Revista Nº16 " TEORIA POLITICA E HISTORIA "
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RESUMEN.

 

Es evidente que con la circulación global de la información en los medios de comunicación masiva y el comercio, cambia el mapa cognitivo de las culturas con respecto a la mirada hacia la función política entorno a la conducción del Estado. De ese modo, hablar de modernidad reflexiva nos da bases para explicar el fenómeno histórico de la globalización y explicar las disfunciones de las instituciones fundadas por la modernidad clásica, y nos remite a repensar de manera un tanto reflexiva el Estado moderno para comprender los cambios tanto políticos, económicos como culturales en nuestros imaginarios colectivos.

 

PALABRAS CLAVES: Modernidad reflexiva, globalización, globalidad política, Estado,  medios de comunicación masiva, imaginario cognitivo cultural.

 

Abstract:

It is evident that the cognitive map of cultures, related to the political function of leading a State, changes thanks to the global circulation of the information in the mass media and commerce.

In that sense, to talk about reflexive modernity gives us the basis to explain the historical phenomenon that is globalization as well as to explain the malfunction of those institutions founded by classical modernity.

Reflexive modernity also leads us to rethink in a kind of reflexive way the modern State in order to understand changes, -political, economic and cultural -in our collective constructs.

Key words: reflexive modernity, globalization, political globality, State, mass media, cultural cognitive constructs.

 

 

 

 

LA MODERNIDAD REFLEXIVA EN LOS PROCESOS DE GLOBALIZACIÓN DE LOS  IMAGINARIOS CULTURALES.  (INTERPRETACIONES DESDE LA CIENCIA POLITICA).

 

                                          Francisco Roberto García Samaniego.·

 

 

 

 

 

1.  Modernización reflexiva y globalización. (Una discusión introductoria)

 

 

            Bien podríamos afirmar que el debate sobre la modernidad reflexiva o segunda modernidad (Beck, 2002), comienza con la crisis del pensamiento de la modernidad clásica.  Fundada bajo la égida de la Revolución Francesa (y con las promesas incumplidas de la ilustración) Burguesa  en contra del poder monárquico absoluto, y siguiendo una suerte de secularización del Estado, en la medida que éste se convierte en un Estado laico.·

 

            Para nuestro análisis es difícil establecer criterios teóricos bajo el rótulo de fechas preconcebidas como 1789 (comienzo de la modernidad) y 1989 (fin de la modernidad y comienzo de la segunda modernidad). Puesto que,  anteriormente se había comenzado a dar luces y pistas en ideas muy productivas del pensamiento renacentista, además el arte y la pintura (como expresión estética) comenzaban a dar sus grandes impresiones del mundo. Dentro de rasgos distintivos.[1]

 

             Fue con la secularización del Estado, es decir, la separación del Estado y la Iglesia,  donde la modernidad da su aporte fundamental. Bien cabría decir, que la transformación del Estado monárquico en un Estado laico, En el estado Moderno, establece el fundamento básico para el Estado liberal de derecho. Aunado “con la extensión de las relaciones de mercado surge la esfera de lo social, que rompe las limitaciones del dominio señorial estamental obligando a la adopción de formas de administración pública”. (Habermas, 1999:172)

 

             De este modo, ideas provenientes de Nicolás Maquiavelo en su obra “El Príncipe”[2], ideas de Thomas Hobbes en su “Leviatán” [3] entre otros. Aluden a la necesidad de un orden estamental, (contractual) que reglamente la relación social de los individuos.

 

             Pero bien es cierto que estos filósofos premodernos establecen sus ideas en las lecturas que realizan sobre la “Politeia” de Aristóteles y la “República” de Platón. Jean-Jacques Rousseau, en su “Contrato Social” en donde él ve al hombre bueno por naturaleza,  por oposición a Hobbes que veía al hombre como un ser  malo por naturaleza. Pero estos a su vez coinciden en que la construcción del Estado es un hecho artificial. Y ven la construcción de lo social como un conjunto, una unidad. Es por ello, que era necesario que todos delegaran en un individuo o grupo de ellos, reunidos en asamblea a fin de evitar la guerra de todos contra todos. En sí, buscando un pacto de unión que permita la paz entre los hombres.[4] De esta manera comienzan a surgir instituciones que rompen con el mundo antiguo. Creándose así la primera modernidad.

 

            De este modo, la modernidad luego de la revolución Francesa, se estableció bajo el principio de la soberanía popular, con preeminencia en el espacio del sujeto. En si, principio éste último básico para el establecimiento del Estado liberal que emblemáticamente toma la teoría constitucional para fundar el Estado de derecho.

 

            Asimismo, a medida que avanza la historia de las sociedades, pensadores como Marx, junto con Engels, encuentran que dentro de la sociedad existe una permanente lucha de clases  aunada a los pensamientos democráticos y sociopolíticos de Alexis de Tocqueville[5] y Montesquieau.[6] En donde el Estado era visto como el mayor componente unificador de aquellas relaciones humanas entre los miembros de la Polis donde era primero ésta y luego el individuo en el Estado o gobierno premoderno.

 

            De hecho bajo la Ilustración, “la modernidad, en efecto, tenía basamentos sólidos; una geometría racional. Tenía un proyecto, el de las luces y la emancipación. Tenía dirección y seguridad en sí misma”. (Brunner, 1999:17)

 

            El paso de la modernidad, hacia su replanteo en la modernidad reflexiva (criterio de análisis que por su misma volatilidad, tanto conceptual como social, alude en consecuencia “en extremo sensible a los lenguajes; a su radical contingencia e historicidad”) (Brunner, 1999:19) ha significado el cambio en los paradigmas explicativos y teóricos, para dar cuenta de las realidades que en la actualidad la modernidad  clásica no explica en la transformación de las identidades colectivas, en función de las culturas y sus instituciones.

 

            El traspaso cognitivo y valorativo cultural que ha dado lugar hablar del proceso histórico de la  globalización “es por sí lo suficientemente heterogénea y abierta como para resultar complejo el establecer unos presupuestos firmes y delimitadores”. (Maíz; Lois, 1998:403)

 

            Si ello es así, ¿qué fue lo que provocó la crisis de la modernidad? ¿Por qué la postmodernidad no nos explica nada, o casi nada de la realidad tan compleja? O más crítico reflexivo, ¿son gobiernos, partidos políticos, medios de comunicación, ciudadanos e intelectuales culpables de ésta modernidad reflexiva y periférica que bajo el término y aplicación de la globalización económica y la globalidad política deslinda a los seres humanos de nuestro mundo de esperanzas desencantadas? O acaso, ¿nos diluye una heterogeneidad? La respuesta nos parece obvia: No sabemos lo que nos depara el futuro, en un mundo en total cambio y replanteo de sus paradigmas teóricos metodológicos, además de su cosmovisión del acontecer político social y cultural de la sociedad del riesgo, como lo ha venido proponiendo Ulrich Beck. De hecho, “con el advenimiento de la segunda modernidad entramos en una sociedad del riesgo en la que, al tiempo que predominan las amenazas que han ido produciendo la sociedad industrial, los individuos viven en una amplia variedad de riesgos globales y personales diferentes y mutuamente contradictorios”. (Ramos, 1999:300)

 

            Ahora bien, pasemos a considerar entonces algunos planteamientos y debates que se están produciendo, y nos lleva a una reflexión teórica, conjuntamente con pensadores de la modernidad reflexiva y la globalización, como los  teóricos sociales que se han replanteado la sociedad. Lo que significa que regresan a una reflexión un tanto filosófica, no sobre el deber ser, sino una filosofía un tanto positivista, de lo que es, en la medida de ver la realidad interdependiente e interconectada para hacer los respectivos diagnósticos.[7]

 

            Lo cierto es que, el pensamiento crítico reflexivo de la segunda modernidad y sus exponentes, nos tratan de establecer el camino teórico por donde cruzan estas ideas. Pero, en el momento de darnos el mapa teórico en ésta nueva cartografía nos enfrentamos a una vía sumamente difícil de ver con tan sólo un mapa. Debemos por tanto, recurrir a más instrumentos teóricos para tratar de llegar a sitio seguro. En sí, recurrimos a la interdisciplinaridad en las ciencias sociales. (Dogan, 2001:150-196)

 

            Es por ello que las respuestas reflexivas teórico-metodológicas aportadas hoy, se desvanecen en el mar de la realidad. En sí, grandes desigualdades sociales globales que se transforman  en glocales,  conllevan en forma pareja profundos declives económicos, en donde se expresan y manifiestan a través de los medios de comunicación masiva por su intervención en los asuntos políticos. Es decir, que “el analista contemporáneo se haya forzado a entender la vida en el mercado si quiere captar el sentido de la época global”. (Brunner, 1999:21)

 

             En este sentido nuestra investigación tratará de explicar la influencia de los medios de comunicación masiva en los asuntos políticos tanto globales como locales, y cuál ha sido su influencia para el cambio cognitivo y valorativo en la sociedad civil con respecto a sus regímenes políticos. Es decir, la segunda modernidad se haya inmersa en estos cambios, dando como resultado cambios profundos en la ciencia y la tecnología para el desarrollo o subdesarrollo de las sociedades.

