgo de costos posibles. Si un estado quiere considerar su propia autonomía, tiene que ser redefenida en términos de sus costos relativo a una confrontación posible (Busso y Bologna 1994: 20- 22). 

La consecuencia principal de estos principios en relaciones exteriores argentinas durante la era de Menem fue el “alineamiento automático” con los EE.UU, una estrategia que fue considerada la sola estrategia realista en el período posguerra fría caracterizada por una orden mundial unilateral. 

Tomando en cuenta la situación de crisis y necesidades domésticas, el gobierno percibió una política exterior realista como una manera de mejorar la política interna. 

“Mi concepción de la política exterior es simple y clara: hay que trabajar para que Argentina tenga una política exterior que privilegie el interés nacional, esto es, el bienestar de los argentinos. Esto presupone, sobre todas las cosas, realismo; porque sabemos que sólo el crecimiento económico y el bienestar de la población nos van a dar presencia en el mundo” (Menem citado en Busso y Bologna 1994: 23). 

El Estado de emergencia se transfiere a “el interés nacional [...], que se manifiesta de manera más dramática por las urgencias económicas y sociales. Por lo tanto, la política exterior será muy realista [...]”(Cavallo citado en Busso y Bologna 1994: 24).

Desde una perspectiva clásica del realismo lo económico fue de interés crítico para Menem, y la política externa fue dictado principalmente por este interés. Como destacó Jorge Castro (2000: 170) “En la era de la globalización, no hay una política económica, por un lado, y una política exterior por el otro. Ambos son dos caras de la misma moneda”.

El Canciller Di Tella sugerió que gran parte de una política exterior correcta es “la exposición lógica de sus políticas internas y [...] sus realidades internas”, que significaba una declaración explícita de realismo y demostró la importancia que la política doméstica impuso sobre la política exterior (Cavallo citado en Busso y Bologna 1994: 24).

Busso y Bologna (1994: 22) hablan de macro-relaciones bilaterales que según ellos dependen de la voluntad del país más débil, a diferencia de las micro-relaciones bilaterales donde ambos partes tienen que poner la buena voluntad. Las micro- relaciones son desde esta perspectiva las donde el estado débil tiene más espacio de manejar en la política exterior. Una política exterior exitosa debe ser una combinación de los dos tipos de relaciones, con una buena administración y manejo de ambos dos tipos, significando en términos macro una alineamiento con EE.UU, y en términos micro la falta de altos niveles de corrupción, orden interno y el cumplimiento de compromisos asumidos (Ibid: 22). 

Sin embargo, a pesar de la política de alineación con los EE.UU, el gobierno de Menem si a la misma vez hizo un esfuerzo consciente de fortalecer y mejorar sus relaciones con Europa, empezando en febrero 1992 con el viaje de Menem a Europa, con la primera parada siendo Francia, a pesar de que su gobierno social-demócrata tuvo más en común con el partido opositor Radical que la variedad de Peronismo representado por Menem. (Busso y Bologna 1994: 28). En noviembre de 1991 Di Tella explicitamente articuló la prioritización de cuatro “grandes relaciones”: EE.UU, América Latína, Europa, y Japon [un proyecto de largo plazo debido a las diferencias culturales y geográficas. También firmaron un acuerdo de cooperación económica con Alemania, el Acuerdo Marco de Cooperación Comercial y Económica con la comunidad Europea, y siguieron sus esfuerzos para continuar el proceso de integración en el Cono Sur. Además, Menem fue el primer presidente argentino que visitó a Israel.

2.3 Debilidades de la filosofia
(Busso y Bologna 1994: 30) mencionan que se puede hablar de la excesiva confianza en la relación Menem-Bush, las concesiones desmedidas, y la ausencia de consultas sobre decisiones de política exterior con los principales socios regionales. También sugieran que su estilo era  “un tanto exagerado, sobreactuado, que surge como consecuencia de la búsqueda de un protagonismo no congruente con la necesaria sutileza de los cuadros diplomáticos”. Igualmente la estrategia argentina de “relaciones carnales” no siempre fue fácil de seguir en práctica. El nombramiento de Ortiz de Rozas, un amigo personal del presidente Bush, como embajador argentina en Washington, se convirtió en un problema cuando Bill Clinton fue elegido en 1993. Además anteriormente había asistido a la convención republicano pero no a la convención demócrata, acciones que complicaron los asuntos desde un punto de vista diplomática (Busso y Bologna 1994: 32).

