Revista Nº13 "INTEGRACIÓN Y RELACIONES INTERNACIONALES II"

Resumen
El cambio de gobierno entre el radical Raul Alfonsín y el justicialista Carlos Menem, trajo consigo girosextremos en la formulación de la política exterior Argentina. La administración Menem, habiendo  culpado al gobierno anterior de principismo vacío y contraproducente, argumentó estar llevando a cabo la inserción de la Argentina en el mundo y, mas importante aún, el realineamiento con Estados Unidos. El presente trabajo,  analiza las posturas de ambos gobiernos hacia afuera, en particular hacia occidente, tanto a la luz de factores exógenos como también de la brecha ideológica entre ambos y la consiguiente interpretación del interés nacional. 

Abstract
The change of government between Raul Alfonsín, from the Unión Cívica Radical (UCR), and Carlos Menem, the Peronists' party's candidate, implied a profoundreorientation in the formulation of Argentine foreign policy. Menem's administration, having blamed the outgoing president of basing his foreign policy posture on utopian principles and incoherent rhetoric, claimed for itself to be reinserting the country into the international realm and, more importantly, to reestablish its relationship with the United States.  This text examines both governments' positioning internationally and towards Western countries in particular. It will take into account exogenous factors as well as the ideological breach between both presidents and their resulting interpretation of Argentine national interest.
 

Zusammenfassung    
Der Regierungswechsel zwischen dem scheidenden Präsidenten Raul Alfonsin (Zivil-Radikale Union, UCR) und Carlos Menem, dem Kandidaten der Peronistenpartei, hatte schwerwiegende Kurswechsel in der argentinischen Aussenpolitik zur Folge. Menem, welcher der Vorgängerregierung vorgeworfen hatte, ihre Aussenpolitik liesse sich von utopischen Prinzipien und inkohärenter Rhetorik leiten, führte an, er werde die Wiedereingliederung Argentiniens in der Weltgemeinschaft und -wichtiger noch- die Wiederherstellung der Beziehungen zu den Vereinigten Staaten, bewerkstelligen.
Der vorliegende Text analysiert die internationale Positionierung beider Regierungen, im besonderen gegenüber dem Westen. Hierbei werden exogene Faktoren ebenso miteinbezogen, wie die ideologische Kluft zwischen beiden Präsidenten und die daraus resultierende divergierende Interpretation des nationalen Interesse.

 

Análisis comparado entre la política exterior de Alfonsin y Menem con énfasis a sus relaciones con EEUU y la Unión Europea;”El giro del posicionamiento de la Argentina en el mundo bajo Alfonsin y Menem“
                                                          Por: Clara Deniz Bulhoff
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1.Introducción

En comparación con el gobierno radical de Alfonsin, la política exterior argentina tuvo un giro de 180% durante la administración Menem. El gobierno de este último justificó esta ruptura con las necesidades, sobre todo económicas, del país. Dado que la realización de cambios radicales en la política exterior de un mismo país entre dos gobiernos democráticos es más bien la excepción que la regla, deviene interesante analizar las relaciones internacionales de Argentina a la luz de los cambios a nivel global y domestico, tomando en cuenta el rol de la ideología divergente de los dos líderes.
El objetivo principal de este trabajo es el análisis de la formulación de la política exterior del Dr. Raúl Alfonsín y de Carlos Menem y de los factores que influyeron el cambio drástico entre los dos presidentes sucesivos. En el marco de este análisis se intentará destacar que este cambio se produjo no sólo por el nuevo orden mundial que conllevó el fin de la Guerra Fría y por necesidades económicas como lo planteó la propia administración de Menem, sino que la orientación ideológica de los respectivos liderazgos jugó un papel importante en este proceso. Se trata de poner todos estos factores en un contexto que permita una evaluación tentativa de su peso en la política exterior argentina. A fin de alcanzar este objetivo, se toma en cuenta también la trayectoria de la definición del interés nacional.

Emancipándose de un sistema dictatorial, el gobierno de Alfonsín tuvo como una de sus tareas más importantes la transición y consolidación democrática, favoreciendo una mirada hacia adentro. Este proceso se obstaculizó tanto por debilidades estructurales como por condicionamientos externos. Al mismo tiempo, tuvo que redefinir el posicionamiento de la Argentina en el mundo. Hizo hincapié en el fortalecimiento de la democratización y de la cooperación regional a fin de intermediar la intervención directa de Estados Unidos en la crisis de la deuda externa. Además formó parte del Movimiento de Países No Alineados, buscando una posición neutral en vez de alinearse con una de las grandes potencias. En lo que conciernen los países europeos, formalizó tratados de cooperación con España y con Italia e inició negociaciones con Francia y Alemania.
En 1989 se produjo la primera transmisión de mandos entre dos presidentes de distintos partidos políticos consolidados en la historia argentina1 .
La preocupación dominante del gobierno Menem ha sido la inserción de la Argentina en el 'primer mundo', alejándose de 'la tentación metafísica del principismo estéril' (Cavallo  1996: 360), y destacando el rol de la economía en la política exterior. Las relaciones regionales, por ejemplo, se veían más por el lado de la cooperación e integración económica; un claro hecho que evidencia esta nueva valorización  de las relaciones comerciales internacionales como parte de la política exterior fue la inserción del Servicio Comercial Exterior en la Cancillería, con el traspaso de aproximadamente 300 funcionarios del Ministerio de Economía al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, rebautizado como Ministerio de Relaciones Internacionales, Comercio Internacional y Culto.

Respecto a las relaciones carnales de Menem con Estados Unidos, se puede postular que Menem trató de seguir las consignas del Consenso de Washington a fin de mejorar las relaciones bilaterales, conseguir inversiones extranjeras y renegociar la deuda oficial argentina con Eximbank y participar del Plan Brady. 
Con Francia y Alemania se renegoció la deuda externa, y se hizo hincapié en mejorar sus relaciones con Gran Bretaña a fin de facilitar las relaciones con toda la Unión Europea.
Más allá de la satisfacción de sus intereses económicos inmediatos, el gobierno Menem también buscó insertarse en el primer mundo por esta vía. Trató de convertir la Argentina en un país del 'primer mundo' a través de una aproximación económica y política a los países occidentales y también a través de un nuevo auto-entendimiento del país.