 

2.  Los desafíos de la globalización en la modernidad reflexiva.

 

  Por sus consecuencias, la globalización comporta lo que para Manuel Castells, es “la infoeconomía en redes”. En sí, “Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación basadas en la microelectrónica, las telecomunicaciones y los programas de ordenador, creados para el funcionamiento en red. Proporcionan la infraestructura de esa nueva economía. Aunque la internacionalización de las actividades económicas no es nada nueva, esa infraestructura tecnológica si lo es”. (Giddens; Hutton, 2002:82) Esta produce contradicciones, entre lo que para Giddens, Beck, Lash, Brünner y Hutton es, la economía del conocimiento”. Basada ésta economía en el principio de los más capacitados técnica y profesionalmente, un tipo de economía “fuerte” en los países desarrollados, pero que se halla en contradicción por las crisis de empleo tradicional asalariado en las sociedades subdesarrolladas (en paro y la economía informal)  en busca de un trabajo cívico· o, como lo analiza Jesús Peña Cedillo en reciente artículo: “La globalización no es más que una versión extrema de la ideología capitalista tradicional. En esta visión, las tecnologías de la información son una herramienta para la explotación renovada, la destrucción de trabajos, la degradación ambiental y la invasión de la privacidad”. (Peña, 2001:10)

 

            Para éstos últimos teóricos, ha sucedido una reinvención total de la percepción cultural del mundo, de lo político, empresarial y social del entorno al capitalismo haciendo un nuevo imaginario del acontecer diario y valorativo de los individuos  y sociedades que lo viven en especial en las sociedades occidentales.

 

            La globalización es por consiguiente, un fenómeno y proceso muy amplio con respecto a los efectos y consecuencias que produce en la sociedad y en las democracias. De ésta forma la globalización para Juan Somavía es lo siguiente: “la globalización está avanzando de forma rápida. No es algo remoto y abstracto. Tiene una incidencia en la vida diaria de las personas (desde los alimentos que tomamos hasta las noticias que recibimos), así como el trabajo que encontramos y realizamos. Internet, la revolución de la información y de la comunicación están cambiando profundamente la forma de buscar y solicitar puestos de trabajo, escuelas incluso amigos. Transforma la manera de comprar y hacer negocios. Representa nuevas posibilidades de educación y de atención médica. Está modificando las perspectivas de la gente y facultándola para rebatir  las formas tradicionales de hacer las cosas. La propia sociedad civil está utilizando estos nuevos instrumentos para defender mejor sus intereses. No se trata solo de un fenómeno de los países industrializados”. (Somavía, 2002:244)            

 

            De hecho ha sucedido una reinvención total de la percepción cultural del mundo, de lo político, empresarial y social del entorno al capitalismo haciendo un nuevo imaginario del acontecer diario y valorativo de los individuos y sociedades que lo viven. Es decir, al hablar de globalización, como lo ha planteado Giddens es: hay que hablar de la economía global y de los mercados financieros globales como elementos claves. Pero es un error fundamental equiparar la globalización sólo con el mercado; es un error básico, también, ver las dinámicas principales de la globalización en términos económicos. El impulso más importante de la globalización no es primordialmente el mercado, sino la revolución de las comunicaciones (especialmente la revolución electrónica)”. (Giddens, 2001:29)

 

Por su parte, las empresas sobre todo las relacionadas a las nuevas tecnologías se consideran la raíz de la esencia de la modernidad. (Peña, 2001:11) Asimismo plantearemos como hipótesis que esa esencia es la misma transformación de la modernidad hacia su vertiente explicativa, a la cual le damos el término de modernidad reflexiva o segunda modernidad, afianzando nuestra investigación en Ulrich Beck en sus distintas reflexiones teóricas a partir de su concepto de la sociedad del riesgo. Por otro lado,  tendemos a mirar la acción de la discusión política privilegiando más el espacio mediático que los espacios tradicionales y sus instituciones. En sí, planteando el cambio que ello ha significado en las instituciones políticas tradicionales.

 

             Lo cierto es que, “la modernización reflexiva es una era de incertidumbre y ambivalencia, que combina la amenaza constante de desastres de una magnitud enteramente nueva con la posibilidad y necesidad de reinventar nuestras instituciones políticas y de inventar nuevas formas de ejercer la política en lugares sociales que antes se consideraban apolíticos”. (Beck, 2002:146)

 

            Además podemos explicar la globalización y la modernidad reflexiva· siguiendo el diagrama de la globalización cultural propuesto en reciente escrito por José Joaquín Brünner, en donde nos plantea un interesante análisis en el cual se expresan cuatro fenómenos de base interrelacionados. Ellos serían: El capitalismo industrial, la postmodernidad, la revolución de las comunicaciones y la democracia. Porque la globalización no es una tendencia como se lo proponen algunos autores latinoamericanos. De hecho la globalización como fenómeno multicultural está inscrito de por sí dentro de los consumos diarios en las culturas occidentales (Latinoamérica incluida) y por qué no, también inscrito en otras culturas, como de hecho lo está. El problema radica en creer que los beneficios económicos y tecnológicos lleguen a todas las culturas. Visto así, es otro asunto.

 

            A este respecto responde Brünner bajo un  fenómeno, el de la universalización de los mercados y el avance del capitalismo postindustrial. En sí, el triunfo de la tecnología microelectrónica y su clara capacidad adaptativa a los cambios que los medios de comunicación e información producen en el mercado mundial, han provocado un profundo cambio en las instituciones de la modernidad. Además sus efectos producen cambios valorativos dentro de lo cultural y políticos, nuevos patrones y nuevas conductas de participación en los ámbitos tanto públicos como en los ámbitos privados.

 

            Asimismo, el fenómeno histórico de la globalización, como proceso de cambio, “lleva implícita una mezcla contradictoria de fuerzas pro-democratizadoras y de-democratizadoras. La dirección que tomará este proceso depende en gran parte de decisiones políticas”. (Bodemer, 2002:53)

 

            De hecho este cambio también se logra gracias a la difusión del modelo democrático como forma ideal de organización del Estado para casi todos los países del mundo occidental. Así el avance de la democracia es fundamental y básico para la circulación de los mercados con base político económica de los Estados modernos en la sociedad postmoderna (Bauman, 2001) para algunos, segunda modernidad para otros.

 

            Incluso, visto desde está posición lo podemos comparar con los análisis constructivista, racionalista de Ulrich Beck, Lash (segunda modernidad o modernidad reflexiva), Giddens (modernidad tardía),  Albrow (era global), Habermas (constelación postnacional), David Held (democracia cosmopolita), Maffesoli (nuevas formas de identidad), Arjun Appadurai (la modernidad desbordada) que responden al declive de la modernidad clásica  sus estructuras e instituciones afianzando la idea, de que el antiguo mundo ha perdido sus coordenadas de reordenamiento tanto en lo político, como en lo sociocultural. ·

 

            A partir de ahí cabe señalar, que la revolución de los medios de información y comunicación han transformado la sociedad en sus ámbitos cognitivos y culturales, así como en la función de publicidad política. De hecho ahora los medios de comunicación masiva otorgan poder por si mismo (no en todas las sociedades claro está) “El triunfo del capitalismo ha procurado a la economía una independencia adicional de la política. En la sociedad moderna compleja, son cada vez más los subámbitos que prefieren utilizar como medio de control el dinero en vez del poder.” (Von Beyme, 1994:25) Es decir, “el auténtico reto teórico y político de la segunda modernidad es el hecho de que la sociedad debe responder simultáneamente a todos estos desafíos”. (Beck, 2002:2)

 

            Es evidente que con la circulación global de la información cambia el mapa cognitivo de las culturas con respecto a la mirada hacia la política, y de los individuos en sociedad. Pues bien, de ser cierto, la circulación global de los medios de información masiva lleva implícita la capacidad de importación y exportación de bienes y servicios del capital transnacional de consumo cultural. (Mimeo: 2009)

 

Y en este sentido, ¿cómo podemos entender este fenómeno en donde para muchos ha triunfado el capitalismo, bajo el nuevo rótulo explicativo de la globalización económica y la postmodernidad cultural? En tanto la política como forma reguladora, sigue siendo necesaria para los contrapesos que implica el poder. Evadirla es seguir cayendo en la despolitización, despartidización y desinstitucionalización de la sociedad que son los medios idóneos para regular el conflicto. O, como lo ha analizado Anthony Giddens: “los Estados nacionales son mucho más poderosos que las corporaciones, sobre todo cuando se organizan y permanecen como verdadera expresión colectiva. Los Estados nacionales controlan el territorio –individual o colectivo- y poseen un aparato de derecho –que incluye el derecho internacional-. Además, las naciones controlan también el poder militar. Las naciones, entonces, en especial cuando están unidas, pueden ser una fuerza poderosa para los gobiernos del mundo”. (Giddens, 2001:34)

 

            Es decir, repensar las instituciones creadas en la modernidad clásica implica repensar la democracia y sus instituciones para que de esa forma no caer en la trampa de pensar lo social sin gobiernos e instituciones sólidas entorno a la discusión sobre la globalización y sus repercusiones políticas, económicas y culturales, y dar respuestas claras para la construcción de la sociedad que hoy se nos presenta con demasiados riesgos y conflictos por resolver. Tanto a niveles locales, nacionales, como internacionales. De hecho lo último expuesto es el gran desafío para las sociedades en la actualidad.