Aunque el concepto de “realismo periférico” significó la subordinación de los intereses argentinos a los intereses del poder hegemónico, hay aspectos paradójicos en esta estrategia. Cuando Menem privatizó a las empresas estatales argentinas, la mayoría de las inversionistas fueron europeos (Busso y Bologna 1994: 33).

2.4 La conducta
Una decisión que claramente demostró su alineación con la política de los EE.UU fue el envío de naves argentinas al Golfo Pérsico, una ruptura plena con las políticas tradicionales de no-intervención (Simonoff, Fontana 2006). Jorge Castro (2000: 170) sugiere que este cambio “resultó tan importante para la transformación del país como la convertibilidad”. Sin embargo, más adelante desviaron a cierto grado de la postura estadounidense, en elegir un enfoque más hacía operaciones de la ONU, en  lugar de apoyar a intervención directa de parte de los EE.UU actuando solo (Simonoff). 

Otros cambios específicos fueron el desmantelamiento del proyecto Misíl Condor II bajo presión estadounidense, el retiro de Argentina del movimiento de no alineados, la reorientación de los votos argentinos en la ONU con respecto a la postura hacia Cuba, y la renuncia del estilo confrontacionalista hacia las Islas Malvinas (Tokatlian citado en Woodrow Wilson Centre, Busso y Bologna 1994).

Al nivel regional el proyecto del Mercosur avanzó con la firma del Tratado de Asunción en 1991, dando a la unión una agenda más económica. Hubo ambiciones de una unión abierta y recíproca que podría representar una plataforma común para mejorar la inserción competitiva de los países de la región en la economía mundial.  Menem y Collor (y después Cardoso) cooperaron en el tema nuclear, y el proyecto de Mercosur, que quisieron simbolizar tierra compartida en sus negociaciones en los foros económicas internacionales, en representación de toda la periferia (Castro 2000: 170- 172, Colacrai 2004: 6).   

La estrategia de política exterior sugerió que enfrentamiento con super-poderes debe ser limitado a temas directamente afectando los intereses económicos y materiales de la Argentina, como oponerse a medidas proteccionistas de la U.E. y los EE.UU y rechazar el pago de derechos a empresas farmacéuticos estadounidenses (Busso y Bologna 1994: 23, Rapaport y Madrid 2011: ). 

Los objetivos detrás la subordinación por el otro lado fueron basados en ambiciones de inserción en un sistema económica cambiando rapidamente posguerra fría, y una vez insertado beneficiando de esta alineación (Busso y Bologna 1994). Sin embargo, hubo pocos resultados, quizás el posicionamiento más importante siendo la membresía argentina extra-OTAN. El “realismo periférico” fue más pragmática que realista, especialmente cuando decidió seguir una estrategia hacía los cuatro bloques comerciales; EE.UU, Europa, Latin America y Japon. 

2.5 El líderazgo carismático
El 47 % del voto que Menem alcanzó en la elección de 1989 fue el resultado de un proceso de renovación interna del partido peronista (el partido justicialista), aunque Menem en contraste a Ca fiero, evocó los movimientos de su fuerte base de soporte tradicional, similar a lo útilizado por Perón en su momento. Míguez (2010) crea que fue un líder carismático, evocando memorias y imágenes del pasado peronista. Ella nota sus discurson míticos y semi-religiosos combinado con la evocación de  “el pueblo” en un estilo clásico populista. Su ascenso al poder podría ser, según Migues, vinculado a elementos históricos del peronismo, aunque la situación de crisis puede posiblemente haber acentuado la búsqueda de un líder carismático, alguien que pudo brindar esperanza para el futuro (Ibid 2010).


 

En sus relaciones exteriores Menem enfatizo mucho la necesidad de diálogo “uno a uno” entre presidentes, lo que (Busso y Bologna 1994: 32) refieren como “el modelo de jefe de estado a jefe de estado”. Internacionalmente Menem fue desesperado de ser visto en una luz positiva por los líderes del  primer mundo.



3. La llegada de Néstor Kirchner y la ruptura con el modelo neoliberal
En el contexto de un mundo multilateral, con un China en crecimiento, desafiando a EE.UU, y después del ataque de terror que empezó la guerra en contra el terrorismo, aparece nuevos líderes en la región latinoamericana. En Argentina la situación del default y la definitiva ruptura con el Consenso de Washington se hizo claro con la elección de Néstor Kirchner a la presidencia en 2003. 