 

2. El contexto global
2.1.  Antecedentes históricos: Política Exterior en la Argentina dictatorial

En líneas con la naturaleza del gobierno autoritario, la formulación de la política exterior en Argentina antes del retorno de la democracia en los ochenta, seguía una lógica completamente distinta. Mucho más que para lograr fines concretos con otros Estados, la política exterior constituía una medida para consolidar el poder en lo domestico. El gobierno militar logró imponer sus propias percepciones y visiones del mundo y en consecuencia pudo aumentar sus privilegios sectoriales.
Dada la intensa competencia por el poder entre las tres armas, la negociación intra-gubernamental resultó muy complicada y por ende muchas decisiones acabaron siendo postergadas, no obstante su urgencia. Para colmo, como lo destaca Russell, existía cierta tensión estructural, en el sentido de que hubo un clivaje entre las cúpulas militares que controlaban a las tres fuerzas y los encargados de gobernar al país (Russell, 1990: 16 ss.). Sin embargo, se constata una enorme concentración de los mecanismos decisionales estatales, de manera tal que la sociedad civil (excepto en el caso de Malvinas) se veía completamente separada de cualquier posibilidad de influenciar el proceso decisorio.
Especialmente hacia los fines del régimen, la política exterior servía a  fines interiores, así que se pudo desarrollar una diplomacia militar paralela, una destinada a fines económico-comerciales y otra sirviendo la legitimación domestica.
En la Guerra de Malvinas, que debería haber sido un golpe triunfante en favor del régimen militar, la derrota se tornó en contra de los militares y precipitó el fin de la dictadura. 
En retrospectiva, desde una Argentina ya democratizada, los años 1943 a 1983 muchas veces se vieron como una desviación en la trayectoria del país, unintermezzodesgraciado entre un pasado glorioso en el cual Argentina era una de las mayores economías del mundo y un importante aliado de Gran Bretaña, y un futuro en el cual el país recuperaría su grandeza perdida, reubicándose en el mundo y aliándose con el nuevo hegemón, Estados Unidos.

Asimismo, cuando Alfonsin empezó su mandato, había a su alrededor aun varios regímenes dictatoriales, como por ejemplo en Chile, Uruguay y Paraguay, los cuales claramente vieron los desarrollos de la transición hacia la democracia en Argentina con desconfianza. Mientras tanto, las naciones industriales de Europa Occidental y Estados Unidos todavía no se habían recuperado de la sorpresa de la Guerra del Atlántico Sur.

 

2.2. La hegemonía estadounidense y el Consenso de Washington

Tras la caída del muro de Berlín y la disolución (o colapso, como algunos analistas han afirmado) de la Unión Soviética, el mundo fue percibido por los actores internacionales como un nuevo escenario donde se pasaba de un contexto internacional bipolar a una situación signada por un nuevo fenómeno: la unipolaridad.
En este marco, la hegemonía estadounidense se mostró no solo en lo político, sino también en lo económico, determinando a través de las instituciones multilaterales de crédito en que veían representados sus intereses de prestamista mayoritario, las políticas de terceros países necesitados de financiación por iliquidez o crisis de balanzas de pagos. Una de las herramientas mas certeras para la ejecución de esta influencia político-económica fue el conjunto de recomendaciones de política económica conocido popularmente como “Consenso de Washington”, a partir de la denominación que le diera el economista John Williamson en función de la participación en su elaboración de los distintos organismos tanto locales (Casa Blanca, Congreso, etc.) como internacionales (FMI, BM, BID) localizados en dicha capital.

Estas recomendaciones consistieron esencialmente en las siguientes diez medidas: disciplina presupuestaria, reducción del gasto publico, reforma fiscal, tasas de interés positivas, tipo de cambio flotante (determinado por el libre juego de las fuerzas del mercado), liberalización comercial, política de apertura respecto de las inversiones extranjeras directas, política de privatizaciones y achicamiento del aparato estatal, desregulación del mercado laboral, y consolidación de los derechos de propiedad.

En este marco, el presidente Menem transformó a la Argentina en uno de los mejores alumnos de Washington. Con el afán de demostrar una política económica de lo  más obsecuente, aplicó todas las medidas ante mencionadas salvo la del tipo de cambio flotante ya que el Plan de Convertibilidad ordenó que un peso equivaliera un dólar. Sin embargo, sus esfuerzos resultaron insuficientes para salvar la economía Como destacó Stiglitz, Argentina había recibido una calificación de A+ del FMI (habiéndose incluso presentado al Presidente Menem ante la asamblea anual de 1999 como un ejemplo de lo que debían hacer los demás países). Un problema grave por ejemplo fueron las privatizaciones manchadas por la corrupción, y por otro lado se constituyeron monopolios u oligopolios naturales que acabaron en precios demasiadamente altos para los consumidores.
Al otro lado, no era el único objetivo del desarrollo económico el mero aumento del PBI, sino  aumentos sostenibles en niveles de vida y la promoción del desarrollo democrático y equitativo. Acerca de la reacción de los países mas desarrollados económicamente al fracaso de las medidas propuestas por el Consenso Washington y con énfasis a la corrupción y la transparencia que luego se identificaron como culpables por dicho fracaso, constata Stiglitz:
A pesar de seguir fustigando, correctamente, a la corrupción, los países desarrollados se han negado a adoptar medidas sencillas que harían que esa corrupción fuera más difícil de ejercer, como por ejemplo permitir deducciones impositivas solamente con relación a los pagos a gobiernos que se “publiquen” (y adoptando otras medidas de la iniciativa para la transparencia de las industrias extractivas). Las prácticas contables del FMI siguen representando un obstáculo para la redistribución de la tierra a través del mercado.” (Stiglitz 2004: 9 s.)

 

3. El cambio de Weltanschauung y los correspondientes cambios internos: Política exterior de principios bajo Alfonsin, política exterior 'práctica' bajo Menem?

3.1 Las condiciones internas comparadas

En lo que sigue analizaremos las condiciones internas bajo Alfonsin y Menem. Investigamos las condiciones políticas y el desarrollo del sistema político durante sus presidencias. Seguidamente, consideraremos el ámbito económico.

3.1.1. Las condiciones políticas

Liliana de Riz encuentra que en la Argentina de Alfonsin, se le agregaba una doble carencia a los desafíos de cualquier transición de régimen. En primer lugar, no hubo un pacto de salida con el régimen autoritario; y en segundo lugar faltó un acuerdo entre las principales fuerzas políticas democráticas sobre las condiciones de la transición. Nota que 'este problema debía encontrar una respuesta en el marco de la gravedad de la crisis económica y el escenario de estancamiento y declinación de la economía argentina, la tradicional desconfianza mutua entre empresarios y partidos políticos, la resistencia de las organizaciones de interés a integrarse en un sistema político comandado por la lógica de creación estatal y la debilidad de los partidos como canales de mediación de conflictos sociales.' (DE RIZ: 1989: 2).  