 

             Es por ello que, “la expansión del capitalismo, su transformación postindustrial y la hegemonía de los mercados a escala internacional configuran el surgimiento de una forma predominante, incontestada, de civilización material que engloba progresivamente al mundo.” (Brunner,  1999:27)

 

3. Sociedad de la información y el conocimiento.

 

             Por sus consecuencias, el triunfo del capitalismo, con su vertiente en la importancia en los medios de comunicación e información, ha significado de un tiempo acá, la revisión de las macroteorías y las microteorías, además de los enfoques de la teoría de la acción. “El nuevo paradigma de la postmodernidad ha intentado nivelar el contraste entre la macroteoría y la microteoría.”[8] En opinión de José Joaquín Brünner tendríamos que: “la revolución en curso de las comunicaciones marca el ingreso a un nuevo tipo de sociedad: La sociedad de la información y el  conocimiento”. (Brunner, 1999:29)

 

            En contra partida, en la primera modernidad, veíamos una sociedad fundada, bajo el rótulo de la ética del trabajo obrero/patrón, medios de producción industrial, (en sociedades industrializadas) la fábrica como la gran empleadora de la mano de obra (el conflicto irresuelto aún hoy de propiedad privada, lucha de clases) para la obtención de un bien monetario (el salario) en contra prestación de la plusvalía, bajo la supervisión del Estado, con sus tradicionales valores y símbolos de la fabrica “institución panóptica” junto al Estado de la modernidad clásica.[9]

 

             Llegados a este punto y como lo señaló Ulrich Beck en reciente escrito, planteó: “Adiós a la sociedad de clases: a muchos eso les suena a superación de la misma”. (Beck, 2000:17) Pareciera ser, que el nuevo fundamento en donde la realidad social, ya no se explica por la lucha de clases,[10] sino más bien, toda una suerte de riesgos en donde el individuo pierde las otrora solidaridades hacia su entorno político, transformándose en una acción mediática el ciudadano reflexivo moderno se plantea desde sus propias biografías. Entre otras razones, por los cambios dentro de los patrones familiares y la liberación de las tareas domésticas más la profesionalización de las mujeres.

 

            A este respecto se estructura una individualización de la sociedad (individualista) y las instituciones también se individualizan, así como lo social se tiende a explicar de abajo hacia arriba. En sí, una subpolítica, de la política misma, en tanto que la sociedad busca auto-organizarse y reconfigurarse.

 

            En tal sentido los medios de comunicación masiva se presentan como los voceros principales de estos tipos de auto-organización civil. “Ahora bien, el proceso de individualización nunca significa disolución, sino aumento de la desigualdad social”. (Beck, 2000:38) Pero, se advierte que el fenómeno se debe a la inobservancia de los entes políticos con respecto a los conflictos que hoy aquejan a los ciudadanos. De tal manera, que es precisamente por la falta de inobservancia de los líderes políticos a las demandas ciudadanas en donde los medios de comunicación e información toman la batuta para canalizar el descontento de la sociedad civil hacia sus políticos y gobiernos de turno formando opiniones adversas a los proyectos políticos y sus fracasos.

 

 

De este modo, la falta de respuestas de las agencias del Estado lleva a la sociedad civil a un estado de inseguridad e incertidumbre. Asimismo, la modernidad reflexiva lleva al plano teórico a reinventarse y perder cientificidad. Pero también y con una mirada fenomenológica, nos lleva a descubrir el Estado de ánimo predominante hoy día: “el miedo, la ansiedad, la incertidumbre”. (Brunner, 1999:35)

 

Lo que sí parece evidente en nuestras sociedades en crisis es que: “el imaginario existente entra en crisis a raíz de los cambios sociales. Parece tratarse de un fenómeno generalizado. Asistimos al declive de las grandes representaciones colectivas de la vida social: religión, nación, estado, sociedad. Al mismo tiempo se están recomponiendo nuevas representaciones que todavía no tienen nombre. En esta situación, crece la preocupación por las formas menudas de la vida cotidiana”. (Lechner, 2002:286)

 

            Es precisamente en este aspecto fenomenológico, donde las ciencias sociales (sociología, sociología política, la antropología política, la ciencia política, el derecho, los estudios culturales e incluso la economía) perdieron su horizonte en la búsqueda (tanto en los niveles micro y macro de la teoría social) de su cientificidad empírico-descriptivo y metodológica, tendiendo a volver a repensarse y replantearse en una explicación neopositivista-constructivista de lo que es, para poder hacer más multidimensionales sus conceptos y categorías de análisis.·

 

            Como ya vimos, los estudios culturales pasan a una reconstrucción vía multiculturalismo. Bien cabría afirmar, que “es inseparable un orden democrático (post) moderno de la idea de multiculturalidad, (...) y no por el hecho de la existencia de varias culturas, sino por un espacio de intercomunicación”. (Mires, 2001:113)

 

            Significa definitivamente que la modernidad reflexiva de ese espacio que se crea de intercomunicación gracias a los mass-media, en su dinámica globalizante, en función del mundo actual, nos remite y obliga de manera un tanto inexorable a reinventarnos lo social, cultural, económico, y por su puesto lo político. Para adaptar ésta dinámica a la heterogeneidad de las democracias presentes, como condición sine qua non en estos días, para entender la globalización. De esa manera, “está constituyéndose un nuevo tipo de capitalismo, un nuevo tipo de economía, un nuevo tipo de orden global, un nuevo tipo de sociedad y un nuevo tipo de vida personal, todos los cuales difieren de fases anteriores del desarrollo social”. (Beck, 2002:3)

 

            Y como bien señalara  Néstor García Canclini, en reciente publicación: “Se trata de reunir lo que tantas veces fue escindido en las ciencias sociales: explicación y compresión o sea, articular las observaciones telescópicas de las estructuras sociales y las miradas que hablan de la intimidad de las relaciones entre culturas. Me parece que en esta tarea tenemos un recurso clave para el futuro de la globalización lo decidan ciudadanos multiculturales”. (Canclini, 2002: 36)

En tal sentido la globalización se va estructurando por medio de los cambios dentro de las sociedades y ello significa que el ciudadano tiende a vincularse con los nuevos modos y formas valorativas dentro de su vida cotidiana.

 

             Lo que este autor propugna es, que a raíz de los estudios multiculturales dentro del debate sobre globalización y la modernidad reflexiva, estas surgen, entorno a la discusión política de nuevas formas no convencionales de participación política. Es allí en donde se expresan de manera pragmática los medios de comunicación para la participación de la sociedad civil.

 

             En éste sentido la Ciencia Política se readapta a nuevos paradigmas y categorías de análisis. Y al mismo tiempo, “una vez alcanzado determinado nivel de madurez, la teoría social está cada vez más sujeta a los mandatos sociales y políticos de la sociedad. Los intereses y objetivos sociales de carácter general han superado a cualquier lógica interna de búsqueda de la verdad como fuerza motora de la investigación científica (Barnes, 1992).”[11]

 

            El resultado es que el imaginario cognitivo cultural del ciudadano (en Occidente y ciertos movimientos neo-populistas en América Latina) se ha transformado, como en el caso de los nuevos movimientos sociales y políticos outsiders. Atraídos los ciudadanos o individuos (pertenecientes a determinado grupo social, pero a su vez intercomunicado como ciudadano multicultural) por un descontento al ejercicio de la función política de la primera modernidad y sus instituciones. Asimismo para el caso Latinoamericano por la crisis de gobernabilidad de las estructuras institucionales desbordadas por la corrupción aunados a graves crisis económicas. En tanto que las instituciones se presentan ineficaces y los actores políticos perdidos en el horizonte de conflictos fenómeno presente en la reinvención de lo social y político.