3.1 La reinserción de Argentina en el sistema internacional: Hibridez teórica?
La política exterior del gobierno de Nestor Kirchner ha sido no-existente según algunos autores, mientras otras refieren a una estrategia híbrida. Llenderrozas sugiera la división de política exterior durante su presidencia en dos periodos. El primero de 2003 a 2005, cuando lo más importante era reinsertarse económicamente para retornar al sistema internacional. El presidente tuvo un estilo bastante duro (conocido como el estilo- K) en las negociaciones de la deuda externa, quizás necesario teniendo en cuenta su bajo porcentaje de los votos (22 %) que obtuvo en las elecciones. El segundo periodo de 2005 y más adelante se carcterizó por la victoria electoral y DEUDA que reforzó la figura del presidente y llevó a una hegemonía de poder internamente que se transfería al comportamiento en el contexto externo (Lllenderrozas 2011: 253). 

Se puede decir que fue demasiado exagerado este estilo de negociar, y que dificultó varios relaciones externas, entre otros, con Gran Bretaña en la cuestión de Malvinas, y hacia EE.UU, recordando el visito en la casa blanca donde Néstor Kirchner tocó a la pierna de George W. Bush, haciendo claro que el nuevo presidente iba a seguir una política de autonomía, no una política de subordinación.  

El rechazo de ALCA en 2005 durante la cumbre de las Américas en Mar del Plata, fue una ruptura simbólica con las políticas estadounidenses. La posutra argentina apoyando a una posible membresia venezolana de Mercosur, y la aceptación de préstamos venezolanos hicieron claro que el país ha tomado un giro profundo regional (Lllenderrozas 2011: 253- 255). En un contexto internacional donde los EE.UU. no articulaba ningunas políticas claras hacía la región, la sola estrategia disponible al presidente argentino para normalizar relaciones con los EE.UU. fue comprometerse a políticas como “[...] no proliferación nuclear, la lucha contra el terrorismo internacional, tráfico de drogas y delito transnacional, además de la promoción de la democracia y los derechos humanos” (Llenderrozas 2011: 253).

Regionalmente se veía la relación con Brasil como una “alianza estratégica”, y la reestructuración y consolidación de Mercosur fue la prioridad número una, a pesar de que era más retórica que acción durante los primeros años del presidente. Esta “mirada más latinoamericana”, era una continuación de la cooperación regional que dio luz en 1991 bajo las presidentas Menem y Cardoso, pero que se fortaleció bajo la presidencia de Kirchner. La relación entre Brasil y Argentina históricamente era de rivalidades, pero la búsqueda de autonomía que hizo Argentina en este momento dependía de una cooperación mejor con el vecino. Teniendo en cuenta que Brasil es el mayor importador de productos argentinos, este país es importante para una inserción económicamente en el mundo. Rapaport y Madrid (2011 ) destaca las posibilidades de reforzar la autonomía nacional bajo una “autonomía regional”. 

Las negociaciones con Europa fueron menos amistoso, considerando que económicamente Kirchner renacionalizó varios empresas. Kirchner negoció ferreo con las empresas privatizadas de servicios básicos, como la empresa francesa “Suez” en 2006, que se veían asociados con la era menemista. Argentina terminó su contrato con Aguas Argentinas (40 % fue propiedad de Suez), y lo dió a una empresa de 90 % propiedad estatal. La relación entre Argentina y Italia también se convirtió difícil después de negociaciones duras con los bonistas italianos (BBC 2006).

Las relaciones con los otros países en la región han sido ambivalentes, y a veces complicados.  Desde el lado argentino ha sido importante asegurar abastecimientos energéticas seguros y baratos. La relación con Bolivia era mejor teniendo en cuenta esta necesidad que tiene el país (Lllenderrozas 2011: 257). Por el otro lado habían conflictos con Chile, entre otros por no haber respetado los contratos de abastecimientos de gas. Relaciones entre Argentina y Uruguay también se complicaron cuando Argentina hizo una queja formal ante el tribunal internacional de justicia en 2006, basado en lo que percibieron como contaminación ambiental de la papelera de Botnia (The Economist 2004, La Nación 2007).  