Para ella, la crisis económica conlleva una crisis en la forma de la intervención estatal en ambos economía y sociedad, por lo cual concluye que la situación que enfrenta Alfonsin se caracteriza por una  'desarticulación del modelo sociopolítico populista'. Además señala que el carácter del régimen político, presidencialista en conjunción con la debilidad institucional del sistema político argentino y su tendencia de representación por intereses sectoriales y la consecuente debilidad de los partidos le ponen la transición ante grandes obstáculos (DE RIZ.:1989: 3-10). No obstante los problemas de transformar el sistema y Uno podría concluir que mientras Alfonsin por su rol carismático se encuentra el en centro político, Menem abraza la tendencia hacia fuertes lideres fuertemente y la utiliza para legitimar su accionar político que va en contra de la separación de poderes y de los principios democráticos. 

Bajo el gobierno de Alfonsin, la Cancillería recuperó su rol de actor principal el la política exterior, de manera que la toma de decisiones se concentró en el marco de este ente dentro de la cual operaron funcionarios de origen político. Alfonsin por su parte era el primero de su estructura y personalmente adoptó iniciativas de mayor importancia. En contraste con la situación anterior, la Cancillería contaba con una conducción centralizada y desjerarquizada. Aun así, como lo señala Russell, el retorno a la democracia no se trasladó en la participación significativa del Congreso en el proceso de la toma de decisiones en política exterior. Hecho que Russell atribuye a la interrupción de la tradición democracia por cuarenta años y la consecuente falta de afianzamiento de praxis política y la consolidación del poder legislativo de manera eficiente y no parroquial. El ve entonces una falta de formación, desinterés y hasta ignorancia en materia de las relaciones internacionales en la vasta mayoría de los políticos, aunque en la tendencia esta situación estuviera mejorando. Destaca además, que la necesidad de superar la crisis económica y de establecer condiciones para la mejora de la economía, generó nuevas modalidades de coordinación (RUSSELL 1993: 25 ss.).

En su análisis del gobierno Menem, Natalio Botana señala, en líneas parecidas a las de De Riz, que la tendencia hegemónica del presidencial que el autor encuentra a lo largo de la historia argentina, no se anula con a reinstalación de la democracia en 1983. Constatando que en términos de legitimidad el Poder Ejecutivo sigue dominando sobre otros sectores, Botana deduce una 'expectativa depositada en una suerte de príncipe republicano' (BOTANA: 1995: 2). Se confunde entonces el gobierno con el Estado y dado  conformismo y apatía cívica, se evalúa el gobierno según el éxito de su programa económico al corto plazo concluye el autor. Baldioli de ahí señala que este fenómeno tiene que ver con la transición que hubo lugar en Argentina. Arguye que la euforia inicial luego de una mínima dificultad se desvanecería y dejaría la población apática y poco involucrada (BALDIOLI: 2003: 13). Uno podría añadir en este marco que posiblemente también se vincula al hecho que la escena política se presenta tan fragmentada en el sentido de que partidos son representantes de intereses mas bien que protagonistas de una política nacional que quizás la Argentina hubiera necesitado en estas décadas criticas.

Baldioli ve en la figura neopopulista y neodecisionista de Menem, algo de un príncipe maquiavélico quien se compra la simpatía de minorías de riesgo (pobres) con políticas enfocadas y limitadas (en contraste con políticas populistas que tienen un enfoque mas amplio) y simultáneamente coquetea con las clases altas, abandonando las líneas de su retorica cuando le sirve y movilizando cualquier medida a fin de lograr sus objetivos políticos. Desmovilizó el aparato justicialista que no le era leal y subyugó el político en su gobierno a lo económico. Para colmo, cuando  no pudo hacer que algunos miembros de la Corte Suprema renunciaran, agrandó el tamaño de la Corte de cinco a nueve miembros en 1990, de manera que a partir de este momento tenia una Corte dispuesta a legitimar los decretos de necesidad y urgencia de los cuales iba a hacer tanto uso durante su presidencia (BALDIOLI: 2003: 13-18).

Botana elabora la conexión entre video política, según el concepto de Sartori, y el pobre rendimiento de la Justicia, que dado relaciones de asincronía, hace que la corrupción sirva como 'perverso instrumento político'. Se recurre a la opinión pública en vez de la justicia, contando con el hecho que la primera claramente no tiene ninguna capacidad de juzgar. Botana mantiene que 'corrupción difusa' corroe los años de Menem, y como consecuencia el público pierde la confianza en la clase política y las instituciones políticas cuyas tareas serian mediar entre ciudadano y Estado. Se revela entonces, en la mezcla de impotencia y resignación la debilidad de controles externos hacia la hegemonía el Poder Ejecutivo. Más allá de eso, se muestra la dificultad de reconstruir un Estado de derecho que, en su núcleo duro, debería representar un valor universal frente a intereses segmentados que actúan en su seno. Todo aquello,  favorece la 'legitimidad de resultados' en vez de una 'legitimidad de principios', llevando a un estancamiento institucional. En los desarrollos del sistema bajo Menem, Botana descubre una contradicción fundamental: por un lado, la intención hegemónica del presidente y por otro lado, la respuesta pluralista de la sociedad civil (BOTANA: 1995: 3-6).

 

3.1.2. Las condiciones económicas

De una estructura industrial argentina caracterizada a mediados de los setenta por una alta diversificación pero escaso desarrollo de la industria de bienes de capital (que se mantendría una constante a lo largo de las décadas siguientes) y de bienes intermedios de uso difundido (que sí, por contraste, se desarrollaría posteriormente), se asiste a un gradual deterioro de la economía, salvo por un aumento de las exportaciones. Este deterioro, marcado por el estancamiento productivo, la falta de generación de puestos de trabajo, y niveles de inversión menores a la amortización del capital (descapitalización industrial), se agravan profundamente tras la crisis de la deuda de 1982. La misma es causada en buena parte por la adopción anterior de un enfoque monetario de la balanza de pagos, el consiguiente financiamiento del déficit de cuenta corriente mediante préstamos y la entrada de capitales, generándose un desequilibrio externo que ante el aumento de la tasa de interés internacional y la interrupción de flujos financieros hizo eclosionar un esquema vuelto insostenible, y que pondría en pausa la profundización de la integración financiera de Argentina al sistema financiero internacional hasta finales de la década con la reestructuración de la deuda emprendida en el marco del Plan Brady. Esta dinámica económica de stop-and-go caracterizaría al funcionamiento macroeconómico argentino desde fines de los setenta hasta el 2001 (KOSAKOFF: 2009: 31).