 

            A partir de ahí cabe fundamentar en nuestro planteamiento las propuestas de Pedro E, Güell y Norbert Lechner, en que: “las transformaciones sociales en marcha serán gobernables solo si nos hacemos cargo de los cambios culturales concomitantes. De hecho, construir una articulación entre globalización y acción colectiva dotada de sentido es fundamentalmente un trabajo cultural”. (Güell; Lechner, 2002:45)

 

             En un primer momento, dicho fenómeno se produce, (en especial en América Latina) porque la forma tradicional del manejo del Estado y los partidos políticos, no se adaptaron con el paso del tiempo a los cambios sociales globales de distribución de recursos en el ámbito económico y cultural.

 

            En un segundo momento, los cambios que se producen dentro de una economía intangible que desborda y destrona al tradicional Estado en el manejo de la distribución de las riquezas. Un fenómeno que va de la mano con las empresas transnacionales que superan las expectativas del Estado nacional soberano en cuanto a las condiciones del gasto público de los Estados.  Así ocurre también con las demandas sociales generadas por la sociedad civil. En donde “surge una nueva esfera a partir del recíproco proceso de socialización del Estado y estatalización de la sociedad. Esa esfera no puede ya ser concebida ni como esfera puramente privada, ni como esfera genuinamente pública; ni puede coordinarse sin más con los ámbitos del derecho privado o del derecho público”. (Habermas, 1999:181)

 

            Un tercer fenómeno a destacar es el proceso gradual que hace evidente un cambio. Significa, lisa y llanamente, que “en la mayoría de los países occidentales los niveles de confianza en los políticos han caído en los últimos años. “Vota menos gente que antes, particularmente, en los Estados Unidos. Cada vez son más quienes dicen no tener interés en la política parlamentaría, especialmente entre las generaciones jóvenes.” (Giddens, 2000:85) Un fenómeno que es producto precisamente del cambio en lo referente a la participación, consecuencia de la era global reflexiva en la cultura política democrática, Incluso presente en las democracias consolidadas. Aunque también se puede observar cambios en las generaciones jóvenes que impulsadas por malos gobiernos de milicos y corruptos  cambian sus posturas políticas y desean participar más activamente en los asuntos y discusiones entorno a los actos administrativos de sus gobiernos. Ello de por sí es un gran cambio en la política domestica de muchas democracias.

 

             En éste marco de ideas en cuanto al debate de la sociedad del riesgo, “gran parte del debate político de los últimos veinte años se ha centrado en la decadencia del poder y la legitimidad del gobierno y la necesidad de renovar la cultura de la democracias. (Beck, 2002:3)

 

  De ahí que, Giddens se pregunte con cierta ironía, “¿Por qué los ciudadanos de los países democráticos están aparentemente desilusionados con el régimen democrático, al tiempo que éste se expande por el resto del mundo?”. (Giddens, 2000:85) Entre otras razones, se debe a la gran despreocupación que han tenido los distintos gobiernos y partidos políticos de solventar los graves problemas presentes en la sociedad democrática. (Aunque el hecho de que la democracia no sea eficaz, en el ámbito económico, no significa que la democracia como tal deje de existir.)[12]

 

             En todo caso nos plegamos a la llamada política de la vida de la  personalidad a la deriva, como bien lo ha observado el sociólogo norteamericano Richard Sennett, la cual es incapaz de introducir una narrativa consecuente con su propia vida.[13] Y la desarticulación reinante (con la globalización cultural del discurso reflexivo) del Estado como cohesionador de los otrora valores e ideales de la cultura política, que a través de los Mass-medias y los conocimientos por ellos aportados, son una consecuencia del cambio cognitivo que hoy día vivimos todos en nuestras sociedades.

 

Por lo que ahora en el mundo de la segunda modernidad  global, las instituciones ciudadanas toman el poder. Lo cívico en manos de la sociedad civil como fuerza declamatoria y acusatoria en los desbarajustes del Estado, en la desconfianza manifiesta de la población hacia los políticos profesionales y sus partidos por la irresponsabilidad en sus funciones, que en la actualidad tratan de recuperar sus posiciones en busca de mejorar las reivindicaciones y demandas de la sociedad civil bajo el proceso de cambio estructural que la globalización  de la información y de la comunicación va impulsando en lo económico y en lo político.

 

4. Cambio global. Los efectos en el Estado.

 

            La Lucha se libra en varios frentes: El primero, en la relación del Estado Nacional soberano, en la era de la globalidad, y la segunda modernidad sobrepasan los límites del Estado y su soberanía tanto política como territorial en los aspectos culturales e imaginativos. Explicamos: en el ámbito político, se está ante procesos de integración como el ALCA[14], Mercosur[15], Grupo de los tres[16], TLC[17], Unión Europea[18], entre otros, los cuales obliga a todos los países firmantes, vivir en democracia, pero de manera transnacional local/global. Por tanto, en lo territorial se desdibujan las fronteras, además de una notable necesidad de intercomunicación para paliar los efectos de la globalización económica en los Estados con economías débiles·. El segundo frente de lucha, se da en aquel que sobrepasa las otrora concepciones culturales tradicionales de la época industrial de la primera modernidad, y su vertiginoso paso dado por el intercambio diario de bienes y servicios de consumo masivo de la época postindustrial de la modernidad reflexiva.

 

  Por ejemplo, los símbolos pertenecientes al mundo de la globalidad, los encontramos en los aeropuertos internacionales, en donde se observan gente de todas partes del mundo, o personas de una misma región interactuando. Obviamente, ya es posible observar los primeros efectos de la era global en sitios públicos de interés privado. Y en cualquier caso, el hecho radica en la rapidez con la cual hoy gentes de todo el mundo se transportan y comunican gracias al gran auge de las tecnologías. En tal sentido hacemos referencia a la Internet y a la telefonía celular que da píe a la comunicación instantánea.

 

En tal sentido, “las nuevas tecnologías de la información y la preeminencia del mundo audiovisual son otro ejemplo del cambio de los mapas cognitivos que usan los individuos para clasificar y ordenar la realidad social. Basta recordar el protagonismo de la televisión en la vida cotidiana. Por un lado, tiene lugar una expansión informática del espacio que multiplica las posibilidades de comunicarse  a distancia. Las nuevas modalidades de comunicación modifican no solo las pautas de sociabilidad, sino también la noción del espacio público”. (Lechner, 2003:51)

 

             Este postulado y forma de pensar el mundo es asumido por quienes sostienen que el cambio se ha dado por un factor fenomenológico comunicacional, que provoca la continua y repetitiva reinvención del imaginario cognitivo cultural de todos aquellos individuos que viven esa experiencia intercomunicativa del riesgo. Porque como bien lo ha señalado Ulrich Beck para aportar una fórmula simple: “El capital es global, el trabajo local. En todo el mundo y simultáneamente, el trabajo frágil aumenta con rapidez, es decir, el trabajo a tiempo parcial, por cuenta propia, los contratos eventuales y otras formas de trabajo para las que apenas hemos encontrado descripciones adecuadas”. (Beck, 2002:17)

 

             Ante ése fenómeno, digamos entonces, que la soberanía “cae en desuso” (no sólo por lo comunicacional y político) por aquello de la transnacionalización del capital de los países o empresas transnacionales o multinacionales, ya no dependiente sino intercomunicadas en el mercado de los nuevos símbolos, de la sociedad del consumo masivo. En tal sentido, “si esta dinámica prosigue, dentro de diez o quince años cerca de la mitad de la población activa de occidente trabajará en condiciones de incertidumbre”. (Beck, 2002:17) Lo cual en los países de la periferia ya están padeciendo.

 

            Siguiendo un sinuoso análisis nos encontramos pues aquí, nuevamente, en una suerte de intercomunicación interdependiente recíproca de Estados y gobiernos, ciudadanos, movilización social mundial, por trabajo u otros oficios, de empresas, divisas y por lo tanto de las culturas. Como resultado de lo anterior, en suma, comporta también sentimientos de rechazo a lo nuevo, a lo no planificado nunca observado pero siempre reclamado en el fuero interno de los afectos, y condicionado hacia el fuero externo dentro de las relaciones sociales. Es precisamente allí en donde recurrimos a realizar estudios reflexivos sobre las nuevas condiciones de vida dentro de la segunda modernidad.