3.2 Un nuevo estilo de liderazgo en la política exterior
A diferencia de Menem, Kirchner no querría que le gustarían en el exterior como Menem, sino que su estilo de atacar primero, y negociar después le dió una reputación de un negociador duro, y se puede decir menos diplomático. Eso no quiere decir que Menem fue muy diplomático, sino que la política interior tenía un rol más importante bajo el gobierno kirchnerista, que hizo importante un estilo anti- neoliberal y anti- FMI por parte de Néstor Kirchner. Nacionalmente le dió una reputación como alguién que cumplió con sus promesas, alguien que fue diferente de “los otros” políticos asociados con la corrupción y la violación de derechos humanos, especialmente en cuanto al castigo de los que fueron involucrados en abusos cometidos durante la dictadura de los años 70 y 80. Internacionalmente, por el otro lado, fue un negociador duro especialmente en relación con los bonistas, FMI y el banco mundial.

En el ámbito doméstico, un líder poderoso significó un caudillo que podía brindar “orden en la casa”, alguien que podría tomar decisiones firmes en situaciones de crisis. Recordamos los eslóganes declarando “Que se vayan todos” y la salida de De La Rua en un helicóptero, y entendemos la seriedad de la situación y la necesidad de liderazgo fuerte. Tácticamente, la retórica fuerte anti-neoliberal significaba más votos internamente, pero externalmente el discurso duro a veces tuvo como consecuencia relaciones bastante hostiles.


En el ámbito doméstico el presidente despidió un obispo vinculado con el ejército, con una reacción fuerte de parte del Vaticano como consecuencia. Sin embargo, Kirchner no cambó su postura a pesar de la presión (The Economist). Otra vez demostró poco interés en elegir un tono diplomático más conciliatorio. Esta retórica ayudó a Kirchner en la consolidación de su poder en 2005, pero externalmente llevó a un empeoramiento de relaciónes con varios países. “[L]a politica exterior [también] reflejó la necesidad del gobierno de diferenciarse de la etapa neoliberal del menemismo”, según Llenderrozas (2011: 257).

Tal vez el aspecto más preocupante de su política exterior es que el órgano de mayor importancia en el diseño de su política exterior, la cancillería, tuvo un pequeño papel. La designación de Rafael Bielsa como canciller puede ser visto como “una señal de la baja prioridad de las cuestiones de la política internacional”, destaca Lllenderrozas (2011: ). La fuerte concentración de poder en los manos de los presidentes argentinos bajo condiciones de crisis económico, junto con un presidente poco diplomático, y con pocos contactos en el extranjero, no fue conducente a la inserción argentina. El presidente de Brasil en el mismo momento, Lula Da Silva, pasó tanto tiempo en un avión que habría circumnavigado el globo 18 veces durante sus 4 años en el poder, mientras Kirchner a comparación viajó al exterior solamente 53 veces durante toda su presidencia (www.emol.com).  

Históricamente la cancillería argentina ha tenido un rol débil en los procesos de toma de decisiones, que combinado con la preferencia de Néstor Kirchner de buscar consejo en su círculo íntimo y no en su cancillería, hizo las decisiones tomadas tal vez menos realistas y más cortoplacistas. En efecto apareció “una embajada paralela” en ciertos aspectos de la política exterior, y otros departamentos del estado (como el ministerio de planificación) interveniendo en lo que debía ser, y anteriormente fue, la responsabilidad de la cancillería (Llenderozas 2011 : 256). Jones (2011) menciona que políticas de corto plazo son la norma más bien que la exepción en las políticas exteriores argentinas. Al nivel nacional es claramente el caso con el problema de procurar los recursos energéticos necesarios, sin mencionar la prioritización de votos al corto plazo sobre cualquiera estratégia de largo plazo. Es siempre más fácil para los políticos regalar subsidios y otros bienes al público que es para sacar tales beneficios (Llenderrozas 2011: 253- 257). 

 

3.3 Firmeza en relación con las islas Malvinas
En el ámbito doméstico, la cuestión de soberanía sobre las islas ha sido utilizado muchas veces por Kirchner para ganar más votos. Su retórica dura anti-imperialista y en contra del FMI también ha contribuido a un aumento en la popularidad del presidente, reflejando su habilidad en gobernar el país internamente. Externalmente ha tenido como consecuencia un empeoramiento de sus relaciones con el Reino Unido, aunque comercio entre los dos países todavía seguió.  La estrategia cortoplacista en esta área no es algo nuevo en la estrategia de política exterior argentina. Incluso se puede argumentar que varias décadas de cambios cortoplacistas en relación con las islas, ha disminuido la posibilidad de que algún día Argentina recupere la soberanía. 