La “década perdida” fue signada por inestabilidades e hiperinflaciones varias que requirieron la articulación de varios programas económicos de estabilización, como los planes Austral, Primavera y Bunge y Born, a la vez que un restablecimiento de aranceles altos y restricciones a las importaciones, con ciertas excepciones, entre 1982 y 1988. En cuanto al camino emprendido por el patrón de especialización, es notorio que de un balance comercial de bienes industriales deficitario en 1981, se pasó a uno superavitario entre 1988 y 1990, siendo este logro parte de un proceso de reorientación que implicó un buen grado de sustitución de importaciones por producción nacional de bienes intermedios de uso difundido (acero, aluminio, etc.), a la vez que un desmantelamiento del complejo metalmecánico tradicional de los sesenta y setenta (KOSAKOFF:2008: 39-43).

En la década de 1990 se produce una gran extranjerización del complejo industrial argentino, tanto por inversiones extranjeras directas (IEDs) destinadas a la compra de paquetes accionarios como por las privatizaciones de empresas estatales, sobre todo aquellas prestadoras de servicios o de actividades extractivas. De esta manera, de las 1000 empresas más grandes del país, se pasó de 199 en maños de capital extranjero en 1992 a 427 en el año 2000 (Bezchinsky, Dinenzon, Amiel, Caino, Giussani y López, 2008: 150-153), acompañando el desarrollo de un perfil empresarial de gran dinamismo de las empresas transnacionales (que establecieron un gran número de nuevas filiales, a la vez que las instaladas desde períodos anteriores pudieron vislumbrar crecimientos en importancia relativa) y de un reposicionamiento de los conglomerados económicos de capitales nacionales (KOSAKOFF:1999: 62).

Esto demostró el apogeo del cambio de 180 grados producido respecto del modelo ISI, en tanto se reconocen en el devenir económico del país en cuestión cuatro actores importantes: las pequeñas y medianas empresas (Pymes), las grandes empresas públicas, los grandes conglomerados de capital nacional y las subsidiarias de empresas transnacionales. Donde las primeras dos fueron las protagonistas del modelo de industrialización por sustitución de importaciones (KATZ y KOSAKOFF: 1998: 490 s.), en los noventas se puede afirmar que su rol predominante terminó de ser desarticulado y traspasado a los otros dos actores enunciados. Este proceso generó la necesidad de reconversiones empresariales (KOSAKOFF:2008:53-55), que para los que pudieron adaptarse con mayor éxito, aproximadamente 400 empresas, significó una reestructuración ofensiva que posibilitó la expansión de su cuota del mercado nacional así como una ampliación (o el inicio) de su participación en los mercados internacionales, mientras que para buena parte del resto del entramado productivo del país requirió el inicio de comportamientos defensivos ante la competencia internacional posibilitada por la reapertura comercial. Las divergencias estratégicas adoptadas dan cuenta de la heterogeneidad de la conformación productiva argentina resultante de las políticas públicas enarboladas, que adicionalmente implicaron un aumento en las importaciones de bienes de capital con alto contenido tecnológico, permitiendo una actualización tecnológica como la que evidenció la innovación agropecuaria, pero al mismo tiempo generando un retroceso productivo en los sectores nacionales intensivos en tecnología, dada la falta de esfuerzos adaptativos locales. En este sentido, es importante destacar que las estrategias desplegadas por las empresas transnacionales en el desempeño de su rol fundamental en los noventa no contribuyeron a modificar ni diversificar el patrón tradicional de exportaciones argentinas (KOSAKOFF y RAMOS,:2006: 92-98).

El comercio exterior de los noventa redujo la diversificación de destinos de exportación de las décadas anteriores, de manera que la apertura comercial restablecida bajo el gobierno menemista se conjugó con los avances en la integración regional manifestadas por el Tratado de Asunción y el Protocolo de Ouro Preto que dieron forma al MERCOSUR, asociación regional donde se concentraron los esfuerzos de exportación. Esta conjunción permitió un aumento de las exportaciones industriales hacia el resto de la región (como evidencia el caso del régimen automotriz), elemento que persistirá hasta el presente, en tanto las manufacturas industriales representan un porcentaje significativamente mayor del porcentaje total de exportaciones al MERCOSUR (y ALADI en menor medida) que al resto del mundo.

La microeconomía de la década de 1990 se caracterizó sintéticamente por una disminución de los establecimientos productivos, un aumento en la apertura comercial, inversiones basadas en mergers and acquisitions y adquisiciones de equipos importados, un aumento en los grados de concentración y extranjerización de la economía y una caída del coeficiente de valor agregado generado por la economía argentina en su conjunto (KOSAKOFF: 2008: 61).

Aunque la insostenibilidad de la deuda (no sólo pública, sino también privada) fue un factor decisivo a la hora de generarse la crisis argentina de 2001-2002, tal elemento debe analizarse desde las políticas macroeconómicas adoptadas desde los setenta y especialmente en la década de 1990, que condujeron a la vulnerabilidad externa, imposibilidad de sostener la convertibilidad y a devaluar y declarar el default.
El hecho de que el país haya adquirido “una carga intolerable de servicios de deuda”(Damill, Mario, Frenkel, Roberto y Rapetti Martín, 2005: 5) fue resultado de la combinación de políticas macroeconómicas con distintas finalidades: una apertura de cuenta de capital para la provisión de mayores fondos y posibilitar la acumulación de reservas (que no obstante profundizó, con la mayor entrada de flujos financieros, la vulnerabilidad financiera a shocks externos, especialmente considerando que bajo el régimen de convertibilidad las reservas debían mínimamente igualar a la base monetaria); un tipo de cambio nominal fijo, cuya finalidad esencial era ser el eje de la política antiinflacionaria pero que en efecto terminó por prohibir el recurso a políticas monetarias para solucionar los déficits de cuenta corriente dado el nivel de rigidez del sistema de convertibilidad; y un tipo de cambio real apreciado, que a la larga obró en contra de la competitividad argentina.

Es en esta combinación de: un programa de estabilización basado en anclaje cambiario y apertura financiera que tiende a generar una dinámica de ciclo (Damill,, Frenkel, y Rapetti: 2005: 11) (donde la inflación residual conduce a una apreciación de la moneda, elevando consecuentemente las importaciones, el déficit de cuenta corriente y últimamente el stock de deuda externa); una deuda externa contraída en dólares, dados unos ingresos fiscales en moneda nacional (que también se vieron disminuidos por la reforma provisional que dio nacimiento a las AFJP); un stock de deuda externa que no sólo aumentó por el déficit de las cuentas nacionales sino que entre 1990 y 2001 vio un total del 60% del incremento de la deuda debido a las obligaciones contraídas con el exterior por el sector privado; y además el aumento enorme de la tasa de interés pagada por la deuda tras las crisis asiáticas de 1997-1998 y la consecuente elevación de la prima de riesgo país que agravaron el déficit en cuenta corriente, que se comprenden las causas de la crisis argentina como resultado de una serie de políticas macroeconómicas que en conjunto con factores exógenos trajeron un déficit sostenido y la elevación de la deuda externa contraída en moneda internacional.