 

5. Los afectos en la globalización en la sociedad y la cultura.

 

Existen las líneas de investigación  sobre aquellos fenómenos presentes que son producto de la globalización, los cambios y los efectos que ella produce en la sociedad y la cultura. En este caso, haremos referencia a lo colectivo, en tanto y en cuanto, trae parejos profundos conflictos afectivos del entorno individual de algunos seres humanos que afrontan dichos cambios que repolitizan lo público. Es decir, “la globalización económica y tecnológica de los medios y las redes electrónicas vehiculan una multiculturalidad que hace estallar los referentes tradicionales de identidad. Y al estallar el sujeto social unificado que representaba las figuras del pueblo y de nación se desnuda el carácter problemático que hoy adquiere las configuraciones de lo colectivo y de lo público”. [19](Barbero; López, 1998:36)

 

            Autores como Anthony Giddens, han expuesto que la globalización surge en el momento en que a finales de los sesenta con la puesta en órbita del primer satélite permitieron la comunicación instantánea entre dos partes cualquiera del planeta en momentos instantáneos.

 

            De este modo, las comunicaciones y la puesta en uso de las nuevas tecnologías, permitieron, de esos años acá, la comunicación de las personas para poder enterarse de lo que sucedía en un mismo día al otro extremo del mundo. En tal sentido lo expuesto es la globalidad, basada en las nuevas tecnologías como medio de conexión entre los seres humanos en todo el globo; comporta cambios teledirigidos por los medios de comunicación masiva.

 

            Especial cambio, viene dado a raíz de la economía intangible de bienes y servicios, en donde la movilización de los capitales es casi de manera instantánea. Como ejemplo, las tarjetas de crédito y los mercados bursátiles. Además, y no en vano, su aumento en todo en Latinoamérica, Norteamérica y Europa del Este luego de la caída del comunismo soviético.·

 

             Como veremos a continuación, para Arlie Russell Hochschild en un reciente escrito, se pregunta, con cierta preocupación: “¿Cómo debemos entender los efectos de la globalización sobre el afecto? ¿Qué sabemos de ello, qué pensamos y sentimos al respecto? Si se forman más cadenas mundiales de afecto, ¿Los movimientos y las consecuencias se caracterizan por la bondad o la crueldad? Dado lo dura que es la pobreza, no son preguntas fáciles de responder. Pero no nos hemos ocupado plenamente de ellas, en mi opinión, porque, para la mayoría de nosotros, el mundo se globaliza a más velocidad que nuestros corazones. Vivimos en el mundo pero tenemos sentimientos locales”. (Russel, 2001:189) Como resultado de lo anterior, en sí, cabría aplicar aquí, aquella presunción weberiana en la cual las teorías y conceptos de análisis no superan por más ni más, a la continua y conflictiva realidad del mundo en que vivimos.

 

            Obviamente tendríamos que el paso de la sociedad tradicional-industrial (modernidad clásica) creó un proceso gradual, el cual supera sus fronteras, para pasar de una sociedad industrial a una postindustrial de consumo (segunda modernidad) y esta última crea a su vez, una globalización económica desigual en todas partes con relación a los niveles micro y macro económicos dentro de la sociedad. Pero supone una Globalidad política en proceso. De esa manera se le da paso a una sociedad autónoma de consumidores cada vez más necesitados de productos transnacionales, por aquello de la “infoeconomía” de Manuel Castells en redes de distribución masiva.

 

            Desde entonces se han producido algunos cambios con  relación a los efectos que la globalización tiene sobre los sentimientos y los afectos emocionales de todos los seres humanos que viven en pobreza y tratan de buscar seguridad tanto social como laboral. Trae como consecuencia migraciones masivas hacia países más desarrollados. ·

 

             Pues en esas condiciones de riesgo a muchos ciudadanos del mundo, (y en especial de los países subdesarrollados) les resulta difícil dejar atrás sus lugares de nacimiento para buscar fortuna y seguridad dentro de ésta sociedad del riesgo e incertidumbre. Por ello, ya es posible observar sus primeros efectos y es un hecho que relata muy especialmente Arlie Russell Hochschild en donde nos  explica en reciente trabajo, que las personas del mundo global, “no sólo quieren ganar más sino también tener más seguridad”. (Russel, 2001:191) En sí, esa inseguridad generada por las crisis que provoca la misma globalización en los países en vías de desarrollo, genera un movimiento migratorio de más del 2% de la población mundial.

 

            Lo que sí se desprende con claridad, es que ese 2% de la población mundial cree, en que la “emigración es un billete de lotería hacia una vida mejor, pero también una póliza de seguros contra las devaluaciones de moneda y las bancarrotas empresariales en el país de origen”. (Russel, 2001:191) Nada más incierto para los ciudadanos del mundo que deben confrontar dicha situación de inseguridad y riesgo, en una posible solución al paro y la economía informal, en el trabajo cívico.

 

            De hecho, ya Klaus Von Beyme lo ha analizado muy bien al exponer que: “Las relaciones de intercambio entre cultura y economía han pasado a primer plano”. (Von Beyme, 1994:155) Así pues, como ya se mostró anteriormente, la explicación aportada por Beyme, se refiere a la comercialización  de la cultura. A grosso modo, es el intercambio que se produce adentro del ámbito del estudio de lo cultural. Una suerte de multiculturalismo en donde la modernidad se recrea. Afectando sin embargo todo lo que proyecta. Es decir, la globalización de la segunda modernidad, también toca las relaciones afectivas dentro del imaginario valorativo de hombres y mujeres que viven en el mundo del riesgo. Es más, “la expresión cultural del nuevo sentimiento vital es el pop art, que privilegia la iconografía del mundo cotidiano”. (Von Beyme, 1994:154)

 

            Aunque no debemos pasar por alto, que en las sociedades en vías de desarrollo, todavía la “infoeconomía” propuesta por Manuel Castells, está en etapa embrionaria. Porque si algo es evidente es que, “los países con economías débiles, están sumamente golpeadas por graves crisis políticas y económicas en busca, además de su consolidación democrática”.[20]

 

            Por decirlo en palabras de Alain Touraine, “ya no creemos en el progreso (...) La afirmación más fuerte de la modernidad era que somos lo que hacemos; nuestra vivencia más intensa es que no es así, sino que somos cada vez más ajenos a las conductas que nos hacen repensar los aparatos económicos políticos o culturales que organizan nuestra experiencia”. (Touraine, 1998:27)

 

            Entre otras dificultades, de lo que se trata, para algunos, es lanzarse al flujo de las nuevas tecnologías, sin embargo, para otros, encerrarse en sus propias vidas de solidaridades dispersas y limitadas. Pero en ese caso, todo depende del telescopio con que observemos, y además, si lo que vemos nos gusta, atrae y convence. Porque en nuestros días, “vivimos una mezcla de sumisión a la cultura de masas  y repliegue sobre nuestra vida privada”. (Touraine, 1998:27)

 

  6. Sociedad global. Sus perspectivas reflexivas.

 

             Hasta ahora hemos hecho mención a los profundos cambios que hoy experimenta la civilización a raíz de los fenómenos mundiales inscritos dentro de la era postindustrial globalizada, tanto del mercado como de la cultura. Observándose entre otras cosas que “no sólo la economía está internacionalizándose. Las relaciones sociales y culturales también. Y por su puesto, las formas y los estilos de vida”. (Mires, 2001:14)

 

            Precisamente esta transformación es lo que ha llevado al cambio paradigmático de nuestra sociedad global. Y, en cualquier caso, este quiebre paradigmático del pensamiento moderno, es el que amplía nuestros criterios de análisis hacia posiciones auto-reflexivas, que por paradójico que nos parezca, es modernidad en sentido reflexivo.