4. La ausencia de realismo en la percepción de los poderes relativos de negociación argentina.
Fontana (2006: 2) subraya que se espera eficacia y profesionalismo en una política exterior, y que la tiene que representar una continuidad, aún si hay cambios de gobierno con programas muy distintos.


Según Juan Gabriel Tokatlian (citado en Woodrow Wilson Centre 2003)“La política exterior [menemista] de los últimos 14 años ha sido un fracaso rotundo. A nivel internacional, hoy Argentina es más débil, menos relevante y más vulnerable al ‘chantaje’. A nivel interno, Argentina es hoy más pobre y más desigual”. 

El mencionado “realismo periférico” fue llamado un modelo de “aquiescencia pragmática” por este autor (Ibid 2003, Fontana 2006: 9). Es crítico al perspectivo pesimista de esta estrategia que articuló que el solo alternativo por un país como Argentina era subordinación automática a los EE.UU y su capital financiero, según los lineamientos del Consenso de Washington. Según Tokatlian esta política exterior fracasó, porque fue basado “en una asunción no realista”. Lo que algunos argumentan es que una versión periferal de realismo es en realidad un neo-liberalismo ingénua, y a la misma vez un reflejo de un utilitarismo imprudente. 

Muchos diríran que la Argentina es un poder económico de peso intermediario en el mundo, a pesar de sus numerosos crises económicas. Con esto en mente Tokatlian pregunta cómo un país como la Argentina puede desmantelar (bajo el neoliberalismo) el estado mismo para insertarse a un mayor grado internacionalmente. Tomando en cuenta la cercanía de las políticas domésticas y exteriores en Argentina, propuso una mejor política interior para fortalecer las instituciones más importantes y a través de tales reformas fomentar una identidad nacional coherente. Es crítico por el desarrollo de un perspectivo coherente actuar “con competencia, madurez y moderación”. Russell y Tokatlian (2004: 27- 28 )destacan la importancia de tener “la casa en orden” democráticamente como requisito para una esfera de cooperación. Para ellos es posible una cooperación con Brasilia y Washington al mismo tiempo.

Otro aspecto en la formulación de una polítca doméstica y externa estratégica y enfocado al largo plazo, es la responsabilidad aceptada por la dirigencia política en la formulación de una estratégia de inserción del país. Sino, Tokatlian (citado en Woodrow Wilson Centre 2003) advierte “la política exterior va a continuar por el mismo rumbo con mínimos ajustes”. En este sentido era quizás más fácil para Menem cambiar su política, que para Kirchner -debido a la fuerte retórica anti- neoliberal de este último que sería difícil cambiar sin perder votos en el ámbito de la crisis más grave en la história argentina (O`Donnell 2011).

Nicolás Creus (2008: 1) destaca la pérdida de poder que sufrió Argentina desde la segunda guerra mundial. Todavía quedan ilusiones de un gran pasado de parte de los elites argentinos, aunque muchos desaparacieron con la última crisis económica. Esto ha sido parte de la razón detrás de su rivalidad histórica con su vecino, y socio comercial más importante; Brasil (Rapaport y Madrid 2011). Por otro lado la relación con los EE.UU es mejor descrito como una de asimetría. Russell y Tokatlian (2004), sugieren una política exterior con un enfoque parcialmente hacía Brasil y integración regional, y parcialmente hacía los EE.UU, en un contexto internacional percibido como multilateral. Parte del problema para Argentina es su rol en este triángulo, nunca pudiendo equilibrar sus relaciones con estos dos países. Como mencioné anteriormente, el Kirchner principista pudo haber prioritizado una “autonomía nacional” bajo una “autonomía regional” (Rapaport y Madrid 2011: 328- 330). El último período de su presidencia tiene huellas de esta estrategia, aunque algo heterogéneo, que algunos pueden argumentar representa una mejor estrategia en un mundo cada vez más globalizado. Por el otro lado, los elementos heterogéneos como los varios nuevos acuerdos bilaterales, se puede decir es más un resultado de la Argentina en obtener recursos energéticas baratos y seguros.  