3.2. Las relaciones con Estados Unidos

Las relaciones que mantuvieron las administraciones Alfonsin y Menem con Estados Unidos fue una de las brechas más significantes en sus políticas exteriores. Echaremos un vistazo cómo y porqué se desarrollaron las relaciones bilaterales con el hegemón de una manera tan distinta.

A nivel mundial, Menem visionaba la inserción del país en la economía global, suponiendo relaciones privilegiadas con Estados Unidos, un acercamiento con los países económicamente avanzados y con  países emergentes o de rápido crecimiento económico. En la dimensión subregional se aspiraba a profundizar la integración económica, la cooperación política y estratégica con Brasil y en la dimensión  hemisférica se abandona la competencia con Estados Unidos, optando en cambio por una política de prestigio (DE LA BALZE: 1998: 118). En este marco, la economía libre y el involucramiento extranjero se consideran como formulas mágicas del avance hacia el 'Primer Mundo' y la modernización. Se mezclan en el discurso de política exterior elementos realistas (la vindicación de ver la situación interna y externa de la Argentina tal como sea y de forjar el único camino posible a fin de fortalecer la posición del país) y elementos neoliberales concernientes la política económica exterior, se desecho por ejemplo la hipótesis de conflicto y el lugar debe llenarse por influencia DE LA BALZE: 145-150). En vez una política de no compromiso, se toma la vía de buscar agradar el poderoso aliado lo mas posible.

De la Balze señala para colmo, que el deseo de una fuerte alianza con Estados Unidos emerge, entre otras razones, de la aspiración de ganar acceso para las exportaciones argentinas al mercado estadounidense, inversiones directas desde EEUU, tanto como apoyo político-estratégico y influencia en el proceso decisorio estadounidense en lo que concierne temas de interés para la Argentina. Una relación amigable con Brasil se hace indispensable para lograr una alianza fuerte con Estados Unidos.
Finalmente, el autor sostiene que la política exterior bajo Menem no sea el resultado de una visión ideológica de interés nacional, ni producto de disposiciones históricas, ni una visión voluntarista del rol de la Argentina en el mundo, sino fundada en una visión realista, dotada de pragmatismo en el ámbito de diplomacia económica y de idealismo en la promoción de principios esenciales (DE LA BALZE:: 126-171).

Carlos Escudé, en cambio, mantiene un punto de vista ligeramente diferente. Aclara que la viabilidad de la Argentina como país depende de Estados Unidos mientras ellos no dependen en nada de la Argentina, que en términos estratégicos ocupa un lugar relegado en las prioridades del hegemón, ni siquiera se halla dentro de alguna de sus zonas de interés Bajo Alfonsin, sostiene Escudé, la perspectiva de la Argentina hacia el mundo había sido demasiadamente jurista, en sentido de que muchas de sus acciones las hizo con pleno derecho pero sin embargo en términos reales, se dañó. A modo de ilustración, en el '83 Argentina se negaba a firmar el Tratado de No Proliferación que la parecía discriminatorio y tampoco ratificaba el Tratado de Tlatelolco. Iba adelante con un proyecto de producir uranio enriquecido. Aunque hubo grandes avances en áreas como el respecto por los derechos humanos y las relaciones bilaterales con vecinos incluso Chile, no mejoro la salvaguardia nuclear y el país seguía una política agresiva en el Atlántico Sur. Mas allá de eso, forjó un acuerdo con Irak y Egipto con el compromiso que Argentina produzca un misil balístico de alcance intermedio. Por ende Argentina constituía más bien un riesgo en términos de seguridad para Estados Unidos que un activo positivo en términos comerciales. Cuando el Plan Primavera fracaso Estados Unidos hizo nada para ayudar al país y frenar la hiperinflación.

Desde ahí, un contundente giro en la política exterior argentina fue el apoyo de la administración Menem  a Estados Unidos en la guerra del Golfo. Se firmaron ante mencionados tratados y se desactivó el Cóndor II, hecho doloroso dado los recursos que había consumido. A pesar de estos esfuerzos, no cambió la situación internacional en el sentido de que Estados seguía no teniendo intereses estratégicos en común con Argentina. Escudé denomina la esperanza que el acercamiento político al hegemon generaría cambios y beneficios como ingenuo 'realismo mágico'. Aunque muchas de las acciones de Menem eran imprescindibles para evitar fútiles costos de confrontaciones políticos no podían resolver la competencia e incompatibilidad económica entre Estados Unidos y Argentina. Concluye que aunque Argentina no pudo defenderse contra sanciones puntuales (por ejemplo en el caso de la industria farmacéutica), por lo menos estas sanciones no transcendieron a otras áreas de cooperación y le dio acceso al Plan Brady (ESCUDE: 1998: 181-203).

Se puede añadir el argumento de Paradiso quien postula que los reclamos argentinos bajo Alfonsin a favor del tratamiento político de la deuda externa no prosperaron, y esa misma junta a la situación internacional frenaron la administración Alfonsin y la sociedad en el grado que no se pudieron realizar objetivos internos e internacionales. Para Paradiso el debate sobre la inserción de la Argentina en el mundo tiene rasgos cualitativamente distintos de discusiones anteriores, dado que se orienta en líneas en contra del keynesianismo, la modernización y un mayor prestigio se lograrían entonces por la vía capitalista a través de iniciativas privadas. La Cancillería se inspiraba en el paradigma de autonomía en la formulación de su política exterior. Figuran en este seno las apelaciones de Argentina en foros mundiales a favor de un orden mundial más equitativo. Además su pertenencia al grupo No Alineado constituye una definición relevante de la política exterior bajo el presidente radical. Señala, según Paradiso, el miedo del país de la interferencia de grandes potencias en los asuntos domésticos del país y la asociada perdida de control interno. El critica el gobierno de Alfonsin de excesivo ideologismo, la incursión en temas sobre las cuales no tenía gravitación y de inclinación hacia una retorica principista y estéril Con referencia a la administración de Menem, le niega su propuesta visión realista reprochándole vano 'voluntarismo primermundista' (PARADISO: 1993: 186-196).

3.3. Las relaciones con la Unión Europea

Las relaciones con la Comunidad Económica Europea (CE; hoy denominada Unión Europea) perdieron intensidad durante las décadas sesenta y setenta cuando la CE introducía la 'Política Agrícola Común' (que entró en vigor en 1962), política altamente proteccionista que hizo enfriar bastante las relaciones entre la CE y la Argentina y solo lentamente se llegó a un 'dialogo renovado' con la Comunidad Europea. Deterioradas por la Guerra de Malvinas en 1982 y el hecho de que el conflicto se mancomunó por la insistencia del Reino Unido y las consecuentes sanciones contra Argentina, las relaciones entre la CE y Argentina empezaron a mejorar a partir la vuelta del país a la democracia (LAPORTE GALLI: 1992: 116). 