 

            Con la agravante de que “modernización reflexiva significa que un cambio de la sociedad industrial que se produce de forma subrepticia (oculta) y no planeada, a remolque de la modernización normal, de modo automatizado, y dentro de un orden político y económico intacto implica lo siguiente: Una radicalización de la modernidad que quiebra las premisas y contornos de la sociedad industrial y que abre vías a una modernidad distinta”. (Beck, 1994:15)

 

            Verbigracia, “decir postmoderno es como decir post-medieval, o, post-renacentista o post cualquier cosa que existió en el pasado. Lo que si parece claro, es que, llámese como se quiera, un determinado modo de entender al mundo está siendo reemplazado por otro que fue imaginado (o soñado). Ese es el quiebre aludido, y, a ese me referiré con el nombre de revolución paradigmática”. (Mires, 1996:152)

 

            Lo que sí se desprende con claridad es que cuando hablamos de modernidad uno de sus principales ideales específicos, era el ideal de la política. Porque la política y lo político cohesionaban el orden dentro de las sociedades industriales. En tal sentido tanto en la primera y segunda modernidad, lo político y la política siguen siendo fundamentales para establecer las condiciones básicas para las relaciones sociales, tanto en el ámbito interno como a niveles externos entre los seres humanos en ámbitos tanto públicos como en los privados en sus demandas. (Mimeo; 2010)

 

             Lo que ha sucedido es un cambio con respecto a los modos de establecer las agendas políticas, a raíz de los cambios en la participación de los ciudadanos. Es decir, entran en juego las nuevas estructuras e instituciones comunicacionales  y organizativas como las ONG  para establecer las agendas dentro de la toma de las decisiones. Ante todo ya no es la legislación lo principal para la resolución de los conflictos sociales dentro de los Estados y los gobiernos. Porque la política, “fue durante la fase clásica de la modernidad el principal instrumento para establecer la agenda de elección, fue la legislación. Porque la elección para el individuo como elector fue su principal motivo de preselección a sus legisladores de un Estado laico”.[21]  Con la entrada de la modernidad quedan superados los pensamientos del mundo pre-moderno y la explicación social cohesionadora de las relaciones sociales como aquellas que eran de tipo y  criterio místico- religioso.

 

            De tal manera, cuando hacemos alusión a la modernidad reflexiva, la política deja de ser el ideal cohesionador en manos del Estado. De ésta manera se recrea una sociedad postindustrial auto-organizativa teledirigida por las nuevas tecnologías. Pues en esas condiciones, toda interpretación que intentemos establecer se derrumba en el mismo momento en que las sociedades con economías débiles no acceden a las nuevas tecnologías de la era postindustrial de cambios políticos. Pero también en el momento en que las sociedades desarrolladas se sienten vulnerables a los ataques terroristas y distintos movimientos anti-globalizadores que están planteando una nueva política contra el terrorismo global organizado y que afecta tanto a países desarrollados (como el caso de los ataques terroristas el 11 de septiembre de 2001 en EE.UU) como a países subdesarrolados (como el caso de Colombia con los grupos guerrilleros, narcotráfico  y paramilitares)

 

             Como resultado de lo anterior, los individuos como ciudadanos mundiales, consumidores de bienes y servicios, en esas condiciones (de pobreza) les resulta difícil acceder a unos mejores niveles de vida. Y para los segundos, a niveles de inseguridad ante los movimientos  terroristas. O sea, todos sufrimos en el mundo de la globalidad, la desarticulación y el riesgo, tanto ciudadanos de países pobres  (subdesarrollados) como los ciudadanos de países ricos (desarrollados) estamos en igualdad de condiciones ante la era de la globalidad de la sociedad del riesgo en una forma de vida heterónoma.

 

            La gente del mundo por la pobreza (conflictos políticos, étnicos, religiosos o terroristas) generada dentro de sus países y con débiles economías, se ven y se sienten desplazados de la sociedad del consumo. Son vistos y catalogados por el mercado global, como “seres humanos anormales”, sociedades subdesarrolladas “anormales”. “La verdad desnuda es está: sin seguridad material no puede existir libertad política, ni por tanto democracia alguna; y entonces todos nos sentimos amenazados por nuevos y antiguos regímenes e ideologías totalitarios”. (Beck, 1998:98)

 

            Pareciera ser, que las sociedades pobres, son miradas como sociedades folklóricas “culpables ellas mismas” de su propia tragedia política y económica. (En donde la culpa viene dada por sus propias clases políticas)

 

            A este respecto, se debe aclarar, que es esa la posición tomada por los países desarrollados. Pero es una posición que se encuentra en proceso de cambio. No olvidemos que la interconexión e intercomunicación de la globalidad, sucede mucho más rápido que nuestras vidas diarias. Además, por muchas vías tanto conflictivas como el terrorismo y otros fenómenos no menos importantes. De hecho los medios de comunicación sirven como transmisores de angustias, por la transmisión diaria de informaciones negativas que en los receptores produce angustia y desconfianza. Que en muchos sentidos quiebra la confianza de los mercados internacionales.

 

            Sin embargo, “muchos de los valores y fines de carácter último que parecen orientar la acción de un hombre no los podemos comprender a menudo, con plena evidencia, sino tan sólo, en ciertas circunstancias, captarlos intelectualmente; más tropezando con dificultades crecientes para poder revivirlos por medio de la fantasía endopática a medida que se aleja más radicalmente en nuestras propias valoraciones últimas.” (Weber, 1992:7)

 

            Al mismo tiempo, el elemento de control a individuos tanto endopáticamente como panópticamente, comporta un elemento hacia a dentro de sí mismo con respecto a los demás. Se ve en muchos aspectos ya condicionados por las acciones sociales ya preestablecidas. Esas acciones preconcebidas eran lo que en la modernidad tradicional lograba cohesionar. En la época de la modernidad reflexiva (segunda modernidad), el elemento valorativo, panóptico ya no limita las conductas sociales, ello nos remite a revivir esos valores, y con hechos afines, desprovistos de significado en la sociedad global de lo heterogéneo.

 

            Otro tanto ha ocurrido y por sus consecuencias, la modernidad clásica debe revivirse para comprender el declive de ella misma y poder explicar la postmodernidad que es en sí, modernidad reflexiva. Puesto que, “la modernidad postmoderna, al no ser puramente moderna, debe pensar de nuevo a la modernidad y de nuevo significa en sentido estricto, desde sus propios orígenes (...) resulta así inevitable enlazar el pensamiento postmoderno, lo que obliga a retornar, es decir, a dialogar con autores que la modernidad dio por superados que tienen mucho todavía que decir”. (Mires, 2001:9) Casos como Hobbes y en especial Montesquieau junto con Tocqueville son de gran relevancia para repensar la democracia como sistema de gobierno. Además de ver la democracia y la política, no única y exclusivamente como forma de gobierno, sino como forma de vida.[22]

 

             Finalmente, bien podríamos decir que la acción del individuo no responde ante terceros. Pero en realidad, resulta todo lo contrario, porque nuestras acciones que pueden parecer individuales pueden en algún momento tener consecuencias en terceros que a su vez tendrán consecuencias en otros y así sucesivamente. Y además se ve afectado y obtiene significado en el proceso de socialización. Por la misma razón, el proceso de socialización según Baumam “no tiene fin; se prolonga durante toda la vida y produce una compleja interacción entre libertad y dependencia”. (Bauman, 1990:38)

 

            Es una suerte de socialización de individualización “interna” que se puede considerar ciertamente desde aspectos tanto religiosos, moralidad, privacidad intima, entre otros, como la búsqueda de un trabajo (en busca del beneficio propio) para la obtención del bien material más deseado por el hombre como lo es el dinero. El papel moneda les permite a los hombres (desde su creación hasta ahora) en su acción social acceder a los bienes de consumo y servicios creados por terceros, mejora el sistema de cambio  (sociedad capitalista de consumo) pero, en el caso de la acción social que está orientada por otros, por sus acciones y repercusiones en la sociedad. Somos una parte de un todo, que a su vez se relaciona con su entorno, por lo tanto, el individuo (socializado) es una parte del todo y, el todo es también parte del individuo.

 

             Asimismo ser parte de un todo implica además, por los cambios drásticos del mundo de hoy, un proceso de socialización secundaria producida por razones de múltiples explicaciones por condiciones externas que obligan a los individuos a un desconocimiento a su socialización primaria para adaptarse a los nuevos procesos y estructuras de vida  e instituciones.

 

            En sí, y como lo propone Bauman: “La dialéctica de la libertad y la dependencia empieza con el nacimiento y termina con la muerte”. (Bauman, 1990:39)  Es por ello que el proceso de socialización nunca se agota en la vida de los hombres de distintas sociedades. Y es precisamente ahí en donde la globalización tiene un rol de importancia porque los cambios que produce, tanto en lo económico, político como en lo cultural, que  nos remite a una continua socialización y resocialización de nuestras vidas, tanto colectivas como cotidianas. Es decir, tanto publicas como privadas.

 

            Es un hecho que el individuo responde en su gran mayoría a conductas en masa (colectivas). Diríamos entonces que el consumo se manifiesta en una relación en donde el que no consume no pertenece a la sociedad de consumo. Se corre entonces  un estado y situación de desamparo tanto social como Estatal. Ello afecta de manera drástica la función de la democracia en los Estados que padecen graves crisis, tanto económicas como políticas.