Sin embargo, la historia tiene una tendencia a repetirse, y el sistema política Argentina es conocido como cortoplacista, con un perspectivo percibido como al largo plazo llegando en el mejor caso a la las proximas elecciones según Jones (2011). Quizás las preocupaciones domésticas fueron más severas en 2001/02 y limitaron a Kirchner a un mayor grado que Menem. Desde un punto de vista tradicional del poder es evidente que el poder relativo ha disminuido la capacidad de influencia de la Argentina, y desde el perspectivo más pesimista puede ya ser visto como un estado paría, o lo que Escudé (2005) describe como un estado parásito que tiene poco para ofrecer al resto del mundo. La economía Argentina es vulnerable, y el enfoque hacía exportaciones de productos primarios, principalmente soya, se está complicando una inserción al largo plazo. 

El gobierno de Menem tampoco tenía una evaluación realista de como podían ser maximizados los intereses estratégicos nacionales. Según Tulchin (citado en Woodrow Wilson 2003) la cuestión de fondo es debatir públicamente “qué modelo está usando la Argentina o piensa usar para proyectarse en el sistema internacional”  

Carlos Escudé era crítico cuando hablaba de las relaciones exteriores argentinas más general, bajo el mandato de Kirchner, sustuvo que:

“[...] es improbable que el futuro depare políticas exteriores “racionales”, pensadas en función de los intereses de largo plazo en un contrato social democráticos. Por lo menos hasta que la condición de parásito sea superada, no volverán a implementarse políticas exteriores como las de Menem y Alfonsín que más allá de sus aciertos o errores fueron por momento admirables en  su disposición al sacrificio electoral [...] (Escudé 2005: 117).


5. Conclusiones
Hemos visto que ambos gobiernos están ubicados en la política exterior historicamente poco realista y de corto plazo. Las crises económicas de 1989 y 2001/02 otorgaron grandes poderes a los presidentes internamente - aunque en el caso de Néstor Kirchner después de las elecciónes de 2005 - adentro un marco menos rígido de acción de un estado de emergencia.  

Estrategicamente el “realismo periférico” de Menem significó subordinación a los intereses de los EE.UU con algunas pequeñas exepciones, mientras Kirchner buscó autonomía y reinserción basada en una estrategia más hererógenea. Mientras Menem fue poca realista en su estrategia para insertar la Argentina como un pais del primer mundo, Kirchner quizás enfrentaba una situación económica más complicada y una elección más realista en sus estrategias de inserción regional.  La falta de realismo fue también presente en el estilo exagerado-K de negociación, que a veces fue demasiado duro. En relación a la diplomacia de Menem, también demostró tendencias a exageración, aunque más en cuanto a sus ambiciones que su tono.  

En cuanto a posibilidades en el futuro de una estrategia de política exterior más realista, varios autores parecen estar de acuerdo en la importancia de insertar la Argentina a un mayor grado regionalmente, aunque la necesidad de fuentes energéticas seguras y baratas ha llevado al desarrollo de otras alianzas estratégicas más allá de la relación con Brasil y cooperación adentro el bloque de Mercosur.  

Relaciones con los EE.UU combinado con integración es posible, como sugieren Russell y Tokatlian, pero el problema constante de vincular políticas domésticas con la política exterior para captar votos, y crises económicas recurentes, han impedido cualquier política exterior de largo plazo.  

*UNIVERSIDAD DE OSLO

 

6. BIBLIOGRAFÍA
LIBROS

·         Acuña, Carlos (1994): “Politics and economics in the Argentina of the nineties (Or: why the future no longer is what it used to be)” en Acuña Carlos, Gamarra Eduardo y Smith William (editores): “Democracy, markets and structural reform in Latin America”. North-South Press, Miami.

 

·         Busso, Anabella y Alfredo Bruno Bologna (1994): ”La política exterior argentina a partir del gobierno de Menem: Una presentación”, en Colacrai de Trevisan, Miryam y Gladys Lechini de Alvarez (compiladores): La política exterior del gobierno de Menem. Surgimiento y reflexiones al promediar su mandato. Rosario: Ediciones CERIR.

·          

·         Caputo (1992) “Fundaciones sin crítica”, y ”Comentarios” de Tulchin, Joseph y Peña, Felix, en Russell, Roberto, La política argentina en el nuevo orden mundial.

 

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