Al lado de América Latina y Estados Unidos, la Europa Occidental constituyó un socio importante y privilegiado en las relaciones exteriores de la Argentina bajo Alfonsín. Se la veía también como herramienta de contrapesar la hegemonía de Estados Unidos. Aunque se lanzaron numerosos contactos con actores gubernamentales y privados de la Europa Occidental, Argentina debió limitar sus iniciativas oficiales de acercamiento luego del fracaso de las conversaciones con Gran Bretaña en Berna en 1984. No obstante la CE le brindó homenaje a Alfonsín por su compromiso con la situación de los derechos humanos ese mismo año.

El gobierno radical siguió  exportando cereales argentinos a la Unión Soviética y encima se le presionaba para que creciera la importación de productos con origen soviético si el gobierno argentino quería mantener su nivel de exportación. En 1986, Alfonsin, con el fin de presionar al gobierno ingles para adoptar una posición más favorable en la cuestión de Malvinas, se les otorgo a los soviéticos un permiso de pesca en aguas próximas a las islas,  lo cual derivó en el establecimiento de una zona de exclusión alrededor de las mismas. El canciller soviético expreso apoyo en lo que concernía Malvinas, el desarme y la integración regional pero encontró pocas coincidencias en lo económico En el seno de Movimiento de países No Alineados, el gobierno argentino intento forjar relaciones mas estrechas con Yugoslavia e India en función de mejorar su respaldo contra Gran Bretaña y de la causa de desarme que había adoptado. Esta estrategia de política exterior se presentaba como bastante complicada porque se buscaba combinar el no alineamiento y la integración regional con la adherencia ideológica a Occidente y el establecimiento con Estados Unidos. El débil equilibrio necesario comenzó a deteriorar cuando empeoro la situación económica de la Argentina. 

Respecto a las relaciones económicas del gobierno radical con la CE, Laporte  Galli ve dos etapas con distintos enfoques.Inicialmente, el gobierno argentino se concentró en el ámbito comercial, especialmente en la política europea de subsidios agrícolas y en la necesidad de aumentar el intercambio bilateral e incorporar bienes de mayor valor agregado. Procuró entonces mejorar la posición de los países miembros acerca de la deuda exterior argentina y la apertura del plaño comercial. No obstante, la retórica europea de apoyo a la democracia no se tradujo en acción significativa en lo económico. Por eso y dada la aproximación con Brasil y el proceso de integración en el Cono Sur, desde 1987 el gobierno radical cambió su estrategia diplomática hacia una orientación innovadora de cooperación caracterizada por una mayor selectividad de prioridades económicas. En este marco, se buscaron vínculos bilaterales y inversiones en el sector privado, particularmente a través de pequeñas y medianas empresas (Pymes).
Logros significativos fueron los acuerdos con Italia y España. Igualmente la posición que Argentina mantenía frente a Gran Bretaña frenó la posibilidad de llegar a un acuerdo de cooperación con la Comunidad de forma integral. Con la puesta en marcha del Plan Austral en 1985, visto por la mayoría de los dirigentes europeos como evidencia de que el gobierno radical estaba dispuesto a emprender la construcción de una economía segura y fiable, la 'imagen económica' del país mejoró. Sin embargo, la anhelada estabilidad no resultó sostenible, dado que el gobierno no consiguió eliminar los déficits del sector público y el Plan Austral ulteriormente fracasó (LAPORTE GALLI: 1992: 118 ss.). Aunque en 1985 Argentina logró importantes éxitos diplomáticos en su relación con la Comunidad Europea, el tratamiento de la cuestión Malvinas se congeló hasta 1989 y el ascenso de Carlos Menem.

En un discurso dado en Buenos Aires el 29 de junio de 1994, el canciller Di Tella expresó lo siguiente:
Lo que hemos hecho básicamente es decir Tercer Mundo y No Alineados, países pobres en general, no los queremos...Abandonamos los No Alineados porque no nos convenía, porque no nos interesaba y porque no teníamos intereses comunes...Nos interesan mucho los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)...nos interesa generar esta relación con los países del Norte porque una de las confusiones que tenemos es que, por estar ubicados en América Latina, somos un país más de Latinoamérica. Esto no es cierto...Argentina es un país europeo.” (IRELA 1995: 36).
Con la victoria del partido justicialista la estrategia acerca de Malvinas giró ciento ochenta grados. La administración de Menem se declaró en efecto dispuesta a normalizar sus relaciones con el Reino Unido, lo que conllevaba la reanudación de las relaciones  diplomáticas (acuerdo de Madrid en octubre 1989) y la abolición de las medidas de discriminación contra bienes y servicios británicos que el país había erigido durante los diez años precedentes. Aquello levantó obstáculos para la conclusión de un acuerdo de cooperación entre Argentina y la CE (LAPORTE GALLI: 1992: 121). A partir de la liberalización económica y estabilización antiinflacionaria bajo el gobierno justicialista en el marco de la cual figura también el Plan de Convertibilidad de 1991, se constata la llegada de capitales significativos a la Argentina.

El ingreso  de España y Portugal a la Comunidad Económica Europea (1986) significó la intensificación de las relaciones con países latinoamericanos. Para la CE estos países formaban parte del grupo de Países No Alineados, hecho que les relegaba fuera de las preferencias relacionales de la Comunidad. A partir de 1986 se hicieron tratados de tercera generación con todos países salvo Cuba. Además en 1988 se dividió la línea presupuestaria de créditos, creándose una específica para Asia y otra para Iberoamérica y entre 1991 y 1995 los recursos financieros que la CE dedicaba a América Latina creció por el 80% en comparación con los cinco años anteriores. Más allá de esto, el Banco Europeo empezó a tomar en cuenta América Latina y se suscribió acuerdos con países del Mercosur. El apoyo de la Comunidad supero la cantidad de ayuda de Estados Unidos y Japón juntos. En cima, en 1987 se inicio el Grupo de Río dando paso a un canal de conversaciones intercontinentales y por ultimo se desarrollaron nuevos marcos institucionales a fin de facilitar la Comunidad y los distintos grupos de países iberoamericanos (CARDERERA SOLER: 1999: 48-51).