 

             Más aún, “nuestra vida está incidiendo en la manera como se están conformando las formas culturales. Siempre ha sido así. Pero cada momento, cada tiempo en particular, ha tenido su manera, sus formas de expresión ¿Cuáles son hoy día esas formas? Se trata de dar una respuesta, puramente descriptiva en esta primera aproximación, porque sabemos que debemos ir hacia la interpretación/explicación de por qué es así y no de otra manera”. (Bisbal;Pasquale, 1999:97)

 

            Es así como los pobres (“invalidan los resultados de la socialización anterior y exigen una reestructuración radical del comportamiento, lo que a su vez requiere nuevas habilidades y nuevos conocimientos”) (Bisbal; Pasquale, 1999:39) se enfrentan a la sociedad que los hace invisibles para no sentirse parte de esa marginación impuesta.

 

 Y, si hemos dicho que somos parte de un todo, también esa marginación nos afectará de manera negativa más que de manera positiva en algún momento. Dentro del ejercicio de la gobernabilidad democrática en el mundo de la globalidad de manejo sumamente conflictivo y violento. Porque los marginados buscarán a como de lugar ser parte de la sociedad de consumo, o en oposición a ella, los llevará  hacer cualquier cosa, tanto lícita como ilícita, para alcanzar ese fin por el medio que tengan disponible.

 

             Para concluir, afianzaremos la idea en la cual la sociedad de consumo (sin proyección social en la democracia de partidos) marginará aún más a los seres humanos sin recursos, una suerte de postmodernidad periférica de las desigualdades que en muchos casos olvida la “infoeconomía” de la modernidad reflexiva. Y tener en claro que los medios de comunicación, en especial la televisión desencadena múltiples  conflictos por la publicidad que transmite en todo el mundo de productos y bienes que muchos seres humanos están limitados a obtener. Ello produce conflictos sociales que se multiplican con las malas gestiones de los gobiernos e instituciones, partidos políticos o líderes que representan a miles de ciudadanos no cumpliendo con un mejoramiento de los sistemas de vida de muchos ciudadanos que padecen ante los riesgos y la inseguridad social y de vida.

 

            Digamos siguiendo a Bauman que, y, “por otra parte, el equilibrio nunca es el mismo para todos los seres humanos. Recordemos el papel que desempeñan los recursos disponibles para que una elección sea una proposición realista y viable. Recordemos también la influencia que los horizontes establecidos por la situación social original tienen sobre los proyectos de vida y los objetivos que nos parece atractivo perseguir... Lo que llamamos privilegios se nos presenta como un mayor grado de libertad y un menor grado de dependencia.” (Bauman, 1999:40)

 

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· Politólogo-. Magíster. Investigador y Miembro del Centro de Investigaciones de Política Comparada de la Universidad de Los Andes, Mérida-Venezuela. E -mail. franciscogarcia_samaniego@hotmail.com. franciscogs@ula.ve Doctorando Humanic-ULA.

· Para Fernando Mires la idea que sostiene es: “la relativa a que el proceso de secularización realizado en el mundo occidental fue incompleto - pues en nombre de la lucha contra el poder secular de la iglesia fueron vaciados en las llamadas ciencias y otras disciplinas las mismas categorías religiosas que se intentaban combatir – lo que termina originando compromisos de los secularizadores”.  Véase Mires, Fernando. El malestar en la barbarie. Erotismo y cultura en la formación de la sociedad política. Nueva Sociedad, 1998, p. 221.

[1] Para Fernando Mires, “lo que Fukuyama quiso decir, en cambio es que lo que había terminado era la creencia hegeliana en la razón o lógica de la historia”. Véase, Mires Fernando, El malestar en la barbarie, Nueva Sociedad, 1998, p. 223.

[2] Todos los Estados, todos los dominios que han tenido y tienen imperio sobre los hombres, han sido y son o repúblicas o principados. Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Grupo Editorial Norma, traducción y notas de Lelio Fernández. Aquí ya se encuentra el significado moderno de la palabra Estado, que comprende un conjunto territorial y demográfico, un gobierno, un régimen, un complejo de leyes e instituciones, y que no se identifica de manera exclusiva con ninguno de esos elementos... También para dar significado al poder político que se ejerce sobre una población. Para el término Imperio tiene el significado antiguo de soberanía única e inalienable. Véase Cita número 5. p 15. 3ª reimpresión,  Mayo de 1996. Colombia.  

[3] Para la mayoría de los teóricos interesados en la obra de Thomas Hobbes. Se interesan por la clasificación de su pensamiento político, y lo han ubicado (no sin razón) dentro de la tradición del Iusnaturalismo, para dar explicación al Estado pre-político. Vemos de ésta manera a un Hobbes pre-moderno. En donde él explicó ese estado de naturaleza y también político, que se inaugura, con el pacto o contrato de todos con todos. En el cual y gracias a éste, surge el Estado. Ese monstro artificial de mil cabezas. Véase, Bobbio, Norberto. Thomas Hobbes. F.C.E, 1992.

[4] En éste punto, se diferencian Hobbes y Rousseau porque éste último escribió: “cada cual pone en común su persona y su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo”... “Al instante este acto de asociación transforma la persona particular de cada contratante en un ente normal y colectivo, compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, la cual recibe de este mismo acto de unidad, su yo común, su vida y su voluntad. La persona pública que así se constituye, por la unión de todas las demás, tomaba en otro tiempo el nombre de ciudad y hoy el de república o cuerpo político, el cual es denominado Estado cuando es activo. Potencia en relación a sus semejantes. En cuanto a los asociados, éstos toman colectivamente el nombre de Pueblo y particularmente el de Ciudadanos, como partícipes de la autoridad soberana, y el de Súbditos por estar sometidos a las leyes del Estado”. Véase, Rousseau, Jean-Jacques. “El Contrato Social”,  Editorial EDAF, Madrid, 1982, p 55-56.

[5] “Asimismo, en su libro El antiguo Régimen y la Revolución, Tocqueville aborda las realidades históricas como el desarrollo de la oposición de clase. Según él, son éstas el contenido de la historia humana. Sin proponerse las grandes síntesis que después de él realizarán Augusto Comte y Karl Marx, Tocqueville se propone descubrir los hechos sociales significativos que explican el devenir humano”. Véase, Ramos Jiménez, Alfredo. Comprender el Estado, Universidad de Los Andes. Centro de Investigaciones de Política Comparada. Mérida-Venezuela, 1999, p 78.

[6] Montesquieau en su obra “El Espíritu de las leyes”. Veía que “Lo social conforma por tanto una totalidad real en el cual las partes sólo pueden explicarse con relación al todo. Así, las nociones de sistema social y estructura, ampliamente utilizadas por la sociología contemporánea, adquieren dimensiones precisas en la investigación de Montesquieau”. Véase, Ramos Jiménez, Alfredo. Comprender el Estado, Universidad de Los Andes. Centro de Investigaciones de Política Comparada. Mérida-Venezuela, 1999, p. 75.

[7] Si bien, Bauman observa el conflicto presente en que: “la transparencia y la flexibilidad auguran mayores certezas  para algunos (para los globalistas por elección) y predicen más incertidumbres para otros (para los localistas por rebeldía). Véase, Bauman, Zygmunt. En busca de la política, F.C.E, 2001, p 35. Se refiere aquí Bauman a los clivajes entre globalizados y localistas porque el efecto que produce los resultados de la globalización se contrapone a la incertidumbre, inseguridad y ansiedad que despierta en los localistas por rebeldía. Y comporta una nueva forma de analizar las relaciones mercado-sociedad en las relaciones internacionales entre los Estados en nuestra época.

· Una propuesta de Beck en la Europa de comienzos del siglo XXI  del trabajo cívico, en la cual, “El trabajo cívico”, suministra también potencial de protesta, lo que lleva al terreno de lo pragmático-activo y lo espontáneo-autónomo, se enfrenta a las protestas retóricas con la naturalidad de respuestas e iniciativas propias y se formula constantemente la pregunta de ¿qué hacer?, a tenor del lema “¡No preguntes qué puede hacer el Estado, sino qué puedes hacer tú para acabar con la situación de miseria actual!”. Véase, Beck, Ulrich. La Europa del trabajo cívico. Revista Claves de razón práctica, Núm. 106, Octubre 2000, p 7.   

· Para Alfredo Ramos Jiménez, la individuación y la globalización, “son, de hecho las dos caras de un mismo proceso de modernización reflexiva”. Véase, Ramos Jiménez, Alfredo. Comprender el estado. Introducción a la politología, segunda edición, Centro de Investigaciones de Política Comparada, Mérida-Venezuela, 1999, p.301.