Claramente, las privatizaciones bajo Menem facilitaron aun más, la llegada de capitales europeos, y especialmente españoles De las numerosas inversiones españolas se ha destacado la compra de ENTEL, en la que Telefónica de España invirtió unos 380 millones de dólares (entre 1992 y 1996 Telefónica de Argentina tenia previstas inversiones por 2.100 millones de dólares en la modernización de su planta). Por su parte, Iberia aportó 600 millones de dólares en el consorcio que adquirió Aerolíneas Argentinas por un total de 1.981 millones de la misma moneda. En esta operación, también participaron bancos españoles por un total del 36 por ciento del paquete accionario, bancos que también buscarían asentarse bajo otros nombres y en diversos sectores, como el Santander. Otra inversión de importancia fue la compra de la aseguradora Aconcagua hecha por MAPFRE, una de las más importantes compañías del sector en España. También se realizaron inversiones en el negocio del petróleo a través de la empresa Repsol con la tristemente célebre privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).

 

4. El interés nacional: factores sistémicos versus factores específicos del actor

4.1. La formulación del interés nacional: Comparación entre Alfonsin y Menem

El lugar en el cual veían Alfonsín y Menem respectivamente la Argentina se determina primordialmente por su propia ideología y su consecuente visión del país en el pasado, presente y futuro. Mientras que podemos suponer que a Alfonsín le preocupaba más la clara ruptura con el pasado anti-democrático, su sucesor ya se creía en el lugar de reinsertar a la Argentina en el 'Primer Mundo'. Por lo tanto, se llegaría a la conclusión que la política exterior de Alfonsín era fuertemente guiada por su afán de presentar al país como un miembro creíble de la comunidad de países democráticos y reivindicarla el lugar que merecía, razón, entre otras, por la cual no estuvo tan dispuesto como Menem a abandonar lo que consideraba vindicaciones justificadas por parte de la Argentina. Menem por otra parte tenía una visión del ámbito internacional que se puede asemejar la de un miembro clásico de la clase media. Motivada por el deseo de insertarse en la capa alta de la sociedad (o sea, en nuestro caso, el 'Primer Mundo') intentaba asimilarse lo más posible, queriendo hasta 'relaciones carnales', olvidándose  del hecho de que no necesariamente tenían los mismos intereses que la Argentina. Cabe añadir, que mismo durante la época en la que Argentina era la sexta potencia económica más grande del mundo, lo era sobre todo por sus fuertes vínculos económicos con Inglaterra, a la cual proveía con materias primas, y muchos consideraban que en realidad el país durante esta época era una especie de colonia inglesa, así que nunca tuvo un lugar tan consolidado entre las grandes potencias económicas, dado su obvia dependencia y falta de diversificación económica.

 

4.2. El rol de la ideología y la percepción

En su obra magistral 'Perception and Misperception in International Politics', Robert Jervis postula que la inconsciencia de la inevitable influencia sobre la percepción tiene muchas veces consecuencias lamentables. Sigue que si para un tomador de decisiones un evento rinde inferencias inequívocas y evidentes cuando en realidad estas inferencias se derivan de posturas pre-existentes, les tendrá demasiada confianza y excluirá prematuramente las alternativas, dado que pensará que dicho evento apoya su propia postura. Por ende, muchas veces se dan situaciones en las cuales tomadores de decisiones consideran que una hipótesis que sea consistente con su propia creencia también puede serlo para otras hipótesis e incluso pueden llegar a la conclusión de que dicho evento excluya alternativas en base a sus fuertes convicciones pre-existentes (JERVIS: 1976: 181). Los estudios de Kenneth Boulding aportan a esta noción. El diseña un modelo cognitivo en el cual cada actor tiene una imagen del mundo que funciona como una estructura fija por la cual se filtra y categoriza la información entrante, hecho que lleva al actor a descartar o modificar inconscientemente informaciones que estén de acuerdo con lo pre-figurado, siempre que no sean tan significativos que produzcan un 'cambio revolucionario' en el imagen del actor (BOULDING: 1956: 11ss.).

4.3. El rol de la situación domestica y del status quo internacional

Como hemos visto, el contexto global se caracterizaba entre otros por el hecho que los años noventa vieron el avance del conservadurismo y del neoliberalismo, el último celebrado como respuesta alternativa a los problemas económicos de la época.
Existe una gran variedad de factores que aportan al análisis de la formulación de la política exterior. Entre ellos figuran la burocracia y su estructura, la opinión pública, factores externos y/o internos.
Wolfers arguye desde un punto de vista realista, y entonces desde un nivel de análisis que favorece la estructura del sistema ante factores específicos del actor ('actor-specific factors'), que cuanto mayor la compulsión externa tanto mayor la homogeneidad del comportamiento y por ende se disminuye la necesidad de estudiar el proceso de la toma de decisiones (WOLFERS 1962: 13). Jervis a su vez, llega a conclusiones divergentes, haciendo caso de la diferencia en la percepción de compulsión exterior y de consecuentes, inevitables reacciones (JERVIS: 1976: 20 s.). En este marco se sostendría que mientras ambos presidentes hayan posiblemente considerado que su postura frente al ámbito internacional y las compulsiones que genera, especialmente graves durante la 'década perdida' por la inseguridad que existía por parte de otros actores acerca de la categorización de Argentina y su falta de credibilidad internacional encima de los problemas internos, fuera la única respuesta lógica y viable. Menem, por ejemplo, hizo caso de proclamar justamente eso y se presentó como la alternativa al caos total, teniendo una visión clara y realista de la escena internacional y de las posibilidades argentinas. Últimamente, el fracaso de muchos de  los respectivos 'possesional' y 'milieu goals' (básicamente objetivos políticos al corto o mediano plazo y el intento de moldear la arena internacional favorablemente) de los dos presidentes se podría deducir en parte de sus interpretaciones de las necesidades que tenía el país económica y políticamente, del ambiente político en el cual operaban y de sus propias capacidades de influenciar a otros actores en su favor ya que la formulación de tales objetivos se basa en la evaluación de la situación presente.

 

Entre las grandes corrientes que analizan el comportamiento de Estados figuran los que atribuyen el accionar de Estados plenamente a la naturaleza del sistema dentro del cual se mueven, otros que favorezcan un nivel más 'bajo' de análisis y se enfocan en las propiedades del actor a fin de explicar sus acciones, y un tercer grupo que intenta una síntesis de esta yuxtaposición metodológica, tomando un enfoque más bien constructivista. En este mismo marco consideramos entonces la influencia de los factores exógenos y endógenos sobre el posicionamiento de los dos presidentes en cuestión  
Acerca de la relación entre lo doméstico y lo internacional, Graham Allison nota que 'applied to relations between nations, the bureaucratic politics model directs attention to intra-national games, the overlap of which constiutes international relations.' (Allison, en Putnam, 1993: 434), argumento que  según Katzenstein, se aplica más específicamente a la política exterior económica: 'The main purpose of all strategies of foreign economic policy is to make domestic policies compatible with the international political economy.' (Katzenstein, en: PUTNAM: 1993: 434). Ambos autores hacen hincapié en que tomadores centrales de decisiones necesitan tomar en cuenta presiones internacionales tanto como domésticas. En este marco Putnam subraya el rol de la política (politics) en función de la explicación de los determinantes domésticos, por lo cual se necesita considerar según el autor, la influencia de partidos, clases sociales, legisladores, la opinión pública y elecciones al lado de oficiales ejecutivos y arreglos institucionales, lo que resulta finalmente en lo que Putnam denomina como 'two-level game' (Putnam, 1993: 434 ss.).  En este juego, ambos presidentes se ubicaron en la posición del 'negociador jefe', siendo el principal vínculo entre el nivel doméstico y el nivel internacional. Putnam, tomando en cuenta la teoría 'principal-agente' constata la posibilidad que la posición del 'negociador jefe' pueda divergir de la de sus electores. Negociaciones de dos niveles son costosos y arriesgados para el 'negociador jefe', y muchas veces interfieren con sus demás prioridades (ibíd.: 456). Cabe destacar el caso de Menem, quien, en la formulación de políticas como la desregularización de la economía local y la reforma del Estado, según Basualdo, actuaba en el afán de satisfacer los diferentes intereses de distintas fracciones que integraban los sectores dominantes (BASUALDO: 2003: 44).
 
Respecto a su relación con la burocracia y otros entes de poder legitimo como el parlamento, se podría constatar que Alfonsin muchas veces se vio frenado por imperativos domésticos mientras que Menem, adopto una política más bien decisionista y se tomo la libertad de pasar sus decisiones con Decretos de Necesidad y Urgencia, por ende evitando el debate legislativo y el costo político de tener que conceder compromisos etc.

 

5. Conclusiones

Políticas de Menem se inspiraban por lo que Botana llamó una 'legitimidad de resultados' mientras que Alfonsin se apoyaba en el concepto contrario, 'legitimidad de principios'. Ambos tendrían una visión ligeramente distorsionado de la situación actual y sus propios alrededores de acción y del efecto legitimador que tuvieran sus políticas Alfonsin, una vez que la Argentina hacia parte de la comunidad de países democráticos, creería ser miembro con derechos y deberes iguales a los de todos los demás actores. Los principios que aplicaba deberían legitimar su formulación de política exterior, conceptualización con la que el país últimamente se hizo daño por el obvio disenso de percepción entre  Argentina y las grandes potencias, cuyo apoyo el país necesitaba. 

Por otro lado, Menem tenía demasiada fe en alineamiento con poderes aliados. Su supuesta visión 'realista' del lugar del país en el lugar calculaba erróneamente la importancia estratégica de la Argentina especialmente en lo que concierne la agenda de Estados Unidos; adicionalmente, no tomaba en consideración la historia de rivalidad por el liderazgo en el continente americano que se extendía desde fines del siglo XIX, conflictos por la falta de apoyo militar argentino a las causas aliadas en ambas guerras mundiales, e inclusive la falta de apoyo americano durante la Guerra de Malvinas (aun cuando la hipótesis misma de dicho apoyo hubiera sido absurda desde un principio).

En definitiva, la Argentina había cesado de constituir un riesgo de seguridad con  el abandono de sus proyectos nucleares y alianzas con países como Egipto y Irak, pero este hecho no lo  avanzaba en la lista de prioridades estratégicas del hegemón, sino que incluso podría llegar a postularse todo lo contrario: que debido a esta reducción del potencial de amenaza y liderazgo alternativo en el continente americano, Argentina no constituiría mas un elemento de interés y/o urgencia en la agenda norteamericana, y menos aun dada la naturaleza obsecuente de la política exterior menemista para con los Estados Unidos.
Podemos concluir entonces, que la brecha que se halla en la formulación de la política exterior entre Menem y Alfonsin no se inspiró en un análisis realista de la situación mundial por parte del primero sino mas bien que el giro en las relaciones internacionales de la Argentina fue un producto del imagen (el termino aquí usado en lineas con la teoría de Boulding) que tenia Menem y su siguiente evaluación del país, de sus intereses vitales y de su entorno. Aunque se puede llegar a semejante critica cuestionando el supuesto 'realismo' y la objetividad inalcanzable que sostiene la teoría realista, hemos tratado de demostrar que no fueron solamente errores analíticos de Menem sino su propia ideología, la de un neopopulista, neodecisionista, inspirado por voluntarismo primermundista y realismo mágico mas bien que realismo en su articulación rígido, que guiaban su fracasado intento de insertar al país en el 'Primer Mundo'. Si bien hay un cierto grado de justificación en la critica que le hacia Menem a Alfonsin. El Dr. Alfonsin también llegó a resultados muy pobres por causa de su disposición ideológica que le hizo estimar erróneamente las posibilidades del país y las respuestas de su entorno y le implicó costos políticos innecesarios. Su política de contra-balanceo con las grandes potencias por ejemplo no combinó con la importancia estratégica de la Argentina.
Por ende, es cierto que algunos de los cambios introducidos por Menem fueron útiles para evitar estos costos políticos y además que Alfonsin se dejaba guiar por presunciones poco compatibles con el contexto mundial en este momento. Mas allá de eso, la manera en la cual ambos manejaron la situación domestica y su acción como mediador entre lo domestico y lo internacional jugo un papel determinante. Pero al fin y al cabo, la brecha mas significativa entre las miradas de estos presidentes hacia el mundo fue su ideología. Y mientras que Alfonsin fracasó en el sentido que no consiguió posicionar al país bastante favorablemente en la escena internacional, su sucesor Menem en toda su obsecuencia no pudo aumentar la importancia estratégica del país. y aunque llegaran capitales extranjeros al país, no pudo salvar la economía en forma duradera . El desarrollo se llevó a cabo de manera desigual, la brecha entre pobres y ricos aumentó y el desempeño democrático del gobierno se vio transgredido por la vocación neodecisionista del presidente. 

 

* Estudiante universitaria alemana de intercambio, procedente de (UCL)                                                         University College London
 

 

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1      N.A. Cabe destacar que la primera vez que se produjo un traspaso de poder entre dos presidentes de diferentes ideologías políticas en la Argentina se dio en 1916, cuando gracias a la Ley Electoral Sáenz Peña, el presidente conservador saliente Victorino de la Plaza le traspasa el bastón presidencial al nuevo presidente y líder de la Unión Cívica Radical  Hipólito Yrigoyen. Sin embargo, los conservadores en el poder hasta ese momento no eran un partido consolidado, sino una alianza de los sectores de clase alta o aristocrática, digamos, elementos de antiguo régimen de partidos de notables.