·Von Beyme, ve que, “sin embargo, resulta  improbable que se produzca un tránsito desde la modernidad a la posmodernidad. Los posmodernos más razonables aceptan que la posmodernidad es sólo un mero estadio más de la modernidad, en el que ésta desarrolla sus principios de forma más consecuentes y sistemática que la modernidad clásica .Pero hasta el momento y mientras no se la identifique con el posmaterialismo o con ciertos procesos de diferenciación e individualización, que conduzca a un declive adicional de las viejas pautas de estratificación social  y al desarrollo de estilos de vida (Beck,1986, 1992), la posmodernidad, más que una nueva estructura de la sociedad claramente discernible, es tan sólo un conjunto de asunciones teóricas”. Véase, Von Beyme, Klaus. Teoría política: teoría empírica. En el Nuevo Manual de Ciencia Política tomo II, Robert Goodin y Hans-Dieter Klingemann (eds.) 2001, p 760.  

[8] Von Beyme, Klaus. Teoría política del siglo XX. De la modernidad a la postmodernidad, Alianza Universidad, 1994, p 23. Dejaremos este análisis como idea para futuras investigaciones de la construcción de una nueva teoría social constructivista. De allí nos plantearemos la multidisciplinaridad y transdisciplinaridad en curso dentro de nuestros marcos teóricos, incluso llegando a una pretensión para los estudios multiculturales.

[9] Cuando hacemos mención sobre la “institución panóptica” lo hacemos para explicar sobre la base del ejemplo de aquellas torres en las cárceles, que vigilaban a los hombres dentro de sus cercos, limitándoles su libertad. Era el control básico a las desviaciones presentes dentro de la sociedad en la era moderna. Institución aún hoy en cierto sentido sigue vigente en la sociedad de la segunda modernidad bajo esquemas jurídicos y normativos. Más aún, a niveles psico-sociales amplios de control.

[10] En contra de la “supuesta desaparición de la lucha de clases”, Jameson y Zizek, reclaman que en los estudios postmodernistas, existe un cierto olvido, porque “Mientras exista propiedad privada de los medios de producción, habrá clases, y habrá proletariado”. Estos ven que el capitalismo tardío, transnacional globalizado, genera una suerte de superproletariado. Además del clivaje localistas y globalizados. Pero también se debe decir aquí, el hecho en donde problematizar demasiado el problema, nos parece una suerte de nostalgia y no prevé de manera constructivista, hipótesis futuras con tipologías y conceptos distintos para realidades nuevas y sumamente complejas. Para más profundización del debate. Véase, Jameson, Fredric y Zizek, Slavoj, en Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo, Paidós, 1998.

 

·  Para Von Beyme, “la teoría política positiva intentó restringirse al análisis conceptual, mientras los conflictos normativos permanecían aislados. Sin embargo a finales de los sesenta se produjo un retorno de la “gran” teoría política, con frecuencia de forma muy ideologizada. Desde finales de los años setenta, los grandes debates entre “positivistas” y “marxistas” han quedado agotados, y en su lugar el análisis de políticas se ha consolidado como un nivel intermedio de construcción de teorías que incorporan elementos positivos y normativos (Von Beyme, 1992, pp.248 ss.). Véase, Von Beyme, Klaus. Teoría política: teoría empírica. En el Nuevo manual de Ciencia Política,  tomo II, 2001, pp 751, ss).

[11] Citado por, Von Beyme, Klaus. Teoría política: teoría política empírica. Nuevo manual de ciencia política tomo II, Istmo, 2001, p 750.

[12] Para un análisis más detallado de lo qué es, y qué no es la democracia. Véase, Philippe C. Schmitter y Terry Lynn Karl, Qué es...Y qué no es la democracia.En Diamond, Larry y Plattner, Marc F. (comp.). El resurgimiento global de la democracia, UNAM, 1996, p 46.

[13] Citado por, Vallespín, Fernando. El futuro de la política. Taurus, 2000, p 67.

[14] El Área de Libre Comercio de Las Américas. (ALCA) Para el comercio hemisférico occidental un plan que fomentará el crecimiento económico y las oportunidades económicas, promoverá la integración regional y fortalecerá las democracias.  El ALCA se constituirá en el mercado libre más extenso del mundo, con un PIB combinado de alrededor de $us.13 billones en 34 países y cerca de 800 millones de consumidores, desde Alaska hasta el extremo de América del Sur. Fuente, embajada de los Estados Unidos de Norteamérica.

[15] Tratado de la Asunción de Paraguay de 1991, países firmantes son: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Para el libre comercio en la región del Cono Sur en América del Sur. (MERCOSUR)

[16] Tratado de integración, entre Colombia, México y Venezuela, firmado en 1989. Para el libre comercio y además por identidades culturales. (G – 3)

[17] Tratado de libre comercio de América del Norte, entre México, EE.UU. y Canadá y Chile desde 2003. (TLC, NAFTA) Con la ratificación de Clinton tres días después de ser elegido entra en vigencia en 1993. Pero existe una larga historia que se remonta a los años cuarenta. Para un  análisis más detallado sobre el tema. Véase, Wettstein Morador, Mariana. La integración latinoamericana: ¿En busca de nuevos caminos? Impreso en IMMECA, Mérida-Venezuela, 1999, pp. 357.

[18] En la actualidad son 15 los países miembros. Ellos son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Reino Unido, Luxemburgo, Países bajos, Portugal y Suecia. Originariamente se llamó Comunidad Económica Europea (CEE) o Mercado Común Europeo. Organización económica de carácter supranacional, instituida en el tratado de Roma el 25 de Marzo de 1957. Pero es seis (6) años antes, en 1951, fecha fundacional de la CECA, hasta la firma del tratado de Roma, y fueron varios los intentos para la creación de un mercado común. Pero fue posible gracias al llamado informe Spaak de Abril de 1956 y la reunión en Venecia de los ministros de los seis (6) de la República federal Alemana, Bélgica, Francia, Holanda, Italia y Luxemburgo. Proceso de larga historia de integración y cooperación, en la cual ya cuenta con más de 15 miembros y en la espera de 13 países que están tramitando su ingreso futuro como son: Bulgaria, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, República Checa, Rumania y Turquía.  Luego de las votaciones Irlandesas a favor, ratificando de esa manera el tratado de Niza para la expansión entre otros que desean participar. Y también la votación ciudadana por parte de los polacos para la entrada de Polonia en el año 2003. De hecho, su relativo “éxito económico” los ha llevado a la unificación monetaria, (UE) pero no escapan a la volatilidad e inestabilidad de los mercados internacionales que afectan sus predios.

· Ulrich Beck en su libro ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, hace un examen acucioso relata que en el mundo de la interconexión y medios masivos de comunicación, las nuevas generaciones deben pensarse entorno a sus significados e identidades colectivas. Por ello, nos remite a pensar que “vivimos desde hace algún tiempo en una sociedad mundial” que implica relaciones sociales políticamente organizadas fuera del los Estados nacionales, en fin donde la experiencia de vivir y actuar supera “por encima y más allá de las fronteras”. Sociedad mundial no significa una sociedad de economía mundial, sino una sociedad no estatal”. (Paidós, 1998, p 146. ss.).

[19] Barbero, Jesús Martín y De la Roche, Fabio López. Cultura, Medios y Sociedad, 1998, p. 36.

· Para un estudio más detallado sobre la temática del fenómeno de la globalización, la economía del conocimiento y el dinero intangible, véase Giddens, Hutton, En el Límite, La vida en el capitalismo global, Criterios TusQuest, 2001, p. 13-80.

· Véase para un análisis más detallado Appadurai, Arjun, La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. F.C.E, 2002.

[20] Aquí, no pensamos abordar el tema sobre la Consolidación Democrática. Pero para un análisis más profundo sobre el tema en cuestión, véase en especial, el clásico concepto de Poliarquía de Robert Dahl en su emblemático libro La Poliarquía. Además véase, O´ Donnell, Guillermo en articulo publicado en la Revista Nueva Sociedad, Nº 144. “Ilusiones sobre la consolidación”, Caracas, Julio-Agosto 1996. Véase también, J. Linz: “Transitions to democracy”, en Washington Quaterly Nº 13, 1990, p. 156. En donde hace la afirmación,  que la única jugada posible “the only in town”. Posición rebatida por O´ Donnell, en el artículo al que hacemos referencia.

[21] Bauman, Zygmunt. En busca de la política, F.C.E, 1999, p 81.

[22] Véase, Giddens, Anthony. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas, Taurus, 2000. También Véase, Giddens Anthony. La tercera Vía. La renovación de la social democracia, Taurus, 1999.  Para Giddens,“La  política de la vida no es una política de oportunidades de vida sino de estilo de vida. Se refiere a las discusiones y luchas sobre cómo (en tanto que individuos y en tanto que humanidad colectiva) debemos vivir en un mundo en el que lo que solían establecer la naturaleza a la tradición está sometido ahora a decisiones humanas”. Véase, Giddens, Anthony, En defensa de la sociología, Alianza Editorial, 2000, p 84.